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Cada Día con Dios - Contents
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    El poder de la oración, 27 de junio

    El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento. 2 Pedro 3:9.CDCD 185.1

    Es una maravilla para mí que Dios soporte por tanto tiempo la perversidad de los hijos de los hombres, que tolere su desobediencia y los deje vivir, mientras abusan de su misericordia, y levantan falso testimonio contra él mediante declaraciones por demás impías. Pero los caminos de Dios no son los nuestros, y no deberíamos maravillarnos por su amante paciencia, su tierna piedad y su infinita compasión, porque nos ha dado evidencias indubitables de que es tal como lo señala su carácter: Tardo para la ira, y que manifiesta misericordia para miles de los que lo aman y guardan sus mandamientos.CDCD 185.2

    Ciertamente me siento agradecida por la dulce paz de que disfruto esta mañana. Descansé bien anoche y me siento inclinada a depositar mi alma en el Señor. No me dejará ni me abandonara...CDCD 185.3

    Las almas perecen en sus pecados por todas partes. Mi alma se conmueve por ellas. Anhelo despertarlas de su letargo mortal. ¡Oh, cuántos jamás han recibido la advertencia ni han oído la verdad, mientras súplicas, amonestaciones y oraciones caen en los oídos de otros que no prestan atención, sino que rechazan los privilegios y las oportunidades que podrían brindarles salvación si las aprovecharan. Pareciera que están cubiertos por una caparazón de hielo. Pero nuestros propios corazones deben poseer el calor del fuego divino; nuestros propios esfuerzos y ejemplo cristiano deberían ser fervientes y poderosos.CDCD 185.4

    Las obligaciones que descansan sobre nosotros no son insignificantes. Nuestro sentido de dependencia nos debe acercar a Dios; nuestro concepto del deber que debemos llevar a cabo nos debe inducir a esforzarnos, combinando nuestros esfuerzos con ferviente oración, con obras, con fe y con oración constante. ¡Poder! ¡Poder! ¡Nuestro gran clamor consiste en solicitar poder sin medida! Nos espera. Sólo tenemos que obtenerlo, confiar en la Palabra de Dios, obrar por fe, confiar firmemente en las promesas y luchar para obtener los dones de la gracia de Dios. La erudición no es esencial, el genio no es necesario, la elocuencia puede faltar, pero Dios escucha las oraciones del corazón humilde y contrito, y cuando él escucha no hay obstáculos que puedan impedir la marcha. El poder de Dios nos hará eficientes.—Carta 35, del 27 de junio de 1878, dirigida a su esposo, que en ese entonces era presidente de la Asociación General.CDCD 185.5

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