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El Cristo Triunfante - Contents
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    Cuando se rechaza su amor, el salvador sufre, 4 de septiembre

    “A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron”. Juan 1:11.CT 256.1

    Ante ellos [la multitud que acompañaba a Jesús en su entrada triunfal] se encontraba la ciudad de Jerusalén, con su templo inmaculado de blanco mármol que a esa hora se recubría de doradas tonalidades por la gloria de los rayos del sol que se hundía en el ocaso. Era una vista de hermosura incomparable y podrían habérsele aplicado las palabras del profeta: “En aquel día Jehová de los ejércitos será por corona de gloria y diadema de hermosura”. Ante la magnífica vista de la entrada, el gentío se unió con fervor renovado en exclamaciones de alabanza.... Suponían que ahora Cristo tomaría el trono de David para reinar como un príncipe temporal. Los ojos del gentío se volvieron hacia él buscando percibir cuánto le impresionaba aquella escena. Pero, sorprendidos, ¡ven el rostro del Hijo de Dios arrasado por las lágrimas!”CT 256.2

    Cuando Cristo puso sus ojos sobre el templo, que muy pronto sería desolado y su velo rasgado cuando los judíos consumaron su muerte, lloró sobre aquella ciudad desobediente... En pocas horas el Redentor del mundo sería tomado por las manos de los impíos para ser crucificado. No sería la nación romana, ni los gentiles, sino el pueblo por el que tanto había hecho y de quienes había esperado tanto, éstos habrían de ser sus asesinos...CT 256.3

    Aquella gracia que traía la salvación ya no se escucharía más en la ciudad. Esta era la razón del intenso dolor que padeció el Salvador... Las tiernas lágrimas que derramó sobre Jerusalén fueron las últimas de un amor rechazado... El jubiloso gentío no podía entender la razón de las lágrimas de Cristo. Ellos no sabían que las iniquidades de Israel habrían de acarrear las calamidades finales sobre esta nación. Entonces un misterioso sentimiento embargó a la procesión y aquietó en cierto grado su entusiasmo... Una buena parte de los que allí estaban llevaban la evidencia en sus cuerpos que demostraba que un poder divino estaba en medio de ellos y cada uno tenía una historia que referir con respecto a la labor misericordiosa de Cristo. La relación de estas maravillosas obras incrementó el fervor del sentimiento que los embargaba hasta que éste alcanzó una intensidad indescriptible. Los discípulos y el pueblo se unieron entonces en cánticos de alabanza.CT 256.4

    Fue entonces cuando vinieron a él los sacerdotes y gobernantes pidiéndole que silenciara estas exclamaciones de alabanza: “Maestro, reprende a tus discípulos” le dijeron. Cristo les respondió: “Os digo que si éstos callaran, las piedras clamarían”.CT 256.5

    Cristo había venido a esta tierra a fin de dar a conocer los principios del reino de los cielos. Su carácter como dador de la vida se había demostrado fugazmente ante la sepultura de Lázaro, pero en su orgullo los judíos rechazaron a Uno que era poderoso y traía la salvación. Cuán diferente habría sido la actitud de Cristo si aquellos sacerdotes y gobernantes hubieran sido fieles a la confianza que se había depositado en ellos.—Manuscrito 128, 1899.CT 256.6

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