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    Principio de su ministerio

    Después de la tentación en el desierto, Cristo volvió al Jordán donde Juan el Bautista estaba predicando. En esa ocasión ciertos enviados de los gobernantes de Jerusalén estaban interrogando a Juan respecto a su autoridad para enseñar y bautizar al pueblo.CNS 43.1

    Le preguntaron si él era el Mesías, o Elías, o “el profeta,” es decir Moisés. A todo esto contestó: “No soy.” Entonces le preguntaron: “¿Quién eres? para que demos respuesta a los que nos enviaron.CNS 43.2

    “Yo soy—dijo él—la voz de uno que clama en el desierto: ¡Enderezad el camino del Señor! según dijo el profeta Isaías.” Juan 1:22, 23.CNS 43.3

    En tiempos antiguos cuando un rey viajaba de una parte del país a otra, enviaban hombres delante de él para preparar los caminos. Cortaban árboles, quitaban piedras y llenaban hoyos a fin de que el camino quedara en buen estado para el rey.CNS 43.4

    Asimismo cuando el Rey del cielo vino, Juan el Bautista fué enviado para preparar el camino, o sea, para anunciar a los hombres su venida y llamarlos al arrepentimiento.*Al resucitar la hija de Jairo, el Señor Jesús dió una prueba patente de la misericordia con que ejerció su ministerio desde el mismo momento en que lo inició.CNS 43.5

    Mientras Juan respondía a las preguntas de los mensajeros, vió a Jesús en la orilla del Jordán. Sus facciones se iluminaron y extendiendo las manos dijo:CNS 44.1

    “En medio de vosotros está uno, a quien no conocéis, el mismo que viene después de mí, a quien yo no soy digno de desatar la correa de su zapato.” Juan 1:26, 27.CNS 44.2

    El pueblo se conmovió mucho. ¡El Mesías estaba en medio de él! Todos miraban ansiosamente hacia uno y otro lado para ver a Aquel de quien Juan había hablado. Jesús empero se había mezclado con la multitud y había desaparecido de la vista.CNS 44.3

    El día siguiente Juan vió a Jesús y señalándolo clamó: “¡He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!”CNS 44.4

    Juan habló luego de la señal que se había visto durante el bautismo de Cristo, y añadió: “Yo lo he visto, y he dado testimonio que éste es el Hijo de Dios.” Juan 1:29, 34.CNS 44.5

    Con reverencia y admiración, los oyentes miraron a Jesús preguntándose unos a otros: ¿Es éste el Mesías?CNS 44.6

    Vieron que Jesús no ostentaba las características de los ricos o grandes de este mundo. Su vestidura era común y sencilla como la que llevaban los pobres. Pero en su rostro pálido y ansioso había algo que tocó sus corazones. En ese rostro vieron dignidad y autoridad, y cada mirada, cada facción de su semblante, hablaba de compasión divina y de amor indecible.CNS 44.7

    Sin embargo, los mensajeros de Jerusalén no se sintieron atraídos hacia el Salvador. Juan no había dicho lo que les hubiera gustado oír. Esperaban que el Mesías viniera como gran conquistador. Vieron que no era ésta la misión de Jesús, y disgustados se apartaron de él.CNS 44.8

    Al día siguiente, Juan vió a Jesús otra vez y volvió a decir: “¡He aquí el Cordero de Dios!” Al oír esto, dos discípulos de Juan siguieron a Jesús. Prestaron oído a sus enseñanzas y se hicieron discípulos suyos. Uno de ellos fué Andrés, y el otro Juan.CNS 45.1

    Pronto llevó Andrés a su hermano Simón a Jesús, el cual le llamó Pedro. El día siguiente, mientras se dirigían camino de Galilea, Cristo llamó a otro discípulo, a Felipe. Tan pronto como Felipe halló al Salvador, trajo a su amigo Natanael.CNS 45.2

    Así empezó la gran obra de Cristo en la tierra. Uno tras otro llamó a sus discípulos, y uno de éstos trajo a su hermano y otro a su amigo. Esto es lo que cada discípulo de Cristo debe hacer. Tan pronto como él mismo conozca a Jesús debe decir a los demás cuán valioso amigo halló en él. Esta es la obra que todos, viejos y jóvenes, pueden hacer.CNS 45.3

    En Caná de Galilea, Cristo y sus discípulos asistieron a unas bodas. En ellas usó Jesús de su poder maravilloso para beneficiar a la reunión familiar.CNS 45.4

    En aquel país, era costumbre tomar vino en semejantes ocasiones. Antes de que concluyera la fiesta, se acabó el vino. La falta de vino en una fiesta equivalía a falta de hospitalidad, lo cual se consideraba como gran deshonra.CNS 45.5

    Pusieron el caso en conocimiento de Cristo y él mandó a los siervos que llenaran de agua seis jarrones de piedra. Luego les dijo: “Sacad ahora, y llevadlo al maestresala.” Juan 2:8.CNS 45.6

    En lugar de agua salió vino. Este vino era mucho mejor que el que se había servido antes, y alcanzó para todos.CNS 46.1

    Después de hecho este milagro, Jesús se fué sin que nadie lo notara. Los convidados no supieron nada del milagro hasta después de haberse ido Jesús.CNS 46.2

    El regalo de Cristo a las bodas fué simbólico. El agua representaba el bautismo, y el vino su sangre que había de ser derramada para la redención del mundo.CNS 46.3

    El vino que Jesús hizo no era una bebida fermentada. Un vino tal produce embriaguez y otros grandes males, y Dios ha prohibido su uso. Nos dice: “El vino es mofador, el licor embriagante es turbulento, y cualquiera que con ellos se deja extraviar no es sabio.” “A la postre muerde como culebra, y pica como víbora.” Proverbios 20:1; 23:32.CNS 46.4

    El vino que se consumió en aquella fiesta fué jugo de uva puro. Fué lo que el profeta llama “mosto” y del cual dice que “hay bendición en él.” Isaías 65:8.CNS 46.5

    Yendo a las bodas, Cristo demostró que es bueno congregarse en reuniones agradables. Le gustaba ver feliz a la gente. A menudo la visitaba en sus hogares y procuraba inducirla a pensar en la bondad de Dios y a olvidarse de sus cuitas y aflicciones. Dondequiera que se encontrase, Cristo procuraba hacer esto. Dondequiera que hubiese un corazón abierto para recibir el mensaje divino, desarrollaba las verdades del plan de la salvación.CNS 46.6

    Un día al pasar por tierra de Samaria, se sentó junto a un pozo a descansar. Vino una mujer para sacar agua, y le pidió de beber.CNS 46.7

    La mujer se maravilló de esto; porque sabía cuánto odiaban los judíos a los samaritanos. Cristo le dijo entonces, que si ella le pidiera a él, él le daría agua viva. Esto dejó a la mujer aun más maravillada. Entonces Jesús le dijo:CNS 47.1

    “Todo aquel que bebe de esta agua, tendrá sed otra vez; mas el que bebiere del agua que yo le daré, nunca jamás tendrá sed; sino que el agua que yo le daré, será en él una fuente de agua, que brote para vida eterna.” Juan 4:13, 14. Por agua viva se entiende el Espíritu Santo. Como un viajero sediento necesita agua para beber, así nosotros necesitamos al Espíritu de Dios en nuestros corazones. El que bebiere de esta agua, no volverá a tener sed.CNS 47.2

    El Espíritu Santo trae el amor de Dios a nuestros corazones. Satisface nuestros anhelos, de manera que las riquezas, los honores y los placeres de este mundo no tienen atractivos para nosotros. Este Espíritu nos llena de tal gozo que deseamos que los demás participen de él. Será en nosotros como manantial de agua que brote para bendición de cuantos nos rodean.CNS 47.3

    Y todos aquellos en quienes mora el Espíritu de Dios vivirán para siempre con Cristo en su reino. Recibido en el corazón por medio de la fe, es el principio de la vida eterna.CNS 47.4

    Esta bendición preciosa fué ofrecida por Cristo a la mujer samaritana con la sencilla condición de que la pidiese. El nos la dará a nosotros también bajo la misma condición.CNS 47.5

    Esta mujer había violado los mandamientos de Dios, y Cristo le mostró que conocía los pecados de su vida. Pero también le mostró que era su amigo que la amaba y compadecía, y que siempre que estuviese dispuesta a abandonar sus pecados, Dios la recibiría como su hija.CNS 47.6

    Con alegría oyó ella esto. Llena de gozo se fué a la ciudad cercana y llamó a los habitantes para que viniesen a ver a Jesús.CNS 48.1

    Vinieron muchos al pozo y pidieron al Señor que se quedase con ellos. Se quedó dos días enseñándoles, y muchos escucharon sus palabras. Se arrepintieron de sus pecados y creyeron en él como en su Salvador.CNS 48.2

    Durante su ministerio Jesús visitó por dos veces Nazaret, donde viviera en su infancia y juventud. Durante la primera visita entró en la sinagoga el sábado.CNS 48.3

    Leyó la profecía de Isaías respecto a la obra del Mesías, que había de predicar las buenas nuevas a los pobres, consolar a los afligidos, dar vista a los ciegos y sanar a los enfermos.CNS 48.4

    Luego dijo a los oyentes que todo eso se había cumplido en aquel día. Era la obra que él mismo estaba haciendo.CNS 48.5

    Al oír estas palabras, los oyentes se llenaron de alegría. Creyeron que Jesús era el Mesías prometido. Sus corazones fueron conmovidos por el Espíritu Santo y respondieron con amenes fervientes y alabanzas a Dios.CNS 48.6

    Luego se acordaron de que Jesús había vivido entre ellos como carpintero. A menudo le habían visto trabajando en el taller con José. Y aunque su vida entera se había caracterizado por actos de amor y misericordia, no quisieron creer que él era el Mesías.CNS 48.7

    Por medio de tales pensamientos, abrieron la puerta a Satanás para que dominase sus ánimos. Se llenaron de ira contra el Salvador. Clamaron contra él y resolvieron quitarle la vida.CNS 49.1

    Le llevaron por la fuerza hasta una altura con la intención de despeñarle. Pero hubo ángeles santos cerca de él para protegerle. Así que pasó ileso por en medio del gentío y no le pudieron encontrar.CNS 49.2

    La vez siguiente que fué a Nazaret, el pueblo no estaba más dispuesto a recibirle. Se fué entonces de allí para nunca más volver.CNS 49.3

    Cristo obraba tan sólo en favor de los que deseaban su ayuda, y de todas partes del país la gente acudía a congregarse en torno suyo. Mientras sanaba y enseñaba había gran regocijo. El cielo mismo parecía haber descendido a la tierra, y los pobres y los de corazón sincero se regocijaban en la gracia de un Salvador misericordioso.CNS 49.4

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