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Testimonios para los Ministros - Contents
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    Consultaos

    La obra más grande está delante de nosotros. El peligro que amenaza nuestra utilidad y que será nuestra ruina si no se lo descubre y se lo vence, es el egoísmo: tener un concepto muy alto de nuestros planes, opiniones y labores, y actuar independientemente de nuestros hermanos. “Consultaos”, han sido las palabras que han repetido los ángeles una y otra vez.TM 252.1

    Satanás puede actuar por medio de la mente de un hombre para desviar las cosas de su debido cauce; puede tener éxito con dos personas que ven las cosas de la misma manera; pero cuando participan varias mentes, hay mayor seguridad contra sus ardides. Se puede observar todo plan desde todos sus ángulos; se puede estudiar con más cuidado todo paso que se deba dar, de manera que no se inicie ninguna empresa que cause confusión, perplejidad y fracaso a la obra en que estamos empeñados. En la unión está la fuerza; en la división, la debilidad y la derrota.TM 252.2

    Dios está guiando a un pueblo y preparándolo para la traslación. ¿Estamos en guardia como centinelas de Dios los que desempeñamos una parte en esta obra? ¿Estamos dispuestos a ser siervos de todos? ¿Estamos imitando al gran Modelo?TM 252.3

    Métodos apropiados de trabajo

    No se puede presentar la verdad de cualquier manera a la gente de color, ni se puede aconsejar a los creyentes y a los que enseñan la verdad que sean presuntuosos. Cuando llegue el tiempo de hacer en los estados del sur lo que hicieron los tres héroes que rehusaron inclinarse ante la estatua de Nabucodonosor, se harán decisiones en favor o en contra de los mandamientos de Dios. No tenemos necesidad de cerrar herméticamente nuestro camino. Será más difícil trabajar los numerosos campos que hasta ahora no hemos tocado. Nuestro plan de acción es éste: No destaquéis los aspectos de nuestra fe que pueden producir objeción, que se oponen más a los modos y costumbres de la gente, hasta que el Señor le dé a ésta amplia oportunidad de saber que creemos en Cristo, en su divinidad y preexistencia. Refirámonos ampliamente al testimonio del Redentor del mundo. “Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”. Se necesita vigilar estrictamente la palabra que la pluma escribe sobre el papel. Que el Señor nos ayude a aprender en la escuela de Cristo su mansedumbre y humildad.TM 252.4

    Si la Majestad del cielo vigiló cada una de sus palabras para no incitar él mismo a Satanás y los ángeles caídos, ¡cuánto más cuidadosos debiéramos ser nosotros en todas las cosas!TM 253.1

    Principios correctos

    Debo dirigirme a mis hermanos de cerca y de lejos. No puedo guardar silencio. No están actuando de acuerdo con principios correctos. Los que ocupan cargos de responsabilidad no deben creer que los puestos importantes los convierten en hombres infalibles. Todas las obras de los hombres están bajo la jurisdicción del Señor. Habrá seguridad plena si los hombres consideran que hay conocimiento en el Altísimo. Los que confían en Dios y en su sabiduría y no en la propia, avanzan por sendas seguras. Nunca se sentirán autorizados a poner bozal al buey que trilla; y cuán odioso es que los hombres dominen al instrumento humano que trabaja en sociedad con Dios y a quien el Señor Jesús ha dicho: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga”. “Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios”.TM 253.2

    Nuestro deber de difundir la obra

    Pónganse en acción fuerzas para preparar nuevos territorios, para despertar un interés nuevo y viviente doquiera se presente la oportunidad. Aprendan los hombres a orar con fervor, en forma breve y al punto. Aprendan a hablar acerca del Redentor del mundo, a ensalzar el Hombre del Calvario cada vez más. Trasplantad algunos árboles de vuestro apretado almácigo. No se glorifica a Dios al concentrar tantísimas ventajas en un solo lugar. Necesitamos sabios agrónomos, capaces de trasplantar árboles a diferentes lugares y de proporcionarles todos los cuidados para que puedan crecer. Es un deber definido ir a regiones alejadas. Convocad a obreros que tengan verdadero celo misionero, y que salgan a esparcir luz y conocimiento por todas partes. Que lleven los principios vivientes de la reforma pro salud a poblaciones y barrios que en gran medida no saben lo que deben hacer. Enseñen los hombres y las mujeres esos principios a gente que no puede tener las ventajas que ofrece el amplio Sanatorio de Battle Creek. Es un hecho que la verdad del cielo ha llegado a conocimiento de millares por medio de la influencia del sanatorio; sin embargo, hay una obra que se ha descuidado, y que debe ser hecha. Nos anima ver la obra que se está haciendo en Chicago y en unos pocos lugares. Pero hace años que debería haberse esparcido la gran responsabilidad que se ha concentrado en Battle Creek.TM 254.1

    Se anima a nuestra gente a establecerse en Battle Creek, y pagan su diezmo y prestan su influencia para edificar una moderna Jerusalén que no responde al plan de Dios. En esta obra se priva a otros lugares de las facilidades que debieran tener. Creced, extendeos, sí; pero no en un solo lugar. Salid y fundad centros de influencia en lugares donde nada o casi nada se ha hecho. Poned fin a esta concentración; difundid los rayos salvadores de la luz, e iluminad los rincones entenebrecidos de la tierra. Se necesita hacer una obra algo parecida a la del águila cuando despierta a sus aguiluchos. “Quieto estuvo Moab desde su juventud, y sobre su sedimento ha estado reposado, y no fue vaciado de vasija en vasija, ni nunca estuvo en cautiverio; por tanto quedó su sabor en él, y su olor no se ha cambiado”. Así ocurre con numerosos cristianos que vienen a Battle Creek. El celo de muchos es intermitente; es como un meteoro que surca los cielos y se desvanece.TM 254.2

    Hagan algo por el territorio del sur los obreros de Dios que tienen su causa en el corazón. No se conformen los mayordomos de Dios con sólo tocarlo con la punta de los dedos. Hagan planes a conciencia en favor del campo los que están en la sede central de la obra. Habéis hablado acerca de ello; pero, ¿qué estáis haciendo como mayordomos de los bienes de Dios?TM 255.1

    ¿Nos ha dado Dios una obra que hacer? ¿Nos ha pedido que enfrentemos influencias opositoras y convirtamos a los hombres del error a la verdad? ¿Por qué los hombres y mujeres, que con tanta frecuencia se han reunido en las grandes asambleas de Battle Creek, no ponen en práctica la verdad que han escuchado? Si hubieran impartido la luz que recibieron ¡qué transformación de carácter habríamos visto! Por cada gracia impartida, Dios habría dado gracia. La obra hecha en favor de ellos no ha sido debidamente apreciada. Si así hubiera sido, habrían ido a los lugares tenebrosos de la tierra para difundir la luz que Dios ha derramado sobre ellos. Habrían dado al mundo el mensaje de la justicia de Cristo, que se recibe por medio de la fe, y su propia luz habría sido cada vez más luminosa, pues Dios habría obrado junto con ellos. Muchos han descendido a la tumba en el error, sencillamente porque los que profesaban la verdad no comunicaron el precioso conocimiento que habían recibido. Si la luz que resplandece con tanta abundancia en Battle Creek se hubiera difundido, habríamos visto que muchos se habrían levantado para ser colaboradores de Dios.*[Estudio adicional: Joyas de los Testimonios 2:164; Testimonios para la Iglesia 3:405-409.TM 255.2

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