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El Gran Movimiento Adventista - Contents
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    Cómo se proclamó el segundo mensaje

    El número del Midnight Cry del 12 de septiembre de 1844, contiene una declaración hecha por el pastor J. V. Himes respecto del mensaje del segundo ángel, y las circunstancias que llevaron a su proclamación. Su carta está fechada en McConnellsville, Ohio, el 29 de agosto de 1844, y dice:GMA 137.3

    “Cuando comenzamos la obra con el Hermano Miller en 1840, él había estado dando conferencias durante nueve años. Durante ese tiempo él estuvo casi solo. Pero sus labores habían sido incesantes y efectivas en despertar a quienes profesaban religiosidad a la verdadera esperanza del pueblo de Dios, y a la preparación necesaria para el advenimiento del Señor; como también el despertar de toda clase de inconversos para tener un sentido de su condición perdida, y el deber de arrepentirse de inmediato y convertirse a Dios, como preparación para encontrarse con el Esposo en paz en su venida. Aquellos eran los grandes objetivos de sus labores. Él no hizo ningún intento de convertir a los hombres a una secta o a un grupo religioso.GMA 137.4

    “Cuando nos persuadimos de la verdad del advenimiento próximo, y abrazamos públicamente la doctrina, mantuvimos los mismos conceptos, y seguimos las mismas acciones entre las diferentes sectas, donde nos llamaron para trabajar, en la providencia de Dios. Les dijimos a los ministros y a las iglesias que no era parte de nuestra actividad romperlas, dividirlas ni distraerlas. Teníamos un objetivo claro, que era el de dar el ‘clamor’, la advertencia del juicio ‘a las puertas’, y persuadir a nuestros conciudadanos a prepararse para el evento… El ministerio y los miembros que aprovecharon nuestras labores, pero no habían abrazado sinceramente la doctrina, vieron que debían ir con la doctrina, y predicarla y mantenerla, o en la crisis que estaba por venir sobre ellos, tendrían dificultades con los creyentes decididos y determinados. Por lo tanto, se decidieron en contra de la doctrina, y determinaron, algunos por una regla y otros por otra, a suprimir el tema. Esto puso a nuestros hermanos y hermanos en una situación muy difícil. La mayoría de ellos amaba a su iglesia, y no podían pensar en abandonarlas. Pero cuando fueron ridiculizados, oprimidos, y privados de diversas maneras de sus anteriores privilegios y disfrutes, y cuando ‘el alimento a su tiempo’ sonaba en sus oídos de sábado en sábado, pronto se independizaron de sus grupos predilectos y se levantaron en la majestad de su fortaleza, se sacudieron el yugo, y se levantaron para clamar: ‘Sal de ella, pueblo mío’.GMA 138.1

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