Capítulo 2—Los artículos para nuestras revistas
- Prefacio
- Capítulo 1—El gran objetivo de nuestras publicaciones
- Capítulo 2—Los artículos para nuestras revistas
- Capítulo 3—Fundamentos, pilares e hitos
- Capítulo 4—Actitud hacia una nueva luz
- Capítulo 5—La investigación de nueva luz
- Capítulo 6—La integridad del mensaje
- Capítulo 7—Cómo afrontar la oposición
- Capítulo 8—Palabras de precaución
- Capítulo 9—Actitud hacia las autoridades civiles
- Capítulo 10—Publicación de declaraciones conflictivas
- Capítulo 11—Consejos para los escritores
- Capítulo 12—Consejos para los redactores
- Capítulo 13—El órgano informativo de nuestra iglesia
- Capítulo 14—Las revistas misioneras
- Capítulo 15—Las revistas de educación
- Capítulo 16—Las revistas de salud
- Capítulo 17—La circulación de nuestras revistas
- Capítulo 18—La publicidad en los diarios
- Capítulo 19—La clase de libros que se necesita
- Capítulo 20—Duplicación de libros y nuevas ediciones
- Capítulo 21—Las publicaciones independientes
- Capítulo 22—La comisión de manuscritos
- Capítulo 23—La mayordomía del autor
- Capítulo 24—Las ilustraciones de nuestras publicaciones
- Capítulo 25—Las publicaciones en la culminación de la obra
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Capítulo 2—Los artículos para nuestras revistas
Prácticos, elevadores y útiles—No deberíamos publicar en nuestras revistas un indiscriminado tipo de artículos. Historias ordinarias y sin valor no tienen lugar en ellos. Hay artículos de romance y ficción que contienen semillas que no llevarán buenos frutos. Yo les diría a nuestros redactores: Sean cuidadosos en la selección del material que irá al mundo. Muestren agudo discernimiento y la mayor precaución. Sean cuidadosos a fin de que The Review and Herald y The Signs of the Times se mantengan libres de material sin valor. En lo que ya ha sido impreso puede encontrarse material precioso para nuestros periódicos.OP 17.1
Espero que Dios santifique las facultades de percepción de nuestros redactores. Leí un artículo en Signs hace pocas semanas [fines del siglo XIX] que podría haber estado muy bien en una revista de historietas, pero para un periódico como Signs era sólo paja, madera y hojarasca. Me dolía el corazón al leerlo. Si había algún germen de verdad en la semilla esparcida, no pude encontrarlo. No creo que el artículo podría en modo alguno ayudar a los lectores.OP 17.2
El gusto de algunos de los que escriben para nuestras revistas necesita ser educado y refinado. Los redactores de The Review and Herald y de The Signs of the Times deberían rehusarse a llenar las columnas de estas revistas con artículos elaborados por mentes que se revelan en sus producciones. Los artículos que de alguna manera sean groseros deberían ser rechazados como indignos, productos de quienes no conocen la comunión con Dios, pura, elevada y santificada. No permitan que encuentre lugar en nuestras revistas ninguna presentación áspera y tosca. Los artículos que irán a millares de lectores deberían mostrar la pureza, elevación y santificación de alma, cuerpo y espíritu del autor. La pluma debería ser usada como un medio para sembrar para vida eterna. Esto es un “Así dice el Señor”.OP 17.3
Los artículos que se publican en nuestros periódicos deberían contener alimento puro, completamente limpio de paja. Vivimos en un tiempo muy solemne. Soliciten nuestros redactores artículos que ofrezcan experiencias vivas. Consideren los ministros que es parte de su tarea enviar artículos breves con su experiencia para nuestras publicaciones periódicas. Será alimento para los que trabajan en lugares aislados, en países extranjeros y en las islas del mar, y oír así de los amigos con quienes han estado asociados. Estas experiencias pueden ser para los lectores como un ágape, por cuanto los escritores han estado comiendo del pan que desciende del cielo.OP 18.1
No necesitamos romances, porque en la vida diaria nos encontramos con experiencias reales que, si se las presentara en forma de artículos breves y con palabras sencillas, ayudarían a muchos. Prueben hacer esto los ministros. Queremos la verdad, la verdad sólida de hombres, mujeres y jóvenes firmes y consagrados. Ustedes que aman a Dios, cuyas mentes están aprovisionadas con preciosos trozos de experiencia, y con las vivientes realidades de la vida eterna, enciendan la llama del amor y la luz en los corazones del pueblo de Dios. Ayúdenlos a sobrellevar los problemas de la vida.OP 18.2
Una pluma controlada por el Espíritu Santo—La palabra y la pluma han de estar bajo el control del Espíritu Santo. Si no sucede así con los escritores de nuestras publicaciones, sería mejor que dejaran la pluma a un lado y se ocuparan en otro tipo de trabajo. Dios nos llama al monte para hablar con él y, cuando por fe contemplemos al Invisible, nuestras palabras no serán descuidadas ni comunes. El espacio de nuestras revistas es demasiado precioso para ser llenado con artículos que no sean los mejores. Llénenlos con temas cargados de intereses eternos. No pongan la zaranda muy alta para la mente de la gente común. Que los artículos sean escritos con una sencillez como la de Cristo, libres de paja y hojarasca, que se consumirán por inservibles. Dios requiere plumas consagradas. Los artículos publicados en nuestros periódicos deberían estar llenos de pensamientos prácticos, elevadores y ennoblecedores, que ayuden, enseñen y fortalezcan la mente de quien los lea. Dios ayude a nuestros redactores a escoger sabiamente...—Manuscrito 80, 1899.OP 19.1
Artículos espirituales versus noticias actuales—No es la tarea de ninguno de los mayordomos de Dios exaltar a ningún ser humano, vivo o muerto. Dios no nos ha pedido que proclamemos ese mensaje. Todos los que por la pluma o por la voz se presentan delante del público deben haberse desprovisto de toda inclinación a alabar a cualquier ser humano; porque al hacerlo están completamente fuera de sus límites. Al expresar esos sentimientos, que fluyen tan fácilmente de las plumas y los labios humanos, se pierde tiempo que es ahora tan precioso, y que debería ser usado para discursos apropiados, después de mucha oración a Dios y conversación con Jesucristo. Cada palabra debe ser sazonada con gracia, y revelar así que ustedes han estado en comunión con Dios y están imbuidos de su Espíritu.OP 19.2
También se presentan en nuestras publicaciones selecciones que pueden encontrarse en otras revistas y libros, y que no necesitan repetirse. Cuesta dinero presentar estos temas que no tienen relación con los tiempos o los intereses espirituales de nuestra gente. Los largos informes de la guerra se pueden leer en cualquier diario. No es la tarea del dueño de casa, a quien Dios ha escogido, presentar delante de la gente temas que pueden encontrarse en las publicaciones del mundo, y cuanto menos aparezcan estas cosas en nuestras revistas religiosas, y más espacio se dé al material que es alimento espiritual—en forma de experiencias vividas, de estudios bíblicos, de apelaciones sencillas, directas y fervorosas—, tanto mejor será para el bien espiritual y el progreso de la obra.—Manuscrito 95, 1898.OP 20.1
Exalten a Cristo—En nuestras publicaciones no hemos de exaltar la obra y el carácter de los hombres de influencia, manteniendo constantemente a los seres humanos delante de la gente. Pueden elevar a Cristo nuestro Salvador tanto como quieran. “Nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria [de carácter en carácter] en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor”. 2 Corintios 3:18. Los que aman y sirven a Dios han de ser la luz del mundo, que brillan en medio de la oscuridad moral.—Fundamentals of Christian Education, 480 (1899).OP 20.2
No exalten a los hombres—El Señor no ha puesto sobre nadie la carga de elevar, alabar y exaltar a hombres y mujeres, aun cuando su obra haya sido la de dirigir la atención de la gente a las cosas de mayor importancia, aquellas que conciernen a la salvación del ser. ¿Dedicaremos nuestro tiempo y espacio a glorificar a quienes han levantado falsos temas de discusión? El Señor ha dado a cada hombre su obra, y a quienes ha puesto en lugares de responsabilidad, sea para escribir o para hablar, les dice: “Tu obra es predicar la Palabra”.OP 21.1
La tarea de presentar a la gente las cosas comunes que ocurren a nuestro alrededor o las noticias del día, no es la obra de la verdad presente. Nuestra misión es llenar cada página de material escrito con alimento espiritual. “¿Qué tiene que ver la paja con el trigo?” Jeremías 23:28. Todas estas cosas comunes son muy baratas, y a menudo son alimento rancio para quienes están hambrientos de maná celestial.—Manuscrito 95, 1898.OP 21.2
No en la forma de un romance—Estamos viviendo en un período importante de la historia de este mundo. Debe hacerse una gran obra en poco tiempo. Siento una abrumadora sensación por la condición de nuestro mundo...OP 21.3
Nuestro mundo está en tiempo de recoger las más nefastas consecuencias. Vemos la necesidad de comprender la instrucción dada en la Escritura. La vida religiosa no ha de ser representada desde el púlpito o en nuestros periódicos como un romance. Me duele el alma ver la verdad más importante presentada a nuestra gente en la forma de un romance en las publicaciones que salen de nuestras prensas. Sean los artículos de nuestras revistas para esta hora, cuando los intereses de las personas están en juego, de un carácter tal que despierten a esos seres a sentir el peligro. En este tiempo, la verdad bíblica ha de hacer una impresión solemne sobre los corazones. Los hechos auténticos de la verdad han de ser presentados como salieron de los labios del mayor Maestro que el mundo alguna vez conoció.OP 21.4
La novedad y el romance no honran nuestras publicaciones. Me apeno y me consumo al ver las producciones de la prensa que rebajan la verdad como no debería ser rebajada. Cuanto menos de esto contengan nuestras publicaciones, tanto mayor influencia tendrá sobre las mentes la verdad genuina y sagrada relacionada con las escenas que han de ocurrir.OP 22.1
“Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará. Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras”. Mateo 16:24-27.OP 22.2
Cristo lo desaprueba—En nuestras revistas se publican algunas cosas excelentes, pero cuando algunas fases de la verdad más solemne se presentan de una manera liviana, se me pide que diga que si Cristo estuviera presente, tendría palabras de desaprobación respecto de estas presentaciones.OP 22.3
La religión pura y sin mancha debe ser presentada constantemente ante la gente. Salga la verdad de la pluma y por la voz de manera que tenga peso ante cada persona que lea los artículos de nuestras revistas o escuche a nuestros oradores. Estamos tratando con realidades eternas. Las lecciones de Cristo, desde la primera hasta la última, tienen el peso de temas eternos.—Manuscrito 17, 1910.OP 23.1
Preséntenlo en el estilo bíblico—El mensaje debe ser proclamado con habilidad santificada. Se ha hablado la palabra del Señor. Dios requiere corazones y labios santificados. Los mensajes de advertencia han de ser dados en las grandes ciudades, y también en las aldeas y pueblos. Los hombres designados por Dios han de ser celosos de su trabajo, deben distribuir nuestros libros y diseminar la luz. Los artículos de nuestras publicaciones no han de presentar la verdad en el estilo de un romance; porque esto debilita la impresión que debería producir la verdad más solemne alguna vez entregada a los mortales. Han de contener un claro “Así dice el Señor”. El mensaje debe ser repetido y deben darse las razones bíblicas no en el estilo de un romance, sino en el estilo de la Biblia. Hay muchos que están buscando la evidencia de la verdadera religión.OP 23.2
El Señor me declaró: “El mensaje ha de salir con palabras de solemne advertencia. Nada que estorbe la clara presentación del mensaje ha de entrar en los planes de ustedes. Repitan el mensaje. La maldad en las ciudades está en aumento; el adversario tiene gran influencia sobre los hombres, porque mi pueblo no abrió su corazón para percibir su responsabilidad. Di a mi pueblo que asuma su trabajo y proclame el mensaje. Ha de hablar y obrar en la sencillez de la verdadera piedad, y mi Espíritu impresionará los corazones. Resuene la verdadera nota de advertencia. Mi ángel irá delante de ustedes si están dispuestos a ser santificados por medio de la verdad”.—Carta 88, 1910.OP 23.3
Un mensaje que debe aparecer con frecuencia—En el capítulo 21 de Lucas, Cristo predijo lo que habría de suceder a Jerusalén, y con ello conectó las escenas que habrían de ocurrir en la historia de este mundo precisamente antes de la venida del Hijo del hombre en las nubes del cielo con poder y grande gloria. Noten las palabras: “Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día. Porque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra. Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre”. Lucas 21:34-36.OP 24.1
Esta es una advertencia para los que pretenden ser cristianos. Quienes han tenido luz acerca de las verdades importantes y probatorias para este tiempo, y sin embargo no se están preparando para la venida del Hijo del hombre, no la están atendiendo. “Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día”. Vers. 34. No hay momento alguno en que la negligencia espiritual sea excusable.OP 24.2
Únicamente vestidos con el manto de la justicia de Cristo podremos escapar de los juicios que vendrán sobre la Tierra. Recuerden todos que estas palabras estuvieron entre las últimas que Cristo dijo a sus discípulos. Si estas instrucciones fueran repetidas en nuestros libros y revistas, y se ocupara menos espacio con temas que no tienen ni la centésima parte de la importancia de esas instrucciones, sería más apropiado. En estas sagradas y solemnes advertencias se hace sonar la señal de peligro. Es ésta la instrucción que necesitan los miembros de iglesia y la gente del mundo, pues es la verdad presente.—Carta 20, 1901.OP 25.1
Artículos de Elena de White en campos nuevos—He recibido la impresión de que usted quería más artículos cortos para su revista. No he sentido una preocupación especial de contar las líneas que escribo. Pienso que si publicara en su revista más acerca de la práctica de la religión, sería ciertamente de gran valor, pues esto es lo que la gente necesita. Dejar afuera las experiencias vivas, y sin embargo presentar lo controvertido, no está en armonía con la luz que Dios ha dado.OP 25.2
Respecto de los testimonios, usted tiene un amplio campo del cual seleccionar. En Christian Education hay abundancia de testimonios, pero si usted piensa que no es lo mejor elegir estas experiencias que Dios ha dado para la instrucción de su pueblo y para que ellos las imiten, entonces está en lo correcto al dejarlas de lado. Pero si esos testimonios tienen valor, déjelos hablar. Estoy algo intrigada por este tema. A menudo se me pide: “Artículos cortos, Hna. White”. Esto no siempre es posible. Por eso le dejo mis libros, de los cuales puede escoger material, que sería nuevo para los lectores de este país (Australia y Nueva Zelanda), y precisamente lo que ellos necesitan. No he sentido la necesidad de escribir para la revista porque usted disponía de un novedoso material impreso para su país, que sería una bendición para quienes lo recibieran. A veces se seleccionan artículos de otras revistas, aparentemente con fines de relleno. Lo que la gente desea es instrucción. ¿Qué debo hacer para salvar mi vida? Necesitamos que aparezca más y más de la piedad vital en nuestras publicaciones.—Carta 21, 1896.OP 25.3
El testimonio de los pioneros—He presentado material con respecto a los engaños que Satanás traerá en este tiempo. Se me ha instruido que deberíamos destacar el testimonio de algunos obreros antiguos que ahora están muertos. Permitámosles hablar por medio de sus artículos, que aparecieron en los primeros Números de nuestras publicaciones. Estos artículos deberían ser reimpresos para que haya una voz viviente de los testigos del Señor. La historia de las primeras experiencias en el mensaje serán un poder para resistir la ingeniosidad maestra de los engaños de Satanás. Esta instrucción me fue repetida recientemente. Debo presentar ante el pueblo el testimonio de la verdad bíblica, y repetir los mensajes decisivos dados hace años. Deseo que mis sermones predicados en las reuniones generales y en las iglesias vivan y hagan la obra que les fue asignada.—Carta 99, 1905.OP 26.1
Los mensajes de los tres ángeles—La proclamación de los mensajes del primero, segundo y tercer ángeles ha sido ordenada por la palabra de Inspiración. No ha de removerse ni un alfiler ni una clavija. Ninguna autoridad humana tiene más derecho a cambiar la ubicación de estos mensajes que el de sustituir el Antiguo Testamento por el Nuevo. El Antiguo Testamento es el evangelio en figuras y símbolos. El Nuevo Testamento es la sustancia. Uno es tan esencial como el otro. El Antiguo Testamento presenta lecciones de los labios de Cristo, y estas lecciones no han perdido su fuerza en ningún detalle. El primero y el segundo mensajes fueron dados en 1843 y 1844, y ahora estamos bajo la proclamación del tercero; pero los tres mensajes han de ser proclamados todavía. Es tan esencial que sean repetidos ahora a los que están buscando la verdad como lo fue en cualquier momento pasado. Por pluma y voz hemos de hacer resonar la proclamación, mostrando su orden y su aplicación a las profecías que nos conducen al mensaje del tercer ángel. No puede haber un tercero sin un primero y un segundo. Estos mensajes hemos de darlos al mundo en publicaciones y discursos, mostrando en la línea de la historia profética las cosas que han sido y las que habrán de ser.—Manuscrito 32, 1896.OP 26.2