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En los Lugares Celestiales - Contents
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    El comportamiento frente a los malos informes, 12 de octubre

    Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. Mateo 18:15.ELC 294.1

    Escribe el apóstol: “Ante todo, tened entre vosotros ferviente amor”. 1 Pedro 4:8. No escuchéis las acusaciones contra un hermano o una hermana. Sed muy prudentes al recibir una censura contra vuestro prójimo. Preguntad al que hace la acusación si ha obedecido la orden de Dios en cuanto a este asunto. Cristo ha dejado instrucciones explícitas de cómo debe procederse. Ve a tu hermano y dile su yerro, entre él y tú solos. No os excuséis a vosotros mismos con esto, diciendo: “No hay agravio personal entre el que es acusado y yo mismo”. Las reglas dadas por Cristo son tan definidas y explícitas que esta excusa no es válida.ELC 294.2

    Sea que haya o no agravio entre vosotros y el acusado, el mandato de Cristo es el mismo. Vuestro hermano necesita ayuda. Decidle a él, no a ningún otro, los rumores que están circulando en cuanto a él. Dadle la oportunidad de explicar. Es posible que los informes sean falsos, y entonces las dificultades pueden ser arregladas por medio de una simple explicación. Este trato debe ser dado a todo el que se supone que está en error.—Manuscrito 31, 1911.ELC 294.3

    Pablo dijo: “Si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado”. Gálatas 6:1. Estas palabras son el mandato del Cielo, y deben ser llevadas a la práctica diaria. Si uno está en falta, en lugar de hablar a algún otro de ello, id a quien pensáis que está en error y compasiva y consideradamente, como desearíais ser tratados si estuvierais en su lugar, habladle de su error. Si no se le habla de su falta sino que en lugar de eso se hacen conjeturas entre otros y no se hace ningún esfuerzo para salvar al pecador advirtiéndole de su peligro, ¿cómo considerará Dios a quienes hagan este inhumano trabajo?—Ibid.ELC 294.4

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