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Hijos e Hijas de Dios - Contents
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    Se perdona la transgresión, 29 de octubre

    Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado. Salmos 32:1.HHD 311.1

    El Dios que repara en la caída de un gorrión, también percibe vuestro proceder y sentimientos; advierte vuestra envidia, vuestros prejuicios, vuestros intentos de justificar vuestro proceder frente a cualquier injusticia. Cuando juzgáis mal las palabras y los actos de otro, y vuestros propios sentimientos están agitados, de modo que hacéis declaraciones incorrectas, y se sabe que estáis en desacuerdo con ese hermano, entonces inducís a otros, por su confianza en vosotros, a considerar a esa persona como vosotros lo hacéis; y muchos quedan contaminados por la raíz de amargura que aparece de ese modo. Cuando resulta evidente que vuestros sentimientos son incorrectos, ¿procuráis suprimir las impresiones erróneas con tanta diligencia como la que pusisteis al motivarlas?...HHD 311.2

    También Dios requiere que cuando hayáis cometido una injusticia, por pequeña que sea, confeséis vuestra falta, no sólo al que ofendisteis, sino a aquellos que por vuestra influencia fueron inducidos a considerar a vuestro hermano en forma equivocada, y a anular la obra que Dios le encomendó... Podéis lograr que el perdón se anote junto a vuestro nombre, mediante el arrepentimiento y la confesión; o podéis resistir la convicción del Espíritu de Dios, y durante el resto de vuestra vida obrar de tal manera que parezca que vuestros sentimientos errados y vuestras conclusiones injustas no podían evitarse. Pero ahí están las acciones, los actos pecaminosos, la ruina de aquellos en cuyos corazones plantasteis las raíces de amargura; ahí están los sentimientos y palabras envidiosos, las suposiciones mal intencionadas, que se transformaron en celos y prejuicios...HHD 311.3

    Cualquiera que sea el carácter de vuestro pecado, confesadlo... Entonces las expresiones de los labios testificarán de la inteligencia vivificada de la mente y de las profundas impresiones del Espíritu de Dios sobre el alma.—The Review and Herald, 16 de diciembre de 1890.HHD 311.4

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