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A Fin de Conocerle - Contents
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    Imitad a Cristo, 30 de mayo

    Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, considerad al apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús; el cual es fiel al que le constituyó. Hebreos 3:1, 2.AFC64 158.1

    Al dar un ejemplo a los hombres de lo que deberían ser y hacer, Jesús, el Redentor del mundo, no tuvo una senda suave que recorrer. ... Jesús había sido el comandante del cielo; sin embargo, en la tierra fue como Aquel que sirve. Soportó privaciones sin quejarse y vivió la vida de un desvalido. No disfrutó de los lujos con que se rodean tantos de los que pretenden ser sus seguidores; no tuvo absolutamente en cuenta su placer, comodidad o conveniencia. Fue un varón de dolores, experimentado en quebrantos. Toda su vida fue de abnegación expresada en su oración: “No sea como yo quiero, sino como tú”.AFC64 158.2

    Cristo es nuestro modelo, y los que siguen a Cristo no andarán en tinieblas, pues no procurarán su propio placer. Glorificar a Dios será el continuo propósito de su vida. Cristo representó el carácter de Dios ante el mundo. El Señor Jesús condujo su vida de tal forma que los hombres estuvieron obligados a reconocer que había hecho bien todas las cosas. El Redentor del mundo fue la luz del mundo, pues su carácter fue sin falta. Aunque era el Unigénito Hijo de Dios, y el heredero de todas las cosas del cielo y de la tierra, no dejó un ejemplo de indolencia y complacencia propia.AFC64 158.3

    Cristo nunca aduló a nadie. Nunca engañó ni defraudó, nunca cambió su rectilínea justicia para obtener el favor o el aplauso. Siempre expresó la verdad. La ley de la bondad estuvo en sus labios y no hubo engaño en su boca. Compare el ser humano su vida con la vida de Cristo, y por medio de la gracia que imparte Jesús a los que lo convierten en su Salvador personal, alcance la norma de justicia. Imite el ejemplo de Aquel que vivió la ley de Jehová, que dijo: “He guardado los mandamientos de mi Padre”. Juan 15:10. Los que sigan a Cristo continuamente mirarán la perfecta ley de libertad.—The Youth’s Instructor, 18 de octubre de 1894.AFC64 158.4

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