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    Autodisciplina

    Dominio propio en los que dirigen—“Un cristiano es un hombre semejante a Cristo, y por la misma razón que lleva grandes responsabilidades, siente que si se muestra dictatorial en el grado más mínimo, se tendría que despreciar a sí mismo. Si los que mandan no tienen dominio propio, se colocan a un nivel más bajo que el de siervos. Dios espera que el mayordomo a quien él honra, represente al Maestro. Si no puede representar dignamente la paciencia, la bondad, el amor paciente, la honestidad y la abnegación propia de Cristo; si se olvida que es un siervo y se exalta a sí mismo, sería mejor para el pueblo que lo despidieran”. Manuscrito 115, 1899, (15 de agosto de 1899).LC 40.1

    La administración y el dominio propio—“La falta de autodisciplina le impide tomar sobre sí las responsabilidades así como las ha considerado. Significa mucho más de lo que usted cree asumir que él es capaz de administrar el sanatorio.LC 40.2

    “Mi hermano, usted necesita ser convertido y volverse como niño. Debería temer seguir su propio juicio. Si de alguna forma usted empieza a sospechar que alguien no está de acuerdo con usted, le provoca molestias. Cuando hay oposición a su voluntad y sus planes, en su corazón se levantan sentimientos de amargura. Usted acaricia sentimientos de odio contra cualquiera que a su juicio ha cometido un error. Se olvida que cuando un hermano se equivoca, debemos restaurarlo ‘con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado’. Gálatas 6:1. Estamos fuera de lugar si acariciamos sentimientos de amargura contra cualquiera que el Señor ha comprado con su propia sangre”. Carta 285, 1905, p. 2, 3, (2 de octubre de 1905, al Dr. Wade).LC 40.3

    Controlarse a sí mismo—“No debemos desanimarnos si aparecen cosas de naturaleza molesta. No permita que surjan sus pasiones. Domínese a sí mismo. No permita que su propia paz se vea perturbada cuando ocurran cosas que parecen inexplicables, que parecen no estar en armonía con el gran Libro Consejero. Recuerde que a su lado hay un Testigo, un Mensajero celestial que es su amparo y fortaleza. Puede escapar a ella y encontrar seguridad. Pero una palabra de represalia destruirá su propia paz y su confianza en Dios. ¿A quién se dañó? A sí mismo. ¿Quién fue el agraviado y herido? El Espíritu Santo de Dios.LC 40.4

    “En toda ocasión ármese y equípese con un ‘Escrito está’. Dios es su armadura a su mano derecha y a su izquierda. Puede que una multitud de palabras apresuradas busquen su expresión, pero dígase ‘No, no. No colocaré mis pies en el terreno de Satanás. No sacrificaré mi paz y honor como hijo de Dios. Me mantendré en el sendero seguro, bien cerca de Jesús, quien ha hecho tanto por mí...’LC 41.1

    “No se sorprenda cuando se realicen grandes cambios. No se maraville si hombres que se han considerado a sí mismos capaces de manejar la conciencia de sus semejantes, y de controlar las mentes y talentos que Dios les ha dado, apostatan para no andar más con los que creen en la verdad. La verdad exigió demasiado de ellos. Cuando se dan cuenta que deben morir al yo, y practicar los principios de abnegación, se sienten incómodos porque no pueden gratificar sus deseos ambiciosos de dominar a otros hombres. Aparecerán sus caracteres verdaderos. Se producirá el total naufragio de su fe. ‘Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros’, dijo Juan (1 Juan 2:19), y así será nuevamente.LC 41.2

    “Aférrese a la verdad, la verdad preciosa y santificadora. Entonces estará en la mejor compañía, y las mismas inteligencias celestiales estarán contemplando su curso de acción. Usted será un espectáculo al mundo, los ángeles y los hombres. Bajo la provocación, su obra será mantener la fe y la buena conciencia. ‘Manteniendo la fe y buena conciencia, desechando la cual naufragaron en cuanto a la fe algunos’”. 1 Timoteo 1:19; Carta 17, 1897, (7 de abril de 1897).LC 41.3

    El dominio propio viene primero—“Los que controlan a otros deberían aprender primero a controlarse a sí mismos. A menos que aprendan esta lección, no podrán ser semejantes a Cristo en su obra. Deben morar en Cristo, hablar como él hablaría, actuar como él actuaría, y mostrar una compasión y una bondad que no fallen”.—Advent Review and Sabbath Herald, 28 de abril de 1903.LC 41.4

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