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El Ministerio de la Bondad - Contents
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    Capítulo 18—Requisitos para la obra de las mujeres

    La clase de mujeres llamadas para la obra—Dios pide obreras fervientes, que sean prudentes, cordiales, tiernas y fieles a los buenos principios. Llama a mujeres perseverantes, que aparten su atención del yo y la conveniencia personal, y la concentren en Cristo, hablando palabras de verdad, orando con las personas a las cuales tienen acceso, trabajando por la conversión de las almas. ... ¿Se levantarán nuestras hermanas para hacer frente a la emergencia? ¿Trabajarán para el Maestro?—Joyas de los Testimonios 2:405.MB 156.1

    Aprendiendo en la escuela de Cristo—El Señor tiene una obra para las mujeres tanto como para los hombres. Pueden realizar una buena obra para Dios si primero aprenden en la escuela de Cristo la preciosa e importantísima lección de la humildad. No sólo deben llevar el nombre de Cristo sino poseer su Espíritu. Deben andar como él anduvo, purificando sus almas de todo lo que contamine. Podrán beneficiar a otros presentando la suficiencia completa de Jesús.—Manuscrito 119, 1907.MB 156.2

    Con firme principio y decidido carácter—Se necesitan mujeres de principios firmes y carácter decidido, mujeres que crean que realmente estamos viviendo en los últimos días y que tenemos el postrer solemne mensaje de amonestación para ser dado al mundo. Ellas debieran sentir que están ocupadas en una obra importante de difundir los rayos de luz que el cielo ha vertido sobre ellas. Cuando el amor de Dios y de su verdad es un principio permanente, no permitirán que nada las aparte de su deber ni las desanime en su obra. Temerán a Dios y no serán distraídas de sus labores en su causa por la tentación de puestos lucrativos y perspectivas atrayentes. A toda costa, preservarán su integridad para sí mismas. Estas son las que representarán correctamente la religión de Cristo, cuyas palabras serán pronunciadas adecuadamente, como manzanas de oro con figuras de plata. Tales personas, en muchas maneras, pueden hacer una obra preciosa para Dios. El las llama para que vayan al campo de la cosecha y ayuden a reunir las gavillas.—The Signs of the Times, 16 de septiembre de 1886.MB 156.3

    Tacto, percepción, habilidad—Se necesitan mujeres cristianas. Hay un amplio campo en el cual ellas pueden realizar un buen servicio para el Maestro. Hay mujeres nobles que han tenido el valor moral de decidirse en favor de la verdad por el peso de la evidencia. Tienen tacto, percepción y buena habilidad y podrían ser obreras cristianas de éxito (Ibid.).MB 157.1

    Los atributos de Marta y María combinados—Todas las que trabajan para Dios deben reunir los atributos de Marta y los de María: una disposición a servir y un sincero amor a la verdad. El yo y el egoísmo deben ser eliminados de la vida.—Joyas de los Testimonios 2:405.MB 157.2

    Se necesitan mujeres amables—Se necesitan mujeres que no se crean importantes, sino que sean de modales amables y humildes de corazón, que trabajen con la humildad de Cristo siempre que puedan encontrar algo que hacer para la salvación de las almas. Todos los que han sido hechos participantes de los beneficios celestiales, debieran procurar ferviente y ansiosamente que otros que no tienen los privilegios de que ellos han disfrutado, tengan las evidencias de la verdad presentadas ante ellos. Y no desearán meramente que otros disfruten de este beneficio, sino que verán que lo reciban, y harán su parte para la realización de este propósito.MB 157.3

    Los que lleguen a ser colaboradores con Dios, aumentarán en poder moral y espiritual, al paso que los que dedican su tiempo y energías para servirse a sí mismos se empequeñecerán, marchitarán y morirán.—The Signs of the Times, 16 de septiembre de 1886.MB 158.1

    El perfeccionamiento de los talentos—Nuestras hermanas ... no carecen de capacidad, y si diesen el uso debido a los talentos que ya poseen, su eficiencia aumentaría grandemente.—Joyas de los Testimonios 1:593.MB 158.2

    Valiente y llena de confianza propia—Las inútiles quejas del ama de casa hacen desgraciado más de un hogar, cuando el ama de casa se aparta con disgusto de las sencillas tareas domésticas de una vida hogareña sin pretensiones. Ella considera los cuidados y deberes de su suerte como penalidades, y lo que, por medio de la alegría, podría haber sido no sólo agradable e interesante sino útil, se torna en un mero trabajo penoso. Considera la esclavitud de su vida con repugnancia y se imagina que es una mártir.MB 158.3

    Es cierto que las ruedas de la maquinaria doméstica no siempre se mueven suavemente; hay mucho que pone a prueba la paciencia y demanda la fuerza. Pero al paso que las madres no son responsables de las circunstancias sobre las cuales no tienen dominio, es inútil negar que las circunstancias representan una gran diferencia en lo que atañe a las madres en su obra de la vida. Pero su condenación se presenta cuando se permite que las circunstancias dominen y subviertan sus fundamentos, cuando ellas se cansan y son desleales a su elevada vocación, y descuidan sus deberes conocidos.MB 158.4

    La esposa y madre que vence noblemente las dificultades bajo las cuales otras se hunden por falta de paciencia y fortaleza para perseverar, no sólo se hace fuerte ella misma al realizar sus deberes, sino que su experiencia al vencer las tentaciones y obstáculos, la califica para ser una eficiente ayuda para otras, tanto por palabra como por ejemplo. Muchas que se portan bien en circunstancias favorables, parecieran sufrir una transformación de su carácter en la adversidad y la prueba; se deterioran en razón directa de sus dificultades. Dios nunca tuvo el propósito de que seamos juguete de las circunstancias.—The Health Reformer, agosto de 1877.MB 158.5

    Los elementos del carácter cristiano—Madres, estáis desarrollando el carácter. Vuestro compasivo Redentor os observa con amor y simpatía, listo para oír vuestras oraciones y prestaros la ayuda que necesitáis en vuestra obra de la vida. El amor, el gozo, la paz, la tolerancia, la amabilidad, la fe y la caridad son los elementos del carácter cristiano. Estas gracias preciosas son los frutos del Espíritu. Son la corona y el escudo del cristiano. El sueño más elevado y la aspiración más exaltada no pueden apuntar a nada más alto. Nada puede deparar un contento y satisfacción más perfectos. Estas adquisiciones celestiales no dependen de las circunstancias, ni de la voluntad o el imperfecto juicio del hombre. El precioso Salvador que comprende nuestras luchas de corazón y las debilidades en nuestra naturaleza, se compadece de nosotros y perdona nuestros errores y nos confiere las gracias que deseamos fervientemente (Ibid.).MB 159.1

    Una verdadera dama—¿Cometéis errores? No permitáis que esto os desanime. Quizá el Señor permite que cometáis pequeños errores a fin de salvaros de cometer errores mayores. Id a Jesús y pedidle que os perdone y entonces creed que lo ha hecho. “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para que nos perdone nuestros pecados, y nos limpie de toda maldad”.MB 159.2

    Cuando se os digan palabras despiadadas y desanimadoras, no las devolváis. No contestéis a menos que podáis devolver una respuesta agradable. Decíos a vosotras mismas: “No chasquearé a mi Salvador”. La mujer cristiana es una dama. En sus labios está siempre la ley de la bondad. No pronuncia palabras apresuradas. El pronunciar palabras amables cuando estáis irritadas traerá la luz del sol a vuestro corazón y hará más suave vuestra senda. Cuando se le pidió a una escolar que diera una definición de la humildad, dijo: “Humildes son aquellos que dan respuestas suaves a las preguntas ásperas”. Cristo dice: “Bienaventurados los mansos: porque ellos recibirán la tierra por heredad”. Serán los súbditos adecuados del reino de los cielos, porque están dispuestos a ser enseñados.—The Review and Herald, 7 de abril de 1904.MB 159.3

    Llena de gracia y dignidad—No tratéis la vida como si fuera un romance sino como una realidad. Realizad vuestros deberes más pequeños en el temor y amor de Dios, con fidelidad y alegría. Dios declara: “El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel”.MB 160.1

    Estudiad la vida que Cristo vivió mientras estuvo en esta tierra. No descuidó los deberes más pequeños y simples. La perfección señalaba todo lo que él hacía. Miradlo para pedirle ayuda y seréis capacitadas para realizar vuestros deberes diarios con la gracia y dignidad de quien está en procura de la corona de vida inmortal (Ibid.). (Consejos dirigidos a “Mis hermanas Tentadas por el Desánimo”.)MB 160.2

    Fieles en lo poco—Mis hermanos y hermanas, no paséis por alto las cosas pequeñas buscando una obra mayor. Podéis realizar con éxito la obra pequeña pero fracasaréis completamente al intentar una obra mayor y caeréis en el desánimo. Manteneos firmemente donde veáis una obra que hay que realizar. Realizando con vuestra capacidad lo que vuestras manos hallan para hacer, desarrollaréis los talentos y la aptitud para una obra mayor. Al descuidar las oportunidades diarias y las cosas pequeñas, muchos llegan a ser sin fruto y se marchitan.—Ibid. 26 de agosto de 1902.MB 160.3

    Atentos a las cosas pequeñas—Nos espaciamos mucho en la grandeza de la vida de Cristo. Hablamos de las grandes cosas que realizó, de los milagros que ejecutó, de cómo habló palabras de paz a las tempestuosas aguas, restauró la vista de los ciegos y el oído de los sordos y levantó los muertos a la vida. Pero su atención a las cosas pequeñas es aún una prueba mayor de su grandeza. Escuchadle hablando a Marta cuando viene a él con el pedido de que ordene a su hermana que le ayude a servir. Le dice que no permita que los cuidados del hogar perturben la paz de su alma. “Marta, Marta—dice él—cuidadosa estás, y con las muchas cosas estás turbada: Empero una cosa es necesaria: y María escogió la buena parte, la cual no le será quitada”.—Ibid. 7 de abril de 1904.MB 161.1

    Frugal. Recoged cada fragmento—“Recoged los pedazos ... porque no se pierda nada”. El que tenía todos los recursos a su disposición nos da una lección de que no debiera malgastarse ni un fragmento. El que tiene mucho no debiera malgastarlo. No se malgaste nada que pueda servir a alguien. Recoged cada fragmento pues alguien lo necesitará. Han de atesorarse cuidadosamente estas lecciones concernientes a las bendiciones espirituales concedidas.—Manuscrito 60, 1897.MB 161.2

    El poder de la amabilidad—Cada mujer debiera desarrollar una mente bien equilibrada y un carácter puro, que refleje únicamente lo verdadero, lo bueno y lo bello. La esposa y madre puede unir a su corazón a su esposo e hijos mediante un amor inmutable, demostrado con palabras amables y un comportamiento cortés. La amabilidad es barata, pero tiene poder para suavizar las naturalezas que se volverían duras y ásperas sin ella. La amabilidad cristiana debiera reinar en cada hogar. El cultivo de una cortesía uniforme, una disposición de hacer a otros lo que quisiéramos que ellos nos hicieran, alejaría la mitad de los males de la vida.—The Signs of the Times, 15 de agosto de 1906.MB 161.3

    Estad seguras de que estáis trabajando para Jesús—Nuestras hermanas no tienen excusa si no toman una parte en la obra de Dios. Todo el que ha gustado de los poderes del mundo venidero, tiene una obra ferviente que hacer en algún sentido en la viña del Señor. Quizá nuestras hermanas se las arreglen para estar ocupadas con sus dedos continuamente empleados en la preparación de objetos delicados para embellecer su hogar o para regalarlos a sus amigas. Quizá se traigan grandes cantidades de este material para ser colocadas sobre el fundamento de la roca, pero ¿considerará Jesús toda esta diversidad de trabajos delicados como un sacrificio vivo para él? ¿Pronunciará sobre las obreras la alabanza: “Yo sé tus obras, y tu trabajo y paciencia”, y cómo tú “has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado por mi nombre, y no has desfallecido”?MB 162.1

    Pregúntense nuestras hermanas, ¿cómo me encontraré en el juicio con esas almas con las cuales me he relacionado o debiera haberme relacionado? ¿He estudiado detenidamente sus casos individuales? ¿Me he familiarizado tanto con mi Biblia como para poder abrirles las Escrituras? ...MB 162.2

    ¿Es la obra que Dios os ha señalado, como a sus siervas que reciben recompensa, el estudiar los intrincados y delicados modelos de los bordados y los muchos puntos oscuros de esta clase de trabajo con el propósito de dominar lo que alguna otra persona ha hecho o mostrar lo que podéis hacer? ¿Es ésta la clase de trabajo que Dios os alabará por haber hecho, que tanto absorbe vuestro interés, vuestro tiempo y talentos dados por Dios, que no tenéis gusto ni preparación, ni aptitudes para la obra misionera? Toda esta clase de trabajo es heno, madera y hojarasca, que consumirá el fuego del último día. Pero, ¿dónde están vuestras ofrendas para Dios? ¿Dónde está vuestro paciente trabajo, vuestro celo ferviente que os pone en relación con Cristo, llevando su yugo, levantando sus cargas? ¿Dónde están el oro, la plata y las piedras preciosas que habéis puesto sobre la roca de fundamento, que el fuego del último día no puede consumir porque son imperecederos?—The Review and Herald, 31 de mayo de 1887.MB 162.3

    Jesús conoce las cargas de las mujeres—El que devolvió a la viuda su único hijo cuando estaba siendo llevado a la sepultura, es conmovido hoy por el pesar de la madre agobiada. El que dió de vuelta a María y a Marta su hermano sepultado, que derramó lágrimas de simpatía en la tumba de Lázaro, que perdonó a María Magdalena, que se acordó de su madre cuando pendía en agonía de la cruz, que se apareció a las mujeres que lloraban después de su resurrección y las hizo sus mensajeras para predicar a un Salvador resucitado diciendo: “Ve a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios”, es el mejor amigo de la mujer hoy día y está listo para ayudarla en sus necesidades si ella confía en él.—The Health Reformer, agosto de 1877.MB 163.1

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