Abraham
- Prefacio
- Capítulo 1—Dios nos invita a orar
- Capítulo 2—Nuestra necesidad de la oración
- Capítulo 3—Dios escucha las oraciones
- Capítulo 4—La oración y la ganancia de almas
- Capítulo 5—Las promesas de Dios concernientes a la oración
- Capítulo 6—La oración de fe
- Capítulo 7—La oración y la obediencia
- Capítulo 8—La oración que vence
- Capítulo 9—El poder de la oración
- Capítulo 10—Razones para orar
- Capítulo 11—Oraciones respondidas
- Capítulo 12—Oración y reavivamiento
-
- Capítulo 14—La oración diaria
- Capítulo 15—El ejemplo de Jesús en la oración
- Capítulo 16—La oracíon privada
- Capítulo 17—La oración en el círculo del hogar
- Capítulo 18—La oración y la adoración
- Capítulo 19—Las actitudes en la oración
- Capítulo 20—Orando en el nombre de Jesús
- Capítulo 21—La dirección divina a través de la oración
- Capítulo 22—La oración por los enfermos
- Capítulo 23—La oración pidiendo perdón
- Capítulo 24—La oración intercesora
- Capítulo 25—Los ángeles y la oración
- Capítulo 26—Oraciones falsas
- Capítulo 27—Satanás y la oración
- Capítulo 28—La oración en los últimos días
- Capítulo 29—El privilegio de la oración
- Capítulo 30—El padrenuestro
- Capítulo 31—Recibir para dar
- Capítulo 32—La fe y la oración
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Abraham
Su oración diaria ascendía a Dios como un dulce incienso—La vida de Abraham, el amigo de Dios, fue una vida de oración. Dondequiera que levantase su tienda, construía un altar sobre el cual ofrecía sacrificios, mañana y noche. Cuando él se iba, el altar permanecía. Y al pasar cerca de dicho altar el nómada cananeo, sabía quién había posado allí. Después de haber levantado también su tienda, reparaba el altar y adoraba al Dios vivo.Or06 125.4
Así es como el hogar cristiano debe ser: una luz en el mundo. De él, mañana y noche, la oración debe elevarse hacia Dios como el humo del incienso. En recompensa, la misericordia y las bendiciones divinas descenderán como el rocío matutino sobre los que las imploran.Or06 126.1
Padres y madres, cada mañana y cada noche juntad a vuestros hijos alrededor vuestro, y elevad vuestros corazones a Dios en humildes súplicas. Vuestros amados están expuestos a la tentación. Hay dificultades cotidianas sembradas en el camino de los jóvenes y de sus mayores. Los que quieran vivir con paciencia, amor y gozo deben orar. Será únicamente obteniendo la ayuda de Dios como podremos obtener la victoria sobre nosotros mismos.Or06 126.2
Cada mañana consagraos a Dios con vuestros hijos. No contéis con los meses ni los años; no os pertenecen. Sólo el día presente es vuestro. Durante sus horas, trabajad por el Maestro, como si fuese vuestro último día en la tierra. Presentad todos vuestros planes a Dios, a fin de que él os ayude a ejecutarlos o abandonarlos según lo indique su Providencia. Aceptad los planes de Dios en lugar de los vuestros, aun cuando esta aceptación exija que renunciéis a proyectos por largo tiempo acariciados. Así, vuestra vida será siempre más y más amoldada conforme al ejemplo divino, y “la paz de Dios, que sobrepuja todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”. Filipenses 4:7.—Testimonios para la Iglesia 7:45, 46.Or06 126.3
Abraham oraba con fe a pesar de las circunstancias difíciles—Abraham no podía explicar la dirección de la Providencia; sus esperanzas no se habían cumplido; pero mantuvo su confianza en la promesa: “Y bendecirte he, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición”. Génesis 12:2. Con oraciones fervientes consideró la manera de preservar la vida de su pueblo y de su ganado, pero no permitió que las circunstancias perturbaran su fe en la palabra de Dios.—Conflicto y Valor, 45.Or06 126.4
Abraham oraba a Dios con la confianza de un niño que suplica a su padre—Dos de los mensajeros celestiales se marcharon, dejando a Abraham solo con Aquel a quien reconocía ahora como el Hijo de Dios. Y el hombre de fe intercedió en favor de los habitantes de Sodoma. Una vez los había salvado mediante su espada, ahora trató de salvarlos por medio de la oración. Lot y su familia habitaban aún allí; y el amor desinteresado que movió a Abraham a rescatarlo de los elamitas, trató ahora de salvarlo de la tempestad del juicio divino, si era la voluntad de Dios.Or06 127.1
Con profunda reverencia y humildad rogó: “He aquí ahora que he comenzado a hablar a mi Señor, aunque soy polvo y ceniza”. En su súplica no había confianza en sí mismo, ni jactancia de su propia justicia. No pidió un favor basado en su obediencia, o en los sacrificios que había hecho en cumplimiento de la voluntad de Dios. Siendo él mismo pecador, intercedió en favor de los pecadores. Semejante espíritu deben tener todos los que se acercan a Dios. Abraham manifestó la confianza de un niño que suplica a un padre a quien ama. Se aproximó al mensajero celestial, y fervientemente le hizo su petición...Or06 127.2
El amor hacia las almas a punto de perecer inspiraba las oraciones de Abraham. Aunque detestaba los pecados de aquella ciudad corrompida, deseaba que los pecadores pudieran salvarse. Su profundo interés por Sodoma demuestra la ansiedad que debemos experimentar por los impíos. Debemos sentir odio hacia el pecado, y compasión y amor hacia el picador.—Patriarcas y Profetas, 134, 135.Or06 127.3