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El Ministerio de Curación - Contents
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    El ejemplo de Jesús

    Jesús no buscó la admiración ni los aplausos de los hombres. No mandó ejército alguno. No gobernó reino terrenal alguno. No corrió tras los favores de los ricos y de aquellos a quienes el mundo honra. No procuró figurar entre los caudillos de la nación. Vivió entre la gente humilde. No tuvo en cuenta las distinciones artificiosas de la sociedad. Desdeñó la aristocracia de nacimiento, fortuna, talento, instrucción y categoría social.MC 149.3

    Era el Príncipe de los cielos, y, sin embargo, no escogió a sus discípulos de entre los sabios jurisconsultos, los gobernantes, los escribas o los fariseos. A todos éstos los pasó por alto porque se enorgullecían de su saber y su posición social. Estaban encastillados en sus tradiciones y supersticiones. Aquel que podía leer en todos los corazones eligió a unos humildes pescadores que se prestaban a ser enseñados. Comía con publicanos y pecadores, y andaba entre la plebe, no para rebajarse y hacerse rastrero con ella, sino para enseñarle sanos principios por medio de preceptos y ejemplo, y para elevarla por encima de su mundanalidad y vileza.MC 149.4

    Jesús procuró corregir el criterio falso con que el mundo estima el valor de los hombres. Se puso de parte de los pobres, para poder borrar de la pobreza el estigma que el mundo había echado sobre ella. La limpió para siempre del oprobio al bendecir a los pobres, herederos del reino de Dios. Nos invita a seguir sus huellas, diciendo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz cada día, y sígame.” Vers. 23.MC 150.1

    Los obreros de Cristo deben ir al encuentro del pueblo y educarle, no en el orgullo, sino en la formación del carácter. Deben enseñarle cómo trabajó Cristo y cómo se sacrificó. Hay que ayudar a la gente a que aprenda de Cristo lecciones de abnegación y sacrificio. Hay que enseñarle a guardarse de conformarse excesivamente con lo que está de moda. La vida es por demás valiosa, por demás llena de responsabilidades solemnes y sagradas, para malgastarla en placeres.MC 150.2

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