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La Maravillosa Gracia de Dios - Contents
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    Desarraigar el egoísmo, 8 de abril

    Guardaos de la levadura de los fariseos, que es hipocresía. Lucas 12:1.MGD 106.1

    La hipocresía de los fariseos era resultado de su egoísmo. La glorificación propia era el objeto de su vida... Los mismos discípulos, aunque exteriormente lo habían abandonado todo por amor a Jesús, no habían cesado en su corazón de desear grandes cosas para sí... Así como la levadura, si se la deja completar su obra, ocasionará corrupción y descomposición, el espíritu egoísta, si se lo alberga, produce la contaminación y la ruina del alma. ¡Cuán difundido está, hoy como antaño, este pecado sutil y engañoso entre los seguidores de nuestro Señor! ¡Cuán a menudo nuestro servicio por Cristo y nuestra comunión entre unos y otros quedan manchados por el secreto deseo de ensalzar al yo! A sus propios discípulos se dirigen las palabras amonestadoras de Cristo: “Mirad, y guardaos de la levadura de los fariseos”... Únicamente el poder de Dios puede desterrar el egoísmo y la hipocresía.—El Deseado de Todas las Gentes, 376, 377.MGD 106.2

    Cuando Judas se unió a los discípulos no era insensible a la belleza del carácter de Cristo. Sentía la influencia de aquel poder divino que atraía las almas al Salvador... El Salvador leyó el corazón de Judas; conoció los abismos de iniquidad en los cuales éste se hundiría a menos que fuese librado por la gracia de Dios. Al relacionar a este hombre consigo, le puso donde podría estar día tras día en contacto con la manifestación de su propio amor abnegado. Si quería abrir su corazón a Cristo, la gracia divina desterraría el demonio del egoísmo, y aun Judas podría llegar a ser súbdito del reino de Dios.—Ibid. 261.MGD 106.3

    Nadie ocupaba un puesto tan exaltado como el de Cristo, y sin embargo él se rebajó a cumplir el más humilde deber... Cristo les dio su ejemplo de humildad. No quería dejar a cargo del hombre este gran asunto. De tanta importancia lo consideró, que él mismo, que era igual a Dios, actuó como siervo de sus discípulos. Mientras estaban contendiendo por el puesto más elevado, Aquel ante quien toda rodilla ha de doblarse, Aquel a quien los ángeles de gloria se honran en servir, se inclinó para lavar los pies de quienes le llamaban Señor. Lavó los pies de su traidor.—Ibid. 604.MGD 106.4

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