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Manuscritos Inéditos Tomo 2 (Contiene los manuscritos 97-161) - Contents
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    Manuscrito 106 —La obra en el Sur de Estados Unidos y la escuela de Oakwood

    En sueños fui llevada al Sur, anduve de un lugar a otro, de ciudad en ciudad. Pude ver la gran obra que hemos de realizar, una obra que tenía que haber sido hecha hace años. Daba la impresión de que estábamos explorando distintos lugares. Nuestro principal interés se centró en lugares donde la obra ya había sido establecida o se habían dado los primeros pasos para iniciarla. Vi lugares en el Sur donde se habían establecido instituciones para el avance de la obra del Señor. Graysville fue uno de los lugares que vi, y Huntsville fue el otro. El Señor guio el establecimiento de esas escuelas. La obra de esos centros educativos no debe ser desalentada, sino impulsada. Ellos deben recibir ánimo y apoyo. Ambos lugares tienen sus propias ventajas. Ha habido una demora en el desarrollo de la obra en dichas zonas. No nos rezaguemos más. En esas escuelas los alumnos pueden obtener una educación que, con la bendición2MI 65.1

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    Solicitado por O. B. Edwards, para la preparación de una reseña histórica del Colegio de Oakwood. de Dios, los capacitará para ganar almas para Cristo. Si ellos se unen al Salvador, crecerán en espiritualidad y estarán preparados para presentar la verdad a sus semejantes.

    Debemos proveer mejores recursos para educar y capacitar a los jóvenes, tanto a los blancos como a los negros. Es preciso establecer escuelas lejos de las ciudades, donde los jóvenes puedan aprender a cultivar la tierra, y de ese modo contribuir al sostén propio y al de la escuela. Deben reunirse los medios para el establecimiento de dichas escuelas, para que en ellas se impartan clases de mecánica y agricultura. Otras áreas de capacitación, según la situación o el lugar ameriten, también debe ser ofrecidas.2MI 66.1

    La carpintería, la herrería, la agricultura, la mejor forma de sacar el máximo provecho a lo que produce la tierra, todas son parte de la educación que ha de darse a los jóvenes.— Carta 25, 1902, pp. 89 (a los que ocupan puestos de responsabilidad en el campo del Sur, 5 de febrero de 1902).2MI 66.2

    La luz que he recibido indica que las escuelas de Graysville y Huntsville hacen que esas ciudades sean de especial interés. Ambos planteles tienen excelentes oportunidades para brindarles a los alumnos capacitación práctica. Las menciono específicamente a ellas porque el Señor me los ha presentado como lugares donde deberíamos realizar esfuerzos perseverantes para establecer y fortalecer la obra. Hay mucho por hacer allí y nuestras energías han de estar dirigidas a dicha obra, hasta que logremos un resultado que sirva de lección práctica de lo que puede hacerse [...].2MI 66.3

    Los recursos que ustedes tienen no deben ser empleados en muchos lugares, al punto de que en ninguno se obtenga un resultado satisfactorio. Es posible que los obreros repartan sus esfuerzos en demasiados territorios, y que no obtengamos ningún resultado en los lugares donde por instrucción del Señor la obra debería fortalecerse y perfeccionarse.2MI 66.4

    Hay gente que no considera necesario mejorar los equipos de nuestras escuelas en Graysville y Huntsville, porque esos lugares lucen inferiores a otros. Pero no se debe permitir que la obra en Graysville y en Huntsville sea postergada para entrar a Chattanooga, y comenzar una obra que demanda un desembolso de recursos bastante considerable y que distraerá la atención de los obreros.— Carta 87, 1902, p. 3 (al hermano Kilgore, 11 de junio de 1902).2MI 66.5

    Se me ha mostrado que si son administrada sabiamente la escuela de Hunstville y de la de Graysville serían autosostenibles. Sin embargo, también se me dijo que las dificultades que han de ser superadas en la escuela de Huntsville podrían ser mayores que las de otras escuelas. Una escuela para alumnos de raza negra no puede ser comparada, ni tratada igual que una escuela para alumnos de la raza blanca. No se ha hecho todo lo que tenía que haberse hecho en favor de la escuela de Huntsville, y sus futuros administradores tendrán que enfrentar tiempos difíciles. Ahora bien, si están dispuestos a depender de él, Dios estará con ellos. Esta escuela tiene terrenos que deben ser cultivados, pero no puede hacerlo sin ayuda.2MI 66.6

    Después de escribir lo anterior, bajé a desayunar. Ahora añadiré unas cuantas palabras. Deseo que ustedes reciban toda la ayuda posible en sus labores. Sé que ustedes no pueden dejar de preocuparse al ver las deficiencias de los que conocen la verdad, pero que no han sido santificados por la misma. Hagamos nuestro mejor esfuerzo y confiemos en el Señor para que haga lo que nosotros no podemos hacer. Nuestra obra ha de ser colocada en un elevado sitial. Debemos tener una fe que no desmaye y que no se desaliente.2MI 67.1

    No considero que hemos de concentrar nuestra labor en los que ya conocen la verdad. Nada revolucionará tanto el Sur como establecer la obra en nuevos lugares. Hay que entrar en las ciudades. Reconozco que atraer a los que a pesar de que conocen la verdad no se esfuerzan por hacer lo mejor, por ascender al lugar donde deberían estar, es trabajar en vano, y que en cierta medida obstaculiza una labor más amplia. Los obreros deben dirigirse a las ciudades que yacen en oscuridad. Hay que preparar hombres y mujeres para que dirijan escuelas y sanatorios para personas de raza blanca. Hay que preparar obreros de la raza negra para que trabajen en favor de su propia raza. Asimismo, los obreros deben recordar que no se debe atacar la esclavitud ni a los crueles capataces.— Carta 200, 1903, pp. 4, 5 (a G. I. Butler, 10 de septiembre de 1903).2MI 67.2

    El lunes en la mañana [20 de junio de 1904] tomamos el tren hacia Huntsville. Llegamos a la escuela ese mismo día, a la una de la tarde. Esa tarde fuimos a ver una parte de la finca de la escuela. Nos dijeron que tiene aproximadamente cuatrocientos acres de terreno, una gran parte ya está cultivado. Hace varios años atrás el hermano S. M. Jacobs era el encargado de la finca, y gracias a su labor se hicieron grandes mejoras. El plantó melocotones, ciruelas y otras frutas. El hermano y la hermana Jacobs dejaron Hunstville hace unos tres años, y desde entonces la finca no ha estado bien atendida. Creemos que los terrenos darían una mayor producción que la actual, si los administradores le dieran la ayuda necesaria.2MI 67.3

    El hermano Jacobs brindó sus mejores y más desinteresados esfuerzos, pero no recibió la ayuda que su trabajo requería. La hermana Jacobs trabajó arduamente y cuando su salud comenzó a deteriorarse, decidieron abandonar Huntsville y trasladarse a un lugar donde no tuvieran tantas presiones. Si hubieran tenido ayudantes eficientes y los recursos necesarios para implementar las mejoras que se requerían, el avance logrado habría motivado al hermano Jacobs. Pero los recursos que debieron llegar a Hunstville no llegaron, y vemos el resultado en la situación actual.2MI 68.1

    Hace poco se sugirió que la escuela de Hunstville es demasiado grande y que quizá sería mejor vender la propiedad y establecerla en otro lugar. Sin embargo, en sueños nocturnos se me instruyó que dicha finca no debe ser vendida. El dinero del Señor se invirtió en la finca de la escuela para que tengamos un lugar donde preparemos alumnos de la raza negra. La Asociación General le entregó esos terrenos a la obra en el Sur, y el Señor me ha mostrado lo que esta escuela podría llegar a ser, y lo que podrían ser los que acuden a ella en busca de instrucción, si se siguen sus planes.2MI 68.2

    Es preciso hacer un cambio en los docentes en la escuela de Huns tville. Se necesita dinero y una administración firme e inteligente, para que todo esté bien cuidado y para que la escuela ponga de manifiesto que los adventistas se proponen alcanzar el éxito en todo lo que emprenden.2MI 68.3

    Hay que establecer planes sensatos para el cultivo de los terrenos. A los alumnos se les debe brindar una educación agrícola práctica. Esta educación será de inestimable valor para su futuro. Una obra minuciosa debe llevarse a cabo en el cultivo de la tierra, para que los alumnos aprendan lo cuidadoso que hemos de ser al cultivar el jardín del corazón.2MI 68.4

    Deben darse los recursos necesarios para el éxito de la escuela. En la actualidad los recursos son muy pocos. No hay ni un baño. Es preciso levantar un pequeño edificio donde los alumnos aprendan a cuidarse mutuamente en caso de enfermedad. Se ha contado con una enfermera en la escuela para atender a los alumnos cuando se enferman, pero no se ha provisto el espacio adecuado. Esto ha hecho que la labor sea desalentadora.2MI 68.5

    En este sentido, hay que capacitar a los alumnos para que sean obreros de éxito para Cristo. Se les debe enseñar a alejarse de las costumbres y prácticas del mundo. Hay que enseñarles a presentar la verdad para este tiempo, a trabajar con sus manos y sus mentes para ganar el pan cotidiano, para que luego vayan a enseñar a su propia gente. Ganar el pan de cada día es de gran importancia. Es preciso enseñarles a valorar la escuela como un lugar donde se les brinda la oportunidad de ser capacitados para servir.2MI 68.6

    A fin de no cometer errores, los maestros deberían procurar siempre la sabiduría que procede de lo alto. Han de prestar especial consideración a su labor, de manera que cada alumno pueda prepararse para servir donde será más útil. Todos deben prepararse para servir fielmente en alguna posición.2MI 69.1

    No debe permitirse ningún tipo de pereza. El que reciba la responsabilidad de dirigir la escuela de Hunstville debe saber cómo gobernarse así mismo, y cómo gobernar a los demás. El maestro de Biblia tiene que saber enseñar a los alumnos a presentar las verdades de la Palabra de Dios en público y cómo realizar la obra de casa en casa. Las actividades comerciales de la finca deben ser administradas juiciosa y cuidadosamente.2MI 69.2

    Cada alumno debe analizarse, y con la ayuda de Dios superar los defectos que deslucen su carácter.— Carta 215, 1904, pp. 36 (a M. A. Davis, 30 de junio de 1904).2MI 69.3

    El hermano ha sido nombrado como administrador y director de la escuela de Hunstville. Durante años él ha laborado en escuelas para gente de color en Missisipi, bajo la dirección de la Southern Missionary Society. Èl es un maestro de experiencia y un capaz administrador. Un competente cuerpo docente colaborará con él para llevar adelante toda rama de instrucción, tanto en los renglones académicos como en los técnicos. La eficiencia de la escuela será mucho mejor este año.— Carta 221, 1904, pp. 1, 2 (a Frank Foote, 6 de julio de 1904).2MI 69.4

    Tengo un mensaje para ustedes: En Estados Unidos todos deben tener una especial consideración por los que dedican las energías del corazón, de la mente y del alma, a la obra en el Sur. La responsabilidad de esa obra no descansa únicamente en los hombres y mujeres que trabajan allí. Nadie debería creer que no tiene responsabilidad alguna con ese campo. No se deben repetir los errores que se cometieron en el pasado. Ni una sola palabra de desánimo se le debería dirigir a cualquiera que esté empeñado en dicha labor. Hay que trabajar ese campo, y para ello se requiere el empleo de toda gracia.2MI 69.5

    Lo que se ha hecho al enviar cajas, sacrificándose ustedes mismos, agrada a Dios. Mediante dichas cajas se alcanzan dos nobles objetivos: contribuyen al avance de la obra y las familias que reciben las cajas van a aprendiendo lo que significa la abnegación [...].2MI 70.1

    La obra en favor de los de raza negra amerita ofrendas generosas, y tanto los padres como los niños pueden hacer mucho mediante la negación propia y el sacrificio para colaborar con dicha obra.2MI 70.2

    Padres, esas cajas de abnegación constituyen un valioso testimonio en sus hogares. Por tanto, mientras hayan necesidades que deben ser satisfechas, niéguense ustedes mismos y depositen dinero en ellas [...].2MI 70.3

    Hay que construir una escuela primaria en Huntsville para la instrucción de niños de raza negra. También hemos de preparar a gente que pueda ministrar a los de su propia raza. Para esta tarea se necesitan maestros competentes y dinero. No supongan que no se van a apreciar las ofrendas pequeñas. También se necesitará grandes donativos. Se requiere sacrificio personal en cada etapa. Preparar a jóvenes de la raza negra para que instruyan a los de su propia raza constituye una gran tarea.— Carta 304, 1904, pp. 13 (a mis hermanos en Norteamérica, 11 de noviembre de 1904).2MI 70.4

    Hace varios años se me reveló que los no creyentes deberían ser invitados a contribuir con nuestra obra en el Sur. Hombres discretos y temerosos de Dios, deben acudir ante los pudientes y presentarles un plan, y le muestren la obra que precisa ser hecha en favor de las personas de raza negra. Deben hablarles de la escuela de Hunstville, del orfanato que deseamos construir y de las escuelas misioneras para las personas de color que se necesitan en todos los estados del Sur. Las necesidades de esta obra deben ser presentadas por gente que sepa cómo llegar a los corazones de los ricos. Muchas de esas personas acaudaladas, si se les apela en la forma correcta, contribuirán con la obra.— Carta 295, 1905, pp. 45 (a J. H. Baldwin, 18 de octubre de 1905).2MI 70.5

    Me sentí muy triste al escuchar que uno de los edificios de la escuela de Hunstville había sido destruido por el fuego. Siento mucho que se perdiera una vida. Ahora nos toca hacer todo lo posible para realizar las mejoras necesarias en la escuela. No tengo una impresión favorable de lo que ustedes dicen respecto a que todos los edificios que serán construidos deben ser pequeños. No debemos permitir que los trabajos en Hunstville languidezcan, o que se haga lo mínimo. Se necesitan edificios, y también necesitamos edificios grandes, pero no tiene que ser de un tamaño extravagante, ya que la obra en otros lugares del Sur también debe tomarse en cuenta.— Carta 348, 1906, p. 3 (a G. I. Butler, 30 de octubre de 1906).2MI 70.6

    Acabo de recibir y de leer su carta, en la que me cuenta de sus visitas a las escuelas de Nashville. Me alegro, porque usted comienza a entender la razón por la que nuestra obra debería estar localizada en Nashville. Hay que mostrar un gran interés en favor de la gente de raza negra [...].2MI 71.1

    No pierda su interés en la obra en favor de la raza negra. No descanse hasta que se establezca un sanatorio entre ellos, tanto en la escuela de Hunstville como en Nashville. En el pasado muchos esfuerzos se realizaron en favor de este pueblo en circunstancias difíciles, y usted no debería olvidar lo que se ha logrado gracias a una denodada labor. No olvide lo que se ha hecho, más bien una sus sentimientos y esfuerzos a los de aquellos que lo precedieron y que abrieron el camino. Que Dios lo ayude y le conceda la sabiduría necesaria para saber cómo tratar a sus compañeros de labores. El compañerismo cristiano es maravilloso. Si su papel en el plan divino se valorara como se debe, los obreros tendrían un mayor aprecio por lo que se ha logrado en el Sur.2MI 71.2

    Cuando visité por primera vez el Sur aprendí muchas cosas respecto a la obra que había sido realizada allí, y cuando me sea posible procuraré que se publique un recuento histórico de dicha labor. Los que no tomaron parte en ella no podrán entender plenamente cuántos sacrificios y privaciones se han hecho.— Carta 154, 1907, pp. 13 (a J. S. Washburn, 17 de abril de 1907).2MI 71.3

    Durante algún tiempo he tenido un gran deseo de estar en Washington, pero no puedo abandonar mi tarea aquí; hay mucho por hacer, hay demasiados asuntos de importancia en juego.2MI 71.4

    Se me han dado algunas instrucciones concretas respecto a la obra que debe ser hecha en Huntsville, y sobre la necesidad de situar la escuela en una posición ventajosa. No sigamos demorando la realización de la obra que por tanto tiempo ha estado sin hacerse en el Sur. Dentro de poco, capacitar a gente de la raza negra para que sean obreros en la causa de Dios, será más difícil de lo que es ahora.2MI 71.5

    El Señor me ha señalado nuestro descuido al no aprovechar las oportunidades para trabajar, al no familiarizarnos con la labor que hacen las instituciones más grandes para educar a la gente de color. Hace mucho que debimos haber realizado un estudio concienzudo de los métodos más eficaces para adiestrar a los de la raza negra, para que sean obreros entre los de su propia raza. Hemos de aprovechar cada oportunidad para trabajar inteligentemente por los maestros y alumnos de esas grandes instituciones educativas. No necesitamos apresurarnos en la capacitación de los obreros, pero sí podemos tratar de ayudarlos por cualquier medio posible, dejándoles saber que apreciamos sus esfuerzos. [...]2MI 71.6

    Hoy precisamos poner en macha una poderosa influencia a fin de realizar firmes esfuerzos en pro de las personas de color. La fricción, los inconvenientes, la dejadez y los obstáculos que han existido entre los obreros de los estados del Sur, no son parte del plan de Dios. Todo ello ha impedido que se lleve a cabo la obra que Dios determinó que se hiciera en dicho territorio. Todo hubiera sido distinto, si los obreros hubiesen estado preparados para trabajar unidos, siguiendo la dirección del Espíritu de Dios. Hemos de dedicarnos a trabajar en beneficio de los maestros y de los alumnos de color de Nashville [...].2MI 72.1

    Dios multiplicará nuestros creyentes y nuestros miembros acaudalados, y a través de sus agentes consagrados él hará todo lo que él quiere que se haga. Lo que se necesita es que sus obreros reciban el bautismo del Espíritu Santo. Cuando se supla esa falta, le serviremos con un entusiasmo mil veces mayor que el que tenemos ahora.— Carta 228, 1907, pp. 13 (a los dirigentes de la Asociación General, 14 de junio de 1907).2MI 72.2

    He estado escribiendo para nuestra revista acerca de las necesidades de la obra en el Sur. Este es un tema relevante para mí. Espero que nuestro pueblo no se detenga a cuestionar todo lo que no encaje con sus ideas, antes de contribuir con la obra que tanto necesita de su ayuda. He intentado presentar ante nuestro pueblo las necesidades de la escuela preparatoria de Huntsville. Esta escuela debería contar con recursos especiales, y nuestro pueblo debería entender que las ofrendas generosas que den para ese proyecto serán bien invertidas.2MI 72.3

    En la escuela de Hunstville debe realizarse una obra cuidadosa al instruir a hombres para que cultiven la tierra y siembren frutos y hortalizas. Nadie debe tener en poca estima esa labor. La agricultura es el ABC de la educación industrial. La construcción de los edificios para la escuela y el sanatorio debería ser parte del aprendizaje de los alumnos. Hay que ayudar a los maestros para que entiendan que sus ideas tienen que ser presentadas con claridad y que sus acciones deben armonizar con la verdad. Unicamente cuando ellos se mantengan una íntima relación con Dios, podrá llevarse a cabo el plan divino en beneficio de ellos y de las almas que contactarán mediante su labor de instructores.2MI 72.4

    Motivemos a todos los adventistas del séptimo día para que se interesen en gran medida en la obra que se está realizando en Huntsville para educar a hombres y mujeres para que sean obreros entre la gente de raza negra. Hay que seguir adelante, sin demora, con los preparativos para establecer un sanatorio que ayude a la gente de Huntsville. Si marchamos adelante con fe en Dios, él cumplirá sus promesas. No tenemos tiempo que perder, ya que la maldad en las ciudades está llegando a una condición pavorosa. Se aproxima la noche cuando nadie puede obrar. No privemos a la gente de color de un sanatorio bien equipado y vinculado a la escuela de Huntsville. No se debe limitar dicha edificación, debería ser lo suficientemente grande como para acomodar holgadamente a los que acudan a la misma [...].2MI 73.1

    El evangelio de Cristo abarca al mundo entero. Cristo redimió a la raza humana pagando un precio infinito. La redención incluyó a cada nacionalidad, a cada raza. Tengamos esto en cuenta cuando pensemos en la gente de color de nuestro propio país, que tanto necesita de nuestra ayuda. Esos hombres y mujeres no deberían recibir la impresión de que están excluidos de las bendiciones del evangelio por causa del color de su piel. Los de raza blanca, debido a las incontables bendiciones que han recibido, tienen delante de Dios la obligación de interesarse por aquellos que no han sido tan favorecidos.2MI 73.2

    En todas partes nuestro pueblo ha contribuido generosamente para establecer un sanatorio para gente blanca en Nashville. Les corresponde ahora ser generosos en sus ofrendas para que se establezca un sanatorio en Huntsville para los de la raza negra. Si nuestras contribuciones para los de color fueran tan abundantes y generosas como lo han sido para los blancos, podríamos recibir la gratitud y el amor de ellos.2MI 73.3

    Mis hermanos, les pido fervorosamente que no permitan que la obra en favor de las personas de color siga siendo descuidada. Lugares de reunión, sencillos y prácticos, tienen que ser construidos para ellos, para que puedan reunirse a estudiar la Palabra de Dios [...].2MI 73.4

    El Sur necesita obreros humildes y temerosos de Dios. Lo cierto es que necesita recursos. ¿Quiénes alentarán a nuestro pueblo en este momento, animándolos a que den para esta obra todo lo que esté a su alcance? Dios se agradará de que no solo nuestro pueblo, sino todo el que quiera, aporte ofrendas generosas. ¿Quiénes enseñarán a nuestros hermanos a valorar sus dádivas según el espíritu de benevolencia que llevó al Padre a dar a su unigénito Hijo para fuéramos recipientes de las bendiciones eternas? Cuando permitimos que el Espíritu de Cristo nos guíe en nuestros donativos, la bendición de Dios acompañará a nuestras ofrendas y se les dará sabiduría a los que tienen la responsabilidad de administrar esos recursos para que sean usados de la mejor manera.2MI 73.5

    Hay que ayudar a los habitantes del Sur, pero no solo unos cuantos lugares, sino a todos los lugares que lo requieran. Hermanos, seamos genuinos misioneros. Abramos nuestros corazones a las necesidades que tienen los de la raza negra, reconozcamos que descansa sobre nosotros la responsabilidad de compartir las bendiciones que Dios nos ha dado. En el día del juicio final el que nos confió sus bienes los demandará con intereses.— Carta 289, 1907, pp. 13, 6 (a G. I. Butler y sus colaboradores en la viña del Señor, 10 de septiembre de 1907).2MI 74.1

    Anoche, durante un sueño, me pareció estar hablando con los obreros de Tacoma Park, Washington, acerca de los edificios que se levantarán allí. El inicio de la construcción de los edificios constituye una oportunidad para buscar la dirección especial del Espíritu Santo. Antes de comenzar las labores, soliciten que el Santo Espíritu de Dios les permita entender con claridad qué hay que hacer y cómo hacerlo de la manera más económica. A nuestro pueblo se le ha pedido que contribuya pródigamente con la obra en Washington. Cada dólar debe usarse para llevar adelante la obra, de tal forma que honre la fe que profesamos.2MI 74.2

    Se me ha revelado que los creyentes de este tiempo deberían despertar y trabajar con firmeza en favor del avance de la obra en los estados del Sur. Debido al descuido en el pasado, la obra en este territorio está prácticamente en un punto muerto, y el día que Dios llame a juicio nuestras obras, no tendremos excusas por este descuido.2MI 74.3

    En este tiempo hay que reunir los recursos de diferentes iglesias y destinarlos a ayudar a la gente de raza negra del Sur. Esto debió haber sido hecho hace muchos años. Hagamos todo lo que podamos para remediar los errores del pasado. Se están recibiendo donativos para la construcción de escuelas y lugares de reunión donde la gente de color pueda reunirse para adorar. Es apropiado solicitar recursos para estos fines, así como construir edificios de buen tamaño y equipados para satisfacer las necesidades del lugar.2MI 74.4

    El libro Palabras de vida del Gran Maestro pudo haber tenido una mayor circulación en el Sur y beneficiar a las escuelas de dicha región. Pero en lugar de haberse impulsado enérgicamente este proyecto, ha habido una disputa respecto a derechos territoriales y no se hizo el trabajo. Es cierto que, en los diferentes renglones de nuestra obra, la organización y los métodos deben ser respetados; pero por la indebida importancia que se ha dado a reclamos territoriales, muchos no han recibido las enseñanzas que contiene esa valiosa obra. Mis hermanos, permitan que esos libros lleguen a todas partes. «La fe sin obras está muerta» [Santiago 2: 26]. ¿Quiénes se alistarán hoy en esta obra con un genuino espíritu misionero? ¿Quiénes se esforzarán para implementar estrategias ingeniosas que contribuyan a que dicho libro sea distribuido en todas las clases sociales?2MI 74.5

    En nuestras grandes reuniones, gente sensata y de experiencia debería ser escogida para presentar a la gente los libros Palabras de vida del gran Maestro y El ministerio de curación, y llamar a los que tomarán parte en la distribución de las obras. Si este plan se hubiera seguido fiel mente en el pasado, podríamos contar hoy con sencillas casas de culto y escuelas en muchas comunidades, y la gente de color estuviera siendo instruida en los principios de la verdad presente. Esas escuelas y lugares de reunión son los instrumentos del Señor para promover la verdad en el Sur y para preparar un pueblo para la venida de Cristo. La gente de color, contando con un guía diestro en la elaboración de planes sensatos, podría contribuir mucho para edificar dichas estructuras.2MI 75.1

    Los terrenos en Huntsville fueron donados por nuestros creyentes para la obra en favor de la gente de raza negra. Una obra mucho más amplia se habría realizado si nuestro pueblo hubiera actuado con fe y con un espíritu de sacrificio. El plan de Dios era que Huntsville tuviera edificios apropiados y un sanatorio para las personas de color. El edificio para el sanatorio ha llegado a ser una urgente necesidad. Algunos de los hermanos se han sentido en libertad de brindar consejos respecto a dicha institución, diciendo que debería ser «un pequeño sanatorio». El consejo que yo me vi en la obligación de dar, afirma que deberíamos tener un sanatorio sencillo, pero amplio, donde los enfermos puedan ser internados y tratados. La gente de color debería contar con los beneficios de una institución como esa, al igual que los de raza blanca. En ese sanatorio las enfermeras de color deben ser instruidas para servir en el campo como misioneras médicas evangelizadoras.2MI 75.2

    El Señor está llamando a obreros consagrados para que trabajen como fieles ministros y maestros en favor de la gente de color. Necesitamos menos empresas comerciales y más edificios de iglesias y más misioneros. Seamos cuidadosos al utilizar nuestros recursos. Hemos de ser cuidadosos en el uso del dinero y no gastarlo en unos cuantos lugares cuando hay tantos sitios donde los misioneros deben entrar y predicar el último mensaje de advertencia.— Carta 322, 1907, pp. 13 (a los dirigentes de la Asociación General, 2 de octubre de 1907).2MI 75.3

    Mis hermanos y hermanas en el Sur, ¿no harán ustedes su parte en la buena obra de ayudar a la escuela de Huntsville? ¿No tendrán ustedes un momento libre para dedicarlo a la venta del libro Pala bras de vida del gran Maestro? Al emprender esa tarea, ustedes estarán sirviendo como misioneros del Señor Jesús. La bendición de Cristo descansará sobre ustedes mientras intentan colaborar con los fieles obreros de la escuela de Huntsville. Al distribuir el libro Palabras de vida del gran Maestro, no solamente ayudarán a la escuela de Huntsvi lle, sino que estarán colocando en las manos de hombres y mujeres una obra que contiene la más preciosa instrucción espiritual.2MI 76.1

    La escuela de Huntsville necesita ayuda. A fin de ayudarla, nues tro pueblo debe tomar parte activa en la distribución de Palabras de vida del gran Maestro. Si ustedes cumplen con fidelidad su parte, la escuela podrá adquirir los equipos que tanto necesita. Cristo les dijo a sus discípulos: «Ustedes son la luz del mundo. [...] Así brille la luz de ustedes delante de los hombres, para que vean sus buenas acciones y glorifiquen a su Padre que está en los cielos» [Mat. 5: 1416].— Manuscrito 103, 1907, 4, 5 (« La venta de Palabras de vida del Gran Maestro », 3 de octubre de 1907).2MI 76.2

    Se me ha dicho que aconseje a los obreros de color: sean bondadosos en el seno de sus familias. No lleven al círculo familiar ninguna actitud o práctica de la esclavitud. Que no se escuchen palabras desentonadas en sus hogares. Traten de vencer los malos hábitos. No sean insensibles ni autoritarios. Jamás traten a sus esposas como si fueran esclavas. Recuerden que ustedes son miembros de la familia del Señor y que deben dar un ejemplo de lo que el Señor espera que sean los miembros de la familia celestial en este mundo. Dediquen sus labios para servir al Señor. Sean semejantes a Cristo en palabra y en acción. Quizás hayan percibido mucho despotismo en aquellos que consideran a los de raza negra como su propiedad, y que los tratan como bien les parece; pero esto no significa que ustedes tienen que ser unos déspotas en sus hogares. Dios es el dueño de todos los seres humanos.2MI 76.3

    Aquellos que suponen tener el derecho de torturar a los que están bajo su autoridad, serán tratados por el Creador de la misma forma en la que ellos trataron a sus subordinados [...]2MI 76.4

    Hace años que la verdad debió haberse proclamado de ciudad en ciudad en aquellos territorios donde viven personas de color. En dichas ciudades, en zonas apropiadas, hemos de establecer sanatorios y escuelas. Dichas instituciones no deben ser dejadas sin los equipos necesarios, como lo ha estado durante muchos años la escuela de Huns tville. Los que vieron la condición de la escuela, tanto blancos como negros, debieron haber ayudado a conseguir los recursos para que esta hubiera llevado a cabo una labor más exitosa. Deberían establecerse industrias en la escuela, para que la ayuden a que sea autosostenible.2MI 77.1

    No podemos dejar a la gente de color desprovistas de esperanza y consuelo. Sus corazones tienen que ser alentados por los que han aprendido a creer que las personas de la raza negra aprecian los esfuerzos que se realizan en su favor, y que están listas para ser colaboradores de Cristo, el gran Maestro.2MI 77.2

    Se requiere paciencia, entusiasmo, buen juicio y perseverancia para llevar adelante esta obra. Hay que ayudar a la gente, un poco aquí y otro poco allí, enseñarle a vivir, no como si no hubiera esperanza para mejorar su condición, sino como si hubiera algo mejor para todos. Un esfuerzo así será ricamente recompensado.2MI 77.3

    Para esta obra muchos hombres y mujeres de color deben ser educados para trabajar como misioneros en favor de su propio pueblo. Estos obreros no deben creer que su campo de labores debe estar entre la gente de raza blanca. Ellos deben ser educados y adiestrados para ser misioneros en el entorno de sus fronteras.2MI 77.4

    Perseverancia. Para muchos de la raza negra, las dificultades que les ha tocado enfrentar parecen infranqueables. Pero hay otros que no se darán por vencidos. Hemos de motivar a todos los que con esmero y en el temor de Dios se proponer adquirir una educación. Hay talentos entre la gente de color, en ocasiones donde menos se espera, que han de ser desarrollados. Hay que facilitarle el camino a los jóvenes de color que poseen la capacidad de llegar a ser obreros útiles en la viña del Señor.2MI 77.5

    Hay gente que por medio de una excelente instrucción pueden ser preparadas para dirigir sanatorios que atiendan a las personas de la raza negra. En todo caso, necesitarán la ayuda de los obreros de raza blanca, pero sus talentos hablarán mucho en favor del éxito de la obra.2MI 77.6

    Deben establecerse escuelas para los niños de color en muchos lugares. Los maestros deben llevar a la escuela una fina y atractiva influencia. En sus hábitos y en su vestimenta han de manifestar siempre pulcritud y buen gusto. Reconocerán que los alumnos ne cesitan ese ejemplo y que están dispuestos a imitar con presteza. Los mayores y los jóvenes han de mostrar elegancia y buen gusto en su forma de vestir; jamás esta práctica debe ser desalentada.— Manuscrito 105, 1908, 1, 35 («Words of Counsel to Our Colored People» [Palabras de consejo para nuestra gente de color], 19 de octubre de 1908).2MI 77.7

    No puedo descansar debido por la gran cantidad de revelaciones que se me han presentado. He visto que nuestro pueblo está en peligro de perder valiosas oportunidades para trabajar fervorosa y sabiamente en favor de la proclamación del mensaje del tercer ángel. Satanás y todos sus agentes trabajan para impedir que el pueblo de Dios concentre todas sus fuerzas en el servicio del Señor. Sin embargo, como pueblo debemos estar activos, firmes y en alerta, aprovechando cada momento para aumentar nuestra utilidad en los asuntos espirituales. Hemos de ser diligentes «no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor” [Rom. 12: 11]. Cada miembro de iglesia puede convertirse en un agente activo, al contar con una genuina santidad y conoci miento de la Palabra de Dios; al obrar con dignidad y confianza, aunque en humilde dependencia; al recordar las palabras de Cristo a sus discípulos: «Os envío como a ovejas en medio de lobos. Sed, pues, prudentes como serpientes y sencillos como palomas” [Mat. 10: 16]. Si hemos de trabajar en el nombre y en el temor de Dios, es indispensable que actuemos siempre con sabiduría. Necesitamos una fe no fingida, ya que la fe es «la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve » [Heb. 11: 1].2MI 78.1

    He visitado la escuela de Huntsville y creo que posee muchas ventajas para llevar a cabo la obra de impartir una educación completa. Los que laboran allí tienen el privilegio de hacer de esa escuela un lugar de preparación bendito, para ser útil en la obra de Dios.2MI 78.2

    Estoy orando para que cada uno de ustedes cumpla con la responsabilidad que el Señor les ha asignado. Él obrará en favor de ustedes de acuerdo con la fe que posean. Hay un imagen que muestra a un buey entre un arado y un altar con una inscripción que dice lo siguiente: «Preparado para cualquier opción». Por tanto, deberíamos estar listos para transitar por el arduo surco, o para desangrarnos en el altar del sacrificio. Esta dedicación, esta devoción a la obra, ha de manifestarse en la vida de cada hijo de Dios. Esa fue la actitud de nuestro Salvador mientras estuvo en la tierra; esa es la actitud que debe asumir cada uno de sus seguidores.2MI 78.3

    La garantía de la salvación que nos ofrece el sacrificio de Cristo es la misma para todos los seres humanos, con independencia de su raza y nacionalidad. Hay individuos de diferentes nacionalida des que no son propensos a llevarse bien con sus semejantes. Ellos quieren ser los que mandan. A menos que el poder de Dios sea reconocido y apreciado, y que los creyentes obren con inteligencia para alcanzar los propósitos de Dios para todos los seres humanos, Dios los dejará de su cuenta y utilizará otros instrumentos para llevar a cabo sus planes. Además, los que rehúsen realizar la tarea que se les ha encomendado, se hallarán finalmente del lado del enemigo, en guerra en contra del orden y de la disciplina.— Carta 244, 1908, pp. 1, 2 (a los reunidos en fecha reciente en el Colegio Oakwood, Huntsville, Alabama, 23 de agosto de 1908).2MI 79.1

    Me alegro por la oportunidad de dirigirme a este grupo de alumnos. Espero que en algún momento este salón se llene, y que otro adicional también se llene. Anticipamos ver aquí la realización de una obra que será motivo de orgullo y reconocimiento. Ciertamente, estamos felices al ver que todos están presentes.2MI 79.2

    Esta mañana, leeré primeramente unas pocas palabras del capítulo cincuenta y ocho de Isaías: «¡Clama a voz en cuello, no te detengas, alza tu voz como una trompeta! ¡Anuncia a mi pueblo su rebelión y a la casa de Jacob su pecado! Ellos me buscan cada día y quieren saber mis caminos, como gente que hubiera hecho justicia y que no hubiera dejado el derecho de su Dios. Me piden justos juicios y quieren acercarse a Dios. Dicen: «¿Por qué ayunamos y no hiciste caso, humillamos nuestras almas y no te diste por entendido?». Aquí la queja no es en contra de ellos mismos, sino en contra de Dios. Escuchen la respuesta: «He aquí que en el día de vuestro ayuno buscáis vuestro propio interés y oprimís a todos vuestros trabajadores. He aquí que para contiendas y debates ayunáis, y para herir con el puño inicuamente; no ayunéis como lo hacéis hoy, para que vuestra voz sea oída en lo alto. ¿Es este el ayuno que yo escogí: que de día aflija el hombre su alma, que incline su cabeza como un junco y haga cama de telas ásperas y de ceniza? ¿Llamaréis a esto ayuno y día agradable a Jehová?” [Isa. 58: 15].2MI 79.3

    El Señor muestra cuál es el ayuno que él prefiere. «¿Es este el ayuno que yo escogí?” Luego dice: «¿No es más bien desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, dejar ir libres a los quebrantados y romper todo yugo? No es que compartas tu pan con el hambriento, que a los pobres errantes albergues en casa, que cuando veas al desnudo lo cubras y que no te escondas de tu hermano?» [vers. 6, 7].2MI 79.4

    Esta es la labor que pretendemos realizar y la tarea que estamos presentando delante del pueblo de Dios, la obra que debería estar haciéndose. «Sí, Señor —podemos decir—, tu pueblo que guarda los mandamientos está tratando de realizar esta obra tan rápido como sea posible».2MI 80.1

    Nos estamos esforzando por llevar a la gente de color a un punto donde pueda ser autosuficiente. Llegará el día cuando ustedes escaparán de los muchos males que afectarán al mundo, porque habrán adquirido un conocimiento correcto de cómo sembrar y construir, y cómo dirigir diversas empresas. Por eso deseamos que estos terrenos sean ocupados y cultivados, deseamos que se construyan edificios. Los alumnos deben aprender a plantar, a construir y a sembrar; si lo hacen, tendrán por delante una tarea en la que participarán gusto samente. Se presentarán oportunidades para que se conviertan en una bendición para los que los rodean.2MI 80.2

    «¿No es que compartas tu pan con el hambriento, que a los pobres errantes albergues en casa, que cuando veas al desnudo lo cubras y que no te escondas de tu hermano?». Cada alumno y obrero de esta escuela tienen el privilegio de conocer lo que significa ser impulsado por el poder del Espíritu de Dios.2MI 80.3

    «Entonces nacerá tu luz como el alba y tu sanidad se dejará ver en seguida” [vers. 8]. ¿Por qué esta promesa relacionada con la salud? La salud se menciona porque ustedes han de aprender a usar tanto sus músculos como sus facultades mentales. Es muy importante que utilicemos tanto nuestra fuerza física como mental. El Señor continúa diciendo: «Tu justicia irá delante de ti y la gloria de Jehová será tu retaguardia”. ¿De qué manera irá nuestra justicia delante de nosotros? Se mostrará en palabras justas, en acciones justas, en labores útiles. Esta obra se encomienda tanto a los de la raza negra como a los de raza blanca. Tienen que trabajar fielmente, según sus capacidades, para solucionar los problemas que Dios les presente. Cuando hacemos la obra que Dios nos ha encomendado, recibiremos las bendiciones que él ha prometido.2MI 80.4

    Si obramos con justicia, si exaltamos la verdad, el Señor mismo será quien nos guarde y preserve, capacitándonos para hacer su voluntad. Dios cuida a los menospreciados. Contamos con esta finca escolar donde ustedes pueden recibir, aquí en el Sur, la preparación para trabajar, porque Dios toma en cuenta las necesidades de los que son despreciados y rechazados. Dios desea que los que sean instrui dos aquí, salgan a trabajar: para que ayuden al oprimido, para que fortalezcan las manos débiles, para que mediante la obra de ustedes, hombres y mujeres aprendan a honrar y glorificar a Dios. Ese es el mensaje que Isaías 58 tiene para ustedes.2MI 80.5

    Me alegro por la oportunidad de dirigirles estas breves palabras. Que todo lo que hagan sea hecho por fe. Confíen que el Señor ciertamente cumplirá sus promesas. Él desea que nos consolemos con su Palabra; él desea que seamos consolados por sus promesas; él anhela ver que su justicia nos precede y que la gloria de Dios marcha a nuestras espaldas. Ver grandes posibilidades de que esta sea la experiencia de los alumnos de esta escuela. Ustedes cuentan con una gran ventaja en este lugar. Están aislados del mundo, lejos del bullicio, de las diversiones y de la confusión. Ustedes no necesitan nada de eso. Ustedes necesitan estar en un lugar donde se sientan libres para servir al Señor de acuerdo con sus conciencias. Él no los rechaza por causa del color de su piel. El Señor desea que los de la raza blanca ayuden a la gente de color. Si los blanco animan y les abren puertas a los negros, la bendición del Señor ciertamente descenderá sobre ellos, así como lo hace sobre los que intentan ser de ayuda. Así se llevará adelante el plan de Dios.2MI 81.1

    En este lugar cada alumno tiene el privilegio de saber que el Altísimo se preocupa por ustedes. Él velará por ustedes para bien, y no para mal. Si perseveran en conocer al Señor, sabrán que su salida es tan cierta como el alba. Crecerán continuamente en luz y en conocimientos. Deseo ver la bondad y misericordia reveladas en este lugar. Oraremos por ustedes. Quiero encontrarme con cada uno de ustedes en el reino de Dios. Vamos a pelear las batallas del Señor en forma valerosa y justa, para que podamos ver en la ciudad de Dios los rostros que contemplamos hoy aquí. Eduquemos e instruyamos a los miembros más jóvenes de la familia del Señor. Ellos deben permanecer firmes del lado del pueblo de Dios.2MI 81.2

    No necesito agregar más nada esta mañana. Estoy muy agradecida porque pude visitar su escuela. Durante años he hecho todo lo posible para ayudar a la gente de color, pero en ningún lugar he encontrado una obra tan bien hecha, como la que observo hoy aquí. En todas sus actuaciones, recuerden que los ángeles de Dios los acompañan. Ellos saben lo que ustedes hacen y están presentes para cuidar de ustedes. No hagan nada para agraviarlos. Creo que ustedes intentarán colaborar con aquellos que quieren ayudarlos. En la medida en que ustedes y ellos trabajen, esta escuela se convertirá en un lugar sagrado. Desearía escuchar que ustedes han sido exitosos. Todo el cielo está interesado en los pasos que ustedes están dando. Hagamos lo mejor para ayudarnos mutuamente a obtener la victoria. Vivamos de tal manera que la luz del cielo pueda brillar en nuestros corazones y mentes, permitiéndonos aferrarnos de los tesoros del cielo. Que Dios los ayude, es mi oración.— Manuscrito 27, 1909, 15 («Words of Encouragement” [Palabras de ánimo]. Charla presentada en el Colegio Oakwood, Huntsville, Alabama, el 29 de abril de 1909).2MI 81.3

    Patrimonio White,

    20 de octubre de 1959