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Manuscritos Inéditos Tomo 3 (Contiene los manuscritos 162-209) - Contents
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    Manuscrito 205 - Material del diario y las cartas de Elena G. de White

    Kopparberg, Suecia, 22 de octubre de 1885. Es un bonito día. Despejado y frío. Nos enteramos de que no podíamos salir de este lugar hasta mediodía del jueves. Pedimos el desayuno. La costumbre en Suecia, tanto en las casas como en los hoteles de tamaño regular, es tener una mesa en la que hay pan, mantequilla, fiambres, pescado en conserva y otros alimentos. Es costumbre que todos los huéspedes acudan a esta mesa y se sirvan, siempre cortándose el pan y la man-tequilla primero. Hay varias mesas más pequeñas. Si pides comida y especificas los artículos que quieres, te los traen, y cuando se desea algo que haya en la gran mesa, los huéspedes se levantan, van hasta la mesa y se sirven, y lo llevan a la mesa pequeña, pero ante la gran mesa general hay que quedarse de pie para cortar el pan y la mantequilla. Parecía muy raro ver hombres entrar, uno tras otro, ir a la mesa principal, comerse su pan y su mantequilla —paseándose charlando y comiendo—, sentarse luego a las mesas pequeñas por un plato especial; pero comer y andar y charlar desde la mesa principal hasta que traen el plato que solicitaron, y lo llevan a la mesa pequeña y se lo comen, pero siempre comen primero el smörgås —que es pan y mantequilla—junto a la mesa principal. No se manifiesta tacañería a1- guna. Hay una provisión sumamente generosa ante uno y se puede comer de cualquier plato, y de todos ellos, por 40 centavos por persona.3MI 323.1

    Desde este lugar escribí seis páginas y envié una carta de este material escrito ayer y hoy al hermano E. P. Daniels, a Healdsburg, California. Escribí tres páginas relativas a nuestros viajes. Tuve una conversación con el pastor Matteson sobre si los hijos de padres no creyentes serían salvos. Relaté que una hermana me había formulado con gran preocupación esta pregunta, afirmando que alguien le había dicho que los niñitos de padres no creyentes no serían salvos. Deberíamos considerar esta como una de las cuestiones sobre las cuales no tenemos libertad de expresar una posición o una opinión, por la sencilla razón de que Dios no nos ha dicho nada categóricamente en su Palabra. Si él creyera esencial que lo supiéramos, nos lo habría dicho claramente.3MI 324.1

    Lo que ha revelado es para nosotros y para nuestros hijos. Hay cosas que no entendemos [...].3MI 324.2

    Grythyttehed, Suecia, 23 de octubre de 1885 . Llegamos a este lugar a las cuatro. En la estación conocimos al hermano Hedin y su esposa, los cuales nos llevaron a su casa. Estos queridos amigos nos dieron la bienvenida de todo corazón. Lamentamos no poder hablar con ellos en su propio idioma. Nos acomodaron en dos buenas habitaciones, con buena calefacción y buenas camas. El cielo está sin nubes. Las estrellas y la luna brillan en los cielos. Fui incapaz de dormir durante algunas horas después de retirarme.3MI 324.3

    Por la mañana se prende la lumbre en la cocina, que está construida en la casa de material prefabricado. La superficie tiene el aspecto de porcelana, blanca como la leche y muy pulida. Estas llegan al techo de la habitación y prenden la lumbre en ellas como en una chimenea. El tiro en la parte superior está abierto. Abren las puertas y se tiene un fuego brillante y acogedor que difunde su calor al recinto. Cuando la madera se quema hasta hacerse carbón, cierran el tiro, cierran las puertas, y toda esta estructura se pone caliente y sigue caliente durante todo el día. A las siete en punto nos trajeron una taza de agua caliente y leche y pan.3MI 324.4

    A las ocho nos llamaron a desayunar. Había una mesa redonda con un mantel sobre ella y un florero en el centro, y pan, un cuarto de queso sin cortar, leche caliente y tortitas fritas, lo cual constituyó nuestro desayuno. No había ningún plato al principio; solo dos cuchillos y dos tenedores. Nos invitaron a acercarnos a la mesa, todos de pie. Se hizo la oración y luego nos quedamos de pie alrededor de la mesa, tomamos algo con las manos y nos pusimos a deambular, charlando y comiendo. A continuación trajeron platos y pusimos nuestra comida en los platos, y a mí me ofrecieron una silla. Algunos se sentaron en el salón, otros deambulaban, comiendo con el plato en las manos. Entretanto, cuando deseábamos algo, lo tomábamos de cualquier parte de la mesa. Esto era una novedad para nosotros, pero creo que nos acostumbraremos a ello. Cuando acaban de comer, los huéspedes dan un apretón de manos al casero y a la casera, dándoles las gracias por los alimentos.3MI 325.1

    Salimos a caminar por la ciudad y tuvimos ocasión de ver el interior de la vieja iglesia estatal. La primera habitación en la que entramos era el despacho del sacerdote. Había una silla muy sacerdotal junto a una mesa, dos pequeñas estanterías con libros del sacerdote y dos ventanas. Yo no querría estar en un lugar más deprimente y sombrío. Luego entramos en el auditorio. Había un altar circular con un reclinatorio almohadillado para que los comulgantes se arrodillasen sobre él cuando tomaban la hostia y un lugar dentro del círculo para el sacerdote, para atender a la gente. Luego, en otro rincón del templo había un reloj de arena para medir las horas, y había muchos escalones que subían hasta el púlpito. Estaba muy alto. Los asientos eran muy incómodos: era una tortura ocuparlos. Los respaldos tenían un trozo de madera que discurría a lo largo de los asientos, empujando a uno hacia delante. Los asientos eran muy estrechos, los respaldos altos, y todo era frío e incómodo, y parecía de la Edad Media. Todo parecía como si llevara dormido muchos cientos de años, al menos desde la época de Lutero.3MI 325.2

    Cuando vi este edificio, muy grande y espacioso, construido de troncos y tejas de madera a modo de baldosas en el exterior, pensé en los fieles. Se habían mantenido en posturas de hacía generaciones sin hacer ningún avance. No tenían vida ni luz suficientes para cambiar viejas leyes arbitrarias otrora formuladas, las más crueles y despiadadas. Mantenían prácticas bárbaras en sus leyes, sin discernir la irracionalidad de su proceder en esta era ilustrada. Dios había dicho a su pueblo: «Avanza», esta antigua iglesia estatal dijo: «No, me quedaré quieta; haré como hicieron mis padres antes que yo». Si tan solo hubieran estado a la altura de la luz y hubiesen sido tan concienzudos como sus antepasados, habrían sido mejores hombres. Pero ni siquiera tenían la piedad de sus padres, y no andaban en la luz mayor que brilla de la Palabra de Dios sobre su senda. No obran como habrían obrado sus padres si hubieran estado en su lugar.3MI 325.3

    La orden de Dios en relación con su pueblo es el progreso o el avance continuo hacia el cielo en el camino de la verdad y la justicia. El necesario resultado de la continuidad en la obra del bien es un conocimiento y un amor de Dios mayores hasta que termine la contienda. Pero los fieles de esta iglesia tienen el mismo espíritu que tuvieron los papas y los sacerdotes contra los que acogen la luz y andan en ella. Las reivindicaciones del evangelio están muy por delante de su fe o su obediencia. No se sienten inclinados a satisfacer las condiciones de las que depende el cumplimiento de la promesa. Reclaman celosamente honra de los hombres y del mundo, pero no están familiarizados con la sabiduría y el poder de lo alto. No pueden considerarse muertos al pecado ni vivos para Dios.3MI 326.1

    Esta iglesia no puede presentar las credenciales divinas de que sus doctrinas y su autoridad son de Dios. No dice: «Las mismas obras que yo hago, dan testimonio de mí» (Juan 5: 36). Tomando el nombre de luterana, se remite a Lutero, a sus obras y a su testimonio, y aunque no ha abrigado su espíritu de reformador, se considera a sí misma la única heredera legítima de las bendiciones que Dios ha prometido a su iglesia, como hicieron los judíos. Pero se ha apartado de los santos mandamientos, se ha negado a andar en la senda más brillante de la verdad que habría renovado su conocimiento y su verdadera santidad y le habría dado la victoria sobre el mundo. Está sentada en tinieblas, y su condena es grande en proporción, ya que la gracia y la verdad que le fueron ofrecidas fueron abundantes y potentes [...].3MI 326.2

    Grythyttehed, Suecia, 26 de octubre de 1885 . Esta mañana nos levantamos débiles, pero sintiéndonos mejor que ayer. No tengo ganas de comer. Tomé una taza de leche y un par de galletas tostadas. No podemos partir de este lugar antes de las tres de esta tarde. Me siento profundamente agradecida de que el Señor me haya ayudado a dirigir la palabra a estas queridas personas que se han aceptado los mandamientos de Dios. Me preocupa que, al fin, puedan ser vencedoras y salvas junto con los redimidos.3MI 326.3

    Tuvimos una entrevista con una hermana sueca que sabe hablar inglés. Pasó dos años en Chicago. Guardaba el sábado cuando fue allí. La familia para la que trabajaba era amable con ella y le permitía guardar el sábado. Dice que cuando llegó a Chicago tenía un lugar donde el trabajo era muy poco, pero la señora para la que trabajaba la regañaba por todo y ella estaba triste todo el tiempo. Su señora no estaba dispuesta a que la dejara, pero ella se sentía tan apenada que no podía quedarse. Encontró un lugar donde el trabajo era mucho más duro, pero también más agradable. Estaba alegre todo el tiempo, porque no la atosigaban ni le peleaban. Esta parece ser una mujer juiciosa. Regresó de Estados Unidos con el propósito de cuidar de su padre; pero si el trabajo no hubiera sido tan duro, se habría quedado más tiempo. Los vestidos para lavar y los volantes y las camisas blancas para abrocharlas en clima cálido, con todo el resto del trabajo para una familia de siete, era duro para ella.3MI 327.1

    Nos invitaron a cenar con la esposa de un comerciante. Él no guarda el sábado. Ella está completamente con nosotros en la fe. Se apellida Akman. Tienen una casa grande y espaciosa construida del mismo estilo de todas las casas de aquí, de troncos. Una vez que los troncos se han asentado, los entablan por el exterior y tienen un edificio de aspecto muy respetable. Nos llevaron en primer lugar a una habitación en la que nos quitamos nuestras prendas exteriores; luego ella me dio su brazo y, guiándome, me llevó a un gran salón comedor, que estaba muy bien amueblado. Aquí me senté en un sofá, y lo siguiente fue la cena.3MI 327.2

    En el centro de la habitación había una mesa redonda con pan, mantequilla, queso y fiambres. Todos nos quedamos de pie alrededor de esta mesa mientras el pastor Matteson pedía una bendición en sueco. Entonces tomamos pan y mantequilla —si comíamos los productos— y bien nos quedábamos de pie y comíamos, o bien nos sentábamos en sillas o sofás, de los que había varios. Delante de estos sofás y estas sillas había mesitas cubiertas con tapetes de lino. A continuación llegaron los platos de sopa de ciruela y sopa de carne. La primera sopa estaba hecha de ciruelas, pasas, manzanas y no sé cuántas clases [de fruta]. Estos [platos de sopa] los pusieron en las mesitas. Después de este plato, trajeron carne de caza y pescado, muy bien preparados. Después de esto vino el postre, de peras peladas cocidas y nata. A continuación todos se ponen de pie y piden en silencio una bendición; entonces cada huésped da un apretón de manos al anfitrión y la anfitriona y las da las gracias por la cena, y termina la ceremonia.3MI 327.3

    La señora de la casa me dio su brazo y me condujo a una habitación exactamente igual a la primera en la que entramos. Aquí conversamos por medio de un intérprete. El pastor Matteson leyó y explicó las Escrituras. Tuvimos un momento de oración. Ahora ponen una mesa delante de nosotros una mesa con agua caliente y nata y bizcocho de harina blanca y dos tipos de tartas. La costumbre es tomar té o café, pero sabían que no era nuestra costumbre tomar ni té ni café. Solo bebimos la bebida caliente de sus tacitas de porcelana. No tuvimos ocasión de comer nada. Nos despedimos de ellos.3MI 328.1

    Tomaron el caballo y el carruaje y nos llevaron al lugar en el que estábamos alojados, y la despedida de estos queridos amigos fue más ceremoniosa que nuestra llegada. Así es en Suecia.— Manuscrito 26, 1885, pp. 9, 10, 13-19 (diario, 15 a 30 de octubre de 1885, primera visita a Suecia).3MI 328.2

    Örebro, Suecia, 25 de junio de 1886. Es fiesta . Los ciudadanos cierran su negocio y aprovechan al máximo esta jornada, que marca la llegada del verano. Todo es fiesta. Las escuelas dominicales marchan frente a nuestra residencia, con los maestros a la cabeza de las diferentes secciones, y todo parece animación y alegría.3MI 328.3

    Pero hay tristeza en todo ello. Pasan de continuo botellas de cerveza y de bebidas de mayor nivel de alcohol, y vemos jóvenes bien vestidos dando tumbos por la calle, y hombres canosos tambaleándose con la vacilación del borracho. Estas cosas me producen mucho pesar. Pregunto: «¿No puede hacerse nada en esta bonita ciudad?». Uno de los artículos más comunes de los productos transportados en vagones grandes como carros son los barriletes de cerveza y botellas llenas de su cerveza. ¿Qué puede esperarse de personas que dan gusto a su apetito pervertido y confunden su cerebro de esa manera? Si pudieran ser educados para mantener la mente despejada y los nervios templados y para usar su dinero para dar pan a su familia, y, entre los que son pudientes, para bendecir a los pobres, ¡qué diferentes serían las cosas!3MI 328.4

    A las cuatro de la tarde hablé en un lugar lleno de interesados. El Señor me dio gran facilidad de palabra y muchos lloraron. Aquí todas mis charlas tienen que pasar por los labios del intérprete y veo a muchos llorando. Estoy alentando a cada iglesia a educar y formar obreros para que puedan organizarse grupos de forma cabal. Cuando los hombres más capaces sean puestos a trabajar arduamente, mejorarán su competencia. Usando su conocimiento actual, se están capacitando para presentar la verdad bíblica en su verdadera importancia.— Manuscrito 65, 1886, pp. 9, 10 (diario, 15 de junio a 1 de julio de 1886, segunda visita a Suecia).3MI 328.5

    Estocolmo, Suecia, viernes 24 de junio de 1887. Ayer alquilamos un carruaje y lo guiamos durante dos horas por la ciudad. Vimos una parte considerable de Estocolmo. Tiene trescientos mil habitantes. Los edificios de esta ciudad son más al estilo estadounidense de edificación nuestras grandes ciudades.3MI 329.1

    La reunión comenzó en la carpa a las diez de la mañana, con una concurrencia de aproximadamente sesenta personas. Los hermanos Olsen y Matteson hablaron ayer antes del mediodía. El hermano Ma- tteson habló por la noche a una congregación de aproximadamente trescientas personas. Se prestó la mayor atención, y todos quedaron muy complacidos con el resultado de la reunión. Es la primera carpa que se ha montado en Suecia. Oramos que esto pueda resultar un éxito. Ahora todo es favorable para una buena concurrencia. ¡Oh, que la semilla de la verdad pueda ser plantada en el corazón de muchos que nunca han oído que existe un pueblo llamado adventista del séptimo día!3MI 329.2

    Hay una reunión por la mañana. Asistieron unos sesenta. El hermano Olsen predicó antes del mediodía ante una carpa muy concurrida. El hermano Ings dio una charla bíblica. Tuvo una gran concurrencia. A las cinco hablé ante una carpa completamente llena. Todos los asientos estaban ocupados, y alrededor de la carpa había una pared de personas. Todos eran disciplinados y escuchaban con evidente interés. Muchos encontraron asientos en el estrado. Muchos estaban de pie bajo la carpa y alrededor de la carpa. Hablé con elocuencia a la gente basándome en Tito 2: 11-14. El pastor Matteson me tradujo. Creo que, en general, nunca he visto un grupo más inteligente y de aspecto más noble que el que había ante mí, tanto hombres como mujeres.3MI 329.3

    El hermano Matteson habló al anochecer. Esto fue un éxito. La gente va en tropel a la carpa. Para ellos es un lugar de reunión nuevo y singular. En este momento hay grandes grupos de pastores, tanto bautistas como luteranos, para asistir a las conferencias, y esperamos que la verdad sea llevada a otros lugares.3MI 329.4

    Este día es celebrado como fiesta, de manera similar a la celebración del cuatro de julio por parte de los estadounidenses. Siempre se observa en Suecia a comienzos del verano. Ahora es cuando los días tienen mayor duración: el sol sale hacia las tres y se pone pasadas las nueve.3MI 330.1

    Estocolmo, sábado 25 de junio de 1887 . Fui a la reunión del comienzo de la mañana y hablé basándome en Juan 13: 34, 35. Tuvimos un momento precioso. Se presentaron muchos testimonios excelentes y todos parecían profundamente conmovidos. Se derramaron muchas lágrimas, lo que demostraba que los corazones estaban ablandados. Un hermano vive a bastante distancia de aquí. Vive en la frontera de Dinamarca. Ha vivido en Estados Unidos; recibió la verdad en Indianápolis y regresó a Suecia para trabajar con sus compatriotas. Es un hombre muy sencillo e indocto. No ha enterrado su talento, sino que lo ha usado hasta el máximo de su capacidad, y ha trabajado de manera callada hasta ser el medio de llevar a dieciocho personas a la verdad. Es sincero y humilde, y el Señor lo bendice.3MI 330.2

    El pastor Olsen predicó ante una carpa llena antes del mediodía. El pastor Ings dio una charla bíblica por la tarde ante una carpa atestada al máximo de su capacidad, y se expresó un profundo interés en el tema.3MI 330.3

    A las cinco volví a hablar ante unas cuatrocientas personas. Había presentes hombres de la clase alta de la sociedad, y muchas mujeres de bien. Hablé sobre la venida de Cristo: 2 Pedro 3: 10-14. En la carpa, que estaba atestada, y en el exterior de la carpa, que estaba tapiada de gente, se mantenía un orden óptimo. Al abordar este tema, tuve sentimientos solemnes y nunca vi que se manifestara mayor interés. Muchos tenían lágrimas en los ojos. ¡Ay, si la verdad hallase cobijo en el corazón de los oyentes! Desde luego, la verdad se está presentando ante una clase mejor de personas. Si tan solo se puede llamar la atención sobre estos grandes temas, muchos verán la coherencia de nuestra fe. Me fue necesario mantener la voz alta, con tono uniforme y conservar una pronunciación clara. Bastantes entendían inglés.3MI 330.4

    Hasta este momento habíamos tenido un tiempo excepcionalmente bueno. La gente que volvía a sus hogares tuvo tiempo de sobra de buscar cobijo cuando, de repente, hubo un vendaval: caía la lluvia, el viento impulsaba la lluvia que caía a modo de cortinas de agua que cruzaban las calles. Hubo muchos que habían estado de excursión calados hasta los huesos, pero la carpa aguantó. Temíamos que el vendaval fuera demasiado para ella. El hermano Johnson predicó al anochecer [...].3MI 330.5

    Estocolmo, Suecia, lunes 28 de junio de 1887. Me levanté temprano y acudí a la reunión de la mañana. Dirigí la palabra a unas cuarenta personas reunidas, y con mucha elocuencia. Me quedé hasta después de la reunión para despedirme de todos. Les di la mano con el pensamiento de que nunca volvería a verlos hasta que nos encontremos alrededor del trono de Dios. Nuestras hermanas manifestaron mucha empatía cristiana y mucho amor.3MI 331.1

    Tuvimos otra pequeño acto de despedida. Todos los colportores y los obreros se reunieron en la casa del hermano Matteson y tuvimos una encuentro formal de despedida. Cada uno pronunció unas palabras de su aprecio por la reunión. Habían leído los libros de la hermana White y tenían grandes deseos de verla, y al escuchar su testimonio, ellos aceptaron el mensaje, se beneficiaron y fueron muy bendecidos por el Señor. Expresé unas breves palabras a través del hermano Matteson como intérprete. Salimos de Estocolmo hacia las seis de la tarde. En la estación tuvimos una tercera despedida, y el tren nos alejó de Suecia. Fuimos favorecidos con los mejores compartimentos y dormimos muy bien durante la noche.— Manuscrito 35, 1887, pp. 1-5 (diario, 23 a 28 de junio de 1887. Tercera visita a Suecia).3MI 331.2

    Örebro, Suecia, 24 de junio de 1886 . Salimos de Basilea el 15 de junio y llegamos a Hamburgo en compañía de Sarah y Christine Dahl. W. C. W. nos precedió. Partió la mañana del catorce en compañía de los pastores Whitney y Conradi. Estos visitaron Lipsia por razones administrativas, y tuvieron mucho éxito. Nos encontramos con W. C. la noche del dieciséis. Abordamos el barco en Kiel a medianoche. Nos acomodaron en un camarote, y tuvimos oportunidad de dormir de las dos a las cinco. Una vez que el barco hubo atracado, tuvimos que pasar el trámite de la aduana. Concluido eso, nos dirigimos a la sala de espera, pusimos juntos nuestros numerosos bultos y carteras y tomamos un refrigerio: leche caliente y pan. Luego tomamos nuestro equipaje y nos dirigimos al tren.3MI 331.3

    Al revisar [el equipaje], faltaba una cartera. W. C. W. volvió corriendo al barco y a la sala de espera, pero no la encontró. Pensamos que tendríamos que esperar la noche a la espera del tren, lo que era malo para nosotros, ya que llegaríamos a Örebro empezado el sábado. Allí estábamos con nuestro equipaje amontonado en el andén, indecisos sobre qué hacer. Nos vino felizmente a la cabeza que la cartera debía de haber sido tomada por error, y que estaba en el tren mismo al que queríamos subirnos. En un momento o dos, todo nuestro equipaje fue colocado nuevamente en el vagón, que estaba ocupado por dos caballeros. Uno hablaba inglés de forma imperfecta, y nos alegraba que pudiera hablar así de bien, ya que Christine nos había dejado la noche anterior rumbo a Noruega. Este caballero nos ayudó todo lo que pudo mientras hacíamos todo tipo de planes por recuperar la cartera desaparecida.3MI 331.4

    Después de que nos hubiéramos bajado en la primera estación, vimos a un caballero que agitaba la cartera desaparecida por la ventana del vagón. El tren estuvo parado unos momentos, y saludamos al caballero y a su grupo, que eran estadounidenses que viajaban por Europa. El caballero dijo que la hija había descubierto que la cartera no era de ellos. Estaban tan contentos de deshacerse de ella como nosotros de recibirla. Él dijo que tenía tal montón de equipaje que no descubrieron la cartera de inmediato.3MI 332.1

    Llegamos a Copenhague a las once, y alquilamos un coche simón para que nos llevara directamente al barco, que debía zarpar en media hora. Así que hicimos trasbordos rápidos. El barco nos dejó en Malmoe. Aquí no tuvimos problema alguno para que nos entendieran, ya que hay un hombre vestido de uniforme con una ancha faja de aspecto plateado sobre el pecho pasándole bajo el brazo derecho, que denota su cargo. Aquí pueden hacerse entender personas de todos los idiomas.3MI 332.2

    Tomamos nuestra comida y luego nos subimos al tren, y fuimos favorecidos con un compartimento para nosotros solos. Llevábamos dos noches y casi dos días de viaje, y dormimos algo, aunque los asientos eran muy duros. No eran asientos de muelles, sino de cojines. No tienen coches cama normales unidos a los trenes como en Estados Unidos. Se nos dijo que tendríamos que hacer trasbordo a medianoche, pero de repente se abrió de golpe la puerta de nuestro compartimento y un oficial de aspecto solemne, encrespado con su uniforme, soltó unas palabras en sueco, de las que no pudimos entender más que una, que era strax, que significaba “inmediatamente”. Estábamos medio dormidos, pero agarramos las carteras, las mantas y los bultos, y nos quedamos de pie, somnolientos y sorprendidos, en el andén. Todo en un montón; pero no resultó tan mal como esperábamos. Nos asignaron otro compartimento en otro vagón del mismo tren y nos hicieron entender que esto nos ahorraría el desagradable trasbordo a medianoche, así que descubrimos que habían hecho un arreglo especial en nuestro favor.3MI 332.3

    A las dos de la mañana era de día. El sol salió a las tres. A las cuatro volvieron a despertamos con «strax, strax”. Entendimos que debíamos salir inmediatamente. De nuevo agarramos nuestras desperdigadas pertenencias, salimos aprisa del vagón y nos quedamos en el andén aguardando nuevas órdenes. Nos llevaron a otro compartimento del tren. Aquí viajamos una hora y luego cambiamos de nuevo, esperando una hora en la estación. Luego nos subimos al tren y llegamos a Örebro a las siete y diez.3MI 333.1

    No encontramos a nadie esperándonos. Un cochero sueco parecía decidido a quitarnos las carteras de nuestras manos, pero las sujetamos valientemente. Aunque hablaba elocuentemente en sueco, no entendíamos ni una palabra de lo que decía. Encontramos un lugar donde dejar nuestro equipaje y anduvimos aproximadamente dos kilómetros hasta el lugar que habíamos convertido en nuestro hogar cuando estuvimos aquí en otoño. Nos complació encontrar aquí a nuestros hermanos Olsen y Oyen, y se sintieron tácticamente superados en sus cálculos. Creían que no era posible que llegásemos antes del mediodía. Habían estado en cada tren el día anterior esperando encontramos, y dijeron que dieron al cochero instrucciones especiales para llevamos a la casa, y esto explicaba la viva insistencia del hombre que quería tomar nuestras carteras. Llevábamos tres noches y dos días de viaje y estábamos muy cansados.3MI 333.2

    Encontramos un alojamiento excelente. Prepararon tres habitaciones amuebladas para nosotros que habían estado ocupadas por chicas que acudían a un colegio pero que se habían ido a casa de vacaciones. Con cocina y dos buenas habitaciones, estábamos muy bien instalados para preparar nuestra propia comida. Tenemos una chica para realizar las tareas domésticas con las indicaciones de Sa- rah y con su ayuda.3MI 333.3

    Ahora he hablado seis veces. El sábado tuvimos una buena reunión, y yo hablé con claridad. El domingo a las seis, el salón, que alberga cuatrocientas personas, estaba a rebosar. Apenas podía abrirme paso para llegar al estrado. Se pensaba que más de cien personas tuvieron que irse porque no pudieron entrar. Hablé con gran claridad. La multitud escuchó con la mayor atención, y espero y oro que hagan caso a la palabra hablada. Hablé cuatro veces en la reunión de la mañana y, por los testimonios dados en las reuniones matutinas que el hermano Matteson nos ha traducido, aprecian las palabras habladas tanto como en Estados Unidos.3MI 333.4

    Ayer hablé en la reunión administrativa unos treinta minutos. Intenté recalcarles la necesidad de que amplíen sus ideas y extiendan sus planes. Hay mucho por hacer en la educación y la formación de la obra en estos reinos.3MI 334.1

    Este es un lugar muy antiguo y los habitantes son una clase de gente sumamente inteligente. La zona que rodea este lugar es una buena comunidad agraria, y este parece ser un lugar emprendedor. Hay doce mil habitantes. Tienen un río de aguas rápidas en el que capturan mucho pescado. Tienen parques sumamente bellos, carre- teras bien trazadas y asientos para acomodar a todas las clases. Es práctica de W. C. W. y de mí misma andar por los parques hacia las nueve. El sol se pone hacia las nueve y media, y a las diez y media podemos escribir con la luz diurna. Ahora es el comienzo del verano. Ayer pasaron delante de nuestra ventana estandartes bellamente decorados y todo tipo de árboles y ramas de árboles, flores y arbustos en preparación del día siguiente, que es fiesta. Este día de comienzo de verano lo observan día y noche en las arboledas con entretenimientos y diversiones y decoraciones, como se celebra el cuatro de julio en Estados Unidos. Hoy no se hace ningún negocio.3MI 334.2

    Bueno, nuestras reuniones tienen un buen progreso. Se hacen avances. Ayer les hablé en cuanto a que se organicen esfuerzos regulares para adelantar la obra de forma más cabal y aprovechando toda la capacidad posible para empujarla. Ha habido gran carencia de esfuerzos bien organizados. El pastor Matteson ha trabajado mucho, tanto por escrito como de viva voz. Tiene mucho que hacer traduciendo y ocupándose de que las revistas sigan saliendo. No tiene fuerza física para hacer todo lo que se requiere. Es un hombre débil y, dado que es tan débil en fuerza física, teme asumir la responsabilidad de introducir nada nuevo y de procurar formar a la gente en ello.3MI 334.3

    Presenté ante ellos cómo habíamos hecho la obra en Estados Unidos. Y yo no podía ver sino que tendrían que trabajar en estos reinos de la misma manera que habíamos trabajado en América. Se aboga constantemente por el clamor de que esta gente debe tener un tipo de trabajo diferente que en Estados Unidos, pero les dije que la naturaleza humana era la misma, y que los corazones serían alcanzados con el mismo tipo de labor presentada básicamente de la misma manera en que habíamos trabajado en América.3MI 334.4

    Yo no podía sino ver que debe imponerse a la gente de aquí, como a la de Estados Unidos, la benevolencia sistemática, aunque sus donativos fueran pequeños. El Señor los bendeciría al hacer en conciencia lo que podían. Dios ha revelado en su Palabra la manera señalada por él para llevar adelante su obra. Los que tienen pequeños talentos deben obrar según su capacidad, pero cada cual debe sentir que tiene un papel que desempeñar para sustentar la obra. Deben organizar editoriales y actuar como si esperaran que el Señor hiciera algo por ellos. Los israelitas tuvieron que obedecer la orden «Avancen» cuando el Mar Rojo obstaculizaba su camino; y cuando avanzaron, sus pies estaban en las aguas mismas cuando el Señor abrió la senda ante ellos. Queremos ejercer mucha más fe de lo que hemos hecho hasta ahora.— Carta 2, 1886, pp. 1-6 (a «Queridos hijos Edson y Emma White», 24 de junio de 1886).3MI 335.1

    Örebro, Suecia, 28 de junio de 1886 . Te escribiré un poco día por día según vayan sucediendo las cosas. Hemos recibido una carta de Edson. Me alegré de oír de ti. Te envié una carta desde Basilea hace ahora dos o tres semanas y otra desde este lugar el pasado viernes, así que no intentaré contestar directamente a tu última carta, que fue recibida con enorme gratitud.3MI 335.2

    Nuestro congreso de diez días está en el pasado y, aunque no se hizo todo lo que nos habría complacido haber visto logrado en planes futuros, se ha realizado un avance decidido, y seguimos instándolos: «Avancen». Ha habido hombres jóvenes preparándose para salir como colportores, vendedores de libros y para dedicarse al ministerio, y el Señor ha bendecido en las reuniones.3MI 335.3

    Hablé por última vez —ayer— a las seis de la tarde, en una sala llena a rebosar. Hablé basándome en Apocalipsis 20: 11-15. Tuvimos una reunión muy solemne y parecía haber mucho sentimiento: algunos lloraban. Era mi último discurso. Ahora he hecho lo que yo podía y el Señor hará lo que yo de ninguna manera puedo hacer: regar la semilla que se ha sembrado. Pero hablar a través de un traductor confunde —me agota—, pero cuando lees los informes, vienen a ti aproximadamente cuando se pronuncian. Se hace el bien y se presentan muchos testimonios que afirman las improntas que se han dejado, de modo que sé que mi labor no ha sido en vano en el Señor.3MI 335.4

    Ahora he hablado once veces, dado cinco discursos desde el 18 de junio.— Carta 100, 1886, p. 1 (a «Queridos hijos», 28 de junio de 1886).3MI 335.5

    PATRIMONIO WHITE,

    febrero de 1968

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