Loading...
Larger font
Smaller font
Copy
Print
Contents
El Ministerio de la Bondad - Contents
  • Results
  • Related
  • Featured
No results found for: "".
  • Weighted Relevancy
  • Content Sequence
  • Relevancy
  • Earliest First
  • Latest First
    Larger font
    Smaller font
    Copy
    Print
    Contents

    Capítulo 41—Bendiciones que retornan

    La ley de la acción y la reacción—La sabiduría divina ha recalcado, en el plan de salvación, la ley de la acción y la reacción, la cual hace doblemente bendita la obra de beneficencia en todas sus manifestaciones. El que da a los menesterosos beneficia a los demás, y se beneficia a sí mismo en un grado aún mayor. Dios podría haber alcanzado su objeto en la salvación de los pecadores sin la ayuda del hombre. Pero él sabía que éste no podría ser feliz sin desempeñar en la gran obra una parte en la cual cultivara la abnegación y benevolencia.MB 317.1

    Para que el hombre no perdiese los bienaventurados resultados de la benevolencia, nuestro Redentor ideó el plan de alistarlo como colaborador suyo.—Joyas de los Testimonios 1:360, 361.MB 317.2

    Sólo cuando nos entregamos a Dios para que nos emplee en el servicio de la humanidad, nos hacemos partícipes de su gloria y carácter.MB 317.3

    Nadie puede dejar que por su vida y su corazón fluya hacia los demás el río de bendiciones celestiales sin recibir para sí mismo una rica recompensa.—El Discurso Maestro de Jesucristo, 69.MB 317.4

    Desarrollamos nuestro carácter ayudando a otros—Haciendo las obras de Cristo, ministrando como él lo hizo a los dolientes y afligidos, hemos de desarrollar un carácter cristiano. Por nuestro bien Dios nos ha llamado para practicar la abnegación por amor a Cristo, para llevar la cruz, para trabajar y sacrificarnos tratando de salvar a los que están perdidos. Este es el método del Señor para refinar y purificar la materia vil, para que los preciosos rasgos de carácter que tuvo Cristo Jesús, puedan manifestarse en los creyentes. ... Por la gracia de Cristo, nuestros esfuerzos para bendecir a otros no sólo son los medios para nuestro crecimiento en gracia, sino que acrecentarán nuestra futura felicidad eterna. A aquellos que hayan sido colaboradores con Cristo les será dicho: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré: entra en el gozo de tu Señor”.—The Review and Herald, 27 de junio de 1893.MB 317.5

    El espíritu de labor abnegada en favor de otros da al carácter profundidad, estabilidad y amabilidad como las de Cristo, infunde paz y felicidad a su poseedor.—Joyas de los Testimonios 2:250.MB 318.1

    El origen de la verdadera felicidad—Al obrar por los demás, se experimentará una dulce satisfacción, una paz íntima que será suficiente recompensa. Cuando estén movidos por un elevado y noble deseo de hacer bien a otros, hallarán verdadera felicidad en el cumplimiento de los múltiples deberes de la vida.—Joyas de los Testimonios 1:204.MB 318.2

    Sólo se halla la verdadera dicha siendo bueno y haciendo el bien.—The Youth’s Instructor, 5 de diciembre de 1901.MB 318.3

    Nuestra felicidad nos la proporcionará nuestro trabajo desinteresado, impulsado por el amor divino, porque en el plan de salvación, Dios ha señalado la ley de la acción y de la reacción.—The Signs of the Times, 25 de noviembre de 1886.MB 318.4

    El ministerio de la caridad promueve la salud—Aquellos que den demostraciones prácticas de su benevolencia por medio de sus actos de simpatía y compasión en favor de los pobres, los dolientes y los desventurados, no solamente aliviarán a los que sufren, sino que contribuirán en gran forma a su propia felicidad y estarán en camino de asegurar la salud del alma y del cuerpo. Isaías ha ... descripto ampliamente la obra que Dios aceptará y bendecirá a su pueblo al realizarla.—Testimonies for the Church 4:60.MB 318.5

    Reclamo vuestra atención sobre los seguros resultados al escuchar la admonición del Señor para cuidar de los afligidos: “Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salud se dejará ver presto”. ¿No es esto lo que todos anhelamos? ¡Oh!, hay salud y paz en hacer la voluntad de nuestro Padre celestial. “E irá tu justicia delante de ti, y la gloria de Jehová será tu retaguardia. Entonces invocarás, y oírte ha Jehová; clamarás y dirá él: Heme aquí. Si quitares de en medio de ti el yugo, el extender el dedo, y hablar vanidad; y si derramares tu alma al hambriento y saciares el alma afligida, en las tinieblas nacerá tu luz y tu oscuridad será como el medio día; y Jehová te pastoreará siempre y en las sequías hartará tu alma y engordará tus huesos, y serás como huerta de riego y como manadero de aguas, cuyas aguas nunca faltan”.—The Medical Missionary, junio de 1891.MB 318.6

    Cómo el ministerio de la caridad beneficia la salud—El placer de servir a los demás imparte calor a los sentimientos de uno mismo, el cual fulgura por los nervios, aviva la circulación de la sangre y promueve la salud mental y física.—Testimonies for the Church 4:56.MB 319.1

    La afinidad que existe entre la mente y el cuerpo es muy grande. Cuando uno de ellos es afectado, el otro responde. La condición mental tiene mucho que ver con la salud física. Si la mente está libre y contenta por la seguridad de hacer el bien y por una sensación de satisfacción por procurar dicha a otros, ello creará una alegría tal que redundará sobre todo nuestro sistema dando como resultado una más libre circulación de la sangre y robustecimiento de todo el cuerpo La bendición de Dios es sanadora y aquellos que son generosos en ayudar a otros comprobarán estas maravillosas bendiciones en sus corazones y vidas.—Ibid. 60.MB 319.2

    Un remedio para la enfermedad—Algunos se escudan en su mala salud, diciendo que querrían obrar si tuvieran fuerza. Los tales se encierran en sí mismos y piensan demasiado en sus malas condiciones y hablan demasiado de sus sufrimientos, pruebas y aflicciones, de manera que eso llega a ser su verdad presente. Ellos no pueden pensar en otra cosa fuera de sí mismos, sin embargo muchos otros puede ser que estén necesitados de compasión y ayuda. Los que sufrís de mala salud, aquí está el remedio para vosotros. Si vistes al desnudo y al pobre que está fuera lo traes a tu casa y partes tu pan con el hambriento, “entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salud se dejará ver presto”. El hacer el bien es un excelente remedio para la enfermedad. Los que se ocupan de la obra están invitados a clamar a Dios y él se ha comprometido a contestarles. Sus almas quedarán satisfechas en la sequía y serán como huerta de riego y como manaderos cuyas aguas no faltan.—Ibid. 2:29.MB 319.3

    Tal es la receta que Cristo prescribió para el alma que desmaya, duda y tiembla. Levántense los pesarosos, los que andan tristes delante del Señor, y socorran a alguien que necesite auxilio.—Joyas de los Testimonios 2:504.MB 320.1

    La compasión produce mucho bien—Cuando la compasión humana está combinada con el amor y la benevolencia y santificada por el Espíritu de Jesús, es un elemento que puede producir un gran beneficio. Los que cultivan la benevolencia no sólo están haciendo un buen trabajo para otros y bendiciendo a aquellos que reciben la buena acción, sino que ellos están beneficiándose a sí mismos al abrir sus corazones a la benéfica influencia de la verdadera benevolencia. Cada rayo de luz proyectado sobre otros se reflejará sobre nuestros propios corazones. Cada palabra amable y de compasión dicha a los tristes, cada acto que alivie al oprimido y cada dádiva que alivie las necesidades de nuestros prójimos, dada o donada teniendo en vista la gloria de Dios, redundará en bendiciones para el dador. Los que hacen esa obra están obedeciendo una ley del cielo y recibirán la aprobación de Dios. ...MB 320.2

    Jesús conoce la influencia de la benevolencia sobre el corazón y la vida del benefactor y él trató de impresionar en la mente de sus discípulos los beneficios que provienen del ejercicio de esta virtud. El dijo: “Más bienaventurada cosa es dar que recibir”. Ilustró el espíritu de una benevolencia gozosa, la que debería ejercitarse con los amigos, vecinos y extraños, con la parábola del hombre que viajaba desde Jerusalén a Jericó.—Ibid. 4:56, 57.MB 321.1

    Al salvar a sus vecinos, se salvó a sí mismo—Una iglesia que trabaja es una iglesia que crece. Los miembros hallan estímulo y tónico en ayudar a los demás. He leído que en cierta ocasión un hombre, mientras viajaba en un día de invierno por lugares en donde la nieve se había amontonado en grandes cantidades, quedó entumecido por el frío, que le estaba quitando imperceptiblemente toda fuerza vital. Estaba casi congelado, y a punto de renunciar a la lucha por la existencia, cuando oyó los gemidos de un compañero de viaje, que también perecía de frío. Su simpatía se despertó y resolvió salvarlo. Restregó los helados miembros del desdichado, y después de muchos esfuerzos logró ponerlo de pie. Como el recién hallado no podía estarse de pie, lo llevó en brazos, con simpatía, a través de amontonamientos de nieve que él nunca hubiese pensado poder pasar solo.MB 321.2

    Cuando hubo llevado a su compañero de viaje a un lugar de refugio, comprendió repentinamente que al salvar a su prójimo, se había salvado a sí mismo. Sus ardorosos esfuerzos para ayudar a otro, habían vivificado la sangre que se estaba helando en sus propias venas, y habían hecho llegar un sano calor a sus extremidades.MB 321.3

    La lección de que al ayudar a otros nosotros mismos recibimos ayuda, debe ser presentada de continuo con instancia a los creyentes nuevos, por precepto y ejemplo a fin de que en su experiencia cristiana obtengan los mejores resultados. Salgan a trabajar para otros los abatidos, los que están propensos a creer que el camino a la vida eterna es penoso y difícil. Los tales esfuerzos, unidos a la oración por la luz divina, harán palpitar sus corazones con la vivificadora influencia de la gracia de Dios, y sus propios afectos reflejarán más fervor divino. Toda su vida cristiana será más real, ferviente y llena de oración.—Obreros Evangélicos, 208, 209.MB 322.1

    La iglesia es bendecida—Hagan los miembros de la iglesia fielmente su parte durante la semana, y relaten sus experiencias el sábado. La reunión será entonces como alimento a su debido tiempo, que reportará a todos los presentes nueva vida y renovado vigor. Cuando el pueblo de Dios vea la gran necesidad que tiene de trabajar como Cristo trabajaba por la conversión de los pecadores, los testimonios que dé en los cultos del sábado estarán llenos de poder. Con gozo darán testimonio de cuán preciosa es la experiencia que adquirieron trabajando para otros.—Ibid. 210.MB 322.2

    Nuestras propias gracias ejercitadas—Si no hubiese habido en el mundo obstáculos para nuestra tarea, no hubiera sido necesario desplegar tolerancia, indulgencia, amabilidad, mansedumbre y paciencia. Cuanto más se ejerciten estas gracias, más se incrementarán y fortalecerán. Mientras más compartamos nuestro pan temporal con el hambriento, mientras más a menudo vistamos al desnudo, visitemos al enfermo y aliviemos al huérfano y a la viuda en sus aflicciones, más decididamente comprobaremos las bendiciones de Dios.—Manuscrito 64, 1894.MB 322.3

    Por qué son retenidas las bendiciones—Las bendiciones de Dios no pueden llegar sobre aquellos que son perezosos en su viña. Los profesos cristianos que no hacen nada, neutralizan los esfuerzos de los verdaderos obreros con su influencia y ejemplo. Ellos hacen que las grandes e importantes verdades que profesan creer, aparezcan inconsistentes y hacen que no tengan efecto. Ellos desfiguran el carácter de Cristo. ¿Cómo puede Dios permitir que los torrentes de su gracia lleguen a las iglesias que en su mayoría están compuestas por esta clase de miembros? No hay forma de usarlos en la obra de Dios. ¿Cómo puede el Maestro decir a los tales: “Bien, buen siervo y fiel ... entra en el gozo de tu Señor”, cuando no son nada buenos ni leales? Dios no puede decir una mentira. El poder de la gracia de Dios no puede ser dado en gran medida a las iglesias. Deshonraría su propio carácter glorioso al permitir que las corrientes de la gracia se derramaran sobre un pueblo que no lleva el yugo de Cristo, que no soporta sus cargas, que no se niega a sí mismo, que no sostiene la cruz de Cristo. A causa de su pereza son un estorbo para los que deberían ir adelante con la obra si ellos no bloquearan el camino.—The Review and Herald, 21 de julio de 1896.MB 323.1

    Llegad a ser un manantial vivo de buenas obras—Si Dios y Cristo y los ángeles se regocijan cuando tan sólo un pecador se arrepiente y se vuelve obediente a Cristo, ¿no debería el hombre estar imbuido por este mismo espíritu y trabajar ahora y para la eternidad con perseverantes esfuerzos para salvar, no solamente su propia alma, sino las almas de otros? Si trabajáis en ese sentido con el corazón pleno de interés como seguidores de Cristo, realizando cada tarea, aprovechando cada oportunidad, vuestra propia alma será gradualmente establecida dentro del molde de un perfecto cristiano. El corazón no puede quedar marchito e insensible. La vida espiritual no será empequeñecida. El corazón brillará con la impresión de la imagen divina, porque estará en íntima armonía con Dios. Toda la vida abundará con una alegre disposición canalizada en amor y compasión hacia la humanidad. El yo será olvidado y las sendas serán establecidas en Dios. Al saciar a otros sus propias almas serán saciadas. Las corrientes que fluyan a través de sus almas serán de un manantial vivo y llegarán hasta otros en buenas obras, con esfuerzos desinteresados y diligentes por su salvación. Para ser un árbol fructífero, el alma debe depender para su sostén y nutrición de la Fuente de Vida y debe estar en armonía con el Creador.—Ibid. 2 de enero de 1879.MB 323.2

    La razón para la aridez—Ninguna de nuestras iglesias necesita ser árida y estéril. Pero algunos de nuestros hermanos y hermanas están en peligro de morir de hambre espiritual aun cuando estén constantemente oyendo la verdad presentada por nuestros pastores, porque ellos descuidan impartir lo que reciben. Dios requiere que cada uno de sus mayordomos use sus talentos que se le han confiado. El nos otorga ricos dones para que podamos otorgarlos generosamente a otros. Mantiene el corazón lleno con la luz de su presencia para que podamos revelar a Cristo a nuestros semejantes. ¿Cómo pueden esperar que Dios continúe supliendo sus necesidades aquellos que mantienen sus manos retraídas en el ocio, satisfechos de no hacer nada? Los miembros de todas nuestras iglesias deberían trabajar como quien tiene mucha cuenta que rendir.—Ibid. 11 de noviembre de 1902.MB 324.1

    Nuestro destino está en juego—Es la obra que hacemos o que no realizamos la que decidirá con tremendo poder nuestras vidas y destino. Dios requiere de nosotros que aprovechemos cada oportunidad que se nos ofrece de ser útiles. El descuidar esto es peligroso para nuestro crecimiento espiritual.—Testimonies for the Church 3:540.MB 325.1

    El que vive para complacerse a sí mismo no es cristiano—“¿No es que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes metas en casa; que cuando vieres al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu carne?” ¡Cuánto de esto no ha sido hecho! ¡Cuántos han cerrado sus ojos y clausurado la puerta de su corazón para que una enternecedora influencia no los moviera a realizar obras de bondad y caridad! La obra de Cristo nunca cesa. Su tierno amor y bondad son inextinguibles; su misericordia se extiende sobre todos los hijos de los hombres. El Señor Jesús quiere que seamos bendecidos al ayudar a sus necesitados y dolientes. El ha hecho de los hombres sus asociados. “Somos colaboradores juntamente con Dios”. ¿Acaso Cristo no ha enseñado claramente, con el precepto y el ejemplo, lo que debemos hacer? Debemos trabajar imbuidos de su Espíritu, cuando miramos a la cruz, listos si él nos necesita a dejar todo por su amor. El que vive para complacerse a sí mismo no es cristiano. No ha nacido de nuevo en Cristo Jesús.MB 325.2

    El cristiano siente que no hay nada en el universo que tenga derecho sobre él como Jesús lo tiene. El es una posesión adquirida, comprada al costoso precio de la sangre del Cordero. Debe consagrarse sin reservas a Cristo: sus pensamientos, sus palabras y todas sus obras deben estar sujetas a la voluntad de Cristo.—The Medical Missionary, junio de 1891.MB 325.3

    Contentamiento aquí y eterna recompensa después—A fin de ser felices, debemos luchar por alcanzar aquel carácter que Cristo manifestó. Una notable peculiaridad de Cristo era su abnegación y benevolencia. El no vino a buscar lo suyo. Anduvo haciendo bien, y esto era su comida y bebida. Siguiendo el ejemplo del Salvador, podemos estar en santa comunión con él; y tratando diariamente de imitar su carácter y seguir su ejemplo, seremos una bendición para el mundo, y obtendremos para nosotros contentamiento aquí y recompensa eterna en la otra vida.—Testimonios Selectos 3:269.MB 325.4

    Larger font
    Smaller font
    Copy
    Print
    Contents