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A Fin de Conocerle - Contents
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    Los más elevados objetos de ambición, 26 de marzo

    Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del hombre os dará; porque a éste señaló Dios el Padre. Juan 6:27.AFC 91.4

    No podemos decir al ambicioso que debe dejar de serlo si quiere ser cristiano. Dios coloca delante de él los más elevados objetos de ambición: un manto blanco inmaculado, una corona tachonada de joyas, un cetro, un trono de gloria, un honor que es tan duradero como el trono de Jehová. Todos los elementos de carácter que ayudan al hombre a tener éxito y ser honrado en el mundo, el deseo irrefrenable de hacer algún bien mayor, la voluntad indómita, el esfuerzo tenaz, la perseverancia incansable, no han de ser desechados. Han de permanecer, y mediante la gracia de Dios recibida en el corazón, han de cambiar de dirección. Esos valiosos rasgos de carácter han de aplicarse a objetos tanto más elevados y nobles que los propósitos mundanos, como los cielos son más altos que la tierra.AFC 91.5

    Jesús presenta un manto blanco, una corona de gloria más rica que la que jamás haya adornado las sienes de un monarca, y títulos por encima de los que tienen los honorables príncipes. La recompensa de una vida dedicada al servicio de Cristo excede a cualquier cosa que la imaginación humana pueda abarcar. Cristo no demanda que los hombres pongan a un lado su celo, su deseo de superación y elevación; sino quiere que busquen, no tesoros perecederos u honores transitorios, sino lo que es perdurable...AFC 92.1

    Dios se agrada si apuntan alto los que se esfuerzan por la vida eterna. Habrá poderosas tentaciones para complacer los rasgos naturales del carácter... pero cada tentación resistida es una victoria de valor inapreciable ganada al someter el yo; ella doblega las facultades al servicio de Jesús, y aumenta la fe. esperanza, paciencia y tolerancia... Al ser instados a luchar por la victoria, con la fortaleza de Jesús apuntemos hacia la corona celestial con estrellas.—The Review and Herald, 25 de octubre de 1881.AFC 92.2

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