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    Capítulo 3—La promesa de la segunda venida a través de la historia

    La clave para entender la historia—La comprensión de la esperanza en la segunda venida de Cristo es la clave que abre toda la historia futura, y explica todas las lecciones del porvenir.—El Evangelismo, 164.SVC 20.1

    Prometida a Enoc—“De éstos también profetizó Enoc, séptimo desde Adán, diciendo: He aquí, vino el Señor con sus santas decenas de millares”. Judas 14, 15. La doctrina de la venida de Cristo fue dada a conocer en aquellos lejanos tiempos al hombre que anduvo en continua comunión con Dios. El carácter piadoso de ese profeta representa el estado de santidad que debe alcanzar el pueblo de Dios que espera ser llevado al cielo.—A Fin de Conocerle, 350.SVC 20.2

    Recordada mediante los sacrificios—En los tiempos patriarcales, el ofrecimiento de sacrificios relacionados con el culto divino recordaba perpetuamente el advenimiento de un Salvador; y lo mismo sucedía durante toda la historia de Israel con el ritual de los servicios en el santuario. En el ministerio del tabernáculo, y más tarde en el del templo que lo reemplazó, mediante figuras y sombras se enseñaban diariamente al pueblo las grandes verdades relativas a la venida de Cristo como Redentor, Sacerdote y Rey; y una vez al año se le inducía a contemplar los acontecimientos finales de la gran controversia entre Cristo y Satanás, que eliminarán del universo el pecado y los pecadores. Los sacrificios y las ofrendas del ritual mosaico señalaban siempre hacia adelante, hacia un servicio mejor, el celestial. El santuario terrenal “era figura de aquel tiempo presente, en el cual se ofrecían presentes y sacrificios” (Hebreos 9:9), y sus dos lugares santos eran “figuras de las cosas celestiales” (Hebreos 9:23); pues Cristo, nuestro gran Sumo Sacerdote, es hoy “ministro del santuario, y de aquel verdadero tabernáculo que el Señor asentó, y no hombre”. Hebreos 9:9, 23; 8:2.—La Historia de Profetas y Reyes, 504, 505.SVC 20.3

    La inmolación del cordero pascual prefiguraba la muerte de Cristo. San Pablo dice: “Nuestra pascua, que es Cristo, fue sacrificada por nosotros”. 1 Corintios 5:7. La gavilla de las primicias del trigo, que era costumbre mecer ante el Señor en tiempo de la Pascua, era figura típica de la resurrección de Cristo. San Pablo dice, hablando de la resurrección del Señor y de todo su pueblo: “Cristo las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida”. 1 Corintios 15:23. Como la gavilla de la ofrenda mecida, que era las primicias o los primeros granos maduros recogidos antes de la cosecha, así también Cristo es primicias de aquella inmortal cosecha de rescatados que en la resurrección futura serán recogidos en el granero de Dios.—El Conflicto de los Siglos, 450.SVC 21.1

    Buenas nuevas—El mensaje evangélico proclamado por los discípulos de Cristo fue el anunció de su primer advenimiento al mundo. Llevó a los hombres las buenas nuevas de la salvación por medio de la fe en él. Señalaba hacia su segundo advenimiento en gloria para redimir a su pueblo, y colocaba ante los hombres la esperanza, por medio de la fe y la obediencia, de compartir la herencia de los santos en luz. Este mensaje se da a los hombres hoy en día, y en esta época va unido con el anunció de que la segunda venida de Cristo es inminente. Las señales que él mismo dio de su aparición se han cumplido, y por la enseñanza de la Palabra de Dios, podemos saber que el Señor está a las puertas.SVC 21.2

    Juan en el Apocalipsis predice la proclamación del mensaje evangélico precisamente antes de la segunda venida de Cristo. Él contempla a un “ángel volar por en medio del cielo, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a todos los que moran en la tierra, y a toda nación y tribu y lengua y pueblo, diciendo en alta voz: Temed a Dios, y dadle honra; porque la hora de su juicio es venida”. Apocalipsis 14:6, 7.SVC 22.1

    En la profecía, esta amonestación referente al juicio, con los mensajes que con ella se relacionan, es seguida por la venida del Hijo del hombre en las nubes de los cielos. La proclamación del juicio es el anunció de que la segunda aparición del Salvador está por acaecer. Y a esta proclamación se denomina el evangelio eterno. Así se ve que la predicación de la segunda venida de Cristo, el anunció de su cercanía, es una parte esencial del mensaje evangélico.—Palabras de Vida del Gran Maestro, 180.SVC 22.2

    La oración enseñada por Jesús—“Venga tu reino”. Mateo 6:10. Dios es nuestro Padre, que nos ama y nos cuida como hijos suyos; es también el gran Rey del universo. Los intereses de su reino son los nuestros; hemos de obrar para su progreso.SVC 22.3

    Los discípulos de Cristo esperaban el advenimiento inmediato del reino de su gloria; pero al darles esta oración Jesús les enseñó que el reino no había de establecerse entonces. Habían de orar por su venida como un suceso todavía futuro. Pero esta petición era también una promesa para ellos. Aunque no verían el advenimiento del reino en su tiempo, el hecho de que Jesús les dijera que oraran por él es prueba de que vendrá seguramente cuando Dios quiera.SVC 22.4

    El reino de la gracia de Dios se está estableciendo, a medida que ahora, día tras día, los corazones que estaban llenos de pecado y rebelión se someten a la soberanía de su amor. Pero el establecimiento completo del reino de su gloria no se producirá hasta la segunda venida de Cristo a este mundo. “El reino y el dominio y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo” serán dados “al pueblo de los santos del Altísimo”. Heredarán el reino preparado para ellos “desde la fundación del mundo”. Cristo asumirá entonces su gran poder y reinará.SVC 23.1

    Las puertas del cielo se abrirán otra vez y nuestro Salvador, acompañado de millones de santos, saldrá como Rey de reyes y Señor de señores. Jehová Emmanuel “será rey sobre toda la tierra. En aquel día Jehová será uno, y uno su nombre”. “El tabernáculo de Dios” estará con los hombres y Dios “morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios”.SVC 23.2

    Jesús dijo, sin embargo, que antes de aquella venida “será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones”. Su reino no vendrá hasta que las buenas nuevas de su gracia se hayan proclamado a toda la tierra. De ahí que, al entregarnos a Dios y ganar a otras almas para él, apresuramos la venida de su reino. Únicamente aquellos que se dedican a servirle diciendo: “Heme aquí, envíame a mí”, para abrir los ojos de los ciegos, para apartar a los hombres “de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe... perdón de pecados y herencia entre los santificados”; solamente éstos oran con sinceridad: “Venga tu reino”.—El Discurso Maestro de Jesucristo, 92, 93.SVC 23.3

    La promesa produjo gozo—Mientras Cristo ascendía, con sus manos extendidas para bendecir a sus discípulos, una nube de ángeles lo recibió y lo ocultó de su vista. Mientras los discípulos esforzaban la vista para captar el último destello de su Señor que ascendía, dos ángeles de la gozosa multitud se pararon junto a ellos y les dijeron: “Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo”. Hechos 1:11.SVC 24.1

    Los discípulos se llenaron de gran gozo. Vez tras vez repitieron las palabras que Cristo les había dicho en sus últimas lecciones, tal como están registradas en los capítulos 14, 15, 16 y 17 de Juan; y cada uno de ellos tenía alguna cosa que decir acerca de la instrucción recibida, especialmente con relación a las palabras de Juan [se citan los versículos 1-3].SVC 24.2

    La promesa de que volvería, y también el pensamiento de que les dejaría su paz, llenaron sus corazones de gozo.—Alza Tus Ojos, 355.SVC 24.3

    Juan vio la historia del pueblo de Dios. Juan fue fortalecido para vivir en la presencia de su Señor glorificado. Entonces ante sus maravillados ojos fueron abiertas las glorias del cielo. Le fue permitido ver el trono de Dios y, mirando más allá de los conflictos de la tierra, contemplar la hueste de los redimidos con sus vestiduras blancas. Oyó la música de los ángeles del cielo, y los cantos de triunfo de los que habían vencido por la sangre del Cordero y la palabra de su testimonio. En la revelación que vio se desarrolló una escena tras otra de conmovedor interés en la experiencia del pueblo de Dios, y la historia de la iglesia fue predicha hasta el mismo fin del tiempo. En figuras y símbolos, se le presentaron a Juan asuntos de gran importancia, que él debía registrar para que los hijos de Dios que vivían en su tiempo y los que vivieran en siglos futuros pudieran tener una comprensión inteligente de los peligros y conflictos que los esperaban.—Los Hechos de los Apóstoles, 465, 466.SVC 24.4

    Las profecías nos dan confianza—Debemos conocer las Escrituras, para investigar las profecías y ver que se aproxima el día, y exhortarnos mutuamente con celo y esfuerzo a una mayor fidelidad. ¿Dejaremos nuestra fe? ¿Perderemos nuestra confianza? ¿Seremos impacientes? No, no. No pensaremos en esas cosas... Levantemos nuestra cabeza y gocémonos, porque nuestra redención está cerca. Está más cerca que cuando creímos por primera vez.—A Fin de Conocerle, 350.SVC 25.1

    Su promesa nos da ánimo—“Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis”. Juan 14:3.SVC 25.2

    Han pasado más de mil ochocientos años desde que el Salvador dio la promesa de su venida. A través de los siglos sus palabras han llenado de ánimo el corazón de sus fieles. La promesa todavía no se ha cumplido... pero, no por eso es menos segura la palabra que ha sido hablada.—Dios nos Cuida, 129.SVC 25.3

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