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Elena De White: Mujer De Visión - Contents
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    EL CANSADO GUERRERO DESCANSA

    El sábado de mañana, 30 de julio de 1881, tres días después del viaje en carruaje a Charlotte, Jaime y Elena caminaron hasta el bosquecillo donde a menudo oraban juntos. Jaime oró muy fervientemente tres veces. Parecía reacio a dejar de rogar a Dios en busca de dirección y bendición especiales.MV 216.7

    Luego fueron al tabernáculo, y Jaime inició el servicio con canto y oración. Ésa sería la última vez que estaría junto a Elena en el púlpito. Más tarde Elena volvió a contar lo que pasó:MV 216.8

    El lunes tuvo un severo escalofrío. El martes no se recuperó como esperábamos, pero pensamos que la enfermedad era un ataque de fiebre y de escalofríos [malaria], y supusimos que pronto cedería al tratamiento (MS 6, 1881).MV 217.1

    Alrededor de las 4:00 p.m. se envió un mensaje al Dr. J. H. Kellogg pidiéndole que visitase a Jaime en su hogar. El doctor vino inmediatamente y lo encontró sufriendo de fiebre alta; su pulso era de 112 y su temperatura, 40° C (103 1/4° F). El doctor descubrió que a eso de las 10:00 a.m. del mismo día Jaime había sufrido de un escalofrío congestivo muy severo. En ese momento su cabeza estaba sumamente congestionada, y se quejaba de agudo dolor en la espina dorsal, el que se extendía a los miembros inferiores. Parecía estar sumamente cansado y se encontraba muy intranquilo.MV 217.2

    El martes de noche Elena también fue atacada por escalofríos y estuvo muy enferma, siendo incapaz de sentarse.MV 217.3

    El miércoles, cuando vino el Dr. Kellogg, él propuso que ambos fuesen llevados al sanatorio donde podrían recibir mejor tratamiento. Se colocó un colchón en un coche tirado por caballos, y Jaime y Elena fueron colocados lado a lado (por última vez); de ese modo fueron llevados al Sanatorio.MV 217.4

    Se ordenó inmediatamente un tratamiento para aliviar la fiebre y el dolor de Jaime, administrado por un ayudante de la sección de baños del sanatorio. Después de un corto tiempo apareció una copiosa transpiración, y Jaime se sintió muy aliviado.MV 217.5

    Elena narró la experiencia de ambos:MV 217.6

    El viernes mis síntomas eran más favorables. El doctor me informó entonces que mi esposo se sentía inclinado a dormir, y que se temía que estaba en peligro. Fui llevada inmediatamente a su habitación, y tan pronto como miré su rostro supe que se estaba muriendo.MV 217.7

    Traté de despertarlo. Comprendía todo lo que se le decía, y respondía a todas las preguntas que podían contestarse con Sí o No, pero parecía incapaz de decir más.MV 217.8

    Cuando le dije que yo pensaba que se estaba muriendo, no manifestó sorpresa. Le pregunté si Jesús era precioso para él. Dijo: “Sí, oh, sí”.MV 217.9

    “¿No tienes deseos de vivir?”, le pregunté. Él contestó: “No”.MV 217.10

    Luego nos arrodillamos junto a su cama, y oré por mi esposo en esa hora solemne. Una expresión de paz se reflejó en su rostro. Le dije: “Jesús te ama. Los brazos eternos están debajo de ti”. Respondió: “Sí, sí”.MV 217.11

    Quería estar segura de que nos reconocía, y le pedí que dijera quiénes éramos. Él dijo: “Tú eres Elena. Tú —mirando a su hijo mayor— eres Edson. Los conozco a todos”.MV 217.12

    El Hno. Smith y otros hermanos oraron luego alrededor de su cama, y se retiraron para pasar gran parte de la noche en oración. Mi esposo dijo que no sentía dolor; pero era evidente que se estaba debilitando rápidamente. El Dr. Kellogg y sus ayudantes hicieron todo lo que estuvo en su poder para impedir que muriese. Lentamente revivió, pero continuaba muy débil. Permanecí con él durante la noche.MV 217.13

    A la mañana siguiente tomó algo de alimento y pareció revivir levemente. Alrededor del mediodía tuvo un escalofrío que lo dejó inconsciente, y calladamente exhaló su último suspiro, sin una lucha o un quejido. Misericordiosamente no tuve que pasar por la angustia de ver a mi esposo en agonía batallando con la muerte. La escena fue tan apacible como es posible que sea un lecho de muerte (MS 6, 1881 [ver también In Memoriam, pp. 52-54]).MV 218.1

    Los planes para el funeral necesitaron cierta demora, porque W. C. White y su esposa, Mary, estaban en el otro lado del continente, casi a una semana de viaje. John, el hermano de Jaime, por muchos años un superintendente de la Asociación Metodista en Ohio, estaba cerca, pero podría necesitar un poco de tiempo a fin de hacer los arreglos para venir. Fue llamado otro hermano, Samuel, un ministro bautista en Massachusetts, pero estaba demasiado débil como para venir. Una hermana, Mary Chase, vivía con los White en Battle Creek.MV 218.2

    El funeral fue fijado para el sábado de tarde, justo una semana después de la muerte de Jaime. Durante la semana la salud y las fuerzas de Elena de White decayeron a su nivel más bajo.MV 218.3

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