Loading...
Larger font
Smaller font
Copy
Print
Contents
Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 - Contents
  • Results
  • Related
  • Featured
No results found for: "".
  • Weighted Relevancy
  • Content Sequence
  • Relevancy
  • Earliest First
  • Latest First
    Larger font
    Smaller font
    Copy
    Print
    Contents

    Los pastores, el orden y la organización

    Algunos ministros han caído en el error de creer que no pueden hablar libremente en público si no elevan sus voces a un tono alto, y hablan fuerte y rápido. Los tales deberían comprender que el ruido y el hablar apresurado y en alta voz no son evidencias de la presencia del poder de Dios. No es el poder de la voz lo que hace una impresión duradera. Los ministros debieran ser estudiosos de la Biblia, y armarse plenamente con las razones de nuestra fe y esperanza, y así, con pleno control de la voz y los sentimientos, debieran expresar dichas razones de tal modo que el pueblo las pueda pesar con calma y decidir en base a las evidencias presentadas. Y cuando los ministros sientan la fuerza de los argumentos que presentan en la forma de verdades solemnes y probadoras, tendrán celo y fervor conforme a su conocimiento. El Espíritu de Dios santificará en sus propias almas las verdades que presentan a otros, y al regar otras vidas regarán también las suyas.1TPI 558.2

    Vi que algunos de nuestros pastores no comprenden cómo preservar su fortaleza de modo que puedan realizar la mayor cantidad de trabajo sin agotarse. Los pastores no debieran orar tan fuerte y largo que agoten sus energías. No es necesario recargar la garganta y los pulmones al orar. El oído de Dios está siempre abierto para escuchar las peticiones sinceras de sus humildes siervos, y no requiere que al dirigirse a él desgasten los órganos del habla. Lo que prevalece ante Dios es la confianza firme y perfecta, el acto de aferrarse sin vacilar a las promesas de Dios, la fe sencilla en que él existe y que recompensa a los que lo buscan con diligencia.1TPI 558.3

    Los pastores debieran disciplinarse y aprender a realizar la mayor cantidad de trabajo en el breve período que se les asigna, preservando al mismo tiempo buena parte de su energía, de modo que, si se requiere de ellos un esfuerzo extra, puedan tener una reserva de fuerza vital suficiente para la ocasión, y usarla sin dañarse a sí mismos. A veces se necesita toda su fuerza para hacer un esfuerzo en un momento dado, y si antes habían agotado su reserva de energía y no pueden proyectar el poder necesario para hacer este esfuerzo, todo lo que habían logrado hasta entonces se pierde. En ciertas ocasiones se pueden requerir todas las energías físicas y mentales para establecer la posición más firme, para ordenar las evidencias en la luz más clara y presentarlas ante el pueblo en la forma más definida, urgiendo su aceptación con los llamados más convincentes. Cuando las almas están a punto de dejar las filas del enemigo y pasarse del lado del Señor, el conflicto es más severo y personal. Satanás y sus ángeles no quieren que nadie que haya servido bajo el estandarte de las tinieblas tome posición bajo la bandera ensangrentada del Príncipe Emanuel.1TPI 559.1

    Se me mostraron ejércitos opuestos que habían soportado una penosa lucha en la batalla. Ninguno había ganado la victoria, y por fin los leales se dieron cuenta de que su poder y fortaleza se estaban desvaneciendo, y que no podrían silenciar a sus enemigos a menos que por un ataque concertado lograran apoderarse de sus instrumentos de guerra. Entonces, y a riesgo de sus vidas, reúnen todas sus energías y se lanzan hacia el enemigo. El conflicto es feroz, pero se gana la victoria y se capturan las fortalezas. Si en el momento crítico el ejército se hallara tan débil y exhausto que le fuera imposible practicar la última carga y derribar las fortificaciones del enemigo, se perdería todo el esfuerzo de días, semanas y aun meses enteros; muchas vidas serían sacrificadas y no se ganaría nada.1TPI 559.2

    Ante nosotros se extiende una obra similar. Muchos están convencidos de que tenemos la verdad, y sin embargo se hallan sujetos como con bandas de hierro. No se atreven a afrontar las consecuencias de tomar su posición del lado de la verdad. Muchos están en el valle de la decisión; allí se necesitan llamados especiales, personales y directos para motivarlos a soltar las armas de su milicia y tomar posición del lado del Señor. Justamente en este período crítico, Satanás echa sus más fuertes grillos en torno a estas almas. Si los siervos de Dios están completamente exhaustos, habiendo gastado su reserva de fuerza física y mental, piensan entonces que no pueden hacer nada más, y con frecuencia abandonan totalmente el campo, para comenzar operaciones en otro lugar. Así, todo o casi todo el tiempo, los medios y labores se han gastado por nada. Hasta es peor que si nunca hubieran comenzado obra en ese lugar, porque una vez que el pueblo ha sido profundamente convicto por el Espíritu de Dios y llevado al punto de la decisión, y luego es dejado para que pierda el interés y haga decisiones contrarias a las evidencias presentadas, no se los puede volver a llevar muy fácilmente al punto en que sus mentes se interesen nuevamente en el tema. En muchos casos ya han hecho su decisión final.1TPI 559.3

    Si los ministros preservaran fuerzas de reserva, y en el punto mismo cuando todo parece ser más difícil hicieran los esfuerzos más fervientes, los llamados más poderosos, las aplicaciones más personales y, como valientes soldados, se lanzaran contra el enemigo en el momento crítico, ganarían la victoria. Las almas tendrían fuerza para quebrantar los grillos de Satanás y hacer sus decisiones para vida eterna. Una labor bien dirigida en el momento correcto hará que un esfuerzo prolongado tenga éxito, mientras que si se abandona el trabajo aunque sea por unos pocos días, en muchos casos causará un fracaso total. Los ministros deben entregarse a la obra como misioneros, y aprender cómo hacer que sus esfuerzos obtengan la mayor ventaja posible.1TPI 560.1

    Algunos pastores, al comienzo mismo de una serie de reuniones se llenan de celo, se echan cargas que Dios no requiere que lleven, agotan sus energías en cantos y en oraciones y discursos largos y a gran voz; y luego se sienten agotados, y tienen que irse a casa a descansar. ¿Qué se logró en ese esfuerzo? Literalmente, nada. Los obreros tenían espíritu y celo, pero les faltaba entendimiento. No manifestaron dirección sabia. Corrían en el carro de los sentimientos, pero no se ganó una sola victoria contra el enemigo. No se conquistó su fortaleza.1TPI 560.2

    Se me mostró que los ministros de Jesucristo debían disciplinarse para la guerra. Se requiere mayor sabiduría en la conducción de la obra de Dios que la que se requiere de los generales en los conflictos de las naciones. Los ministros que han sido escogidos por Dios están ocupados en una gran tarea. Combaten no sólo contra los hombres, sino también contra Satanás y sus ángeles. Aquí se requiere dirección sabia. Deben transformarse en estudiosos de la Biblia y entregarse plenamente a la tarea. Si comienzan a trabajar en un lugar, deben ser capaces de exponer las razones de nuestra fe, no en forma ostentosa ni agresiva, sino con humildad y temor. El poder que convence surge de los argumentos poderosos presentados con humildad y en el temor de Dios.1TPI 560.3

    Se necesitan ministros de Jesucristo que sean capaces de hacer la obra en estos peligrosos días finales, hábiles en palabra y doctrina, que comprendan bien las Escrituras, y sepan explicar las razones de nuestra fe. Se me dirigió la atención a los siguientes pasajes, cuyo significado algunos pastores no han captado: “Santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros”. “Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno”. “Porque el siervo de Dios no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido; que con mansedumbre corrija a los que se oponen, por si quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad, y escapen del lazo del diablo, en que están cautivos a voluntad de él”.1TPI 561.1

    Se requiere del hombre de Dios, el ministro de Jesucristo, que esté plenamente preparado para toda buena obra. Para esta buena obra no se necesitan pastores pomposos, hinchados de dignidad. Pero en el púlpito es necesario el decoro. Un ministro del evangelio no debe ser descuidado en su actitud. Si es un representante de Cristo, su comportamiento, su actitud y sus gestos deben ser de carácter tal que no disgusten a los espectadores. Los ministros deben dejar de lado todas sus maneras, actitudes y gestos toscos, y debieran cultivar en sí mismos una humilde dignidad en el porte. Deben vestir en forma apropiada a la dignidad de su posición. Sus palabras deben ser en todo respecto solemnes y bien escogidas. Se me mostró que no es correcto usar expresiones toscas e irreverentes, relatar anécdotas con el fin de divertir, o presentar ilustraciones cómicas para hacer reír. El sarcasmo y el usar las expresiones de un oponente para hacer con ellas juegos de palabras son prácticas fuera del orden divino. Los ministros no deben sentir que no pueden hacer mejoras en su voz o sus maneras; hay mucho que se puede hacer. Se puede cultivar la voz de modo que aun los discursos largos no dañen los órganos vocales.1TPI 561.2

    Los ministros debieran amar el orden y disciplinarse a sí mismos; entonces pueden disciplinar con éxito a la iglesia de Dios, y enseñar a sus miembros a trabajar armoniosamente, como una compañía de soldados bien entrenados. Si para la acción exitosa en el campo de batalla son necesarios el orden y la disciplina, en la obra en que estamos empeñados se los necesita tanto más cuanto mayor es el valor del objetivo que procuramos lograr, y más elevado es su carácter que el de los blancos por los cuales contienden las fuerzas antagónicas en el campo de batalla. En el conflicto en que estamos empeñados, hay en juego intereses eternos.1TPI 561.3

    Los ángeles trabajan en armonía. Un orden perfecto caracteriza todos sus movimientos. Mientras más de cerca imitamos la armonía y el orden de la hueste angélica, mayor éxito tendrán los esfuerzos que hagan estos agentes celestiales en favor nuestro. Si no vemos la necesidad de acción armoniosa, y somos desordenados, indisciplinados y desorganizados en nuestro curso de acción, los ángeles, que están cabalmente organizados y se mueven en perfecto orden, no pueden trabajar con éxito por nosotros. Se alejan llenos de tristeza, porque no están autorizados a bendecir la confusión, la distracción y la desorganización. Todos los que desean la cooperación de los mensajeros celestiales deben trabajar al unísono con ellos. Los que tienen la unción de lo alto promoverán en todos sus esfuerzos el orden, la disciplina y la unidad de acción, y entonces los ángeles de Dios pueden cooperar con ellos. Pero estos mensajeros celestiales jamás pondrán su aprobación sobre la irregularidad, la desorganización y el desorden. Todos estos males son el resultado de los esfuerzos que hace Satanás por debilitar nuestras fuerzas, destruir nuestro valor e impedir la acción eficaz.1TPI 562.1

    Satanás sabe muy bien que el éxito sólo puede ser el resultado del orden y la acción armoniosa. Bien sabe que todo lo conectado con el cielo está en perfecto orden, que la subordinación y la disciplina más completa marcan los movimientos de la hueste angélica. Se esfuerza en forma deliberada para llevar a los cristianos profesos tan lejos de las disposiciones celestiales como le sea posible. Por lo tanto, engaña aun al pueblo profeso de Dios y los hace creer que el orden y la disciplina son enemigos de la espiritualidad, que la única conducta segura para ellos consiste en dejar que cada uno siga su propio camino, y en permanecer especialmente distintos de los cuerpos de cristianos que están unidos y trabajan por establecer disciplina y armonía de acción. Todos los esfuerzos hechos por establecer orden son considerados peligrosos, una restricción de la legítima libertad, y por lo tanto dignos de ser temidos como el papismo. Estas almas engañadas consideran que es una virtud hacer alarde de su libertad de pensar y actuar en forma independiente. No aceptan el dicho de nadie. No se unen con nadie. Se me mostró que la obra especial de Satanás es llevar a los individuos a sentir que su acto de avanzar por sí mismos está de acuerdo con los propósitos de Dios, y que deben escoger su propio rumbo, independiente de sus hermanos.1TPI 562.2

    Se me hizo volver la mirada a los hijos de Israel. Muy pronto después que dejaron Egipto fueron organizados y disciplinados cabalmente. En su providencia especial, Dios había calificado a Moisés para que se pusiera a la cabeza de los ejércitos de Israel. Había sido un poderoso guerrero en su conducción de los ejércitos egipcios, y en su liderazgo ningún hombre lo sobrepasaba. El Señor no dejó que su santo tabernáculo fuera llevado indiscriminadamente por cualquier tribu que quisiera hacerlo. Fue sumamente cuidadoso, al punto de especificar el orden que quería que se observara en el transporte del arca sagrada, y designar una familia especial de entre los levitas para llevarla. Cuando convenía para bien del pueblo y para la gloria de Dios que armaran sus tiendas en cierto lugar, Dios les revelaba su voluntad haciendo que el pilar de nube descansara directamente sobre el tabernáculo, donde permanecía hasta cuando él decidiera que debían reanudar la marcha. En todas sus jornadas se requería de ellos que observaran perfecto orden. Cada tribu llevaba un estandarte con el signo de la casa de su padre sobre él, y se requería que cada tribu acampara bajo su propio estandarte. Cuando el arca se movía, los ejércitos avanzaban y las diferentes tribus marchaban en orden bajo sus propios estandartes. El Señor designó a los levitas como la tribu en cuyo medio se debía transportar el arca sagrada. Moisés y Aarón marchaban justo al frente del arca, y los hijos de Aarón los seguían de cerca, cada uno de ellos llevando una trompeta. Debían recibir las instrucciones de Moisés, y comunicarlas al pueblo por medio de las trompetas. Esos instrumentos producían sonidos especiales que el pueblo comprendía, moviéndose entonces en la forma correspondiente.1TPI 563.1

    Los trompeteros daban primero una señal para llamar la atención de la gente; luego, todos debían estar atentos y obedecer el sonido claro de las trompetas. No había confusión de sonido en las voces de las trompetas; por lo tanto, no había excusa para la confusión en los movimientos. El jefe de cada compañía daba instrucciones definidas con respecto a los movimientos que debían ejecutar, y ninguno que pusiera atención era dejado en la ignorancia con respecto a lo que debía hacer. Si alguien no cumplía con los requerimientos que el Señor le daba a Moisés, y que éste comunicaba al pueblo, era castigado con la muerte. No le servía de nada la excusa de que no sabía la naturaleza de esos requerimientos, porque con ella sólo probaba su ignorancia voluntaria; recibía así el justo castigo de su transgresión. Si no sabían la voluntad de Dios concerniente a ellos, era su propia culpa. Habían tenido las mismas oportunidades de obtener el conocimiento impartido que el resto del pueblo había tenido. Por eso, su pecado de no saber, de no comprender, era tan grande a la vista de Dios como si hubieran escuchado y luego transgredido.1TPI 563.2

    El Señor designó una familia especial de la tribu de Leví para que llevara el arca. Otros de entre los levitas fueron especialmente señalados por Dios para llevar el tabernáculo y todos sus muebles, y para realizar la obra de erigirlo y desarmarlo. Y si cualquier persona, llevada por la curiosidad o por desorden se salía de su lugar y tocaba cualquier parte del santuario o los muebles, o hasta se acercaba a cualquiera de los obreros, debía sufrir la muerte. Dios no dejó su santo tabernáculo para que fuera llevado, armado o desarmado indiscriminadamente por cualquier tribu que pudiera elegir el cargo. En cambio, se eligieron personas que pudieran apreciar el carácter sagrado de la obra en que estaban ocupadas. A esos hombres elegidos por Dios se les indicó que impresionaran al pueblo con el carácter especialmente sagrado del arca y de todo lo que tuviera conexión con ella, de modo que no miraran a esas cosas sin darse cuenta de su naturaleza santa y fueran cortados de Israel. Todas las cosas pertenecientes al lugar santísimo debían ser consideradas con reverencia.1TPI 564.1

    Los viajes de los hijos de Israel están fielmente descritos; la liberación que el Señor realizó en favor de ellos, su perfecta organización y orden especial, su pecado al murmurar contra Moisés, y de ese modo contra Dios, sus transgresiones, sus rebeliones, sus castigos, sus cadáveres esparcidos en el desierto por no haber querido someterse a las sabias disposiciones de Dios. Todo este fiel cuadro se despliega ante nosotros como una amonestación para que no sigamos su ejemplo de desobediencia, y caigamos como ellos.1TPI 564.2

    “Pero de los más de ellos no se agradó Dios; por lo cual quedaron postrados en el desierto. Mas estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros, para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron. Ni seáis idólatras, como algunos de ellos, según está escrito: Se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a jugar. Ni forniquemos, como algunos de ellos fornicaron, y cayeron en un día veintitrés mil. Ni tentemos al Señor, como también algunos de ellos le tentaron, y perecieron por las serpientes. Ni murmuréis, como algunos de ellos murmuraron, y perecieron por el destructor. Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos. Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga” 1 Corintios 10:5-12. ¿Ha dejado Dios de ser un Dios de orden? No; es el mismo en la dispensación actual como en la anterior. Pablo dice: “Dios no es Dios de confusión, sino de paz”. 1 Corintios 14:33. Pone hoy tanta atención a los detalles como entonces. Y es su designio que aprendamos lecciones de orden y organización a partir del orden perfecto instituido en los días de Moisés para beneficio de los hijos de Israel. 1TPI 564.3

    *****

    Larger font
    Smaller font
    Copy
    Print
    Contents