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    Capítulo 2—Nuestra necesidad de la oración

    La oración es tan esencial como el alimento diario—La oración cotidiana es esencial para crecer en la gracia, y aun para la misma vida espiritual, así como el alimento físico es indispensable para el bienestar temporal. Debemos acostumbrarnos a elevar a menudo nuestros pensamientos en oración a Dios. Si la mente divaga, debemos traerla de vuelta; mediante el esfuerzo perseverante se transformará por fin en algo habitual. Ni por un momento podemos separarnos de Cristo sin peligro. Podemos tener su presencia que nos ayude a cada paso únicamente si respetamos las condiciones que él mismo ha establecido.—Mensajes para los Jóvenes, 112, 113.Or06 17.1

    Orar es una necesidad espiritual—Aunque Cristo había dado la promesa a sus discípulos de que recibirían el Espíritu Santo, esto no disminuyó la necesidad de la oración. Oraban con más fervor aun; y continuaban orando de común acuerdo. Quienes están comprometidos ahora en la solemne obra de preparar a un pueblo para la venida del Señor, también deberían continuar en oración.—Gospel Workers, 1892, 371.Or06 17.2

    Pero [los discípulos de Jesús] no habían escuchado la amonestación repetida: “Velad y orad”. Al principio, los había afligido mucho el ver a su Maestro, generalmente tan sereno y digno, luchar con una tristeza incomprensible. Habían orado al oír los fuertes clamores del que sufría. No se proponían abandonar a su Señor, pero parecían paralizados por un estupor que podrían haber sacudido si hubiesen continuado suplicando a Dios. No comprendían la necesidad de velar y orar fervientemente para resistir la tentación.—El Deseado de Todas las Gentes, 639.Or06 17.3

    La experiencia de los discípulos en el Getsemaní contiene una lección para el pueblo de Dios de hoy... Ellos no se dieron cuenta de la necesidad de velar en ferviente oración para resistir a la tentación. Muchos hoy están profundamente dormidos como los discípulos. No están velando y orando para no entrar en tentación. Leamos y estudiemos cuidadosamente y a menudo esas porciones de la Palabra de Dios que tienen especial referencia a estos últimos días, indicando los peligros que amenazarán al pueblo de Dios.—En los Lugares Celestiales, 97.Or06 18.1

    La oración es la vida del alma—La oración es una necesidad porque es la vida del alma. La oración en familia, la oración en público, tienen su lugar, pero es la comunión secreta con Dios la que sostiene la vida del alma.—La Educación, 252.Or06 18.2

    La oración es necesaria para la salud espiritual—Varias veces por día debieran consagrarse momentos preciosos, áureos, a la oración y al estudio de las Escrituras, aunque sólo fuese para memorizar un texto, a fin de que la vida espiritual pueda existir en el alma. Los intereses variados de la causa se constituyen en alimento para la reflexión y son una inspiración para nuestras oraciones. La comunión con Dios es sumamente esencial para la salud espiritual, y es en esa comunión solamente que podremos obtener la sabiduría y el juicio recto tan necesarios en la realización de cada deber.—Testimonies for the Church 4:459.Or06 18.3

    El ejemplo de Cristo demuestra la necesidad de la oración—Si los que hacen oír las solemnes notas de amonestación para este tiempo pudiesen comprender cuán responsables son ante Dios, verían la necesidad que tienen de la oración ferviente. Cuando las ciudades eran acalladas en el sueño de la medianoche, cuando cada hombre había ido a su casa, Cristo, nuestro ejemplo, se dirigía al monte de las Olivas, y allí, en medio de los árboles que le ocultaban, pasaba toda la noche en oración. El que no tenía mancha de pecado, el que era alfolí de bendición, Aquel cuya voz oían a la cuarta vela de la noche, cual bendición celestial, los aterrorizados discípulos, en medio de un mar tormentoso, y cuya palabra levantaba a los muertos de sus sepulcros, era el que hacía súplicas con fuerte clamor y lágrimas. No oraba por sí, sino por aquellos a quienes había venido a salvar. Al convertirse en suplicante, y buscar de la mano de su Padre nueva provisión de fuerza, salía refrigerado y vigorizado como sustituto del hombre, identificándose con la humanidad doliente y dándole un ejemplo de la necesidad de la oración.Or06 18.4

    Su naturaleza era sin mancha de pecado. Como Hijo del Hombre, oró al Padre, mostrando que la naturaleza humana requiere todo el apoyo divino que el hombre puede obtener a fin de quedar fortalecido para su deber y preparado para la prueba. Como Príncipe de la vida, tenía poder con Dios y prevaleció por su pueblo. Este Salvador, que oró por los que no sentían la necesidad de la oración, y lloró por los que no sentían la necesidad de las lágrimas, está ahora delante del trono, para recibir y presentar ante su Padre las peticiones de aquellos por quienes oró en la tierra. Nos toca seguir el ejemplo de Cristo. La oración es una necesidad en nuestro trabajo por la salvación de las almas. Sólo Dios puede dar crecimiento a la semilla que sembramos.—Testimonios Selectos 3:379, 380.Or06 19.1

    Jesús presentó la necesidad de la oración—Instó a los hombres a reconocer la necesidad de la oración, el arrepentimiento, la confesión y el abandono del pecado. Les enseñó a ser honrados, tolerantes, misericordiosos y compasivos, recomendándoles amar no sólo a quienes los amaban, sino a los que los odiaban y los trataban despectivamente. En todo esto estaba revelándoles el carácter del Padre, quien es longánimo, misericordioso, lento para la ira y lleno de bondad y verdad.—Consejos para los Maestros, Padres y Alumnos, 30.Or06 19.2

    La oración fue una necesidad para Daniel—Daniel estaba sujeto a las más severas tentaciones que pueden asaltar a los jóvenes de hoy en día; sin embargo era fiel a la instrucción religiosa recibida en los primeros años. Se hallaba rodeado por influencias calculadas para trastornar a los que vacilasen entre los principios y las inclinaciones; sin embargo, la Palabra de Dios lo presenta como un carácter intachable. Daniel no osó confiar en su propio poder moral. La oración era para él una necesidad. Hizo de Dios su fortaleza, y el temor del Señor estaba constantemente delante de él en todas las transacciones de la vida.—La Temperancia, 134, 135.Or06 20.1

    El progreso espiritual depende de la oración—Si hubiere más oración entre nosotros, más ejercicio de la fe viviente y menos dependencia de los demás, habríamos avanzado mucho más en inteligencia espiritual de lo que avanzamos hasta aquí. Necesitamos una vivencia profunda e individual del corazón y el alma. Entonces seríamos capaces de decir lo que Dios está haciendo y cómo está trabajando. Necesitamos tener una experiencia viviente en las cosas de Dios; no estamos seguros a menos que la tengamos. Hay quienes tienen una buena vivencia con Dios, y hablan acerca de esto, pero cuando repasamos dicha vivencia, nos damos cuenta que no está de acuerdo con un “así dice Jehová”. Si hubo un tiempo en nuestra historia en el que necesitamos humillar nuestras almas delante de Dios, es ahora. Necesitamos ir a Dios con fe de que todo está prometido en la Palabra, y luego caminar en toda la luz y el poder que da Dios.—The Review and Herald, 1 de julio de 1909.Or06 20.2

    La oración: una necesidad diaria—La religión debe comenzar con el vaciamiento y la purificación del corazón, y debe ser nutrida por la oración diaria.—Testimonies for the Church 4:535.Or06 20.3

    Es tan conveniente y esencial para nosotros orar tres veces al día como lo era para Daniel. La oración es la vida del alma, el fundamento del crecimiento espiritual. En el hogar, delante de la familia y ante los compañeros de trabajo deberíamos testificar de esta verdad. Y cuando tengamos el privilegio de encontrarnos con nuestros hermanos en la iglesia, hablémosles de la necesidad de mantener abierto el canal de comunicación entre Dios y el alma. Digámosles que si ellos encuentran corazón y voz para orar, Dios encontrará las respuestas a sus oraciones. Digámosles que no descuiden sus deberes religiosos. Exhortemos a los hermanos a que oren. Debemos buscar para encontrar, debemos pedir para recibir, debemos llamar para que las puertas se nos abran.—The Signs of the Times, 10 de febrero de 1890.Or06 20.4

    En el servicio del sacerdocio judío continuamente se nos recuerda el sacrificio y la intercesión de Cristo. Todos los que hoy acuden a Cristo, deben recordar que los méritos de él son el incienso que se mezcla con las oraciones de los que se arrepienten de sus pecados y reciben perdón, misericordia y gracia. Nuestra necesidad de la intercesión de Cristo es constante. Día tras día, mañana y tarde, el corazón humilde necesita elevar oraciones que recibirán respuestas de gracia, paz y gozo. “Ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesen su nombre. Y de hacer bien y de la ayuda mutua no os olvidéis; porque de tales sacrificios se agrada Dios”.—Comentario Bíblico Adventista 6:1078.Or06 21.1

    Como los patriarcas de la antigüedad, los que profesan amar a Dios deberían erigir un altar al Señor dondequiera que se establezcan. Si alguna vez hubo un tiempo cuando todo hogar debería ser una casa de oración, es ahora. Los padres y las madres deberían elevar sus corazones a menudo hacia Dios para suplicar humildemente por ellos mismos y por sus hijos. Que el padre, como sacerdote de la familia, ponga sobre el altar de Dios el sacrificio de la mañana y de la noche, mientras la esposa y los niños se le unen en oración y alabanza. Jesús se complace en morar en un hogar tal.Or06 21.2

    De todo hogar cristiano debería irradiar una santa luz. El amor debe expresarse en hechos. Debe manifestarse en todas las relaciones del hogar y revelarse en una amabilidad atenta, en una suave y desinteresada cortesía. Hay hogares donde se pone en práctica este principio, hogares donde se adora a Dios, y donde reina el amor verdadero. De estos hogares, de mañana y de noche, la oración asciende hacia Dios como un dulce incienso, y las misericordias y las bendiciones de Dios descienden sobre los suplicantes como el rocío de la mañana.—Patriarcas y Profetas, 140.Or06 21.3

    Al seguir a Cristo, mirando al Autor y Consumador de su fe, sentirá que está obrando bajo su mirada, que está bajo la influencia de su presencia, y que él conoce los secretos de su corazón. A cada paso, humildemente inquirirá: ¿Complacerá esto a Jesús? ¿Glorificará a Dios? Cada mañana y cada tarde sus oraciones fervientes deberían ascender ante Dios suplicando su bendición y guía. La oración verdadera se aferra al Omnipotente y nos da la victoria. Es sobre sus rodillas que el cristiano obtiene la fortaleza para resistir la tentación.—Testimonies for the Church 4:615, 616.Or06 22.1

    Mientras de mañana y de tarde los sacerdotes entraban en el lugar santo a la hora de ofrecer el incienso, el sacrificio diario estaba listo para ser colocado sobre el altar de los holocaustos, en el atrio. Esta era una hora de intenso interés para los adoradores que se congregaban ante el tabernáculo. Antes de allegarse a la presencia de Dios por medio del ministerio del sacerdote, debían hacer un ferviente examen de sus corazones y luego confesar sus pecados. Se unían en oración silenciosa, con los rostros vueltos hacia el lugar santo. Así sus peticiones ascendían con la nube de incienso, mientras la fe aceptaba los méritos del Salvador prometido al que simbolizaba el sacrificio expiatorio.Or06 22.2

    Las horas designadas para el sacrificio matutino y vespertino se consideraban sagradas, y toda la nación judía llegó a observarlas como momentos dedicados al culto. Y cuando en tiempos posteriores los judíos fueron diseminados como cautivos en distintos países, aún entonces a la hora indicada dirigían el rostro hacia Jerusalén, y elevaban sus oraciones al Dios de Israel. En esta costumbre los cristianos tienen un ejemplo para su oración matutina y vespertina. Si bien Dios condena la mera ejecución de ceremonias que carezcan del espíritu de culto, mira con gran satisfacción a los que le aman y se postran de mañana y tarde, para pedir el perdón de los pecados cometidos y las bendiciones que necesitan.—Patriarcas y Profetas, 366, 367.Or06 22.3

    La oración nos conecta con el cielo—Los creyentes que se vistan con toda la armadura de Dios y que dediquen algún tiempo diariamente a la meditación, la oración y el estudio de las Escrituras, se vincularán con el cielo y ejercerán una influencia salvadora y transformadora sobre los que los rodean. Suyos serán los grandes pensamientos, las nobles aspiraciones, y las claras percepciones de la verdad y el deber para con Dios. Anhelarán la pureza, la luz, el amor y todas las gracias de origen celestial. Sus sinceras oraciones penetrarán a través del velo. Esta clase de personas poseerá una confianza santificada para comparecer ante la presencia del Infinito. Tendrán conciencia de que la luz y la gloria del cielo son para ellos, y se convertirán en personas refinadas, elevadas y ennoblecidas por causa de esta asociación íntima con Dios. Tal es el privilegio de los verdaderos cristianos.—Testimonios para la Iglesia 5:105, 106.Or06 23.1

    La oración como la primera actividad del día—Conságrate a Dios todas las mañanas; haz de esto tu primer trabajo. Sea tu oración: “Tómame ¡oh Señor! como enteramente tuyo. Pongo todos mis planes a tus pies. Úsame hoy en tu servicio. Mora conmigo, y sea toda mi obra hecha en ti”. Este es un asunto diario. Cada mañana conságrate a Dios por ese día. Somete todos tus planes a él, para ponerlos en práctica o abandonarlos según te lo indicare su providencia. Sea puesta así tu vida en las manos de Dios, y será así cada vez más semejante a la de Cristo.—El Camino a Cristo, 69, 70.Or06 23.2

    La primera aspiración del alma por la mañana debe ser la de acudir a la presencia de Jesús. “Sin mí—dice Cristo—nada podéis hacer”. Jesús es lo que necesitamos: su luz, vida y espíritu deben ser nuestros constantemente. Lo necesitamos cada hora. Y por la mañana debemos pedir en oración que tal como el sol ilumina la campiña y llena el mundo de luz, el Sol de justicia brille en los recintos de la mente y el corazón, y nos haga todo luz en el Señor. No podemos vivir un momento sin su presencia. El enemigo sabe cuándo empezamos a hacer a un lado a nuestro Señor, y allí está él, listo para envenenar nuestra mente con sus malvadas sugestiones para que perdamos la firmeza; pero el Señor desea que momento tras momento moremos en él, y así en él seremos plenos.—Dios nos Cuida, 41.Or06 23.3

    La oración es un deber—Nada tiende más a fomentar la salud del cuerpo y del alma que un espíritu de agradecimiento y alabanza. Resistir a la melancolía, a los pensamientos y sentimientos de descontento es un deber tan positivo como el de orar.—El Ministerio de Curación, 194.Or06 24.1

    Cuanto menos deseo sentimos, más debemos orar—Oremos mucho más cuanto menos sintamos la inclinación de tener comunión con Jesús. Si así lo hacemos, quebraremos las trampas de Satanás, desaparecerán las nubes de oscuridad y gozaremos de la dulce presencia de Jesús.—Exaltad a Jesús, 366.Or06 24.2

    La oscuridad rodea a quienes olvidan la oración—Y si el Salvador de los hombres, el Hijo de Dios, sintió la necesidad de orar, ¡cuánto más nosotros, débiles mortales, manchados por el pecado, no debemos sentir la necesidad de orar con fervor y constancia!Or06 24.3

    Nuestro Padre celestial está esperando para derramar sobre nosotros la plenitud de sus bendiciones. Es privilegio nuestro beber abundantemente de la fuente de amor infinito. ¡Qué extraño que oremos tan poco! Dios está pronto y dispuesto a oír la oración sincera del más humilde de sus hijos y, sin embargo, hay de nuestra parte mucha cavilación para presentar nuestras necesidades delante de Dios. ¿Qué pueden pensar los ángeles del cielo de los pobres y desvalidos seres humanos, que están sujetos a la tentación, cuando el gran Dios lleno de infinito amor se compadece de ellos y está pronto para darles más de lo que pueden pedir o pensar y que, sin embargo, oran tan poco y tienen tan poca fe? Los ángeles se deleitan en postrarse delante de Dios, se deleitan en estar cerca de él. Es su mayor delicia estar en comunión con Dios; y con todo, los hijos de los hombres, que tanto necesitan la ayuda que Dios solamente puede dar, parecen satisfechos andando sin la luz del Espíritu ni la compañía de su presencia.Or06 24.4

    Las tinieblas del malo cercan a aquellos que descuidan la oración. Las tentaciones secretas del enemigo los incitan al pecado; y todo porque no se valen del privilegio que Dios les ha concedido de la bendita oración. ¿Por qué han de ser los hijos e hijas de Dios tan remisos para orar, cuando la oración es la llave en la mano de la fe para abrir el almacén del cielo, en donde están atesorados los recursos infinitos de la Omnipotencia?—El Camino a Cristo, 93, 94.Or06 25.1

    No olvidemos la oración—Vigilad, hermanos, la primera disminución de vuestra luz, la primera negligencia de la oración, el primer síntoma del sueño spiritual.—Testimonios Selectos 3:121.Or06 25.2

    Es preciso que veléis para que el ajetreo de la vida no ocasione el descuido de la oración cuando más necesitáis la fuerza que ella os proveería. La santidad está en peligro de ser forzada fuera del alma por el afán excesivo de los negocios. Es un gran mal negarle al alma la fuerza y la sabiduría celestiales que esperan ser reclamadas por vosotros. Necesitáis esa iluminación que sólo Dios es capaz de dar. Nadie está capacitado para atender sus negocios a menos que tenga esta sabiduría.—Testimonios para la Iglesia 5:529.Or06 25.3

    Satanás engaña a quienes no oran—Todos los que no escudriñan fervientemente las Escrituras, ni someten todo deseo y propósito de la vida a esa prueba infalible, todos los que no buscan a Dios en oración para obtener el conocimiento de su voluntad, se extraviarán seguramente de la buena senda, y caerán bajo la seducción de Satanás.—Testimonios para la Iglesia 5:179.Or06 25.4

    Las tentaciones hacen necesaria la oración—La fortaleza adquirida al orar a Dios, unida al esfuerzo individual y a la preparacíón de la mente para que sea considerada y cuidadosa, prepara a la persona para los deberes diarios y conserva el espíritu en paz bajo toda circunstancia, por penosa que sea. Las tentaciones a que estamos expuestos diariamente hacen de la oración una necesidad. A fin de que podamos ser guardados por el poder de Dios, por medio de la fe, los deseos de la mente debieran ascender en forma constante en oración silenciosa suplicando ayuda, luz, fortaleza y conocimiento. Pero la meditación y la oración no pueden desplazar el ferviente y fiel aprovechamiento del tiempo. Se necesita a la vez trabajo y oración para perfeccionar el carácter cristiano.Or06 25.5

    Debemos vivir una vida doble: una vida de pensamiento y acción, de oración silenciosa y ferviente trabajo... Dios requiere de nosotros que seamos cartas vivientes, conocidas y leídas por todos los hombres. El alma que se vuelve a Dios en procura de fortaleza, apoyo, poder, mediante diaria y ferviente oración, tendrá nobles aspiraciones, percepciones claras de la verdad y del deber, elevados propósitos en cuanto a la acción, y una constante hambre y sed de justicia.—La Maravillosa Gracia, 317.Or06 26.1

    Ahora debemos orar más que antes—Para progresar en la vida espiritual, tenemos que pasar mucho tiempo en oración. Cuando el mensaje de verdad se proclamó por primera vez, ¡cuánto se oraba! ¡Cuán a menudo se oía en las cámaras, en el establo, en el huerto o en la arboleda la voz intercesora! A menudo pasábamos horas enteras en oración, dos o tres juntos reclamando la promesa; con frecuencia se escuchaba el sonido del llanto, y luego la voz de agradecimiento y el canto de alabanza. Hoy está más cerca el día del Señor que cuando primero creímos, y deberíamos ser más dedicados, más celosos y fervientes que en aquellos primeros días. Los peligros que encontramos son mayores que entonces. Las almas están más endurecidas. Ahora necesitamos ser imbuidos por el espíritu de Cristo, y no deberíamos descansar hasta no recibirlo.—Testimonios para la Iglesia 5:151.Or06 26.2

    Busquemos al Señor con todo el corazón—Nuestras oraciones deben estar llenas de ternura y amor. Cuando anhelemos sentir de una manera más profunda y más amplia el amor del Salvador, clamaremos a Dios por más sabiduría. Si alguna vez hubo necesidad de oraciones y sermones que conmuevan el alma, es ahora. El fin de todas las cosas está cercano. ¡Ojalá pudiésemos ver como debiéramos la necesidad de buscar de todo corazón al Señor! Entonces lo encontraremos. ¡Quiera Dios enseñar a su pueblo a orar!—La Maravillosa Gracia, 186, 187.Or06 26.3

    Orar no es tiempo perdido—Tomen tiempo para comenzar su trabajo con oración cada mañana. No piensen que es una pérdida de tiempo; son momentos que vivirán durante las edades eternas. De este modo se tendrá éxito y se obtendrán victorias espirituales. La maquinaria responderá al toque de la mano del Maestro. Verdaderamente vale la pena solicitar la bendición de Dios, y el trabajo no puede ser bien hecho a menos que se comience bien. Cada obrero debe fortalecer sus manos y purificar su corazón antes de que el Señor pueda utilizarlo efectivamente.—Testimonios para la Iglesia 7:185.Or06 27.1

    Pocos apreciamos el privilegio de orar—Debemos velar, obrar y orar como si éste fuese el último día que se nos concede. ¡Qué intenso fervor habría entonces en nuestra vida! ¡Cuán estrechamente seguiríamos a Jesús en todas nuestras palabras y acciones!Or06 27.2

    Son pocos los que aprecian o aprovechan debidamente el precioso privilegio de la oración. Debemos ir a Jesús y explicarle todas nuestras necesidades. Podemos presentarles nuestras pequeñas cuitas y perplejidades, como también nuestras dificultades mayores. Debemos elevar al Señor en oración cualquier cosa que se suscite para perturbarnos o angustiarnos. Cuando sintamos que necesitamos la presencia de Cristo a cada paso, Satanás tendrá poca oportunidad de introducir sus tentaciones. Su estudiado esfuerzo consiste en apartarnos de nuestro mejor Amigo, el que más simpatiza con nosotros. A nadie, fuera de Jesús, deberíamos hacer confidente nuestro. Podemos comunicarle con seguridad todo lo que está en nuestro corazón.—Testimonios para la Iglesia 5:187.Or06 27.3

    Se necesita más oración a medida que el fin se acerca—Las confederaciones aumentan tanto en número como en poder. Estas confederaciones crearán una influencia opositora de la verdad, formarán nuevos grupos de creyentes profesos que obrarán de acuerdo con sus teorías engañosas. La apostasía aumentará. “Algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios”. 1 Timoteo 4:1. Los hombres y las mujeres se han unido para oponerse al Señor Dios del cielo, y la iglesia se encuentra despierta a medias solamente a la comprensión de esta situación. Los cristianos profesos deben orar más y realizar un esfuerzo más fervoroso.—Mensajes Selectos 2:440.Or06 28.1

    Si alguna vez hubo un tiempo cuando debemos velar y orar con verdadero fervor, es ahora. Puede haber cosas presumibles, que aparezcan como buenas, y sin embargo necesitan ser cuidadosamente consideradas con mucha oración, porque son medios engañosos que usa el enemigo para inducir a las almas por una senda que corre tan cerca del camino de la verdad, que apenas se podrá distinguir de la senda que conduce a la santidad y al cielo. Pero el ojo de la fe puede discernir que lleva una dirección divergente del camino recto, aun cuando sea en forma imperceptible. Al principio puede pensarse que es positivamente recta, pero después de un tiempo se ve que es ampliamente divergente de la senda de la seguridad, del camino que guía a la santidad y al cielo.—Testimonios para los Ministros, 231.Or06 28.2

    La victoria mediante la oración diaria—Orando diariamente a Dios, recibirán de él sabiduría y gracia para soportar el conflicto y las severas realidades de la vida y salir victoriosos. Sólo se puede conservar la fidelidad y la serenidad de la mente mediante la vigilancia y la oración.—Mensajes para los Jóvenes, 78.Or06 28.3

    La victoria sólo se alcanza con oración sincera—No se gana la victoria sin mucha oración ferviente, sin humillar el yo a cada paso. Nuestra voluntad no ha de verse forzada a cooperar con los agentes divinos; debe someterse de buen agrado.—El Discurso Maestro de Jesucristo, 120.Or06 28.4

    Debemos separar tiempo para orar—Deberíamos aprender ahora a conocer a Dios, poniendo a prueba sus promesas. Los ángeles toman nota de cada oración ferviente y sincera. Sería mejor sacrificar nuestros propios gustos antes que descuidar la comunión con Dios. La mayor pobreza y la más absoluta abnegación, con la aprobación divina, valen más que las riquezas, los honores, las comodidades y amistades sin ella. Debemos darnos tiempo para orar.—El Conflicto de los Siglos, 680.Or06 29.1

    Debemos pasar mucho tiempo en oración—Úsese mucho tiempo en oración y en un examen minucioso de la Palabra. Que todos atesoren en sus propias almas los verdaderos conceptos de la fe al creer que el Espíritu Santo les será impartido porque realmente tienen hambre y sed de justicia... Hay que orar más, creer y recibir más, y debe haber una mayor colaboración con Dios.—Exaltad a Jesús, 174.Or06 29.2

    Oremos como nunca antes—Mirad a Jesús con sencillez y fe. Contemplad al Salvador hasta que vuestro espíritu desfallezca bajo el exceso de luz. Oramos y creemos sólo a medias. “Pedid, y se os dará”. Lucas 11:9. Orad, creed, fortaleceos unos a otros. Orad como nunca habéis orado, para que el Señor ponga su mano sobre vosotros, y seáis habilitados para comprender la longitud, la anchura, la profundidad y la altura del amor de Cristo, que sobrepuja todo entendimiento, y estéis henchidos de la plenitud de Dios.—Testimonios para la Iglesia 7:204.Or06 29.3

    Ore, sí, ore como nunca antes, para que no sea engañado por las artimañas de Satanás, para que no se entregue a una actitud descuidada y vana, y para que no asista a las reuniones religiosas sólo para calmar su propia conciencia.—Testimonios para la Iglesia 2:131.Or06 29.4

    Oremos siempre—“Orad en todo tiempo”, es decir, estad siempre en el espíritu de oración, y entonces estaréis listos para la venida de vuestro Señor.—Testimonios para la Iglesia 5:217.Or06 29.5

    La necesidad de más oración—Hay ahora necesidad de mucha oración. Cristo ordena: “Orad sin cesar”; esto es, mantened la mente elevada a Dios, la fuente de todo poder y eficiencia.—Testimonios para los Ministros, 520.Or06 30.1

    La actividad no sustituye a la oración—Al aumentar la actividad, si los hombres tienen éxito en ejecutar algún trabajo para Dios, hay peligro de que confíen en los planes y métodos humanos. Tienden a orar menos y a tener menos fe. Como los discípulos, corremos el riesgo de perder de vista cuánto dependemos de Dios y tratar de hacer de nuestra actividad un salvador. Necesitamos mirar constantemente a Jesús, comprendiendo que es su poder lo que realiza la obra. Aunque hemos de trabajar fervorosamente para la salvación de los perdidos, también debemos tomar tiempo para la meditación, la oración y el estudio de la Palabra de Dios. Es únicamente la obra realizada con mucha oración y santificada por el mérito de Cristo, la que al fin habrá resultado eficaz para el bien.—El Deseado de Todas las Gentes, 329.Or06 30.2

    Oremos para obedecer leyes impopulares—El acto de colocarse en el lado impopular requiere valor moral, firmeza, decisión, perseverancia y mucha oración. Estemos agradecidos porque ahora podemos acudir a Cristo tal como antaño iban a él en el templo los pobres y los dolientes.—El Evangelismo, 178.Or06 30.3

    Se necesita orar para hacer la obra de Dios—Se necesita mucha oración y el ejercicio más vigoroso de la mente si queremos estar preparados para realizar el trabajo que Dios nos confíe. Muchos nunca alcanzan la posición que podrían ocupar porque esperan que Dios haga para ellos lo que él les ha dado capacidad de hacer por sí mismos. Todos los que hayan de ser útiles en esta vida deben pasar por la escuela de la disciplina mental y moral más severa, y entonces Dios los ayudará combinando el poder divino con el esfuerzo humano.—Conflicto y Valor, 370.Or06 30.4

    La oración es necesaria para entender la verdad—Los temas de la redención son temas importantes, y sólo aquellos que están orientados espiritualmente pueden discernir su profundidad y significado. Encontramos nuestra seguridad y gozo al espaciarnos en las verdades del plan de salvación. La fe y la oración son necesarias para poder contemplar las profundas cosas de Dios. Nuestras mentes están tan atadas por ideas estrechas que apenas tenemos una visión limitada de la experiencia que es nuestro privilegio tener. Cuán poco comprendemos el significado de la oración del apóstol, cuando dice: “Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra, para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios. Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén”.—Dios nos Cuida, 128.Or06 30.5

    La oración es necesaria en el hogar—El afecto no puede durar, ni siquiera en el círculo del hogar, a menos que la voluntad y el temperamento estén en armonía con la voluntad de Dios. Todas las facultades y pasiones deben ponerse en armonía con los atributos de Jesucristo. Si, en el amor y temor de Dios, el padre y la madre unen sus intereses para ejercer autoridad en el hogar, verán la necesidad de orar mucho y de reflexionar seriamente. Y mientras busquen a Dios, sus ojos se abrirán para ver que los mensajeros celestiales están presentes para protegerlos en respuesta a la oración hecha con fe. Vencerán las debilidades de su carácter y progresarán hacia la perfección.—El Hogar Cristiano, 284.Or06 31.1

    La oración es necesaria para conservar el vínculo con Dios—Si se descuida el ejercicio de la oración, o se dedica a orar esporádicamente, de vez en cuando, cuando se lo considera conveniente, entonces se perderá la conexión con Dios. La vida cristiana se volverá seca y las facultades espirituales no tendrán ya vitalidad. La experiencia religiosa perderá su salud y vigor.—The Signs of the Times, 31 de julio de 1893.Or06 31.2

    La oración es necesaria para la fortaleza espiritual—Pero el motivo de vuestra inquietud es que no acudís en busca de la felicidad a la única fuente verdadera. Estáis siempre procurando encontrar fuera de Cristo el gozo que sólo se encuentra en él. En él no hay esperanza frustrada. ¡Cómo se descuida el precioso privilegio de la oración! La lectura de la Palabra de Dios prepara la mente para la oración. Una de las principales razones de vuestra escasa disposición para acercaros a Dios mediante la oración, es que os habéis incapacitado para esta obra sagrada leyendo historias fascinadoras que han excitado la imaginación y despertado pasiones impuras. La Palabra de Dios llega a ser insípida, se olvida la hora de la oración. La oración es la fuerza del cristiano. Cuando está solo, no se encuentra solo; siente la presencia de Aquel que ha dicho: “He aquí yo estoy con vosotros todos los días”.—Mensajes para los Jóvenes, 272.Or06 32.1

    La oración es necesaria para entrar al cielo—No hay tal cosa como que podamos entrar en los portales celestiales mediante la complacencia y la necedad, las diversiones, el egoísmo, sino sólo mediante constante vigilancia y oración incesante. La vigilancia espiritual de nuestra parte es individualmente el precio de la seguridad. No os desviéis ni una pulgada hacia el lado de Satanás, para que no gane ventaja sobre vosotros.—Comentario Bíblico Adventista 6:1094.Or06 32.2

    La oración nos conserva fieles—Sin oración incesante y vigilancia diligente, corremos el riesgo de volvernos indiferentes y de desviarnos del sendero recto. Nuestro adversario procura constantemente obstruir el camino al propiciatorio, para que no obtengamos mediante ardiente súplica y fe, gracia y poder para resistir a la tentación.—El Camino a Cristo, 94.Or06 32.3

    Oremos por el espíritu—Si hemos de aprender de Cristo, debemos orar como los apóstoles oraban cuando el Espíritu Santo fue derramado sobre ellos. Necesitamos el bautismo del Espíritu de Dios. No estamos seguros ni siquiera una hora mientras descuidamos la obediencia a la Palabra de Dios.—Fundamentals of Christian Education, 537.Or06 33.1

    La oración torna la debilidad en fortaleza—No ven [muchos creyentes] la importancia del conocimiento ni del control propios. No velan y oran, para no entrar en tentación. Si velaran, reconocerían sus puntos débiles, donde seguramente la tentación los atacará. Al velar y orar pueden proteger de tal modo sus puntos más débiles que se transformarán en los más fuertes, y pueden enfrentar la tentación sin ser vencidos. Cada seguidor de Cristo debiera examinarse diariamente, para que pueda conocer perfectamente su propia conducta.—Testimonios para la Iglesia 2:453.Or06 33.2

    Oremos en toda circunstancia—En vuestros negocios, en las amistades que cultivéis durante vuestros ratos de ocio, y en los vínculos que duren toda la vida, iniciad todas vuestras relaciones tras seria y humilde oración. Así probaréis que honráis a Dios, y Dios os honrará. Orad cuando os sintáis desfallecer. Cuando estéis desalentados, permaneced mudos ante los hombres; no echéis sombra sobre la senda de los demás; mas decídselo todo a Jesús. Alzad vuestras manos en demanda de auxilio. En vuestra flaqueza, asíos de la fuerza infinita. Pedid humildad, sabiduría, valor y aumento de fe, para que veáis la luz de Dios y os regocijéis en su amor.—El Ministerio de Curación, 410, 411.Or06 33.3

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