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Promesas para los últimos días - Contents
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    CAPÍTULO 22—PROMESAS PARA LAS MADRES

    “A la madre le parece muchas veces que su tarea es un servicio sin importancia, un trabajo que rara vez se aprecia. Las demás personas se dan escasa cuenta de sus muchos cuidados y responsabilidades. Pasa sus días ocupada en un sinnúmero de pequeños deberes que requieren esfuerzo, dominio propio, tacto, sabiduría y amor abnegado; y, sin embargo, no puede jactarse de lo que ha hecho como si fuese una hazaña... Le parece que no ha hecho nada. Pero no es así. Los ángeles celestiales observan a la madre apesadumbrada, y anotan las cargas que lleva día tras día. Su nombre puede ser desconocido para el mundo, pero está escrito en el libro de vida del Cordero” (MC 291, 292).PUD 96.1

    “Jesús conoce la preocupación del corazón de cada madre. El que tuvo una madre que luchó con la pobreza y la privación, simpatiza con cada madre en sus trabajos... Acudan las madres a Jesús con sus perplejidades. Hallarán gracia suficiente para ayudarles en la dirección de sus hijos. Las puertas están abiertas para toda madre que quiera poner sus cargas a los pies del Salvador” (DTG 473).PUD 97.1

    “No hay obra que pueda igualarse a la de la madre cristiana. Esta asume su obra con el sentido de lo que significa criar a sus hijos en la disciplina y admonición del Señor. ¡Cuán a menudo le parecerá su carga más pesada de lo que puede llevar; y cuán precioso será entonces el privilegio de llevarlo todo en oración al Salvador que simpatiza con ella! Puede echar su carga a sus pies y hallar en su presencia una fuerza que la sostendrá y le dará aliento, esperanza, valor y sabiduría en las horas más penosas. ¡Cuán dulce es para la madre agobiada saber que tiene un amigo tal en todas sus dificultades!” (HC 183, 184).PUD 97.2

    “Al rey en su trono no incumbe una obra superior a la de la madre. Esta es la reina de su familia. A ella le toca modelar el caráter de sus hijos, a fin de que sean idóneos para la vida superior e inmortal” (HC 206).PUD 97.3

    “Cuando empiece el juicio y los libros sean abiertos... muchos levantarán sus coronas a la vista del universo reunido, y señalando a sus madres dirán: ‘Ella hizo de mí todo lo que soy mediante la gracia de Dios. Su instrucción, sus oraciones, han sido bende- cidas para mi salvación eterna”‘ (MJ 328).PUD 97.4

    “Si las madres fueran a Cristo con más frecuencia y confiaran más plenamente en él, sus cargas serían más ligeras, y hallarían descanso para sus almas” (HC 184).PUD 98.1

    “Vuestro compasivo Redentor os observa con amor y simpatía, listo para oír vuestras oraciones y prestaros la ayuda que necesitáis. Conoce las cargas que pesan sobre el corazón de cada madre y es su mejor amigo en toda emergencia. Su brazos eternos sostienen a la madre fiel y temerosa de Dios” (HC 183).PUD 98.2

    “Madres, recordad que en vuestro trabajo el Creador del universo os ayudará. En su poder, y mediante su nombre, podéis conducir a vuestros hijos hasta que sean vencedores... Vuestro compasivo Redentor os contempla con amor y simpatía, y está listo para escuchar vuestras oraciones y concederos la ayuda que necesitáis para la obra de vuestra vida” (CN 158, 159).PUD 98.3

    “Hay un Dios en lo alto, y la luz y gloria de su trono iluminan a la madre fiel que procura educar a sus hijos para que resistan a la influencia del mal” (MC 292).PUD 98.4

    “Las madres están bajo el tierno cuidado de los ángeles celestiales. ¡Con cuánto interés llama el Señor Jesús a la puerta de las familias donde hay niñitos que deben ser educados y preparados! Cuán gentilmente vela por los intereses de las madres; y cuán triste se siente cuando ve que se descuida a los niños” (AFC 41).PUD 98.5

    “El gran estímulo para la afanosa y recargada madre debiera ser que cada hijo que sea debidamente instruido, y que tenga el adorno interior, el ornamento de un espíritu humilde y sosegado, será idóneo para el cielo y brillará en las cortes del Señor” (3T566).PUD 99.1

    “Debemos ir a Jesús y explicarle todas nuestras necesidades. Podemos presentarle nuestras pequeñas cuitas y perplejidades, como también nuestras dificultades mayores. Debemos llevar al Señor en oración cualquier cosa que se suscite para perturbamos o angustiamos” (2JT 60).PUD 99.2

    “Necesitamos confiar en Jesús diariamente, a cada hora. Nos ha prometido que según sea el día, será nuestra fuerza. Por su gracia podremos soportar todas las cargas del momento presente y cumplir sus deberes” (2JT 59).PUD 99.3

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