Integridad
Lo que le ha costado a algunos el valor moral—“Los valientes—los que tuvieron el valor moral de llamar a las cosas por el nombre que les corresponde, quienes rehusaron caer en la red tendida para los incautos, los que no permitieron que se los despojara sin protestar—no han sido favorecidos por aquellos con quienes ellos no concuerdan.LC 33.1
“Los miembros de comisiones y juntas que no apoyarían la extorsión y el doblez, sino que tomarían una posición firme a favor del bien, no fueron invitados a estar presentes en las reuniones donde se estudiaron esos planes”. Carta 4, 1896, p. 13, 15, 16, (1 de julio de 1896, a “Los hombres en posiciones de responsabilidad”).LC 33.2
La posición no hace al hombre—“Pero la posición no hace al hombre. Es la integridad del carácter, el espíritu de Cristo, lo que lo hace agradecido, abnegado, sin parcialidad y sin hipocresía; es esto lo que tiene valor para Dios. A aquellos cuya vida está escondida con Cristo en Dios, el Señor les dice: ‘He aquí que en las palmas de las manos te tengo esculpida; delante de mí están siempre tus muros’. Isaías 49:16.LC 33.3
“Para todos los que ocupan puestos de responsabilidad tengo un mensaje dado por boca del Señor: El capítulo 55 de Isaías. Estudien este capítulo, y que ningún ser humano considere, porque en su ramo de trabajo están implicadas mayores responsabilidades, que está por encima de sus colaboradores en la causa. Si. a semejanza de Daniel, trata de obtener el poder que procede únicamente de Dios con el fin de que pueda revelar, no a sí mismo, ni sus imperfecciones y sus actos egoístas y fraudulentos, sino la verdad en justicia, no tendrá el menor vestigio de orgullo o prepotencia, sino que estará imbuido del espíritu de sabiduría de Dios”.—Testimonios para los Ministros, 356, 357.LC 33.4
La integridad debe preservarse a todo costo—“Nunca será excesivo el cuidado que tengamos contra un espíritu de irreverencia en nuestra relación administrativa con la obra de Dios, y al manejar cosas sagradas. Nunca, ni por un instante, debe emplearse engañosamente la Palabra de Dios para probar un punto que anhelamos ver triunfar. El honor, la integridad y la verdad deben preservarse a cualquier costo. Nuestros mismos pensamientos, palabras y acciones deben someterse a la voluntad de Cristo”.—Obreros Evangélicos, 462.LC 33.5
Nada en forma clandestina—“El hombre no puede leer el corazón del hombre. Su juicio está formado a partir de las apariencias, y éstas, a menudo, son engañosas. Dios lee las intenciones y los propósitos del corazón. No haga nada de manera clandestina; sea tan abierto como el día, fiel a sus hermanos y hermanas, tratándolos como quisiera que Cristo lo tratara a usted. Si tiene el Espíritu de Cristo, no tomará en cuenta el menosprecio ni dará demasiada importancia a las supuestas injurias”.—Advent Review and Sabbath Herald, 14 de mayo de 1895.LC 34.1
Integridad moral firme—“La obra de Dios exige hombres de poder moral superior para involucrarse en su promulgación. Se necesita hombres cuyos corazones estén fortalecidos con santo fervor, hombres de determinación que no sean movidos fácilmente de lo correcto, que sean capaces de deshacerse de los intereses propios y entregarse por completo para la cruz y la corona. La causa de la verdad presente sufre por falta de hombres que sean leales al sentido de rectitud y deber, cuya integridad moral sea firme y cuyas energías se igualen a las oportunas providencias de Dios. Cualidades como éstas son de mayor valor que las indescriptibles riquezas invertidas en la obra y la causa de Dios. La energía, la integridad moral, la firme determinación por lo recto, son cualidades que no se pueden comprar ni con todo el oro del mundo. Los hombres que poseen estas cualidades ejercerán influencia en todas partes. Su vida será más poderosa que la más elevada elocuencia. Dios llama a hombres de corazón, hombres inteligentes, hombres de integridad moral, en quienes pueda hacerlos depositarios de su verdad y quienes representarán correctamente sus sagrados principios en su vida diaria”.—Testimonies for the Church 3:23.LC 34.2
Integridad inconmovible—“Un hombre honrado, según la medida de Cristo, es el que manifiesta integridad inquebrantable. Las pesas engañosas y las balanzas falsas con que muchos tratan de incrementar sus intereses en el mundo, son abominación a la vista de Dios. Sin embargo, muchos de los que profesan guardar los mandamientos de Dios trabajan con pesas y balanzas falsas. Cuando un hombre está verdaderamente relacionado con Dios y guarda su ley en verdad, su vida lo revelará, porque todas sus acciones estarán en armonía con las enseñanzas de Cristo. No venderá su honra por ganancia. Sus principios se basan en el fundamento seguro, y su conducta en asuntos mundanales es un trasunto de sus principios. La firme integridad resplandece como el oro entre la escoria y la basura del mundo. Se puede pasar por alto y ocultar a los ojos de los hombres el engaño, la mentira y la infidelidad, pero no a los ojos de Dios. Los ángeles del Señor, que vigilan el desarrollo de nuestro carácter y pesan nuestro valor moral, registran en los libros del cielo estas transacciones menores que revelan el carácter. Si un obrero es infiel en las vocaciones diarias de la vida, y descuida su trabajo, el mundo no lo juzgará incorrectamente si estima su norma religiosa de acuerdo con su norma comercial”.—Joyas de los Testimonios 1:510, 511.LC 34.3