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Manuscritos Inéditos Tomo 3 (Contiene los manuscritos 162-209) - Contents
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    Mensaje de despedida a los obreros de Europa y especialmente de Inglaterra * Barco de vapor City of Rome, Océano Atlántico, 6 de agosto de 1887

    Queridos hermanos de Europa:

    Llevamos dos años unidos a ustedes en la obra. Hemos percibido gran parte de la bendición de Dios trabajando en Suiza, Dinamarca, Noruega, Suecia, Francia, Italia, Alemania e Inglaterra. Hemos visto que la obra avanza lentamente. Francia e Italia han sido los territo- rios menos promisorios. No se ha hecho mucha labor en Inglaterra. Se ha hecho algo, pero en un grado muy limitado, y al ver las grandes ciudades en las que no se ha efectuado ningún trabajo hemos sabido que ha de realizarse una labor mucho mayor de la que se ha hecho de momento por las ciudades de Inglaterra. Hasta ahora parece que la luz se ha mantenido debajo de un almud; no ha sido puesta en un candelero para que pueda dar luz a todos los que están en la casa.3MI 12.3

    En la actualidad la perspectiva no es la más alentadora. Se abrieron muchas misiones; pero los recursos eran demasiado limitados para sostenerlas, y los obreros de la misión eran demasiado pocos, y demasiado ineficaces para acometer el trabajo. Oro fervorosamente para que el Señor quiera dar sabiduría a sus siervos. El Señor tiene abundantes recursos humanos y materiales; pero los medios se concentran en construir muchas instituciones en ciertas localidades de Estados Unidos. Se añade un edificio a otro, una casa a otra, un terreno a otro; pero el Señor no está a favor de esta situación. Su gran corazón de amor infinito no está concentrado por completo en ciertas localidades para multiplicar instituciones para la salvación de hombres en un lugar mientras otros lugares son dejados en la indigencia.3MI 13.1

    El Señor me ha presentado el asunto con mucha claridad. No se debería haber trasladado la obra de publicaciones de Southampton a Grimsby, sino que debería haber permanecido en aquel importante lugar, donde la obra habría recibido un carácter mayor hasta que pudiera ser trasladada a Londres. Esa gran ciudad necesita cien obreros, y así los obreros apenas estarían en contacto mutuo si sus campos estuvieran situados en partes diferentes. Es preciso que se presente ante nuestros hermanos de Estados Unidos el hecho de que se necesitan hombres y medios para Europa y para zonas más lejanas. Nuestros hermanos de este país precisan el bautismo del Santo Espíritu de Dios como lo tuvieron los discípulos el día de Pentecostés para poder prestar la máxima atención no solo a las cosas que están cerca, sino a campos que están lejos. Cuando vean como ve Dios, trazarán e idearán planes y trabajarán totalmente de forma más desinteresada, y tendrán una profunda consciencia del hecho de que el campo para la obra del evangelio es el mundo.3MI 13.2

    ¿Qué haremos por Londres? Londres ha recibido muy poca atención. Lo que ha hecho el pastor (bautista del séptimo día) Jones en defensa del sábado del cuarto mandamiento ha significado muy poco, y mientras siga las directrices que ha venido empleando, su obra significará aún menos. Londres necesita la verdad, la verdad presente, la verdad para este tiempo. Deberíamos entrar en las grandes ciudades con el mensaje de la verdad de Dios; pero sin recursos ni obreros tenemos una perspectiva sumamente desalentadora para una obra de este tipo. Pero si no se entra en la obra cuando las circunstancias parecen arduas, jamás se completará. Debe haber muchos menos remilgos sobre el asunto y mucha más firmeza, certidumbre y fe.3MI 13.3

    Den la voz de aviso: «Venid, que ya todo está preparado” (Luc. 14: 17). En la época en que vivimos abundan el escepticismo, la infidelidad, la especulación y el fariseísmo para desviar a la mente de las cuestiones vitales que hay en juego. El gran engañador originará falsos informes, falsas representaciones de carácter, calumnia y todo tipo de oprobio para arrojar descrédito sobre la palabra de Dios y los que la promueven. Pero, ¿qué voz dirá: Abandonen el campo; cuesta demasiado en tiempo y demanda un desembolso demasiado grande de recursos, y es un campo duro y poco rentable? Oh, nunca permitan que esta voz los aparte de la obra. Entre los hermanos estadounidenses vemos algo que apena nuestro corazón. La autocomplacencia abunda en la iglesia, y el mundo encuentra un gran patrocinio entre sus miembros, porque no se practica la abnegación. Se gasta dinero en cosas innecesarias, y sabemos que esto significa la limitación de donativos que deberían ser aplicados a la gran empresa de levantar el reino de Cristo en nuestro mundo. A medida que el mundo avanza y convierte a la iglesia a sus costumbres y a sus modas, y lleva al profeso seguidor de Cristo a dejarse enredar en sus satisfacciones, la tesorería de Dios es robada al retenerse los diezmos y las ofrendas que deberían darse para que pueda haber «alimento en mi casa» (Mal. 3: 10). La indolencia que se ve en las iglesias y entre aquellos que afirman creer la verdad trae su azote de resultados, que aparecen representados en la parábola del siervo holgazán que enterró su talento en la tierra y dio una falsa imagen de su Señor, que le había prestado el talento para que, con sabiduría, diera réditos. ¡Ay, si todos los que tienen un conocimiento inteligente de la verdad se dieran cuenta de que sus talentos les son prestados por Dios para que den réditos en el comercio de los bienes de Dios! Los que prestan dinero del Señor a los cambistas recibirán el elogio divino.3MI 14.1

    Supongan que los que entren al campo se encuentren, en efecto, con oposición; no serán sino fortalecidos si actúan según las directrices de Cristo, y si solo tienen un talento para empezar, no se quedará en uno siempre, sino que se transformará en dos. Entonces, si los dos son usados fielmente, los talentos volverán a duplicarse, porque se impartirá sabiduría divina al alma humilde que camine por fe, impartiendo luz en las circunstancias más desalentadoras. El que maneja los bienes del Señor tan fielmente al comerciar con peniques como con libras, traerá muchos ingresos a la tesorería del Señor.3MI 14.2

    Todo misionero que se ponga en marcha poniendo su mejor empeño tendrá el apoyo de Aquel que suplirá todas sus necesidades. El gran Obrero Maestro no permitirá que pase penurias. La única responsabilidad del misionero es recibir órdenes de Dios y obedecer las órdenes dadas. Han de buscarse almas y ha de presentarse a todos la verdad en su sencillez.3MI 15.1

    Los misioneros no han de estudiar reglas, costumbres o prácticas inglesas, sino que han de hacerlo todo según el modelo que les fue mostrado en el Monte. Ciertamente, si nuestros obreros no aportan un elemento divino nuevo a su trabajo, que sea como levadura puesta en la masa, también podrían, ya de paso, abandonar la labor. Que los misioneros hagan cuanto esté en su mano para seguir el gran Ejemplo.3MI 15.2

    Llevamos años de retraso. Que los misioneros obedezcan las órdenes de su gran Capitán y que pongan su vida y su energía en el trabajo; Dios dará el poder de su Santo Espíritu. Los campos de Europa no requieren un cambio tan grande en la manera de trabajar con respecto a la manera en que el trabajo se realiza en Estados Unidos, dado que requieren un elemento de energía y renovación que sorprenderá y sobresaltará a la gente de su letargo somnoliento. Necesitan el poder avivador y vivificante del Espíritu Santo, el único que será eficaz y acelerará la obra en movimientos rápidos. El Señor no duerme, aunque duerma Inglaterra. El Señor dará éxito a su obra cuando sus obreros despierten ante la emergencia de la situación. Se sembró cizaña entre el trigo mientras los hombres dormían, y, a no ser que haya un serio avance de la obra, nunca asumirá las proporciones que Dios se propuso que asumiese.3MI 15.3

    Londres es un punto importante, y no han de descuidarse las ciudades de toda Inglaterra. Dios se moverá sobre sus agentes, Dios actuará, y su poder será revelado si los hombres y mujeres quieren cooperar con él. ¿Dónde están los hombres, dónde las mujeres, que se entreguen por entero a la obra? Necesitamos el poder transformador de Dios todos los días. Tendrán que cambiar viejos hábitos de precisión, de moverse en cierto surco; tendrán que quebrarse viejas costumbres y viejos hábitos que han sido abrigados e idolatrados mucho tiempo. Tendrán que experimentar una conversión diaria para poder ser agentes que trabajen, que puedan ser moldeados como la arcilla es moldeada por las manos del alfarero. Los obreros han de aprender lecciones cotidianas en la escuela de Cristo; porque no es el de ustedes el molde que Dios querría que hubiera en los caracteres de los miembros de iglesia. Den a Dios ocasión de poner su impronta en las mentes y de poner su molde en el carácter y en la iglesia.3MI 15.4

    Hemos de mirar a Jesús, que es el autor y el consumador de nues- tra fe, para que, contemplando, podamos ser cambiados a su imagen, y que reflejemos su carácter. No siempre hemos de retener el mismo molde de carácter, sino reflejar de forma creciente la imagen de Jesús, para que podamos apartarnos del yo y liberarnos del yo para llegar a ser uno con Cristo. «Vosotros estáis completos en él» (Col. 2: 10). Nuestra completitud está en Jesucristo. Él es nuestro modelo.3MI 16.1

    Siento no haber podido realizar más trabajo en Inglaterra. Anhelamos ver a la obra realizar progresos más rápidos, porque sabemos que puede y que debería hacerlos. Voy a presentar las necesidades de Europa ante nuestro pueblo. Sé que algunos sentirán la responsabilidad y que otros no harán nada, aunque pueden hacer mucho. ¡Dormidos, dormidos al borde mismo de la eternidad!.— Carta 15, 1887, pp. 1-5 (a «Queridos hermanos de Europa», 6 de agosto de 1887).3MI 16.2

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