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Testimonios para la Iglesia, Tomo 9 - Contents
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    La vida santificada

    El testimonio que debemos dar por Dios no consiste sólo en predicar la verdad y distribuir impresos. No olvidemos que el argumento más poderoso en favor del cristianismo es una vida semejante a la de Cristo, mientras que un cristiano vulgar hace más daño en el mundo que un mundano. Todos los libros escritos no reemplazarán una vida santa. La gente creerá, no lo que diga el predicador, sino lo que viva la iglesia. Demasiado a menudo la influencia del sermón predicado desde el púlpito queda neutralizada por la que se desprende de la vida de personas que se dicen defensoras de la verdad.9TPI 18.2

    El propósito de Dios es glorificarse a sí mismo delante del mundo en su pueblo. El quiere que los que lleven el nombre de Cristo le representen por el pensamiento, la palabra y la acción. Deben tener pensamientos puros y pronunciar palabras nobles y animadoras, capaces de atraer al Salvador a las personas que los rodean. La religión de Cristo debe estar entretejida en todo lo que dicen y hacen. En todos sus negocios, debe desprenderse el perfume de la presencia de Dios.9TPI 18.3

    El pecado es una cosa detestable. Por su causa fue marchitada la hermosura moral de un gran número de ángeles. Penetró en el mundo y borró casi por completo la imagen de Dios en el hombre. Mas, en su gran amor, Dios ofreció al hombre la posibilidad de recuperar la posición que había perdido al ceder al tentador. Cristo vino a ponerse a la cabeza de la humanidad para desarrollar en favor nuestro un carácter perfecto. Los que le reciben nacen de nuevo.9TPI 19.1

    Cristo vio a la humanidad, como consecuencia del enorme desarrollo del pecado, dominada por el príncipe de las potestades del aire y manifestando un poder gigantesco en obras de maldad. Vio también que un poder mayor debía hacer frente a Satanás y derrotarlo. “Ahora es el juicio de este mundo -dijo-: ahora el príncipe de este mundo será echado fuera”. Juan 12:31. Cristo vio que si los seres humanos creían en él, se les concedería poder para afrontar el ejército de los ángeles caídos, cuyo nombre es legión. Fortificó su alma con el pensamiento de que, merced al sacrificio portentoso que estaba por hacer, el príncipe de este mundo sería arrojado fuera, y hombres y mujeres serían capacitados, por la gracia de Dios, para recuperar lo que habían perdido.9TPI 19.2

    Hombres y mujeres pueden vivir la vida que Cristo vivió en este mundo si se revisten de su poder y siguen sus instrucciones. Pueden recibir, en su lucha con Satanás, todos los socorros que Cristo mismo recibió. Pueden llegar a ser más que vencedores, por Aquel que los amó y se dio a sí mismo por ellos.9TPI 19.3

    La vida de los que profesan ser cristianos sin vivir la vida de Cristo, es una burla para la religión. Cualquiera que esté inscrito en los registros de la iglesia tiene el deber de representar al Salvador llevando el adorno interior de un espíritu manso y apacible. Debe ser su testigo y hacer conocerlas ventajas que hay en vivir y trabajar conforme al ejemplo de Cristo. La verdad presente debe manifestar su potencia en la vida de los que creen en ella, para que de este modo se comunique al mundo. Los creyentes deben presentar en su vida su eficacia santificadora y ennoblecedora.9TPI 19.4

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