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Manuscritos Inéditos Tomo 2 (Contiene los manuscritos 97-161) - Contents
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    Manuscrito 144—Según se acerca el fin

    Todo lo que Jesús hizo en la tierra fue realizado con el propósito de glorificar a su Padre. El afirmó: «Como el Padre me mandó, así hago» [Juan 14: 31]. «Este mandamiento recibí de mi Padre” [Juan 10: 18]. En todo buscaba hacer la voluntad de su Padre, de manera que su vida terrenal fue una muestra de la perfección divina. En Cristo la unión de la divinidad con la humanidad tuvo el objetivo de revelarnos el propósito de Dios para llevarnos a una relación más cercana con Dios. Sin él jamás podríamos ser felices.2MI 221.1

    La apostasía original comenzó por la desconfianza y la negación de la verdad. Hemos de fijar los ojos de la fe en Jesús constantemente. Cuando llegue el momento, que ciertamente llegará, cuando se declare nula la ley de Dios, el celo de los fieles y leales se acrecentará de acuerdo con las circunstancias y será más ardiente y decidido; asimismo su2MI 221.2

    -----------2MI 221.3

    Entre los mensajes escritos por Elena G. de White hay algunos que van adquiriendo renovada importancia según se acerca el fin. Uno de ellos es el que presentó en noviembre de 1890 a los dirigentes de la Iglesia, y que ahora ofrecemos a la Review and Herald .— Arthur L. White. testimonio deberá ser el más positivo y firme. De todos modos no debemos hacer nada con espíritu desafiante, y no lo haremos si nues tros corazones están totalmente entregados a Dios.2MI 221.4

    Ha llegado el momento de que el pueblo de Dios asuma los deberes que tienen por delante. Hemos de ser fieles en las cosas pequeñas, pues del correcto desempeño de ellas dependen grandes resultados. No desatendamos la labor que tiene que realizarse porque pueda parecernos que se trata de algo mínimo y de poco valor. Edifiquen en todo lugar desolado, reparen las brechas tan pronto como las mismas aparezcan. Que no haya enfrentamientos ni disensiones en la iglesia. Esforcémonos todos en ayudar al necesitado.2MI 222.1

    Una de las causas de la gran debilidad que afecta a nuestras iglesias, y que resulta difícil de erradicar, es el yo. El orgullo y el exceso de amor propio tienen que ser plenamente santificados por Dios. Hemos de caer sobre la Roca y ser desmenuzados. Todo el que desea entrar por las puertas de la ciudad de Dios tiene que crucificar el yo. El espíritu agresivo que brota en los corazones de algunos en la iglesia, cuando algo no les complace, es el espíritu de Satanás y no el espíritu de Cristo. ¿No les parece que ya llegó el momento para que recuperemos nuestro primer amor y alcancemos la paz con nosotros mismos? Debemos mostrarnos no tan solo como lectores de la Biblia, sino como creyentes en la Biblia. Si estamos unidos a Cristo, debemos estar unidos los unos a los otros [Juan 13: 34; Rom. 15: 15].2MI 222.2

    El aumento de la feligresía y el desarrollo de nuestras estructuras implican un esfuerzo, que requiere una total consagración y una profunda devoción. Dios no tiene lugar en su obra para hombres y mujeres que hagan una entrega a medias, para aquellos que no son fríos ni calientes. Cristo dice: «Te vomitaré de mi boca» [Apoc. 3: 16]. Dios busca personas consagradas. [...]2MI 222.3

    En estos momentos la iglesia no debería ser desviada de su propósito fundamental, para centrarse en lo que no aportan ni vitalidad ni valor, ni fe ni fortaleza. Tenemos que reconocer, y testificar mediante nuestras acciones, que el evangelio es poder. Pero la luz, que nos ha sido dada para que brille cada vez con mayor fuerza hasta que el día sea perfecto, arde débilmente. La iglesia ha dejado de emitir claros y brillantes rayos de luz en medio de la oscuridad moral que cubre el mundo cual mortaja. La luz de muchos no arde ni brilla, son témpanos morales.2MI 222.4

    Los centinelas sobre las murallas de Sion deben mantenerse en alerta permanente, tienen que velar noche y día. Pero si no han recibido el mensaje de labios de Cristo, sus trompetas no darán un sonido certero. Dios llama, tanto a pastores como a laicos, para que escuchen la voz que nos habla en su Palabra. Hemos de permitir que su verdad sea recibida en el corazón, de forma que adquiramos una mayor espiritualidad mediante ese vivificante y santificador poder. Luego hemos de hacer que el mensaje especial para este tiempo sea trasmitido de centinela en centinela en las murallas de Sion.2MI 223.1

    Esta es una época en que se observa un desprecio por la verdad y la justicia, por lo que debemos reedificar los lugares desiertos, y poner buenos cimientos el máximo de dedicación y esfuerzo para beneficio de muchas generaciones. «Y serás llamado “reparador de portillos”, “restaurador de viviendas en ruinas”. Si retraes del sábado tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y lo llamas “delicia”, “santo”, “glorioso de Jehová”, y lo veneras, no andando en tus propios caminos ni buscando tu voluntad ni hablando tus propias palabras, entonces te deleitarás en Jehová. Yo te haré subir sobre las alturas de la tierra y te daré a comer la heredad de tu padre Jacob. La boca de Jehová lo ha hablado” [Isa. 58: 1214, ver también Isa. 51:716; 62: 14].2MI 223.2

    Mientras enarbolamos con firmeza el estandarte de la verdad, proclamando la ley de Dios, cada cual debe recordar que la fe de Jesús está conectada con los mandamientos de Dios. El tercer ángel aparece volando en medio del cielo, como un símbolo de la obra de los que proclaman los mensajes del primero, del segundo y del tercer ángel; los tres están íntimamente unidos. No se han extinguido las evidencias de la permanente e imperecedera verdad de esos grandiosos mensajes que tanto significan para nosotros, y que han suscitado tan intensa oposición por parte del mundo religioso. Satanás está continuamente intentando proyectar su infernal sombra sobre estos mensajes, de manera que el pueblo remanente de Dios no pueda discernir con claridad su importancia, su momento y su lugar. Los mensajes, sin embargo, están vivos, y han de ejercer su poder en nuestra experiencia religiosa mientras dure el tiempo.2MI 223.3

    La influencia de dichos mensajes se ha ido profundizando y ampliando, poniendo en movimiento en miles de corazones los resortes que motivan a la acción; fomentando el nacimiento de escuelas, editoriales e instituciones de salud; que son instrumentos divinos que cooperan en la gran obra representada por el primero, el segundo y el tercer ángel que van volando por el cielo para advertir a los habitantes del mundo que Cristo vuelve por segunda vez con poder y gran gloria.2MI 223.4

    El Revelador dice: «Después de esto vi otro ángel que descen día del cielo con gran poder, y la tierra fue alumbrada con su gloria. Clamó con voz potente, diciendo: “¡Ha caído, ha caído la gran Babilonia!”» [Apoc. 18: 1, 2]. Este es el mismo mensaje que fue dado por el segundo ángel: Babilonia ha caído, «porque ha hecho beber a todas las naciones del vino del furor de su fornicación” [Apoc. 14: 8]. ¿Cuál es ese vino? Sus falsas doctrinas. Ella le ha brindado al mundo un falso día de reposo en lugar del sábado del cuarto mandamiento, y ha repetido la mentira que Satanás le presentó al principio a Eva en el Edén: respecto a la inmortalidad natural del alma. Ha diseminado por todas partes multitud de errores relacionados «enseñando como doctrinas mandamientos de hombres” [Mat. 15: 9].2MI 224.1

    Cuando Jesús comenzó su ministerio público, limpió el templo de su sacrilega profanación. Prácticamente el último acto de su ministerio consistió en limpiar de nuevo el templo. Por tanto en la última obra de advertir al mundo, se hacen dos llamamientos a las iglesias: El mensaje del segundo ángel, y la voz que se oyó en el cielo: «Salid de ella, pueblo mío, [ ] porque sus pecados han llegado hasta el cielo y Dios se ha acordado de sus maldades» [Apoc. 18: 4, 5].2MI 224.2

    Así como llamó a los hijos de Israel a que salieran de Egipto para que pudieran guardar el sábado, Dios llama a su pueblo a que salga de Babilonia, a fin de que no adore a la bestia ni a su imagen. El «hombre de pecado”, que pensó «en cambiar los tiempos y la ley” [2 Tes. 2: 3; Dan. 7: 25], se ha exaltado por encima de Dios al presentar el falso día de reposo al mundo; el mundo cristiano ha aceptado este hijo del papado y lo ha acunado y alimentado, desafiando así a Dios al haber eliminado su memorial recordativo y estableciendo un día de reposo antagonista.2MI 224.3

    Después que la verdad ha sido proclamada «para testimonio a todas las naciones» [Mat. 24: 14], en un momento cuando todo los poderes del maligno están en acción, cuando las mentes están confundidas por las muchas voces que exclaman: «Miren, aquí está Cristo”, «Miren, aquí está Cristo”, «Esto es la verdad», «Tengo el mensaje de Dios», «Èl me ha enviado con una gran luz»; y se intenta remover los hitos antiguos, y derribar las columnas de nuestra fe; entonces se hace un más decidido esfuerzo para exaltar el falso día de reposo, y para rechazar al propio Dios al suplantar el día que él ha bendecido y santificado.2MI 224.4

    El falso día de reposo será impuesto mediante una opresiva ley. Satanás y sus ángeles permanecen muy alertas e intensamente activos, actuando con energía y perseverancia mediante instrumentos humanos, con el fin de alcanzar su objetivo de borrar el conocimiento de Dios. Mientras que Satanás se encuentra hoy en plena acción con sus engañosos milagros, ha llegado el tiempo predicho en el libro de Apocalipsis cuando el ángel poderoso que iluminará la tierra con su gloria, proclamará la caída de Babilonia y llamando al pueblo de Dios a que la abandone [Apoc. 18: 18].2MI 225.1

    El Señor me ha presentado que aquellos que en alguna medida han sido cegados por el enemigo, y que no se han recuperado por completo del lazo de Satanás, estarán en peligro debido a que no pueden discernir la luz del cielo y se encontrarán dispuestos a aceptar una simulación. Esto afectará su forma de pensar, sus decisiones, sus propuestas, sus consejos. Las evidencias que Dios ha suministrado no les impresionan porque se han vuelto ciegos al haber escogido la oscuridad en lugar de la luz. Luego instituyen algo que llaman «luz», pero que el Señor considera «centellas que encendisteis» [Isa. 50: 11, RVA] con las cuales guían sus pasos. El Señor declara: «¿Quién de entre vosotros teme a Jehová y escucha la voz de su siervo? El que anda en tinieblas y carece de luz, confíe en el nombre de Jehová apóyese en su Dios. He aquí que todos vosotros encendéis fuego, os rodeáis de teas: pues andad a la luz de vuestro fuego y de las teas que encendisteis. De mi mano os vendrá esto: en dolor seréis sepultados» [Isa. 50: 10, 11]. Jesús afirmó: «Para juicio he venido yo a este mundo, para que los que no ven, vean, y los que ven, sean cegados”. «Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas”. «El que me rechaza y no recibe mis palabras, tiene quien lo juzgue: la palabra que he hablado, ella lo juzgará en el día final” [Juan 9: 39; 12: 46, 48].2MI 225.2

    Las palabras que el Señor ha enviado serán rechazadas por muchos, y las palabras que el hombre pronuncie serán recibidas como luz y verdad. La sabiduría humana se opone a la negación del yo y a la consagración, y fomentará muchos medios que tienden a dejar sin efecto los mensajes de Dios. No podemos de ningún modo poner nuestra confianza en quienes no estén en íntima comunión con Dios, que aceptan las opiniones humanas, pero no pueden discernir la voz del genuino Pastor. Además, la influencia de ellos hará que muchos se descarríen, aunque se acumulen evidencias ante sus ojos como testimonio de la verdad que el pueblo de Dios debería poseer para este tiempo. Se considera que la verdad hace que los seres humanos acudan a Cristo, que recobren fuerzas, dominando y enterneciendo sus corazones e inspirándolos con celo, devoción y amor a Dios. La verdad del sábado no debe ser encubierta por ningún motivo. Hemos de hacer que se manifieste en evidente contraste con el error.2MI 225.3

    Según se acerca el fin, los testimonios de los siervos de Dios serán más decididos y más poderosos, enfocando la luz de la verdad sobre los sistemas basados en el error y opresión que por tanto tiempo han disfrutado de cierta supremacía. El Señor nos ha enviado mensajes para este tiempo con el fin de asentar al cristianismo sobre un fundamento eterno, y todos los que creen en la verdad presente deben afirmarse, no en su propia sabiduría sino en la de Dios, y edificar los cimientos para muchas generaciones. Sus nombres serán anotados en los libros del cielo, como reparadores de brechas, restauradores de las sendas verdaderas. Tenemos que defender la verdad, puesto que es la verdad, ante la más fiera oposición. Dios está influyendo en las mentes humanas; no son únicamente los hombres los que influyen. El gran poder esclarecedor es el de Cristo; el brillo de su ejemplo debe ser presentado al pueblo en todos los sermones.2MI 226.1

    El arcoíris que está encima del trono, el arco de la promesa, testifica ante el mundo entero que Dios jamás abandona a su pueblo en sus tribulaciones. Ojalá que Jesús sea nuestro tema. Presentemos con la pluma y con la voz, no tan solo los mandamientos de Dios, sino también la fe de Jesús. Esto promoverá una piedad genuina en el corazón como ninguna otra cosa. Cuando presentemos el hecho de que los seres humanos han de someterse a un gobierno divino de índole moral, su raciocinio les señalará que esto es verdad, y que deben prestar obediencia a Jehová. Esta vida es nuestro período de prueba. Hemos sido colocados bajo la disciplina y el gobierno de Dios con el fin de que edifiquemos nuestros caracteres y lleguemos a adquirir hábitos para la vida celestial. [...] Las tentaciones nos lloverán. La iniquidad abunda; donde menos lo esperemos se nos plantearán oscuras y terroríficas situaciones, con el fin de abrumar nuestras almas. No necesitamos, sin embargo, fracasar, ni hemos de desanimarnos ya que sabemos que el arco de la promesa se encuentra sobre el trono de Dios. Nos veremos sometidos a duras pruebas, oposición, luto y aflicción; pero sabemos que Jesús pasó por todo eso. Esas experiencias son valiosas para nosotros. Sus beneficios no se limitan de manera alguna a esta breve vida; se proyectan a la eternidad. Forjamos caracteres para la vida eterna mediante la paciencia, la fe y la esperanza, en medio de las cambiantes circunstancias de la vida. Todo obrará para el bien de los que aman a Dios [Rom. 8: 28].2MI 226.2

    Todas las escenas de esta vida en las que tenemos un papel que desempeñar, deben ser cuidadosamente estudiadas, ya que son parte de nuestra educación. Debemos utilizar sólidos maderos en el edifi cio de nuestro carácter, ya que estamos trabajando tanto para esta vida como para la vida eterna. Mientras nos acercamos a la con clusión de la historia terrenal, o progresamos cada vez más rápidamente en el crecimiento cristiano, o retrocederemos con la misma determinación.2MI 227.1

    «Mi arco he puesto en las nubes, el cual será por señal de mi pacto con la tierra. [...] Y entonces me acordaré de mi pacto, [...] y no habrá más diluvio de aguas para destruir todo ser vivo» [Gén. 9: 1315]. En el arco que está encima del trono hay un testimonio eterno de que «De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna» [Juan 3: 16]. Siempre que la ley de Dios es presentada al pueblo, el maestro de la verdad debe señalar el trono enmarcado por el arco de la promesa: la justicia de Cristo. La gloria de la ley es Cristo. Èl vino «a magnificar la ley y engrandecerla” [Isa. 42: 21]. Debe destacarse que en Cristo «la misericordia y la verdad se encontraron; la justicia y la paz se besaron” [Sal. 85: 10]. El carácter cristiano de ustedes se perfecciona cuando contemplan su trono, mostrando su arrepentimiento en alabanzas y agradecimiento a Dios, para representar así a Cristo ante el mundo. Ustedes moran en Cristo y él en ustedes; poseen «la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento” [Fil. 4: 7]. Necesitamos meditar sin cesar en Cristo y en su tierno atractivo. Necesitamos fijar nuestro pensamiento en Jesús, siempre en él. En toda predicación ustedes deben espaciarse en las virtudes divinas.2MI 227.2

    Así como se forma el arco en la nube, al unirse la luz del sol y la lluvia, de igual manera el arco que rodea el trono representa el poder combinado de la misericordia y la justicia. No es únicamente la justicia la que debe ser exaltada, ya que esto eclipsaría la gloria del arcoíris de la promesa que está sobre el trono; y el ser humano tan solo vería la condena de la ley. Si no hubiera justicia ni condenación, no podría haber estabilidad en el gobierno de Dios.2MI 227.3

    Es la unión de la justicia y de la misericordia lo que hace que la salvación sea total y completa. La unión de dos elementos nos lleva a exclamar, mientras contemplamos al Redentor del mundo y a la ley de Jehová: «Tu benignidad me ha engrandecido» [Sal. 18: 35]. Sabemos que el evangelio es un sistema perfecto y completo, que revela la inmutabilidad de la ley de Dios, el cual colma el corazón de esperanza y del amor de Dios. La misericordia nos invita a entrar a la ciudad de Dios a través de las puertas, y la justicia es satisfecha con el fin de conceder plenos privilegios a toda alma obediente, como miembros de la familia real, como hijos del Rey del cielo.2MI 228.1

    Si nuestro carácter es defectuoso no podremos entrar por las puertas que la misericordia le ha abierto a los obedientes; ya que la justicia está a la entrada y demanda santidad y pureza en todos los que desean ver a Dios. Si la justicia se extinguiera, y fuera posible que la misericordia divina abriera las puertas a todos, sin tomar en cuenta el carácter, surgiría una situación de descontento y rebelión en el cielo peor que la que hubo antes de que Satanás fuera expulsado. La paz, la felicidad y la armonía del cielo se resquebrajarían. La traslación de la tierra al cielo no transformará el carácter de los seres humanos; la felicidad de los redimidos que en el cielo es el resultado de los caracteres formados en esta vida, siguiendo el modelo de Cristo. Los santos en el cielo, primero habrán sido santos en la tierra.2MI 228.2

    La salvación que Cristo obtuvo para la humanidad mediante un gran sacrificio, es de un valor único, y nos liberta del pecado, la causa de toda la miseria y dolor en nuestro mundo. La misericordia extendida al pecador en forma constante lo conduce a Jesús. Dios no rechaza al corazón contrito y quebrantado, si responde con arrepentimiento y confesión, aferrándose con fe a la esperanza que le es presentada en el evangelio. De este modo la ley de Dios no es debilitada, sino que el poder del pecado es roto y el cetro de misericordia es extendido al pecador penitente.— Carta lf, 1890, pp. 212 («As the Ends Drawn Near» [Según se aproxima el tiempo del fin], noviembre de 1890).2MI 228.3

    Patrimonio White,

    15 de octubre de 1962

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