Loading...
Larger font
Smaller font
Copy
Print
Contents
El Cristo Triunfante - Contents
  • Results
  • Related
  • Featured
No results found for: "".
  • Weighted Relevancy
  • Content Sequence
  • Relevancy
  • Earliest First
  • Latest First
    Larger font
    Smaller font
    Copy
    Print
    Contents

    “Mi casa será llamada casa de oración”, 5 de septiembre

    “Y entró Jesús en el templo de Dios, y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el templo, y volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas”. Mateo 21:12.CT 257.1

    El patio del templo estaba repleto de ganado, ovejas, bueyes y palomas. Alzándose por encima del mugido del ganado vacuno, del balido de las ovejas y del arrullo de las palomas, se podían escuchar las voces de los mercaderes ofreciendo en venta, y al más alto precio, animales y aves a quienes habían venido a la fiesta de la Pascua para ofrecer sacrificios. Jesús dijo: “Mi casa, casa de oración será llamada; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones”.CT 257.2

    Este acto de Cristo era profundamente significativo, mucho más importante de lo que cualquiera de los observadores podía darse cuenta. Cuando los sacerdotes y fariseos se recuperaron del terror que experimentaron a sus almas culpables por las palabras de Cristo, entonces, regresaron al templo. Ellos no se habían convertido, ni siquiera humillado. Estaban decididos a desafiar a Cristo con respecto a su autoridad para expulsarlos de los atrios del templo y cuando llegaron hasta el santuario descubrieron que una maravillosa obra se había realizado en él durante su ausencia. Los enfermos y moribundos habían recuperado la salud. Estaban asombrados, aunque no por ello habrían de ceder en su terca incredulidad. Habían decidido ejecutar a Cristo y también a Lázaro, aquel que fuera resucitado de los muertos. Porque ellos sabían que la gente seguiría creyendo en Cristo mientras estuviera en medio de ellos uno que por el poder de Jesús había sido levantado de entre los muertos.CT 257.3

    La evidencia que Cristo había ofrecido, estaba calculada para convencer a cada mente sincera; pero no era ésta la evidencia que ellos [sacerdotes y fariseos] esperaban. Lo que deseaban era que el pueblo rechazara y condenara a Cristo. Cada evidencia adicional en favor del Señor incrementaba la aversión de ellos hacia él. La presencia de Cristo en el mundo realizando esta obra maravillosa y desarrollando una vida de bondad, de abnegación y sacrificio propio, y el mismo hecho de tenerlo entre el pueblo ejerciendo su tierna compasión sobre otros, no era lo que querían.CT 257.4

    Pero Cristo estaba cumpliendo la misión que el Padre le había encomendado: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor”.—Manuscrito 128, 1899.CT 257.5

    Larger font
    Smaller font
    Copy
    Print
    Contents