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Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 - Contents
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    Otras labores

    Experiencias desde el 23 de diciembre de 1867 al 1.º de febrero de 1868

    Continuaré ahora relatando incidentes, y quizás la mejor idea que pueda dar de nuestras labores hasta la temporada de la reunión realizada en Vermont, sea con la transcripción de una carta que le escribí a mi hijo, que estaba en Battle Creek, el 27 de diciembre de 1867.1TPI 565.1

    “Mi querido hijo Edson: Te escribo sentada al escritorio del Hno. D. T. Bourdeau, en West Enosburgh, Vermont. Cuando se terminó nuestra reunión de Topsham, Maine, me sentí sumamente agotada. Mientras llenaba mi baúl, casi me desmayé por la debilidad. La última obra que hice allí fue reunir a la familia del Hno. A y tener una entrevista especial con ellos. Me dirigí a esa querida familia y les hice llegar palabras de exhortación y consuelo, y también de corrección y consejo a uno conectado con ellos. Todo lo que dije fue recibido plenamente y seguido de confesión, llanto y mucho alivio para el Hno. y la Hna. A. Para mí esta obra es pesada y me produce mucho desgaste.1TPI 565.2

    “Después que nos acomodamos en los vagones, me recosté y descansé aproximadamente una hora. Teníamos esa tarde un compromiso en Westbrook, Maine, para encontrarnos con los hermanos de Portland y sus alrededores. Nos alojamos en casa de la bondadosa familia del Hno. Martin. Durante la tarde no pude permanecer sentada; pero como me urgieron a estar en la reunión de la noche, fui a la escuela sintiendo que no tendría fuerzas para ponerme de pie y dirigirme al pueblo. La casa estaba llena de oyentes profundamente interesados. El Hno. Andrews dio comienzo a la reunión y habló un corto tiempo. Tu padre lo siguió con algunas observaciones. Me puse entonces de pie, y apenas había pronunciado unas pocas palabras cuando sentí que mis fuerzas se renovaban por completo. Parecía como si toda mi debilidad me hubiera abandonado, y hablé alrededor de una hora con perfecta libertad. Sentí una gratitud inexpresable por esta ayuda que Dios me concedió en el preciso momento en que más la necesitaba. El miércoles por la noche hablé libremente durante casi dos horas acerca de las reformas relativas a la salud y la vestimenta. El ver cómo se renovó tan inesperadamente mi energía, después de haberme sentido totalmente exhausta antes de esas dos reuniones, ha sido una fuente de mucho ánimo para mí.1TPI 565.3

    “La visita que hicimos a la familia del Hno. Martin nos dio mucha alegría, y esperamos ver a sus queridos hijos entregar sus corazones a Cristo, y con sus padres pelear la batalla cristiana, y obtener la corona de inmortalidad cuando se haya ganado la victoria.1TPI 566.1

    “El jueves volvimos a Portland y comimos con la familia del Hno. Gowell. Tuvimos una entrevista especial con ellos, la cual esperamos que los beneficie. Nos interesa mucho el caso de la esposa del Hno. Gowell. El corazón de esta madre está desgarrado porque ha visto a sus hijos en aflicción y muerte, y sepultados en la tumba silenciosa. A los que duermen les irá bien. Dios quiera que la madre busque toda la verdad y se haga tesoros en el cielo, para que cuando venga el Dador de la vida a libertar a los cautivos de la gran cárcel de la muerte, se encuentren el padre, la madre y los hijos, y se reanuden los eslabones rotos de la cadena familiar, para nunca más ser cortados.1TPI 566.2

    “El hermano Gowell nos llevó a la estación en su carruaje. Apenas alcanzamos a subir al tren antes que partiera. Viajamos cinco horas, y nos encontramos con el Hno. A. W. Smith en la estación de Mánchester, que nos esperaba para llevarnos a su casa en dicha ciudad. Allí esperábamos poder descansar por una noche; pero había una buena cantidad de personas que nos esperaban. Habían viajado unos 14 kilómetros desde Amherst para reunirse con nosotros. Tuvimos una reunión muy agradable, la cual esperamos que haya sido útil para todos. Nos retiramos a descansar a eso de las diez. Temprano a la mañana siguiente dejamos el cómodo y hospitalario hogar del Hno. Smith para continuar nuestra jornada a Washington. La ruta era lenta y tediosa. Dejamos el tren en Hillsborough, y hallamos medios de transporte esperando para llevarnos los veinte kilómetros restantes hasta Washington. El Hno. Colby tenía un trineo y frazadas, y viajamos con bastante comodidad hasta que estuvimos a pocos kilómetros de nuestro destino. No había suficiente nieve para que el trineo se deslizara sin dificultad. El viento comenzó a soplar, y durante los tres o cuatro kilómetros finales nos lanzaba a la cara y los ojos el aguanieve que caía, lo cual producía dolor, y nos helaba casi hasta congelarnos. Por fin hallamos refugio en el acogedor hogar del Hno. C. K. Farnsworth. Hicieron todo lo posible para nuestra comodidad, y todo se arregló de modo que pudiéramos descansar tanto como fuese posible. Y te aseguro que fue poco.1TPI 566.3

    “El sábado, tu padre habló poco después del mediodía, y después de una pausa de unos veinte minutos presenté un testimonio de reprensión a varios que estaban usando tabaco, y también para el Hno. Ball, que había estado fortaleciendo las manos de nuestros enemigos al ridiculizar las visiones y publicar expresiones amargas contra nosotros en el periódico Crisis, de Boston, y en The Hope of Israel (La Esperanza de Israel), un periódico publicado en Iowa. Se citó a la reunión de la tarde en casa del Hno. Farnsworth. La iglesia estuvo presente, y allí tu padre le pidió al Hno. Ball que expresara sus objeciones contra las visiones y diera una oportunidad para responder a ellas. Así se pasó la tarde. El Hno. Ball manifestó mucha inflexibilidad y oposición. Admitió que en algunos puntos estaba satisfecho, pero mantuvo firmemente su posición. El Hno. Andrews y tu padre hablaron con claridad, explicando asuntos que él había comprendido mal, y condenando su injusta conducta para con los adventistas guardadores del sábado. Todos sentimos que habíamos hecho lo mejor posible ese día por debilitar las fuerzas del enemigo. La reunión continuó hasta pasadas las diez de la noche.1TPI 567.1

    “A la mañana siguiente asistimos nuevamente a las reuniones en la capilla. Tu padre habló en la mañana. Pero justo antes que él comenzara a hablar, el enemigo hizo que un pobre y débil hermano sintiera que tenía una carga asombrosa relativa a la iglesia. Con grandes aspavientos, habló, gimió y lloró, y actuó como si le hubiera sobrevenido una terrible carga, que nadie logró comprender. Nosotros nos esforzábamos por hacer que los que profesaban la verdad vieran su espantoso estado de oscuridad y apostasía delante de Dios, y lo confesaran con humilde sinceridad, volviéndose así al Señor con sincero arrepentimiento, de modo que él pudiera volver a ellos y sanar sus apostasías. Satanás procuró estorbar la obra empujando a esa pobre alma inestable a que causara disgusto en los que deseaban actuar en forma razonable. Me levanté y le dirigí a ese hombre un testimonio claro. No había tomado ningún alimento por dos días, y Satanás lo había engañado y empujado más allá de sus límites.1TPI 567.2

    “Tu padre entonces predicó. Tuvimos unos momentos de intermedio, y luego traté de hablar sobre las reformas de salud y la vestimenta, y presenté un testimonio claro a los que habían estado estorbando el camino de los jóvenes y los incrédulos. Dios me ayudó a hablarle con claridad al Hno. Ball, y a decirle en el nombre del Señor lo que estaba haciendo. Esto lo afectó mucho.1TPI 568.1

    “Una vez más celebramos una reunión vespertina en casa del Hno. Farnsworth. El tiempo estuvo tormentoso durante las reuniones; sin embargo el Hno. Ball no faltó a ninguna de ellas. Se continuó con el mismo tema, la investigación del rumbo que él había mantenido. Si alguna vez el Señor le ayudó a un hombre a expresarse, lo hizo esa noche con el Hno. Andrews, quien enfocó el tema del sufrimiento por causa de Cristo. Se mencionó el caso de Moisés, que rehusó ser llamado hijo de la hija de Faraón, escogiendo más bien sufrir aflicción con el pueblo de Dios que gozar por un tiempo de los placeres del pecado, considerando el reproche de Cristo como mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque respetaba la recompensa del galardón. El Hno. Andrews mostró que este ejemplo era uno entre muchos en que el reproche de Cristo fue estimado superior a las riquezas y la honra mundanales, los títulos altisonantes, la expectativa de una corona, y la gloria de un reino. El ojo de la fe estuvo fijo en el glorioso futuro, y la recompensa del galardón fue considerada de tal valor que hizo que las cosas más preciosas que puede ofrecer el mundo parecieran no tener valor alguno. Los hijos de Dios soportaron burlas, azotes, cadenas y prisiones; fueron apedreados, aserrados, tentados, errantes, vestidos de pieles de ovejas y de cabras, desposeídos, afligidos, atormentados; y sostenidos por la esperanza y la fe, pudieron considerar livianas esas aflicciones. El futuro, la vida eterna, les parecía de tal valor que sentían que sus sufrimientos eran pequeños en comparación con la recompensa del galardón.1TPI 568.2

    “El Hno. Andrews relató el caso de un fiel cristiano que estaba por sufrir el martirio a causa de su fe. Otro cristiano había estado conversando con él con respecto al poder de la esperanza cristiana, deseando saber si ésta sería lo suficientemente fuerte como para sostenerlo mientras su carne se consumía en el fuego. Le pidió a su hermano, que estaba por sufrir el martirio, que le diera una señal si la fe y la esperanza cristianas eran más fuertes que el fuego devorador. Esperaba que el turno próximo le tocaría a él, y dicha señal lo fortalecería para afrontar las llamas. El mártir le prometió que le daría la señal. Fue llevado a la estaca entre las burlas y provocaciones de la multitud de ociosos que se habían congregado para ver cómo el cristiano se consumía en la hoguera. Se trajo la leña y se encendió el fuego, y el compañero cristiano fijó sus ojos en el mártir moribundo, sintiendo que mucho dependía de la señal. El fuego ardió y ardió, la carne se ennegreció, pero la señal no venía. El cristiano no apartó un momento sus ojos de la terrible escena. Los brazos ya se habían tostado, y no había señales de vida. Todos pensaban que el fuego había hecho su obra y que no quedaba ya rastro de vida. Mas ¡oh maravilla! ¡De entre las llamas los dos brazos se alzaron de pronto hacia el cielo! El cristiano, cuyo corazón comenzaba a desfallecer, contempló la gozosa señal; todo su ser se estremeció, y renovó su fe, su esperanza y su valor. De sus ojos brotaron lágrimas de gozo.1TPI 568.3

    “Al referirse el Hno. Andrews a los brazos ennegrecidos y quemados que se alzaron al cielo entre las llamas, él también se puso a llorar como un niño. Casi toda la congregación estaba conmovida hasta las lágrimas. La reunión concluyó a eso de las diez. Las nubes de tinieblas se habían disipado en forma dramática. El Hno. Hemingway se levantó y dijo que había estado en completa apostasía, usando tabaco, oponiéndose a las visiones y persiguiendo a su esposa por creer en ellas, pero declaró que no volvería a hacer eso. Nos pidió perdón a ella y a todos. Su esposa habló con gran sentimiento. Su hija y otros más se levantaron para orar. El Hno. Hemingway declaró que el testimonio que la Hna. White había expresado parecía venir directamente desde el trono, y que nunca volvería a atreverse a presentarle oposición.1TPI 569.1

    “El Hno. Ball dijo entonces que si las cosas eran como nosotros las veíamos, entonces su caso era muy malo. Declaró que él sabía que había estado en apostasía durante años, y que había estorbado el camino de los jóvenes. Agradecimos a Dios por esa admisión. Decidimos salir el lunes temprano por la mañana, pues teníamos un compromiso en Braintree, Vermont, para encontrarnos con unos treinta guardadores del sábado. Pero el tiempo estaba muy frío, inclemente y huracanado como para viajar cuarenta kilómetros después de una labor tan sostenida, y finalmente decidimos esperar y continuar la obra en Washington hasta que el Hno. Ball se decidiera por la verdad o en contra de ella, de tal modo que la iglesia pudiera descansar en lo referente a su caso.1TPI 569.2

    “Las reuniones comenzaron el lunes a las 10 de la mañana. Los Hnos. Rodman y Howard estaban presentes. Se mandó buscar al Hno. Newell Mead para que asistiera a la reunión, el cual estaba muy débil y nervioso, casi exactamente como tu padre en su enfermedad pasada. Una vez más se hizo énfasis en la condición de la iglesia, y se pasó la censura más severa sobre los que habían estorbado su prosperidad. Con los ruegos más fervientes les rogamos que se convirtieran a Dios y se orientaran en la dirección debida. El Señor nos ayudó en la obra; el Hno. Ball se sintió conmovido, pero actuó con lentitud. Su esposa se sentía profundamente conmovida por la situación de él. Nuestra reunión matinal se clausuró a eso de las tres o las cuatro de la tarde. Habíamos pasado todas esas horas ocupados, primero uno de nosotros, luego otro, trabajando con fervor por la juventud inconversa. Decidimos hacer otra reunión esa tarde, a las seis.1TPI 570.1

    “Poco antes de comenzar, se me recordaron algunas interesantes escenas que habían pasado ante mí en visión, y las mencioné a los Hnos. Andrews, Rodman, Howard, Mead y varios otros que estaban presentes. Me parecía que los ángeles estaban rasgando la nube y dejando pasar los rayos de luz del cielo. El tema que se presentó tan vívidamente era el caso de Moisés. Exclamé: ‘¡Oh, si yo tuviera la habilidad de un artista, para describir la escena de Moisés en el monte!’ Su fuerza se mantuvo firme. ‘No perdió su vigor’, es el lenguaje de las Escrituras. Sus ojos nunca se oscurecieron, a pesar de haber subido al monte a morir. Los ángeles lo enterraron, pero el Hijo de Dios bajó, lo levantó de los muertos y lo llevó al cielo. Pero antes Dios le concedió una vista de la tierra prometida, con su bendición sobre ella. Parecía un segundo Edén. Como un panorama todo eso pasó ante su vista. Se le mostró la aparición de Cristo en su primer advenimiento, su rechazo por parte de la nación judía, y su muerte en la cruz. Moisés vio luego la segunda venida de Cristo y la resurrección de los justos. Hablé también del encuentro de los dos Adanes -Adán el primero, y Cristo el segundo Adán- cuando el Edén vuelva a florecer en la tierra. Me propongo escribir los detalles de estos interesantes puntos para publicarlos en el Testimonio número 14. Los hermanos quisieron que repitiera esto en la reunión de la tarde.1TPI 570.2

    “Nuestra reunión durante el día había sido muy solemne. El domingo de tarde sentí pesar tal carga sobre mí, que lloré a viva voz por una media hora. El lunes se habían hecho llamados solemnes, y ahora el Señor los estaba haciendo llegar al blanco. El martes por la tarde me fui a la reunión sintiéndome un poco más aliviada. Hablé con toda soltura acerca de temas que había visto en visión, y que ya he referido. Nuestra reunión fue muy libre. El Hno. Howard lloró como un niño, así como también el Hno. Rodman. El Hno. Andrews habló en forma fervorosa y conmovedora, y derramó lágrimas. El Hno. Ball se levantó y confesó que esa tarde parecían haber en él dos espíritus, uno de los cuales le decía: ‘¿Puedes dudar que este testimonio de la Sra. White viene del cielo?’ Otro espíritu presentaba ante su mente las objeciones que había desplegado ante los enemigos de nuestra fe. ‘¡Oh! Si pudiera sentirme satisfecho -dijo él- acerca de todas estas objeciones, si pudieran ser quitadas, sentiría que le había hecho un gran mal a la Hna. White. No hace mucho envié un artículo al periódico La Esperanza de Israel. ¡Qué no daría por tener aquí ese artículo!’ Demostró tener profundos sentimientos, y lloró profusamente. El Espíritu del Señor estaba en la reunión. Los ángeles de Dios parecieron acercarse mucho, haciendo retroceder a los ángeles malos. Nuestra reunión terminó bien.1TPI 570.3

    Quedamos de acuerdo en hacer otra reunión más al día siguiente, comenzando a las 10 de la mañana. Hablé de la humillación y glorificación de Cristo. El Hno. Ball se sentó cerca de mí, y lloró sin cesar mientras yo hablaba. Hablé durante una hora, y luego comenzamos nuestras labores por los jóvenes. Los padres habían ido a la reunión llevando consigo a sus hijos para que recibieran la bendición. El Hno. Ball se levantó y confesó humildemente que no había vivido como debía delante de su familia. Confesó ante sus hijos y su esposa que había estado en una condición de apostasía, y que en vez de haber sido una ayuda para ellos, había servido más bien de estorbo. Las lágrimas fluyeron libremente; su fuerte cuerpo se sacudía, y los sollozos no lo dejaban hablar.1TPI 571.1

    “El Hno. Jaime Farnsworth se había dejado influenciar por el Hno. Ball, y no había estado en plena comunión con los adventistas guardadores del sábado. Hizo confesión con lágrimas. Luego les hicimos llegar fervientes ruegos a los jóvenes, hasta que trece de ellos se levantaron y expresaron su deseo de ser cristianos. Entre ellos estaban los hijos del Hno. Ball. Uno o dos se fueron antes de terminar, porque debían volver a casa. Un joven de unos veinte años de edad había caminado más de sesenta kilómetros para vernos y escuchar la verdad. Nunca había profesado una religión, pero antes de irse hizo su decisión por el Señor. Esa reunión fue una de las mejores. Al concluir, el Hno. Ball se acercó a tu padre y confesó con lágrimas que le había hecho mal, y le rogó que lo perdonara. Luego se me acercó y confesó que me había hecho un gran daño. ‘¿Puede usted perdonarme y orar a Dios para que me perdone?’, dijo. Le aseguramos que lo perdonaríamos tan libremente como esperábamos ser perdonados. Nos separamos de todos con muchas lágrimas, sintiendo que la bendición del cielo descansaba sobre nosotros. En la tarde no tuvimos reunión.1TPI 571.2

    “El jueves nos levantamos a las cuatro de la mañana. Por la noche había llovido, y todavía duraba la lluvia; sin embargo nos aventuramos a comenzar nuestro viaje a Bellows Falls, una distancia de casi cuarenta kilómetros. Los primeros seis fueron muy escabrosos porque tomamos una huella privada a través de los campos para evitar unas colinas de mucha pendiente. Pasamos sobre piedras y por campos arados, donde casi nos caíamos del trineo. A eso de la salida del sol, la tormenta se disipó, y una vez que llegamos al camino público adelantamos con mucho mayor comodidad. El clima estaba muy agradable; no podíamos haber pedido un día más bonito para viajar. Al llegar a Bellows Falls descubrimos que estábamos una hora tarde para el tren expreso, y una hora temprano para el siguiente. No podríamos llegar a St. Albans antes de las nueve de la noche. Buscamos un lugar confortable en un vagón de buena apariencia, luego tomamos nuestra cena y gozamos de los sencillos alimentos. Después nos preparamos a dormir si nos era posible.1TPI 572.1

    “Mientras estaba dormida, alguien me sacudió vigorosamente el hombro. Al despertar, vi ante mí a una dama de agradable aspecto, que me dijo: ‘¿No me reconoce? Soy la Hna. Chase. El tren está en White River y para poco rato. Vivo cerca de aquí, y esta semana he venido cada día a revisar los vagones por si los encontraba a ustedes’. Entonces recordé que habíamos almorzado en la casa de ella, en Newport. Se mostró muy feliz de vernos. Ella y su madre guardaban el sábado, solas. Su esposo es conductor de los trenes. Esta hermana hablaba rápido. Nos dijo que le gustaba mucho la Review, porque no había reuniones a las cuales asistir. Quería libros para distribuir entre sus vecinos, pero tenía que ganar por sí misma todo el dinero que gastaba en libros o en la revista. Tuvimos una buena entrevista, aunque corta, porque el tren partió y tuvimos que separarnos.1TPI 572.2

    “En St. Albans nos encontramos con los Hnos. Gould y A. C. Bourdeau. El Hno. B. tenía un carruaje cómodo y cubierto, tirado por dos caballos, pero guiaba muy despacio, de modo que no llegamos a Enosburgh sino después de la una de la mañana, cansados y ateridos de frío. Nos acostamos un poco después de las dos, y dormimos hasta después de las siete.1TPI 572.3

    “Sábado de mañana. Hay una buena cantidad de gente a pesar de que los caminos están malos; no los pasan bien ni los trineos ni los carruajes. Acabo de estar en una reunión, y pasé unos momentos en conferencia. Tu padre habla esta mañana, y yo en la tarde. Que el Señor nos ayude, es mi oración. Ya ves qué larga es la carta que te he escrito. Léesela a los que estén interesados, especialmente al papá y a la mamá White. Tú ves, Edson, que tenemos suficiente trabajo que hacer. Espero que no descuides el orar por nosotros. Tu padre trabaja duro, demasiado duro para su bienestar. A veces se da cuenta de haber recibido la bendición especial de Dios, y esto lo renueva y reanima en la obra. No nos hemos permitido ningún descanso desde que llegamos al Este. Hemos trabajado con todas nuestras fuerzas. Dios quiera bendecir nuestros débiles esfuerzos para el bien de su querido pueblo.1TPI 573.1

    “Edson, espero que adornes tu profesión por una vida bien ordenada y una conversación piadosa. ¡Oh, sé ferviente! Sé celoso y perseverante en la obra. Vela en oración. Cultiva la humildad y la mansedumbre. Esto recibirá la aprobación de Dios. Escóndete en Jesús; sacrifica el amor propio y el orgullo, y procura obtener, hijo mío, una rica experiencia cristiana para usarla en cualquier posición que Dios requiera que ocupes. Busca hacer una obra completa y de corazón. Una obra superficial no pasará la prueba del juicio. Procura una transformación completa que te distinga del mundo. Que no se manchen tus manos, tu corazón ni tu carácter por la corrupción que hay en él. Mantén tu distinción. Dios llama diciendo: ‘Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré, y seré para vosotros por Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso’. ‘Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios’.1TPI 573.2

    “Sobre nosotros descansa la obra de perfeccionar la santidad. Cuando Dios nos vea hacer todo lo que podemos de nuestra parte, entonces nos ayudará. Los ángeles nos ayudarán, y seremos fuertes por medio de Cristo que nos fortalece. No descuides la oración secreta. Ora por ti mismo. Crece en la gracia, avanza, no te detengas, no retrocedas. Sigue adelante, a la victoria. Ten valor en el Señor, mi muchacho querido. Sólo un poco más de lucha con el gran adversario, y vendrá la liberación, y entregaremos la armadura a los pies de nuestro amado Redentor. Persevera hasta vencer cada obstáculo. Si el futuro parece algo nublado, sigue esperando, sigue creyendo. Las nubes desaparecerán, y la luz brillará una vez más. Alaba a Dios, dice mi corazón, alaba a Dios por lo que ha hecho por ti, por tu padre y por mí misma. Comienza bien el año nuevo. Tu madre,1TPI 573.3

    E. G. W.”

    La reunión de West Enosburgh, Vermont, fue profundamente interesante. Fue muy agradable encontrarnos de nuevo con nuestros antiguos y probados amigos de este estado, y hablar con ellos. En poco tiempo se hizo una obra buena y grande. En general, estos amigos eran pobres y debían trabajar duro para obtener las comodidades básicas, allí donde para ganar un dólar hay que esforzarse más que para ganar dos en el oeste; sin embargo, fueron liberales con nosotros. En la Review se han dado muchos pormenores de esta reunión, y por falta de espacio no los repetiremos. En ningún estado los hermanos han sido más fieles a la causa que en el viejo Vermont.1TPI 574.1

    A la vuelta de Enosburgh, nos detuvimos a pasar la noche con la familia del Hno. William White. Su hijo, el Hno. C. A. White, nos habló de su Lavadora y Estrujadora Combinada y Patentada, y quería nuestro consejo. Como yo había escrito oponiéndome a que nuestro pueblo se envolviera en derechos de patentes, él quería saber con exactitud cómo veía yo lo de su patente. Le expliqué detalladamente lo que yo no había querido decir en lo que dije, y también lo que sí había querido decir. No quise decir que es malo tener nada que ver con derechos de patente, puesto que eso es casi imposible, ya que muchísimas cosas con las que tenemos que ver todos los días están patentadas. Tampoco quise dar la idea de que es malo patentar, manufacturar y vender algún artículo digno de ser patentado. Lo que procuré era que se me comprendiera en el sentido de que no es correcto que nuestro pueblo se exponga a que esos hombres que recorren el país vendiendo el derecho de territorio para cierta máquina o artefacto lo manipulen, lo engañen y lo lleven a caer en diversas trampas. Muchas de esas cosas no tienen valor, por cuanto no representan ninguna mejora. Y los que se ocupan en su venta son, con pocas excepciones, una colección de engañadores.1TPI 574.2

    Además, algunos de nuestros propios hermanos se han ocupado en la venta de objetos patentados, teniendo razones para creer que éstos no eran lo que se decía que eran. Es asombroso ver cómo tantos de entre nuestro pueblo -algunos después de haber sido claramente advertidos- todavía se permiten ser engañados por las falsas declaraciones de esos vendedores de derechos de patentes. Algunas patentes son en realidad valiosas, y a unos pocos les ha ido bien con ellas. Pero es mi opinión que allí donde se ha ganado un dólar se han perdido cien. No se puede tener nada de confianza en esas promesas de derechos de patentes. Y el hecho de que los que se ocupan en eso son, con pocas excepciones, unos engañadores y unos mentirosos, hace difícil que un hombre honesto con un producto valioso obtenga el crédito y el apoyo que merece.1TPI 574.3

    El Hno. White exhibió su Lavadora y Estrujadora Combinada ante la compañía, que incluía a los Hnos. Bourdeau, Andrews, mi esposo y yo, y no pudimos evitar el formarnos una opinión favorable del aparato. Un tiempo después nos regaló una que el Hno. Corliss, de Maine, nuestro empleado, en pocos momentos puso en condiciones de funcionar. La Hna. Burgess, del Condado de Gratiot, nuestra joven empleada, está muy contenta con ella. Una mujer débil que tenga un hijo o esposo capaz de manejar esta máquina, puede lavar gran cantidad de ropa en pocas horas, sin tener mucho más que hacer, que vigilar el trabajo. El Hno. White envió circulares que cualquiera puede obtener si nos escribe y manda lo necesario para el franqueo.1TPI 575.1

    Nuestra siguiente reunión tuvo lugar en Adams Center, Nueva York. Fue una asamblea muy concurrida. En este lugar y sus alrededores había varias personas cuyos casos se me habían mostrado, y por las cuales yo sentía el más profundo interés. Eran hombres de valor moral. Algunos habían llegado en su vida a posiciones que les hacían pesada la cruz de la verdad presente, o por lo menos así pensaban ellos. Otros, que habían llegado a la edad mediana, habían sido criados desde su niñez guardando el sábado, pero no habían llevado la cruz de Cristo. Estos individuos estaban en una posición de la cual parecía difícil moverlos. Necesitaban que se los sacudiera de su dependencia de sus buenas obras, y se los llevara a sentir su condición perdida sin Cristo. No podíamos abandonar a esas almas, y luchamos con todo nuestro poder para ayudarlas. Por fin se conmovieron, y desde entonces he tenido la alegría de saber de algunas de ellas, y oír buenas noticias acerca de todas ellas. Esperamos que el amor de este mundo no impida que entre a sus corazones el amor de Dios. Dios está convirtiendo gente fuerte y acomodada, y trayéndola a nuestras filas. Si quieren prosperar en la vida cristiana, crecer en la gracia, y al fin obtener una rica recompensa, tendrán que usar de su abundancia para hacer avanzar la causa de la verdad.1TPI 575.2

    Después de dejar Adams Center, pasamos unos pocos días en Róchester, y de ese lugar nos dirigimos a Battle Creek, donde quedamos el sábado y el primer día [domingo]. De allí volvimos a nuestro hogar, donde pasamos el siguiente sábado y primer día con los hermanos que se reunieron procedentes de diversos lugares.1TPI 576.1

    Mi esposo se había ocupado del asunto de los libros en Battle Creek, y esa iglesia había establecido un noble ejemplo. En la reunión de Fairplains presentó la necesidad de poner en las manos de los que no podían comprarlas, obras como Spiritual Gifts (Dones espirituales), Appeal to Mothers (Llamado a las madres), How to Live (Cómo vivir), Appeal to Youth (Llamado a la juventud), Sabbath Readings (Lecturas sabáticas), y los diagramas con su clave explicativa. El plan recibió la aprobación general. Pero en otro lugar me referiré a esta importante obra. 1TPI 576.2

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