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El Ministerio de la Bondad - Contents
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    Capítulo 42—Galardones presentes y eternos

    El servir trae recompensa—Si bien es cierto que la gran recompensa final será dada en la venida de Cristo, un servicio consagrado a Dios dará una recompensa aun en esta vida.—Testimonies for the Church 6:305, 306.MB 327.1

    Acercándonos más a Jesús—Al socorrer al pobre, simpatizar con el afligido y oprimido y amparar al huérfano, os colocáis en una relación más estrecha con Jesús.—Ibid. 2:25.MB 327.2

    Una experiencia más rica prometida—El practicar los principios de amor que Cristo enseñó con el precepto y el ejemplo, hará que la experiencia de cada uno de sus seguidores sea semejante a la experiencia de Cristo.—The Review and Herald, 15 de enero de 1895.MB 327.3

    Al abrir vuestra puerta a los menesterosos y dolientes hijos de Cristo, estáis dando la bienvenida a ángeles invisibles. Invitáis la compañía de los seres celestiales Ellos traen una sagrada atmósfera de gozo y paz. Vienen con alabanzas en los labios, y una nota de respuesta se oye en el cielo. Cada hecho de misericordia produce música allí.—El Deseado de Todas las Gentes, 594.MB 327.4

    Nos estremeceremos de satisfacción—Hay un fervoroso trabajo que debe realizar cada par de manos. Que cada hecho cuente para la elevación de la humanidad. Hay muchos que necesitan ser ayudados. El corazón de aquel que vive, no para complacerse a sí mismo sino para ser una bendición para aquellos que tienen tan pocas bendiciones, se estremecerá de satisfacción. Despiértese cada indolente y haga frente a las realidades de la vida. Tomad la Palabra de Dios y escudriñad sus páginas. Si sois hacedores de esta Palabra, ciertamente la vida será para vosotros una viviente realidad, y encontraréis que la recompensa es abundante.—Manuscrito 46, 1898.MB 327.5

    Tremendos problemas serán resueltos—Si buscáis a Dios y os convertís cada día; si de vuestra propia voluntad escogéis ser libres y gozosos en Dios; si con alegría en el corazón respondéis a su llamamiento y lleváis el yugo de Cristo, que es yugo de obediencia y de servicio, todas vuestras murmuraciones serán acalladas, todas las dificultades se alejarán, y quedarán resueltos todos los problemas complejos que ahora os acongojan.—El Discurso Maestro de Jesucristo, 83.MB 328.1

    A menudo se nos vuelve a pagar con la moneda del reino—Enseña la regla de oro, por implicación, la misma verdad que se enseña en otra parte del Sermón del Monte, que “con la medida con que medís, os volverán a medir”. Lo que hacemos a los demás, sea bueno o malo, ciertamente reaccionará sobre nosotros mismos, ya sea en bendición, ya sea en maldición. Todo lo que demos, lo volveremos a recibir. Las bendiciones terrenales que impartimos a los demás pueden ser recompensadas con algo semejante, como ocurre a menudo. Con frecuencia lo que damos nos es devuelto en tiempo de necesidad, en medida cuádruple de la moneda real. Además de esto todas las dádivas se recompensan, aun en esta vida, con el influjo más pleno del amor de Cristo, que es la suma de toda la gloria y el tesoro del cielo.—Ibid. 110, 112.MB 328.2

    Dios volverá a pagar—En el cielo se lleva un libro de aquellos que se interesan en las necesidades de sus semejantes, un libro cuyo registro será revelado en aquel día cuando cada hombre sea juzgado de acuerdo a los hechos escritos en él. Dios volverá a pagar cada acto de injusticia hecho contra el pobre. Aquellos que manifiestan indiferencia o descuido hacia los infortunados, no deben esperar recibir la bendición de Aquel que declaró: “En cuanto lo hicisteis a uno de éstos mis hermanos pequeñitos, a mí lo hicisteis”.—Carta 140, 1908.MB 328.3

    Se registran todas las buenas obras—Dios no ha pasado por alto las buenas acciones, los actos de abnegación de la iglesia en lo pasado. Todo está registrado en el cielo.—Joyas de los Testimonios 2:254.MB 329.1

    Cada tarea fiel y desinteresadamente realizada es registrada por los ángeles y brilla en el registro de la vida.—Testimonies for the Church 2:132.MB 329.2

    Los ángeles están comisionados para ser nuestros ayudadores. Ellos van entre la tierra y el cielo llevando hacia arriba el informe de los hechos de los hijos de los hombres.—The Southern Watchman, 2 de abril de 1903.MB 329.3

    En el registro imperecedero del cielo—Cada acto de amor, cada palabra de bondad, cada oración en favor de los que sufren y de los oprimidos, llega al trono eterno, y se anota en el libro imperecedero del cielo.—Joyas de los Testimonios 2:28.MB 329.4

    Convendría ... recordar lo anotado en el cielo en el libro donde no hay omisiones ni errores, y por el cual seremos juzgados. Allí se registra toda oportunidad de servir a Dios que no se aprovechó; y allí también se recuerda para siempre todo acto de fe y amor.—La Historia de Profetas y Reyes, 472.MB 329.5

    La recompensa a la obra de bien—Los que recibirán la más abundante recompensa serán aquellos que han mezclado con sus actividades y celo, la gracia, la generosa compasión por el pobre, el huérfano, el oprimido y el afligido. ... Hay cerca de nosotros quienes tienen un espíritu manso y humilde, el Espíritu de Cristo; que hacen muchas cosas pequeñas para ayudar a los que están a su alrededor sin pensar en ellas; ellos quedarán atónitos al fin al encontrar que Cristo ha tomado nota de la palabra bondadosa hablada al descorazonado lo mismo que de la más pequeña dádiva para aliviar al pobre, que le costó al dador un poco de desprendimiento.—The Review and Herald, 3 de julio de 1894.MB 329.6

    Dios lleva la cuenta de las obras de bondad—Todo acto de justicia, misericordia y benevolencia, produce melodía en el cielo. El Padre desde su trono contempla a los que realizan estos actos de misericordia, y los cuenta entre sus más preciados tesoros. “Y serán para mí especial tesoro, ha dicho Jehová de los ejércitos, en el día que yo tengo de hacer”. Todo acto de misericordia hacia los necesitados, los que sufren, es considerado como hecho a Jesús.—Servicio Cristiano Eficaz, 234.MB 330.1

    Recompensados por las cosas pequeñas que generalmente se pasan por alto—En el día del juicio los que hayan sido fieles en su vida diaria, que hayan sido rápidos para discernir su obra y para hacerla, sin pensar en la alabanza o el provecho, escucharán las palabras: “Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo”. Cristo no los alaba por sus elocuentes oraciones, por el poder intelectual que hayan desplegado o la liberalidad de las donaciones que hayan dado. Son recompensados por las cosas pequeñas que son generalmente pasadas por alto.—The Youth’s Instructor, 17 de enero de 1901.MB 330.2

    Cuando pasen en revista delante de Dios los casos de todos, no se formulará la pregunta ¿qué profesaron? sino ¿qué han hecho? ¿han sido hacedores de la Palabra? ¿han vivido para sí mismos, o se han ejercitado en obras de caridad, en hechos de bondad y amor, prefiriendo a otros antes que a sí mismos, y negándose a sí mismos para que pudieran ser una bendición a otros? Si el registro muestra que esto ha estado en su vida, que sus caracteres se han distinguido por la ternura, la abnegación y la benevolencia, recibirán la bienaventurada seguridad y bendición de Cristo: “Bien hecho”. “Venid benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo”.—Testimonies for the Church 3:525.MB 330.3

    Es esencial que el motivo sea correcto—Es el motivo lo que da carácter a nuestros actos, marcándolos con ignominia o con alto valor moral. No son las cosas grandes que todo ojo ve y que toda lengua alaba lo que Dios tiene por más precioso. Los pequeños deberes cumplidos alegremente, los pequeños donativos dados sin ostentación, y que a los ojos humanos pueden parecer sin valor, se destacan con frecuencia más altamente a su vista. Un corazón lleno de fe y de amor es más apreciable para Dios que el don más costoso.—El Deseado de Todas las Gentes, 567.MB 331.1

    Seremos juzgados por nuestros motivos—Sometan sus acciones de cada día a una reflexión cuidadosa. ... Esta recapitulación diaria de nuestros hechos, para ver si nuestra conciencia nos aprueba o condena, es necesaria para todos aquellos que quieran alcanzar la perfección del carácter cristiano. El examen detenido de muchos actos que pasan por buenas obras, aun acciones de benevolencia, revelará, cuando se los investigue detenidamente, que ellos han sido impulsados por malos motivos.MB 331.2

    Muchos reciben aplausos por virtudes que no poseen. El que escudriña los corazones pesa los motivos, y muchas veces acciones calurosamente aplaudidas por los hombres son registradas por él como provenientes del egoísmo y la baja hipocresía. Cada acto de nuestra vida, ora sea excelente y digno de loor, o merecedor de censura, es juzgado por Aquel que escudriña los corazones según los motivos que lo produjeron.—Obreros Evangélicos, 292.MB 331.3

    Los dos remos: la fe y las obras—Si somos fieles en cumplir con nuestra parte, cooperando con Dios, él obrará mediante nosotros [para hacer] su buena voluntad. Pero él no puede obrar mediante nosotros si no nos esforzamos. Si hemos de ganar la vida eterna, debemos trabajar y trabajar fervientemente. ... No nos engañemos por la afirmación que se repite con frecuencia: “Todo lo que tenéis que hacer es creer”. La fe y las obras son dos remos que debemos usar igualmente si hemos de abrirnos camino aguas arriba contra la corriente de la incredulidad: “La fe si no tuviere obras es muerta en sí misma”. El cristiano es un hombre de pensamiento y acción. Su fe afirma sus raíces firmemente en Cristo. Mediante la fe y las buenas obras mantiene su espiritualidad robusta y saludable, y su fortaleza espiritual aumenta a medida que se esfuerza para efectuar las obras de Dios.—The Review and Herald, 11 de junio de 1901.MB 332.1

    Nuestras coronas pueden ser brillantes u opacas—Aunque no tenemos méritos en nosotros mismos, por la gran bondad y amor de Dios somos recompensados como si los méritos fueran nuestros. Cuando hayamos hecho todo el bien que sea posible hacer, seremos todavía siervos inútiles. Hemos hecho solamente lo que era nuestro deber. Lo que hemos logrado ha sido realizado únicamente por la gracia de Cristo y ninguna recompensa se nos debe de parte de Dios si se toman en cuenta nuestros méritos. Pero por medio de los méritos de nuestro Salvador, cada promesa que el Señor ha hecho se cumplirá y cada hombre será recompensado de acuerdo con sus obras.MB 332.2

    Las preciosas recompensas del futuro estarán en proporción con la obra de fe y el trabajo de amor efectuados en la vida presente. “El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra en bendiciones, en bendiciones también segará”. Debiéramos estar muy agradecidos porque ahora durante un tiempo de gracia, por medio de la misericordia infinita de Dios, se nos permite sembrar la semilla de nuestra cosecha futura. Debiéramos considerar cuidadosamente lo que será la cosecha. Si la corona de nuestro regocijo eterno será brillante u opaca depende de nuestro propio proceder. Podemos hacer firme nuestra vocación y elección y entrar en la posesión de la rica herencia, o podemos defraudarnos a nosotros mismos del sobremanera abundante y eterno peso de gloria.—Ibid. 27 de junio de 1893.MB 332.3

    Encontrarnos con aquellos salvados por nuestros esfuerzos—Cuando los redimidos se hallen delante de Dios, preciosas almas responderán a sus nombres que están allí debido a los fieles y pacientes esfuerzos efectuados en su favor, las súplicas y fervorosas persuasiones para huir a la Fortaleza. De esa manera, los que en este mundo han sido colaboradores juntamente con Dios, recibirán su recompensa.—Testimonies for the Church 8:196, 197.MB 333.1

    Los redimidos encontrarán y reconocerán a aquellos cuya atención ellos han dirigido al Salvador levantado. ¡Qué conversación bienaventurada tendrán con esas almas! Se dirá: “Yo era pecador, sin Dios y sin esperanza en el mundo, y tú viniste hasta mí y llamaste mi atención al precioso Salvador como a mi única esperanza”. ...MB 333.2

    Otros expresarán su gratitud a aquellos que alimentaron al hambriento y vistieron al desnudo. “Cuando la desesperación ceñía mi alma llevándome a la incredulidad, el Señor te envió a mí—dirán—a hablar palabras de esperanza y aliento. Tú trajiste alimento para mis necesidades físicas y abriste ante mí la Palabra de Dios, despertándome a mis necesidades espirituales. Me trataste como a un hermano. Simpatizaste conmigo en mis tristezas y restauraste mi alma maltratada y herida, tanto que pude asir la mano de Cristo que se me extendía para salvarme. En mi ignorancia me enseñaste pacientemente que tengo un Padre en el cielo que cuida de mí”.—Ibid. 6:311.MB 333.3

    “Venid, benditos de mi Padre”—Cuando las naciones estén reunidas delante de él, habrá tan sólo dos clases; y su destino eterno quedará determinado por lo que hayan hecho o dejado de hacer por él en la persona de los pobres y dolientes.MB 334.1

    En aquel día, Cristo no presenta a los hombres la gran obra que él hizo para ellos al dar su vida por su redención. Presenta la obra fiel que hayan hecho ellos para él. A los puestos a su diestra dirá: “Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo: porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fuí huésped, y me recogisteis; desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; estuve en la cárcel, y vinisteis a mí”. ...MB 334.2

    Aquellos a quienes Cristo elogia en el juicio, pueden haber sabido poca teología, pero albergaron sus principios. Por la influencia del Espíritu divino, fueron una bendición para los que los rodeaban. Aun entre los paganos, hay quienes han abrigado el espíritu de bondad; antes que las palabras de vida cayesen en sus oídos, manifestaron amistad para con los misioneros, hasta el punto de servirles con peligro de su propia vida. Entre los paganos hay quienes adoran a Dios ignorantemente, quienes no han recibido jamás la luz por un instrumento humano, y sin embargo no perecerán. Aunque ignorantes de la ley escrita de Dios, oyeron su voz hablarles en la naturaleza e hicieron las cosas que la ley requería. Sus obras son evidencia de que el Espíritu de Dios tocó su corazón, y son reconocidos como hijos de Dios.MB 334.3

    ¡Cuánto se sorprenderán y alegrarán los humildes de entre las naciones y entre los paganos, al oír de los labios del Salvador: “En cuanto lo hicisteis a uno de éstos mis hermanos pequeñitos, a mí lo hicisteis”! ¡Cuán alegre se sentirá el corazón del Amor Infinito cuando sus seguidores lo miren con sorpresa y gozo al oír sus palabras de aprobación!—El Deseado de Todas las Gentes, 592, 593.MB 334.4

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