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Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 - Contents
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    Conflictos y victoria

    Experiencias desde el 26 de abril al 20 de octubre de 1867

    Regresamos al norte, y en el camino tuvimos una buena reunión en West Windsor. Después de llegar al hogar tuvimos reuniones en Fairplains y Orleans, y también dedicamos alguna atención al asunto de la construcción, plantamos una huerta y pusimos uvas, moras, frambuesas, y fresas. Entonces, en compañía de una buena delegación, regresamos a la Asociación General en Battle Creek.1TPI 514.1

    El primer sábado del viaje lo pasamos en Orleans y ayunamos. Fue un día de gran solemnidad; procuramos humillarnos delante de Dios, y con corazones y espíritus contritos y muchas lágrimas, todos oramos fervientemente para que Dios nos bendijera y fortaleciera para hacer su voluntad en la reunión. Teníamos alguna fe y esperanza que en aquella reunión nos veríamos libres de nuestra cautividad.1TPI 514.2

    Cuando vinimos a Battle Creek encontramos que nuestros esfuerzos previos no habían alcanzado lo que habíamos esperado. Rumores y celos existían todavía. Mi alma se llenó de intensa angustia, y lloré a viva voz por unas horas, incapaz de refrenar mi dolor. En conversación con un amigo con el cual me había relacionado por veintidós años, me relató informes que había escuchado, de que mi esposo y yo éramos extravagantes gastando los recursos. Me di a la tarea de examinar en qué había sido extravagante. El mencionó la compra de una silla costosa. Entonces le relaté las circunstancias. Mi esposo se sentía extenuado, y le resultaba extremadamente agotador y aun doloroso sentarse por largo tiempo en una mecedora ordinaria, y por esta razón pasaba la mayor parte del tiempo acostado en la cama o el sofá. Yo sabía que de ese modo no podría recobrar sus fuerzas y le rogaba que se pasara más tiempo sentado, pero la silla era una objeción.1TPI 514.3

    En mi viaje hacia el este para estar junto al lecho de mi padre agonizante, dejé a mi esposo en Brookfield, Nueva York, y mientras me encontraba en Utica busqué una silla tipo sofá con resortes. Los fabricantes no tenían ninguna en el almacén hecha al precio que estaba dispuesta a pagar, que eran alrededor de quince dólares, pero me ofrecieron una silla excelente por diecisiete dólares, que tenía rodillos en vez de columpio, y estaba valorada en treinta dólares. Yo sabía que esta era la silla ideal. Pero el hermano que estaba conmigo me urgió a esperar y ordenar una silla que costaría solamente tres dólares menos. La silla que se ofrecía por diecisiete dólares tenía el valor real; pero seguí el juicio de otro, esperé mientras armaban la silla más barata, pagué por ella y la hice entregar a mi esposo. Tuve que hacerle frente en Wisconsin y Iowa al informe respecto a nuestra extravagancia en la compra de esta silla. Pero ¿quién puede condenarme? Si tuviera que hacer lo mismo nuevamente, lo haría de la misma manera, excepto en lo siguiente: confiaría en mi propio juicio y compraría una silla que costara unos pocos dólares más y que fuera doblemente útil que la que compré. Satanás algunas veces influye tanto sobre las mentes como para destruir todo sentimiento de misericordia o compasión. El hierro parece penetrar el corazón, y desaparece tanto lo humano como lo divino.1TPI 514.4

    También me llegaron informes de que una hermana había dicho en Memphis y Lapeer que la iglesia de Battle Creek no tenía la más mínima confianza en el testimonio de la señora White. Se formuló la pregunta si eso se refería al testimonio escrito. La respuesta fue, No, no a las visiones que se han publicado, pero a los testimonios expresados en reunión con la iglesia, porque su vida contradice los mismos. Nuevamente solicité una entrevista con unos pocos hermanos y hermanas seleccionados y de experiencia, incluyendo las personas que habían hecho circular esos informes. En la reunión les pedí que me mostraran dónde era que mi vida no coincidía con mis enseñanzas. Si mi vida había sido tan inconsecuente que justificaba la aseveración de que la iglesia de Battle Creek no tenía la más mínima confianza en mi testimonio, no podía ser un asunto difícil presentar las pruebas de mi actuación carente de cristianismo. No pudieron producir nada para justificar las aseveraciones hechas, y confesaron que estaban todos equivocados respecto a los informes circulados y que sus sospechas y celos eran infundados. En forma espontánea perdoné a los que nos habían injuriado y les dije que todo lo que les pedía era que contrarrestaran la influencia que habían ejercido contra nosotros, y quedaría satisfecha. Prometieron hacerlo, pero no lo han cumplido.1TPI 515.1

    Muchos otros rumores contra nosotros, todos totalmente falsos o grandemente exagerados, fueron esparcidos libremente, comentados en los hogares de diferentes familias durante el tiempo de las reuniones, y la mayoría nos miraba, especialmente a mi esposo, con sospecha. Algunas personas de influencia se manifestaban dispuestas a aplastarnos. Estábamos en necesidad; mi esposo había tratado de vender algún equipo y se pensó que estaba equivocado al hacer esto. Había expresado su consentimiento a que sus hermanos le ayudaran a reponer la pérdida de nuestra vaca, y esto se había visto como un grave pecado. Suponiendo que nuestra propiedad de Battle Creek estaba prácticamente vendida, compramos en Greenville y empezamos a construir. Pero la venta en Battle Creek se demoró, y en nuestra estrecha posición, mi esposo escribió a varios hermanos para conseguir dinero prestado. Lo condenaron por esto y lo acusaron del pecado de codiciar el dinero. Y al hermano ministro más activo en esa tarea se le escuchó decir: “No queremos que el Hno. E compre la propiedad del Hno. White porque queremos su dinero para el Instituto de Salud”. ¿Qué podíamos hacer? No podíamos acudir a ningún lado, pero fuimos culpados.1TPI 515.2

    Solamente 65 horas antes que mi esposo cayera enfermo, se mantuvo hasta la medianoche en una casa de culto haciendo llamados para obtener trescientos dólares con el fin de terminar de pagar la capilla; y para respaldar su llamada encabezó la subscripción con diez dólares de su parte y otros diez de mi parte. Antes de la medianoche, la suma había sido casi alcanzada. El anciano de la iglesia era un viejo amigo, y en nuestra extrema necesidad y sin amigos, mi esposo le escribió diciéndole que estábamos en necesidad y que si la iglesia quería devolver ahora los veinte dólares, nosotros los recibiríamos. Para el tiempo de las reuniones de la Asociación General, este hermano nos llamó e hizo del asunto una falta muy grave. Pero antes de venir a nuestra casa, se había dejado contagiar por la infección general. Sentimos estas cosas muy profundamente y si no hubiéramos sido sostenidos en forma especial por el Señor, no habríamos podido dar nuestro testimonio en la Asociación General con grado alguno de libertad.1TPI 516.1

    Antes de regresar de la Asociación General, los Hnos. Andrews, Pierce y Bourdeau, tuvieron una sesión especial de oración en nuestro hogar, en la cual todos fuimos grandemente bendecidos, especialmente mi esposo. Esto lo animó para regresar a nuestra nueva residencia. Entonces comenzó su agudo sufrimiento por problemas de la dentadura y también nuestras labores informadas en la Review. En su condición desdentada solamente dejó de predicar una semana, pero trabajó en Orange y Wright, en la iglesia de la casa, en Greenbush y Bushnell, predicando y bautizando como antes.1TPI 516.2

    Después de regresar de la Asociación General, una gran incertidumbre me sobrecogió en relación con la prosperidad de la causa de Dios. Vinieron dudas a mi mente que no habían existido seis meses antes. Vi al pueblo de Dios participando del espíritu del mundo, imitando sus modas y poniéndose por encima de la sencillez de nuestra fe. Parecía que la iglesia de Battle Creek se apartaba de Dios y era imposible levantar su sensibilidad. En Battle Creek los testimonios que Dios me había dado tuvieron una mínima influencia, y allí se les prestó menos atención que en cualquier otra parte del campo. Yo temblaba por la causa de Dios. Sabía que el Señor no había olvidado a su pueblo, pero que sus pecados e iniquidades los habían separado de él. Battle Creek es el gran corazón de la obra. Cada pulsación la sienten los miembros del cuerpo en todo el campo. Si este gran corazón tiene salud, una circulación vital se sentirá a través de todo el cuerpo de los observadores del sábado. Si el corazón está enfermo, la condición debilitada de cada aspecto de la obra lo confirmará.1TPI 517.1

    Mi interés está en esta obra; mi vida está enlazada con ella. Cuando Sión prospera, soy feliz; si languidece, estoy triste, débil, desanimada. Vi que el pueblo de Dios estaba en condición alarmante, y que Dios les estaba retirando su favor. Yo ponderaba este cuadro triste día y noche e imploraba en amarga angustia: “Oh, Señor, no entregues al desdén tu herencia. Que los paganos no digan: ¿Dónde está su Dios?” Sentí que se me había desligado de todos los que dirigen la obra y estaba virtualmente sosteniéndome sola. No me atrevo a confiar en nadie. He despertado a mi esposo en la noche diciéndole: “¡Tengo miedo de convertirme en una infiel!” Entonces clamaba al Señor para que me salvara por su propio brazo poderoso. No podía ver que mis testimonios fuesen apreciados y tenía el pensamiento de que tal vez mi obra en la causa había llegado a su fin. Teníamos citas en Bushnell, pero le dije a mi esposo que no podía ir. Poco después fue al correo y regresó con una carta del Hno. Matteson que contenía el siguiente sueño:1TPI 517.2

    “Querido Hno. White,

    “Que la bendición de Dios sea con usted y que estas líneas le encuentren prosperando aún y mejorando su salud y fortaleza espiritual. Me siento muy agradecido al Señor por sus bondades hacia usted y confío que todavía pueda disfrutar perfecta salud y libertad en la proclamación del último mensaje.1TPI 517.3

    “He tenido un sueño muy significativo acerca de usted y la Sra. White, y siento que es mi deber relatárselo, tanto como puedo recordar. Soñé que se lo conté a la Hna. White, al igual que su interpretación, la cual me fue revelada también en el sueño. Cuando desperté, algo me urgió a levantarme y escribir todos los detalles, a fin de no olvidarlos; pero descuidé hacerlo, en parte porque estaba cansado, y en parte porque pensé que no era nada más que un sueño. Pero viendo que nunca había soñado con ustedes antes, y que este sueño era tan inteligente, y tan íntimamente asociado con ustedes, he llegado a la conclusión que debo contárselo. Todo lo que puedo recordar es lo siguiente: “Me encontraba en una casa grande donde había un púlpito como los que usamos en nuestros lugares de reunión. En dicho púlpito había muchas lámparas encendidas. Estas lámparas necesitaban ser suplidas de aceite constantemente, y un número considerable de nosotros nos ocupábamos en llevar aceite y llenarlas. El Hno. White y su compañera estaban bastante ocupados y noté que la Hna. White ponía más aceite que ningún otro. Entonces el Hno. White fue a una puerta que daba a un almacén, donde había muchos barriles de aceite. El abrió la puerta, entró y la Hna. White lo siguió. Justamente entonces un grupo de personas llegó con una gran cantidad de una substancia negra que parecía hollín y la amontonó toda sobre los Hnos. White, cubriéndolos completamente. Me sentí muy agobiado y procuré con ansia ver cuál sería el fin de estas cosas. Podía ver que el Hno. y la Hna. White luchaban denodadamente para librarse del hollín; y después de una prolongada lucha salieron más brillantes que nunca, y los malvados hombres y el hollín desaparecieron. Entonces los Hnos. White se ocuparon nuevamente, con más empeño que antes, en suplir de aceite las lámparas, pero la Hna. White llevaba todavía la delantera.1TPI 518.1

    “Soñé que la interpretación era la siguiente: Las lámparas representaban al pueblo remanente. El aceite era la verdad y el amor celestiales, de los cuales el pueblo de Dios necesita una constante provisión. Las personas que suplían el aceite a las lámparas eran los siervos de Dios que trabajaban en la cosecha. ¿Quiénes eran los que formaban el grupo de malvados? No podría decir en particular, pero eran hombres inspirados por el diablo, quien dirigía sus satánicas influencias, especialmente contra los Hnos. White. Estos se vieron en gran dificultad por un tiempo, pero finalmente fueron librados por la gracia de Dios y sus propios y dedicados esfuerzos. Finalmente el poder de Dios reposó sobre ellos, y desempeñaron una parte prominente en la proclamación del último mensaje de misericordia. Pero la Hna. White tenía una provisión más abundante de sabiduría divina y de amor que el resto no poseía. Este sueño ha fortalecido mi confianza de que el Señor los dirigirá a ustedes para terminar la obra de restauración que han comenzado, y que gozarán una vez más del Espíritu de Dios como en el pasado, y aun en mayor abundancia. No olviden que la humildad es la puerta que conduce a la rica fuente de la gracia de Dios. Que Dios le bendiga a usted y a su esposa e hijos y nos conceda vernos en el reino celestial. Suyo en los lazos del amor cristiano,1TPI 518.2

    “John Matteson”.

    “Oakland, Wisconsin, 15 de julio de 1867”.

    Este sueño me levantó un tanto el ánimo. Tenía confianza en el Hno. Matteson. Antes de conocerlo en persona, su caso me fue revelado en visión, en contraste con aquel de F de Wisconsin. Este último era totalmente indigno de llevar el nombre de cristiano, y mucho más de ser un mensajero; pero se me mostró al Hno. Matteson como uno que poseía humildad y que, si sostenía su consagración, sería calificado para dirigir las almas al Cordero de Dios. El Hno. Matteson no tenía conocimiento de mis aflicciones mentales. Nunca nos habíamos escrito, y el sueño que venía de él, en el tiempo apropiado, me pareció como la mano de Dios que se extendía para ayudarme.1TPI 519.1

    Teníamos la preocupación de construir con dinero prestado, lo que nos causaba perplejidad. Cumplimos con nuestras citas y trabajamos afanosamente durante todo el verano. Debido a la necesidad de fondos, nos unimos para trabajar en el campo, cavando la tierra con azadón, cortando y almacenando heno. Tomé la horca y amontoné la parva, mientras mi esposo con sus débiles brazos me tiraba el heno. Tomé la brocha y pinté gran parte del interior de nuestra casa. Ambos nos agotamos demasiado en esto. Finalmente me debilité al punto de no poder hacer más. Varias mañanas me desmayé, y mi esposo tuvo que asistir a la reunión campestre de Greenbush sin mí. Nuestro viejo y áspero carruaje nos había estado casi matando a nosotros y a los caballos. Los largos viajes en él, y el trabajo de las reuniones, así como las preocupaciones y faenas del hogar, eran demasiado para nosotros y temí haber llegado al fin de mis esfuerzos. Mi esposo trató de animarme y me urgió a empezar de nuevo, cumpliendo los compromisos en Orange, Greenbush e Ithaca. Finalmente resolví empezar, y, si no me sentía peor, continuar el viaje. En mi coche viajé 17 kilómetros arrodillada sobre una almohada y recostada mi cabeza sobre otra puesta sobre las piernas de mi esposo. El manejaba y me sostenía. La siguiente mañana me sentí un poco mejor y decidí continuar. Dios nos ayudó a hablar con poder a la gente en Orange, y se hizo una gloriosa obra por los que se habían descarriado y por los pecadores. En Greenbush se me concedió libertad y fuerza. En Ithaca el Señor nos ayudó para hablar a una gran congregación a la cual no habíamos hablado antes.1TPI 519.2

    En nuestra ausencia, los hermanos King, Fargo, y Maynard decidieron que por misericordia a nosotros y a los caballos, deberíamos tener un carruaje liviano y cómodo; así que de regreso, llevaron a mi esposo a Ionia y compraron el que ahora tenemos. Era justo lo que necesitábamos y me hubiera ahorrado mucho agotamiento al viajar en el calor del verano.1TPI 520.1

    En esta ocasión recibimos fervorosas solicitudes para asistir a convocaciones en el Oeste. Al leer estas conmovedoras peticiones, derramamos nuestras lágrimas sobre ellas. Mi esposo me decía: “Elena, no podemos asistir a estas reuniones. A lo sumo yo podría cuidar de mí mismo en un viaje de tal magnitud, y si te desmayaras, ¿qué podría hacer yo? Pero, Elena, debemos ir”; y al hablar de esa manera, sus emociones acompañadas de lágrimas le ahogaban la voz. En respuesta, mientras consideraba nuestra débil condición, y el estado de la causa en el Oeste, y sintiendo que nuestros hermanos necesitaban nuestro ministerio, yo decía: “Jaime, no podemos asistir a estas reuniones en el Oeste, pero debemos hacerlo”. Entonces, varios de nuestros fieles hermanos, viendo nuestra condición ofrecieron acompañarnos. Esto era todo lo que se necesitaba para tomar la decisión. En nuestro nuevo coche salimos de Greenville el 29 de agosto para asistir a la convocación general en Wright. Nos seguían otros cuatro carruajes. El viaje fue cómodo y muy placentero en compañía de esos bondadosos hermanos. La reunión fue victoriosa.1TPI 520.2

    El 7 y 8 de septiembre disfrutamos una preciosa temporada en Monterrey con los hermanos del condado de Allegan. Allí nos encontramos con el Hno. Loughborough, quien había empezado a captar las injusticias existentes en Battle Creek y se lamentaba por la participación que había tenido en ellas, que habían hecho daño a la causa y traído crueles preocupaciones sobre nosotros. Por pedido nuestro nos acompañó a Battle Creek. Pero antes de salir de Monterrey, nos relató este sueño:1TPI 520.3

    “Cuando el Hno. y la Hna. White vinieron a Monterrey el 7 de septiembre, me pidieron que los acompañara a Battle Creek. Vacilé respecto a ir con ellos, pensando que era un deber seguir atendiendo los intereses de Monterrey y pensando, como se lo expresé a ellos, que en Battle Creek la oposición era escasa. Después de orar por varios días sobre el asunto, una noche me dispuse a descansar pidiéndole ansiosamente al Señor luz sobre el asunto.1TPI 521.1

    “Soñé que me encontraba con muchos miembros de la iglesia de Battle Creek viajando en un tren. Los vagones eran tan bajos, que casi no podía mantenerme de pie en ellos. Todos estaban mal ventilados y hedían como si no hubieran sido ventilados por meses. La ruta sobre la cual íbamos era áspera y a veces los vagones se sacudían con violencia, algunas veces haciendo que nuestro equipaje se cayera, y otras haciendo caer a algunos de los pasajeros. Teníamos que estar parando para recoger nuestros pasajeros y equipaje o para reparar los rieles. Algunas veces parecía que sólo trabajábamos y avanzábamos muy poco o nada. En verdad éramos un grupo de viajeros dignos de lástima.1TPI 521.2

    “De pronto llegamos a una mesa giratoria, suficientemente grande como para contener todo el convoy. Los Hnos. White estaban allí y cuando salí del tren, dijeron: ‘Este tren va en dirección completamente equivocada. Hay que volverlo en sentido contrario’. Tanto el Hno. White como la Hna. White se apoderaron de los manubrios que movían la maquinaria para hacer girar la mesa y tiraron con todas sus fuerzas. Ningún hombre trabajó tan fuerte impulsando un carro manual como lo hicieron ellos en los manubrios de la tornamesa. Me detuve y observé hasta que vi que el tren empezaba a dar la vuelta, entonces hablé en alta voz y dije: ‘Está moviéndose’, y me uní para ayudarles. Le presté poca atención al tren; estábamos determinados a llevar a cabo nuestro trabajo de hacer girar la mesa.1TPI 521.3

    “Cuando habíamos cumplido nuestra tarea, miramos hacia arriba, y todo el tren estaba transformado. En vez de los vagones de pasajeros bajos, mal ventilados en los cuales habíamos estado yendo, había vagones amplios, altos, bien ventilados, con ventanas grandes y claras, completamente adornados e iluminados en una muy espléndida forma, más elegante que ningún hotel o carro Pullman que haya visto. La línea férrea estaba nivelada, suave y firme. El tren estaba lleno de pasajeros cuyos rostros se veían alegres y felices, aunque mostraban una expresión de confianza y solemnidad. Todos parecían expresar la mayor satisfacción por el cambio que había ocurrido y la mayor confianza en la exitosa travesía del tren. Los Hnos. White iban a bordo esta vez, y su semblante rebosaba de gozo santo. Al empezar el tren a moverse, yo estaba tan rebosante de gozo que desperté, con la impresión en mi mente que el tren tenía que ver con la iglesia de Battle Creek y con asuntos relacionados con la causa en ese lugar. Mi mente estaba perfectamente clara respecto a mi deber de ir a Battle Creek y dar una mano de ayuda a la obra allá. Me siento contento porque he estado aquí para ver cómo la bendición del Señor acompaña las arduas labores del Hno. y la Hna. White al poner los asuntos en orden. J. N. Loughborough”.1TPI 521.4

    Antes de partir de Monterrey, el Hno. Loughborough me entregó el siguiente relato de otro sueño que tuvo en torno a la fecha del fallecimiento de su esposa. Esto me fue motivo de ánimo también.1TPI 522.1

    “‘El profeta que tuviere un sueño, cuente el sueño’. Jeremías 23:28.1TPI 522.2

    “Una mañana, después de meditar sobre las aflicciones de los Hnos. White, su conexión con el mensaje del tercer ángel, y mi propio error de no mantenerme al lado de ellos en sus aflicciones; y después de tratar de confesar mis faltas al Señor e implorar sus bendiciones sobre los Hnos. White, me retiré para descansar.1TPI 522.3

    “Pensé en mi sueño que estaba en mi ciudad natal, al pie de una ladera. Hablé con bastante fervor y dije: ‘¡Oh, que pueda encontrar esa fuente de toda sanidad!’ Vi que llegaba un joven bien vestido, el cual me dijo en tono muy agradable: ‘Te conduciré a la fuente’. Dirigió el camino, y traté de seguirlo. Atravesamos la ladera de la montaña, pasando con mucha dificultad tres lugares pantanosos, por los cuales corrían pequeñas corrientes de agua lodosa. No había forma de cruzar estas corrientes sino solamente vadeando. Habiendo logrado esto llegamos a un terreno agradable y firme, a un lugar donde había una entrada en la ribera y una gran fuente de agua muy pura y cristalina brotaba a borbollones hacia la superficie. Se colocó allí una espaciosa tina, muy parecida a la bañera de inmersión del Instituto de Salud de Battle Creek. Un tubo corría desde la fuente hasta un extremo del tanque, y el agua se derramaba por el otro. El sol brillaba resplandeciente, y el agua brillaba reflejando sus rayos.1TPI 522.4

    “Al acercarnos a la fuente, el joven no dijo nada, pero me miró y sonrió con una expresión de satisfacción, y ondeaba una mano hacia la fuente como para expresar: ‘¿No piensas que esta es una fuente que todo lo sana?’ Una compañía considerable de personas, encabezada por el Hno. y la Hna. White, se acercó a la fuente desde el lado opuesto a nosotros. Todos lucían alegres y felices, pero una santa solemnidad se advertía en sus rostros.1TPI 522.5

    “El Hno. White parecía mucho mejor de salud, y estaba feliz y satisfecho, pero parecía cansado como si hubiera estado caminando alguna distancia. La Hna. White tenía una taza grande en su mano, la cual introdujo en la fuente, tomando del agua, y luego pasándosela a otros. Me pareció que el Hno. White se dirigía al grupo y les decía: ‘Ahora tendrán una oportunidad de ver el efecto de esta agua’. Entonces él tomó, e instantáneamente fue vivificado, así como sucedió con los otros que tomaron de ella, causando en sus rostros un aspecto de vigor y fortaleza. Me pareció ver que mientras el Hno. White estaba hablando y bebiendo de vez en cuando un sorbo de agua, ponía sus manos al borde del tanque y se zambullía por tres veces. Cada vez que salía estaba más fortalecido que antes, pero se mantenía hablando todo el tiempo y exhortando a otros a que se bañaran en “la fuente” como él luego la llamó, y bebieran de la corriente de su sanidad. Su voz, al igual que la de la Hna. White, parecía melodiosa. Sentí un espíritu de regocijo por haber encontrado la fuente. La Hna. White venía hacia mí con una taza de agua para que bebiera, pero me invadió tal gozo que me desperté antes de poderla tomar.1TPI 523.1

    “Que el Señor me permita beber en abundancia de esa agua, porque creo que no es otra que la que Cristo mencionó, la cual ‘brotará para vida eterna.1TPI 523.2

    “J. N. Loughborough. Monterrey, Míchigan, 8 de septiembre de 1867”.

    El 14 y 15 de septiembre celebramos provechosas reuniones en Battle Creek. Aquí mi esposo con libertad asestó un fuerte golpe a algunos pecados de quienes ocupan lugares prominentes en la causa, y por primera vez en veinte meses asistió a las reuniones nocturnas y predicó en ellas. Se comenzó un magnífico trabajo, y la iglesia, como se publicó en la Review, nos dio la promesa de mantenerse a nuestro lado, si a nuestro regreso del oeste podíamos continuar nuestra labor con ellos.1TPI 523.3

    En compañía del Hno. y la Hna. Maynard, y los Hnos. Smith y Olmstead, asistimos a las grandes reuniones del oeste, las victorias principales de las cuales han sido ampliamente publicadas en la Review. Mientras asistíamos a las reuniones de Wisconsin, yo estaba un poco débil. Había trabajado más allá de mi capacidad en Battle Creek y estuve a punto de desmayarme en los coches durante el viaje. Por cuatro semanas tuve mucho sufrimiento con mis pulmones, y tuve dificultad para hablar a la gente. El sábado en la tarde se me aplicaron fomentos sobre mi garganta y pulmones; pero se olvidaron de abrigarme la cabeza y la dificultad de los pulmones pasó al cerebro. Mientras me levantaba en la mañana, sentí una sensación singular en el cerebro. Las voces parecían vibrar, y me parecía que todo se movía delante de mí. Mientras caminaba, me tambaleé y poco me faltó para caerme. Tomé mi desayuno, con la esperanza de sentir alivio al hacerlo; pero solamente aumentó la dificultad. Me puse muy enferma y no pude sentarme.1TPI 523.4

    Mi esposo vino a la casa después de la reunión de la mañana, diciendo que se había comprometido para que yo hablara en la tarde. Parecía imposible que pudiese estar de pie frente a la gente. Cuando mi esposo preguntó sobre qué tema hablaría, no pude ni siquiera pensar en una frase. Pero pensé: Si Dios desea que hable, me dará la fortaleza para hacerlo; me lanzaré por fe; por mi cuenta fracaso. Me presenté en la carpa tambaleante y extrañamente confundida, pero dije a los hermanos predicadores que estaban al frente que si ellos me apoyaban con sus oraciones, yo podría hablar. Me presenté frente a la gente por fe, y en unos cinco minutos mi cabeza y mis pulmones se aliviaron, y logré hablar sin dificultad por más de una hora a 1.500 ansiosos espectadores. Después de haber terminado de hablar, experimenté una sensación de bondad y misericordia divinas, y no pude evitar pararme de nuevo para relatar mi enfermedad y la bendición de Dios que me sostuvo mientras hablaba. Desde entonces mis pulmones han sido grandemente aliviados, y mi salud ha ido mejorando.1TPI 524.1

    En el oeste nos encontramos con rumores que fueron poco menos que calumnia contra mi esposo. Estos eran de actualidad para el tiempo de la Asociación General, y eran distribuidos por todas partes del campo. Mencionaré uno como ejemplo: Se dijo que mi esposo estaba tan loco por el dinero que se había envuelto en la venta de botellas usadas. Los hechos son estos: Cuando estábamos a punto de mudarnos, le pregunté a mi esposo qué podríamos hacer con una cantidad de botellas viejas que teníamos. El me dijo: “Tíralas”.1TPI 524.2

    En ese momento Willie, nuestro hijo, vino y se ofreció para limpiarlas y venderlas. Le di permiso, y agregué que el dinero que 525obtuviera sería para él. Cuando mi esposo fue a la oficina de correos, se llevó en el carruaje a Willie con sus botellas. Era lo menos que podía hacer por su fiel muchachito. Willie vendió las botellas y se guardó el dinero. En el viaje a la oficina de correos, mi esposo llevó a un hermano conectado con la oficina de la Review, el cual fue conversando amigablemente con él durante el viaje a la ciudad y de vuelta a casa. Al ver a Willie acercarse al carruaje y preguntarle a su padre algo acerca del valor de las botellas, y luego ver al farmacéutico conversando con mi esposo acerca de lo que tanto le interesaba a Willie, este hermano, sin decirle ni una palabra de eso a mi esposo, inmediatamente informó que el Hno. White había ido al centro de la ciudad para vender botellas viejas, y que por consiguiente tenía que estar loco. Lo primero que escuchamos acerca de las botellas fue en Iowa, cinco meses más tarde. obtuviera sería para él. Cuando mi esposo fue al correo, se llevó en el carruaje a Willie con sus botellas. Era lo menos que podía hacer por su fiel muchachito. Willie vendió las botellas y se guardó el dinero. En el viaje al correo, mi esposo llevó a un hermano conectado con la oficina de la Review, el cual fue conversando amigablemente con él durante el viaje a la ciudad y de vuelta a casa. Al ver a Willie acercarse al carruaje y preguntarle a su padre algo acerca del valor de las botellas, y luego ver al farmacéutico conversando con mi esposo acerca de lo que tanto le interesaba a Willie, este hermano, sin decirle ni una palabra de eso a mi esposo, inmediatamente informó que el Hno. White había ido al centro de la ciudad para vender botellas viejas, y que por consiguiente tenía que estar loco. Lo primero que escuchamos acerca de las botellas fue en Iowa, cinco meses más tarde.1TPI 524.3

    Estas cosas se han mantenido ocultas de nosotros, de modo que no pudimos corregirlas, y han sido transportadas como en alas del viento, por nuestros amigos profesos. Nos hemos quedado atónitos al descubrir, gracias a la investigación y a las recientes confesiones de casi la totalidad de miembros de esta iglesia, que casi todos le habían dado crédito a uno o varios de estos informes falsos, y que esos profesos cristianos habían albergado sentimientos de censura, amargura y crueldad contra nosotros, especialmente contra mi débil esposo que lucha por su vida y su libertad. Algunos han exhibido un espíritu malévolo y aplastante, y lo han descrito como una persona rica, pero que a pesar de ello codicia el dinero.1TPI 525.1

    Al volver a Battle Creek, mi esposo convocó un concilio de los hermanos para que se reuniera con la iglesia con el fin de investigar estos asuntos ante ellos, y contrarrestar los falsos informes. Vinieron hermanos de diferentes partes del estado, y mi esposo les pidió a todos valientemente que expusieran lo que tuvieran contra él, de modo que pudiera defenderse francamente, y de ese modo poner fin a esas calumnias que circulaban en privado. Las equivocaciones que había confesado antes en la Review, volvió a confesarlas ahora plenamente en una reunión pública y en entrevistas individuales, y también explicó muchos asuntos sobre los cuales se habían basado necias y falsas acusaciones. Así convenció a todos de la falsedad de esos cargos.1TPI 525.2

    Y al hacer cuentas para determinar el valor real de nuestras posesiones, descubrimos -para asombro de mi esposo y de todos los presentes- que no pasaba de 1.500 dólares, además de sus caballos y el carruaje, y restos de ediciones de libros y diagramas, la venta de los cuales durante el año anterior, y según lo declaró el secretario, no había alcanzado a cubrir el interés sobre el dinero que mi esposo debe a la Asociación Publicadora. No se puede decir que esos libros y diagramas valgan gran cosa ahora, especialmente para nosotros en nuestra condición actual.1TPI 525.3

    Cuando estaba sano, mi esposo no tenía tiempo para llevar cuentas, y durante su enfermedad sus asuntos quedaron en manos ajenas. Se levantó la pregunta: ¿Qué pasó con su patrimonio? ¿Había sido defraudado? ¿Se habían cometido errores en sus cuentas? ¿O él mismo, dada la condición confusa en que se hallaban sus asuntos, había dado para esta buena causa o aquélla, sin saber su verdadera capacidad para contribuir, y sin saber cuánto estaba dando?1TPI 526.1

    Un buen resultado de la investigación es que la confianza en los que se han encargado de las cuentas relacionadas con nuestros asuntos se mantiene incólume, y no tenemos ninguna razón válida para concluir que lo limitado de nuestros medios se pueda atribuir a errores en las cuentas. Por lo tanto, al repasar el panorama de los negocios de mi esposo durante diez años, y teniendo en cuenta la manera liberal como repartía fondos para ayudar a la causa en todas sus ramificaciones, la conclusión mejor y más caritativa es que nuestra propiedad ha sido usada en la causa de la verdad presente. Mi esposo no ha mantenido cuentas, y lo que ha dado se puede rastrear sólo en la memoria y por los recibos que le ha dado la Review. El hecho de que el valor de nuestras posesiones sea tan escaso, y que esta información haya salido a luz en este tiempo cuando se ha dicho que mi esposo era rico y que todavía quería tener más, ha sido motivo de regocijo para nosotros, por cuanto provee la mejor refutación de las falsas acusaciones que amenazaban minar nuestra influencia y nuestro carácter cristiano.1TPI 526.2

    Nuestras posesiones pueden desaparecer, y todavía nos gozaremos en Dios si son usadas para el avance de su causa. Hemos gastado alegremente nuestros mejores días, lo mejor de nuestra fuerza, y casi nos hemos consumido en la misma causa, sintiendo las dolencias del envejecimiento prematuro, y nos regocijaremos aún. Pero cuando nuestros hermanos profesos atacan nuestro carácter e influencia describiéndonos como personas acomodadas, mundanas y codiciosas de bienes aún mayores, eso sí que nos afecta profundamente. Permítasenos gozar el carácter y la influencia que hemos ganado a tan elevado costo durante los últimos veinte años, a través de pobreza y manteniéndonos débilmente asidos de la salud y esta vida mortal, y nos sentiremos felices y daremos alegremente a la causa lo poco que queda de nosotros.1TPI 526.3

    La investigación fue concienzuda y como resultado fuimos librados de los cargos que se nos habían hecho, y se restauraron los sentimientos de perfecta unidad. Se han hecho confesiones sinceras y conmovedoras tocante a la cruel conducta que se siguió para con nosotros, y las señaladas bendiciones de Dios nos han alcanzado a todos. Hay apóstatas que han sido rescatados, pecadores convertidos, y 44 han sido sepultados en las aguas del bautismo, 16 por mi esposo y 28 a manos de los Hnos. Andrews y Loughborough. Estamos animados, pero muy desgastados. Mi esposo y yo hemos llevado la carga de la obra, que ha sido muy laboriosa y estimulante. Sólo Dios sabe cómo hemos soportado, en nuestra condición debilitada, toda la investigación, y teniendo los sentimientos de todos dirigidos contra nosotros, haber afrontado la predicación, las exhortaciones y las reuniones de noche, mientras que al mismo tiempo preparábamos esta obra, trabajando mi esposo conmigo, copiando y preparándola para los impresores, y leyendo pruebas. Pero hemos pasado la prueba, y esperamos en Dios que él nos sustentará en nuestras labores futuras.1TPI 527.1

    Estamos ahora convencidos de que mucho del contenido de los sueños anteriores fue dado para ilustrar las pruebas que íbamos a tener que soportar a raíz de los males que existían en Battle Creek, de nuestros esfuerzos por ser eximidos de las crueles acusaciones, y también de nuestras labores, con la bendición de Dios, tendientes a corregir el estado de cosas existente. Si esta forma de ver los sueños es correcta, ¿no tenemos derecho a esperar, basados en las porciones que todavía no se han cumplido, que nuestro futuro sea más favorable que el pasado?1TPI 527.2

    Al concluir esta narración, quisiera decir que estamos viviendo en un tiempo por demás solemne. En la última visión que se me dio, se me mostró el hecho alarmante de que tan sólo una pequeña porción de los que ahora profesan la verdad se dejarán santificar por ella y serán salvos. Muchos se apartarán de la sencillez de la obra. Se conformarán al mundo, se aferrarán a los ídolos y se transformarán en muertos espirituales. Los humildes y abnegados seguidores de Jesús seguirán avanzando a la perfección, dejando atrás a los indiferentes y los amadores del mundo.1TPI 527.3

    Se dirigió mi atención al pasado, al antiguo Israel. Sólo dos de los adultos que componían el vasto ejército que salió de Egipto entraron en la tierra de Canaán. Los cuerpos muertos de los demás quedaron regados por el desierto, debido a sus transgresiones. El Israel moderno se encuentra en mayor peligro de olvidar a Dios y de ser arrastrado a la idolatría, que su pueblo antiguo. Hay muchos ídolos que se adoran, aun entre los profesos guardadores del sábado. Dios le encargó a su pueblo en forma especial que se guardara de la idolatría, porque si eran desviados de su servicio al Dios viviente, su maldición recaería sobre ellos, mientras que si lo amaban con todo su corazón, con toda su alma y con toda su fortaleza, los bendeciría abundantemente en sus cestos y graneros, y quitaría la enfermedad de en medio de ellos.1TPI 527.4

    Ante el pueblo de Dios se alza ahora una bendición o una maldición: una bendición si salen del mundo y se mantienen separados, caminando en la senda de la humilde obediencia; y una maldición si se unen con los idólatras que pisotean los exaltados derechos del cielo. Los pecados e iniquidades del rebelde Israel están registrados, y el cuadro se presenta a nosotros como una advertencia de que, si imitamos su ejemplo de transgresión y nos separamos de Dios, caeremos tan ciertamente como ellos. “Estas cosas les sucedieron por ejemplo, y fueron escritas para advertir a los que han llegado al fin de los siglos”. 1 Corintios 10:11 (NRV). 1TPI 528.1

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