Capítulo 17—La oración en el círculo del hogar
- Prefacio
- Capítulo 1—Dios nos invita a orar
- Capítulo 2—Nuestra necesidad de la oración
- Capítulo 3—Dios escucha las oraciones
- Capítulo 4—La oración y la ganancia de almas
- Capítulo 5—Las promesas de Dios concernientes a la oración
- Capítulo 6—La oración de fe
- Capítulo 7—La oración y la obediencia
- Capítulo 8—La oración que vence
- Capítulo 9—El poder de la oración
- Capítulo 10—Razones para orar
- Capítulo 11—Oraciones respondidas
- Capítulo 12—Oración y reavivamiento
-
- Capítulo 14—La oración diaria
- Capítulo 15—El ejemplo de Jesús en la oración
- Capítulo 16—La oracíon privada
- Capítulo 17—La oración en el círculo del hogar
- Capítulo 18—La oración y la adoración
- Capítulo 19—Las actitudes en la oración
- Capítulo 20—Orando en el nombre de Jesús
- Capítulo 21—La dirección divina a través de la oración
- Capítulo 22—La oración por los enfermos
- Capítulo 23—La oración pidiendo perdón
- Capítulo 24—La oración intercesora
- Capítulo 25—Los ángeles y la oración
- Capítulo 26—Oraciones falsas
- Capítulo 27—Satanás y la oración
- Capítulo 28—La oración en los últimos días
- Capítulo 29—El privilegio de la oración
- Capítulo 30—El padrenuestro
- Capítulo 31—Recibir para dar
- Capítulo 32—La fe y la oración
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Capítulo 17—La oración en el círculo del hogar
La familia debería orar junta cada mañana—El culto familiar no debiera ser gobernado por las circunstancias. No habéis de orar ocasionalmente y descuidar la oración en un día de mucho trabajo. Al hacer esto, inducís a vuestros hijos a considerar la oración como algo no importante. La oración significa mucho para los hijos de Dios y las acciones de gracias debieran elevarse delante de Dios mañana y noche. Dice el salmista: “Venid, aclamemos alegremente a Jehová; cantemos con júbilo a la roca de nuestra salvación. Lleguemos ante su presencia con alabanza; aclamémosle con cánticos”.Or06 190.1
Padres y madres, por muy urgentes que sean vuestros negocios, no dejéis nunca de reunir a vuestra familia en torno del altar de Dios. Pedid el amparo de los santos ángeles para vuestra casa. Recordad que vuestros amados están expuestos a tentaciones.Or06 190.2
No pasemos por alto nuestras obligaciones hacia Dios al esforzarnos por atender la comodidad y felicidad de los huéspedes. Ninguna consideración debería hacernos desatender la hora de la oración. No habléis ni os entretengáis con otras cosas hasta el punto de estar todos demasiado cansados para gozar de un momento de devoción. Hacer esto es presentar a Dios una ofrenda imperfecta. Deberíamos presentar nuestras súplicas y elevar nuestras voces en alabanza feliz y agradecida, a una hora temprana de la noche, cuando podamos orar sin prisa e inteligentemente.Or06 190.3
Vean todos los que visitan un hogar cristiano que la hora de la oración es la más preciosa, la más sagrada y la más feliz del día. Estos momentos de devoción ejercen una influencia refinadora, elevadora sobre todos los que participan de ellos. Producen un descanso y una paz gratos al espíritu.—Conducción del Niño, 492, 493.Or06 191.1
El Señor tiene interés especial en la familia de sus hijos terrenales. Los ángeles ofrecen el humo del fragante incienso de las oraciones de los santos. Por lo tanto, en el seno de cada familia ascienda la oración al cielo por la mañana y en la fresca hora del atardecer, presentando en nuestro beneficio los méritos del Salvador ante Dios. Por la mañana y la tarde el universo celestial presta atención a cada familia que ora.—Mi Vida Hoy, 29.Or06 191.2
El universo celestial contempla de mañana y de tarde a cada familia que ora, y el ángel con el incienso, que representa la sangre de la expiación, halla acceso delante de Dios.—Comentario Bíblico Adventista 7:982.Or06 191.3
Por la mañana, los primeros pensamientos del cristiano deben fijarse en Dios. Los trabajos mundanales y el interés propio deben ser secundarios. Debe enseñarse a los niños a respetar y reverenciar la hora de oración... Es el deber de los padres creyentes levantar así, mañana y tarde, por ferviente oración y fe perseverante, una valla en derredor de sus hijos. Deben instruirlos con paciencia; enseñándoles bondadosa e incansablemente a vivir de tal manera que agraden a Dios.—Conducción del Niño, 491, 492.Or06 191.4
Dios debe ser honrado en todo hogar cristiano con los sacrificios matutinos y vespertinos de oración y alabanza. Debe enseñarse a los niños a respetar y a reverenciar la hora de oración. Es deber de los padres cristianos levantar mañana y noche, por oración ferviente y fe perseverante, un cerco en derredor de sus hijos.Or06 191.5
En la iglesia del hogar los niños han de aprender a orar y confiar en Dios. Enseñadles a repetir la ley de Dios. Así se instruyó a los israelitas acerca de los mandamientos: “Y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes”. Deuteronomio 6:7. Venid con humildad, con un corazón lleno de ternura, con una comprensión de las tentaciones y peligros que hay delante de vosotros mismos y de vuestros hijos; por la fe vinculadlos al altar, suplicando el cuidado del Señor por ellos. Educada los niños a ofrecer sus sencillas palabras de oración. Decidles que Dios se deleita en que lo invoquen.—Consejos para los Maestros, Padres y Alumnos, 105, 106.Or06 192.1
Antes de salir de la casa para ir a trabajar, toda la familia debe ser convocada y el padre, o la madre en ausencia del padre, debe rogar con fervor a Dios que los guarde durante el día. Acudid con humildad, con un corazón lleno de ternura, presintiendo las tentaciones y peligros que os acechan a vosotros y a vuestros hijos, y por la fe atad a estos últimos al altar, solicitando para ellos el cuidado del Señor. Los ángeles ministradores guardarán a los niños así dedicados a Dios.—Conducción del Niño, 491.Or06 192.2
Las familias deberían fijar horas para la oración matutina y vespertina—En cada familia debería haber una hora fija para los cultos matutino y vespertino. ¿No conviene a los padres reunir en derredor suyo a sus hijos antes del desayuno para agradecer al Padre celestial por su protección durante la noche, y para pedirle su ayuda y cuidado durante el día? ¿No es propio también, cuando llega el anochecer, que los padres y los hijos se reúnan una vez más delante de Dios para agradecerle las bendiciones recibidas durante el día que termina?—Conducción del Niño, 492.Or06 192.3
La oración familiar es esencial—La oración en privado, la oración en familia y la oración en público para rendir culto a Dios, todas son esenciales. Y debemos vivir nuestras oraciones. Hemos de colaborar con Cristo en su obra.—Testimonios para la Iglesia 7:227.Or06 192.4
No hay nada tan triste como un hogar sin oración—No conozco nada que me cause mayor tristeza que un hogar donde no se ora. No me siento segura en una casa tal por una sola noche, y si no fuera por la esperanza de ayudar a los padres para que comprendan su necesidad y su triste descuido, no me quedaría. Los hijos muestran el resultado de ese descuido, pues el temor de Dios no está delante de ellos.—Conducción del Niño, 490.Or06 193.1
Cada hogar debe ser una casa de oración—Si hubo un tiempo en el que cada casa debiera ser una casa de oración, es ahora.—Testimonios para la Iglesia 7:44.Or06 193.2
La oración familiar nos coloca en la misma presencia de Dios—La oración, ya se eleve en público, ya se ofrezca sobre el altar de la familia o en secreto, coloca al hombre directamente en presencia de Dios. Mediante la oración constante los jóvenes pueden adquirir principios tan firmes que ni siquiera las tentaciones más arrolladoras los aparten de su fidelidad hacia Dios.—Mi Vida Hoy, 18.Or06 193.3
La oración familiar trae fortaleza y bendiciones—Debiéramos orar a Dios mucho más de lo que lo hacemos. Hay gran fortaleza y bendición al orar juntos en familia con nuestros hijos y para ellos. Cuando mis hijos han cometido errores y he hablado con ellos bondadosamente y luego he orado con ellos, nunca he encontrado la necesidad de castigarlos después. Su corazón se conmovía de ternura delante del Espíritu Santo que venía en respuesta a la oración.—Conducción del Niño, 497.Or06 193.4
El lenguaje sencillo es el más apropiado para la oración—El lenguaje grandilocuente no es apropiado en la oración, ya sea la petición hecha en el pulpito, en el círculo de la familia o en secreto. Especialmente aquel que ora en público debe emplear un lenguaje sencillo, a fin de que otros puedan entender lo que dice y unirse a la petición.Or06 193.5
Es la sentida oración de fe la que es oída en el cielo y contestada en la tierra.—Obreros Evangélicos, 186.Or06 193.6
Enséñese a los niños a respetar la hora de la oración—Debéis enseñar a vuestros hijos a ser bondadosos, serviciales, accesibles a las súplicas y, sobre todo lo demás, respetuosos de las cosas religiosas, y deben sentir la importancia de los requerimientos de Dios. Se les debe enseñar a respetar la hora de la oración; se debe exigir que se levanten por la mañana para estar presentes en el culto familiar.—Conducción del Niño, 493.Or06 194.1
Es mejor ofrecer en casa las oraciones por nuestra familia—No debemos ir a la casa de Dios a orar por nuestras familias, a menos que nos induzca a ello un profundo sentimiento, mientras el Espíritu de Dios las está convenciendo. Generalmente, el momento apropiado para orar por nuestras familias es el culto de familia. Cuando las personas objeto de nuestras oraciones están lejos, la cámara secreta es el lugar apropiado donde se puede interceder ante Dios en su favor. Cuando estamos en la casa de Dios, debemos pedir por una bendición para ese momento y esperar que Dios oirá y contestará nuestras oraciones. Estas reuniones serán interesantes y llenas de vida.—Testimonios para la Iglesia 1:137.Or06 194.2
El Señor no aceptará un culto familiar que haya llegado a ser mero formalismo—En muchos casos, los cultos matutinos y vespertinos son poco más que una mera forma, una repetición opaca y monótona de frases hechas en las que no encuentra expresión el espíritu de gratitud o el sentimiento de la necesidad. El Señor no acepta un servicio tal. Pero no despreciará las peticiones de un corazón humilde y un espíritu contrito. El abrir nuestro corazón a nuestro Padre celestial, el reconocimiento de nuestra entera dependencia, la expresión de nuestras necesidades, el homenaje del amor lleno de gratitud: eso es verdadera oración.—Conducción del Niño, 490.Or06 194.3
Los padres deben orar por sabiduría para criar a sus hijos sabiamente—Cada familia debiera erigir su altar de oración, comprendiendo que el temor de Jehová es el principio de la sabiduría. Si hay quienes en el mundo necesitan la fortaleza y el ánimo que da la religión, son los responsables de la educación y de la preparación de los niños. Ellos no pueden hacer su obra de una manera aceptable a Dios mientras su ejemplo diario enseñe a los que los miran en procura de dirección, que ellos pueden vivir sin Dios. Si educan a sus hijos para que vivan solamente esta vida, no harán preparativos para la eternidad. Morirán como han vivido, sin Dios, y los padres serán llamados a responder por la pérdida de sus almas. Padres y madres, necesitáis buscar a Dios por la mañana y por la noche, en el altar de la familia, para que podáis aprender a enseñar a vuestros hijos sabia, tierna y amorosamente.—Conducción del Niño, 489.Or06 194.4
Habéis traído al mundo a hijos que no han sido consultados en cuanto a su existencia. Os habéis hecho responsables en gran medida por su felicidad futura, su bienestar eterno. Lleváis la responsabilidad, seáis conscientes de ella o no, de educar a estos hijos para Dios, de vigilar con celoso cuidado si se aproxima el artero enemigo y estar preparados para levantar un estandarte en contra de él. Construid una fortaleza de oración y fe alrededor de vuestros hijos, y ejercitad una vigilancia en ella. Nunca estáis seguros en contra de los ataques de Satanás.—Testimonios para la Iglesia 2:355.Or06 195.1
Soliciten los padres a Dios que los guíe en su obra. Arrodillados delante de él, obtendrán una verdadera comprensión de sus grandes responsabilidades, y podrán confiar a sus hijos a Aquel que nunca yerra en sus consejos e instrucciones.—El hogar Cristiano, 290.Or06 195.2
Mediante oraciones sinceras y fervientes, los padres deberían construir una barrera defensiva alrededor de sus hijos. Deberían orar con fe intensa para que Dios habite en ellos y que los santos ángeles los preserven, a ellos y a sus hijos, de la potencia cruel de Satanás.—Testimonios para la Iglesia 7:44.Or06 195.3
Con paciencia y amor, como fieles administradores de la múltiple gracia de Cristo, deben los padres hacer la obra que les ha sido señalada. Se espera de ellos que sean hallados fieles. Todo debe hacerse con fe. Han de rogar constantemente a Dios que comunique su gracia a los hijos a quienes están criando. Nunca deben cansarse en su obra, ni ser impacientes o inquietos. Deben aferrarse a sus hijos y a Dios. Si los padres obran con paciencia y amor, esforzándose fervorosamente por ayudar a sus hijos a alcanzar la más alta norma de pureza y modestia, tendrán éxito.—El Hogar Cristiano, 186, 187.Or06 195.4
Sin el esfuerzo humano, resulta vano el esfuerzo divino. Dios obrará con poder cuando, dependiendo confiadamente de él, los padres se despierten y vean la responsabilidad sagrada que descansa sobre ellos y procuren educar correctamente a sus hijos. Cooperará con los padres que con cuidado y oración enseñan a sus hijos y labren su propia salvación y la de ellos. Obrará en ellos el querer y el hacer según su propio beneplácito.—El Hogar Cristiano, 185, 186.Or06 196.1
Padres, ¿estáis obrando con energía incansable en favor de vuestros hijos? El Dios del cielo nota vuestra solicitud, vuestra labor ferviente, vuestra vigilancia constante. Oye vuestras oraciones. Con paciencia y ternura, educada vuestros hijos para el Señor. Todo el cielo se interesa en vuestra obra. Los ángeles de luz se unirán a vosotros mientras lucháis por guiar a sus hijos hacia el cielo. Dios se unirá a vosotros y coronará de éxito vuestros esfuerzos. Cristo se deleita en honrar a la familia cristiana; porque tal familia es un símbolo de la familia del cielo.—The Review and Herald, 29 de enero de 1901.Or06 196.2
La importancia de las oraciones de la madre—Los que observan la ley de Dios consideran a sus hijos con sentimientos indefinibles de esperanza y temor, al preguntarse qué parte desempeñarán en el gran conflicto que los espera. La madre ansiosa pregunta: “¿Qué decisión tomarán? ¿Qué puedo hacer con el fin de prepararlos para desempeñar bien su parte, de modo que obtengan la gloria eterna?” Grandes responsabilidades pesan sobre vosotras, madres. Aunque no os destaquéis en los consejos nacionales ... podéis hacer una gran obra para Dios y vuestra nación. Podéis educar a vuestros hijos. Podéis ayudarles a desarrollar caracteres que no vacilarán ni serán inducidos a hacer lo malo, sino que influirán en otros para que hagan lo bueno. Por vuestras fervientes oraciones de fe, podéis mover el brazo que mueve el mundo.—El Hogar Cristiano, 239.Or06 196.3
La influencia de una madre de oración, temerosa de Dios, durará por toda la eternidad. Ella puede ir a la tumba, pero su obra perdurará.—Testimonies for the Church 4:500.Or06 197.1
Si las madres comprendiesen la importancia de su misión, pasarían mucho tiempo en oración secreta, para presentar a sus hijos a Jesús, implorar su bendición sobre ellos y solicitar sabiduría para cumplir correctamente sus deberes sagrados. Aproveche la madre toda oportunidad para modelar la disposición y los hábitos de sus hijos. Observe con cuidado el desarrollo de sus caracteres para reprimir los rasgos demasiado salientes y estimular aquellos en que sean deficientes. Haga de su propia vida un ejemplo noble y puro para los seres preciosos que le han sido confiados.Or06 197.2
La madre debe dedicarse a su trabajo con valor y energía, confiando constantemente en que la ayuda divina descansará sobre todos sus esfuerzos. No debe descansar satisfecha antes de ver en sus híjos una elevacíón gradual de carácter, antes que ellos tengan en la vida un objeto superior al de procurar tan sólo su propio placer.Or06 197.3
Es imposible evaluar el poder que ejerce la influencia de una madre que ora. Ella reconoce a Dios en todos sus caminos. Lleva a sus hijos ante el trono de gracia y presentándolos a Jesús le suplica que los bendiga. La influencia de esos ruegos es para aquellos hijos una “fuente de vida”. Esas oraciones, ofrecidas con fe, son el apoyo y la fuerza de la madre cristiana. Descuidar el deber de orar con nuestros hijos es perder una de las mayores bendiciones que están a nuestro alcance, uno de los mayores auxilios que podamos obtener en medio de las perplejidades, los cuidados y las cargas de nuestra vida.Or06 197.4
El poder de las oraciones de una madre no puede sobreestimarse. La que se arrodilla al lado de su hijo y de su hija a través de las vicisitudes de la infancia y de los peligros de la juventud, no sabrá jamás antes del día del juicio qué influencia ejercieron sus oraciones sobre la vida de sus hijos. Si ella se relaciona por la fe con el Hijo de Dios, su tierna mano puede substraer a su hijo del poder de la tentación, e impedir que su hija participe en el pecado. Cuando la pasión guerrea para predominar, el poder del amor, la influencia resuelta, fervorosa y refrenadora que ejerce la madre puede inclinar al alma hacia lo recto.—El Hogar Cristiano, 240, 241.Or06 197.5
Las oraciones de las madres cristianas no son desatendidas por el Padre de todos, que envió a su Hijo a la tierra para rescatar un pueblo para sí. No desdeñará vuestras peticiones ni os dejará a vosotros y a los vuestros para que Satanás os abofetee en el gran día del conflicto final. Habéis de trabajar con sencillez y fidelidad y Dios afirmará la obra de vuestras manos.—Conducción del Niño, 498.Or06 198.1
La oración familiar es importante, pero se necesitan también otros tipos de oración—La oración familiar o pública solamente no es suficiente. La oración secreta es muy importante; en la soledad el alma comparece desnuda ante el ojo escrutador de Dios, y se examina todo motivo. ¡La oración secreta! ¡Cuán preciosa es! ¡El alma en comunión con Dios! La oración secreta sólo debe ser oída por Dios. Ningún oído curioso debe enterarse del contenido de esa petición.—Testimonios para la Iglesia,2:172.Or06 198.2