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Joyas de los Testimonios 2 - Contents
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    Nuestro deber hacia los domésticos de la fe*Testimonios para la Iglesia 6:269-272 (1900).

    Dos clases de pobres hay siempre entre nosotros: los que se arruinan por su propia conducta independiente y continúan en su transgresión, y los que por amor de la verdad han sido puestos en estrecheces. Debemos amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, y si lo hacemos obraremos correctamente con ambas clases bajo la dirección y el consejo de la sana prudencia.2JT 507.1

    No cabe la menor duda acerca de los pobres del Señor. Se les debe ayudar en todos los casos en que ello sea para su beneficio.2JT 507.2

    Dios quiere que su pueblo revele a un mundo pecaminoso que no lo ha dejado perecer. Debemos esmerarnos en ayudar a aquellos que por causa de la verdad son expulsados de sus casas y obligados a sufrir. Cada vez más, habrá necesidad de corazones grandes y generosos, que, llenos de abnegación, se encarguen de esas personas a quienes el Señor ama. Los pobres que haya entre el pueblo de Dios no deben ser dejados sin que sus necesidades sean suplidas. Debe hallarse alguna manera por la cual puedan ganarse la vida. A algunos será necesario enseñarles a trabajar. Otros que trabajan arduamente y se ven recargados hasta lo sumo para sostener sus familias, necesitarán auxilio especial. Debemos interesarnos en esos casos, y ayudarles a conseguir empleo. Debe haber un fondo para ayudar a estas familias pobres dignas, que aman a Dios y guardan sus mandamientos.2JT 507.3

    Debe ejercerse cautela para que los recursos que se necesitan para esta obra no sean desviados hacia otros fines. Auxiliar a los pobres que, por observar los mandamientos de Dios, se ven reducidos a padecer necesidad, es cosa muy diferente de lo que sería dejarlos en el abandono para ayudar a personas blasfemas que pisoteen los mandamientos de Dios. Y Dios ve la diferencia. Los observadores del sábado no deben pasar por alto a los dolientes y menesterosos del Señor, para asumir la carga de sostener a aquellos que continúan transgrediendo la ley de Dios, a aquellos que se han acostumbrado a esperar ayuda de cualquiera que los quiera sostener. Esta no es la debida clase de obra misionera. No está en armonía con el plan de Dios.2JT 507.4

    Donde quiera que se establezca una iglesia, sus miembros deben hacer una obra fiel por los creyentes menesterosos. Pero no deben cesar con esto. Deben ayudar también a otros, sin tener en cuenta su fe. Como resultado de un esfuerzo tal, algunos de éstos recibirán las verdades especiales para este tiempo.2JT 508.1

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