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Testimonios para la Iglesia, Tomo 7 - Contents
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    Tome tiempo para hablar con Dios

    Se me ha dado instrucción especial con respecto a nuestros ministros. No es la voluntad de Dios que traten de enriquecerse. No deben ocuparse en empresas mundanales, porque esto los descalifica para entregar sus mejores facultades a las cosas espirituales. Pero necesitan recibir un sueldo suficiente para sostenerlos a ellos y a sus familias. Tampoco se los debe recargar tanto de trabajo como para que no puedan atender adecuadamente la iglesia de su propia familia, porque tienen el deber especial de entrenar a sus hijos para el Señor.7TPI 238.1

    Se comete un gran error al mantener a un ministro trabajando constantemente en líneas administrativas, viajando de lugar en lugar y asistiendo hasta tarde de la noche a reuniones de juntas y comités. Esto le produce cansancio y desánimo. Los ministros deberían tener tiempo para descansar y para extraer de la Palabra de Dios el rico alimento del pan de vida. Deberían tener tiempo para beber sorbos refrescantes de consuelo de la corriente de aguas vivas.7TPI 238.2

    Que los ministros y maestros recuerden que Dios los hace responsables de cumplir sus cometidos tan bien como se lo permitan sus habilidades, de dedicarle a su trabajo lo mejor de sus facultades. No deben contraer responsabilidades que estén en conflicto con la obra que Dios les ha asignado.7TPI 238.3

    Cuando los ministros y maestros, presionados por el peso de sus compromisos financieros, suben al púlpito o entran al aula con el cerebro fatigado y los nervios bajo tensión, ¿qué más se puede esperar que la utilización de fuego común en lugar del fuego sagrado encendido por Dios? La presentación agotada e ineficaz decepciona a los que escuchan y hace daño al orador. No tiene tiempo para buscar al Señor ni para pedir con fe la unción del Espíritu Santo.7TPI 238.4

    Para que los esfuerzos de los obreros de Dios puedan tener buen éxito, necesitan recibir la gracia y la eficiencia que tan sólo él puede conceder. “Pedid, y se os dará” (Juan 16:24), es la promesa. Entonces, ¿por qué no tomar tiempo para pedir, para abrir la mente a las impresiones del Espíritu Santo, y que el alma pueda recibir nueva vitalidad mediante una fresca provisión de vida? El mismo Cristo pasaba mucho tiempo en oración. Cada vez que tenía la oportunidad se apartaba para hallarse a solas con Dios. Cada vez que nos inclinamos delante de Dios en oración humilde, él coloca sobre nuestros labios un carbón encendido de su altar, y los santifica para la obra de llevar la verdad de la Biblia a la gente.7TPI 238.5

    Se me ha instruido que diga a los que son obreros conmigo: Si desean disfrutar de los ricos tesoros del cielo, deben cultivar la comunión secreta con Dios. A menos que lo hagan, sus almas se encontrarán tan destituidas del Espíritu Santo como lo estaban de rocío y lluvia los cerros de Gilboa. Cuando corren de una cosa a otra, cuando tienen tanto que hacer que no pueden tomar tiempo para conversar con Dios, ¿cómo pueden pretender que haya poder en su trabajo?7TPI 239.1

    La razón por la cual muchos de nuestros ministros predican discursos tediosos y sin vida es porque permiten que su tiempo y atención se ocupen con una variedad de otras cosas de naturaleza mundanal. A menos que experimentemos un crecimiento constante en la gracia, nos faltarán palabras apropiadas para cada ocasión. Tengan comunión con sus propios corazones, y luego ténganla con Dios. A menos que lo hagan, sus esfuerzos serán estériles, el producto de un apresuramiento y una confusión no santificados.7TPI 239.2

    Pastores y maestros, permitan que su trabajo se caracterice por la fragancia de una profunda gracia espiritual. No lo transformen en algo ordinario mezclándolo con las cosas comunes. Avancen hacia adelante y hacia arriba. Purifíquense de toda contaminación de la carne y el espíritu, perfeccionando la santidad en el temor del Señor.7TPI 239.3

    Necesitamos convertirnos diariamente. Nuestras oraciones deberían ser más fervientes; entonces serán más efectivas. Nuestra confianza de que el Espíritu de Dios nos acompañará debería fortalecerse cada vez más, haciéndonos tan puros y santos, y tan rectos y aromáticos como los cedros del Líbano. 7TPI 239.4

    *****

    Los ministros del Evangelio deberían mantener su oficio libre de todo lo secular o político, empleando todo su tiempo y sus talentos en actividades de esfuerzo cristiano. 7TPI 240.1

    *****

    No es conducente a la espiritualidad de un ministro atarlo a un solo lugar encargándolo de los asuntos administrativos de la obra de la iglesia. Esto no está de acuerdo con el plan bíblico bosquejado en el capítulo 6 del libro de los Hechos. Estudien este plan; está aprobado por Dios. Obedezcan la Palabra. 7TPI 240.2

    *****

    Los que predican la palabra de vida no deben permitir que se coloquen muchas cargas sobre ellos. Deben tomar tiempo para estudiar la Palabra y autoexaminarse. Si investigan cuidadosamente su propio corazón y se entregan al Señor, aprenderán mejor a discernir las cosas escondidas de Dios. 7TPI 240.3

    *****

    En lugar de elegir el trabajo que nos resulte más placentero y de hacer algo que nuestros hermanos piensan que deberíamos hacer, necesitamos inquirir: “Señor, ¿qué quieres que haga?” En vez de recorrer el camino que la inclinación natural nos induce a seguir, deberíamos orar: “Enséñame, oh Jehová, tu camino, y guíame por sendas de rectitud” Salmos 27:11.7TPI 240.4

    *****

    Detalles financieros de la obra relacionada con las ciudades.- Nuestros pastores deberían aprender a no inmiscuirse en los negocios y asuntos financieros. Se me ha indicado repetidamente que éste no es el trabajo del ministerio. No se los debe agobiar con los detalles administrativos de la obra, ni siquiera en las ciudades; más bien deben estar dispuestos a visitar los lugares donde se haya despertado interés por el mensaje, y especialmente para asistir a nuestras reuniones campestres. Mientras éstas se llevan a cabo, nuestros obreros no deben pensar que necesitan permanecer en las ciudades para atender asuntos relacionados con diversos aspectos del trabajo en la ciudad; ni tampoco deben salir apresuradamente de estas reuniones campestres con el fin de atender esa clase de tareas.7TPI 240.5

    Los dirigentes de nuestras asociaciones deberían encargar a hombres de negocios para que atiendan los detalles financieros de la obra de las ciudades. Si no se pueden encontrar tales personas, que entonces se provean los medios para entrenar a hombres que desempeñen estas responsabilidades. 7TPI 241.1

    *****

    Administradores consagrados.- Las instituciones escandinavas no necesitarían hallarse en la posición en que se encuentran -y no lo estarían- si desde hace años los hermanos de los Estados Unidos hubieran hecho lo que debían. A Europa se debería haber enviado un hombre con experiencia en líneas administrativas, con conocimientos prácticos de contabilidad, para supervisar la forma de llevar las cuentas en nuestras instituciones allí. Y si esta tarea hubiera requerido a más de una persona, se debería haber enviado a más de una. De este modo se habrían ahorrado miles y miles de dólares.7TPI 241.2

    Nuestra obra en los Estados Unidos debería tener empleados a tales hombres, hombres que sepan cuáles son los principios celestiales, y que conozcan por experiencia lo que significa andar con Dios. Si tales hombres hubieran supervisado los asuntos financieros de nuestras asociaciones e instituciones, hoy tendríamos abundantes fondos en la tesorería, y nuestras instituciones se hallarían en la posición en que Dios ha declarado que se deberían encontrar, siendo una ayuda para la obra por medio de la abnegación y el sacrificio propio.7TPI 241.3

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