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    Inglaterra

    No debe descuidarse la obra en Inglaterra por la obra en otras partes. Me parece que la necesidad que hay en Inglaterra de tener más obreros constituye un asunto muy importante para nosotros, en este país. Hablamos de China y de otros países. Pero, no olvidemos a los países de habla inglesa donde, si se presentara la verdad, muchos la recibirían y la practicarían.- General Conference Bulletin, 22 de abril de 1901, p. 396 (El evangelismo, p. 305).MLC 184.2

    Inglaterra está muy descuidada. En Inglaterra hay una gran obra que realizar. La luz que irradia de Londres debería iluminar a regiones lejanas con rayos inequívocos y bien definidos. Dios ha sentido preocupación por Inglaterra, pero esta nación ha sido sumamente descuidada. Inglaterra necesita de muchos más obreros y recursos. Lon-dres apenas ha sido tocada. Al presentárseme la situación que impera en esa gran ciudad, mi corazón se conmueve profundamente. Me duele pensar que no se han provisto mayores medios para la obra a través de Europa. Me duele el corazón al pensar acerca de la obra en Suiza, Alemania, Noruega y Suecia. Donde hay uno o dos hombres luchando para llevar adelante los diferentes frentes de la causa, tendría que haber cientos trabajando. No menos de cien hombres deberían estar trabajando en Londres solamente. El Señor toma nota del descuido de su obra, y pronto pedirá estricta cuenta.MLC 184.3

    Si los obreros de los Estados Unidos compartieran sus bendiciones con otros, se vería prosperidad en la obra en Inglaterra. Se solidarizarían con los obreros que luchan con dificultades en esa ciudad, y tendrían el corazón para decir, no solamente en palabras sino también en acción: “Vosotros sois hermanos” (Mat. 23:8). Verían una obra grande hecha en Londres, en todas las ciudades de Inglaterra y en toda Europa. - Testimonios para la iglesia, t. 6, pp. 34, 35. (1900)MLC 185.1

    Londres, Inglaterra

    Debe hacerse una gran obra en Londres. La ciudad de Londres me ha sido presentada una y otra vez como un lugar donde debe hacerse una gran obra. He presentado este plan a nuestro pueblo. Cuando estuve en Europa durante dos años, visité tres veces ese territorio. En cada ocasión, se habían realizado progresos en la obra, especialmente la última vez que estuve allí. Aun así, mi corazón ardía por el deseo de ver este territorio, especialmente Londres, trabajado como tendría que hacerse. ¿Por qué es que no hemos llevado allí a hombres y a mujeres que pudieran planificar el avance de la obra? Me he preguntado por qué aquellos que no son ministros ordenados, pero que tienen buen conocimiento de las Escrituras y están en comunión con Dios, no abren la Palabra ante otros. Si lo hicieran, sus propias almas recibirían una gran bendición. Dios quiere que su pueblo trabaje; que cada hombre -y eso significa también cada mujerrealice la tarea que le ha sido encomendada de acuerdo con su capacidad.- General Conference Bulletin, 22 de abril de 1901, p. 396 ( Hijas de Dios, p. 133).MLC 185.2

    Nada de timidez; los asuntos del Señor requieren prisa. En la iglesia se necesita celo, y también se requiere sabiduría para encau zarlo. Hasta ahora, han puesto demasiado poco empeño en la obra de salvar a las almas. Si ven que es necesario llevar a cabo una tarea en Londres y en las ciudades aledañas, deben contar con una fuerza unida y de acción irresistible; arremetan con poder y planten firmemente el estandarte, como si estuvieran determinados a hacer triunfar la verdad. La timidez y los movimientos cautelosos han sido muestras de falta de fe; se han esperado tan solo resultados magros...MLC 185.3

    El hecho de que las cosas se muevan con lentitud en Inglaterra no constituye una razón para que la gran obra misionera se mueva lentamente en su tarea de hacer frente a los hábitos y las costumbres de los hombres, por temor a sorprender a la gente. Esta necesita ser sacudida mucho más aún. Los negocios del Señor requieren de premura, porque las almas están pereciendo sin tener conocimiento de la verdad.-Carta 31, 1892 (Manuscript Releases, t. 3, pp. 13, 14; El evangelismo, p. 304).MLC 186.1

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