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El Cristo Triunfante - Contents
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    La pureza debe caracterizar la vida de un cristiano, 16 de abril

    “Y Jehová dijo a Moisés: Vé al pueblo, y santifícalos hoy y mañana; y laven sus vestidos”. Éxodo 19:10.CT 115.1

    Los hábitos personales indebidos se cuentan entre las causas más comunes de enfermedad. El orden y la limpieza son leyes del cielo. Cuando el Señor iba a promulgar su ley sobre el Monte Sinaí, le dio indicaciones bien estrictas a Moisés sobre este aspecto... Se determinó que hicieran de este modo pues, de lo contrario, al presentarse delante del Señor, estarían en condición de impureza. Dios es un Dios de orden y requiere orden y pureza en medio de su pueblo.CT 115.2

    Bajo ninguna circunstancia los hijos de Israel debían permitir alguna forma de impureza tanto en ellos como en sus vestiduras. Los que tenían alguna impureza debían permanecer fuera del campamento hasta la noche y luego se requería que se purificaran y lavaran sus ropas antes de regresar. Dios también les ordenó que mantuvieran sus terrenos libres de inmundicia, hasta una gran distancia del campamento...CT 115.3

    El Señor no espera menos de su pueblo ahora que en la antigüedad. Si la limpieza era tan necesaria para los que peregrinaron por el desierto, que estaban al aire libre en todo momento, no requiere ahora menos de nosotros, que vivimos en habitaciones cerradas, donde las impurezas son más evidentes y tienen una mayor influencia malsana.CT 115.4

    La ley moral, promulgada desde el Sinaí, no puede tener cabida en los corazones de personas con hábitos desordenados y sucios. Si los hijos de Israel no pudieron ni siquiera escuchar la proclamación de esta santa ley sin purificarse ni lavar sus vestiduras, ¿cómo podrían sus preceptos escribirse en los corazones de quienes no mantienen la pulcritud en sus personas ni en sus hogares?...CT 115.5

    Han ocurrido violentas epidemias de fiebre en aldeas y ciudades que se consideraban perfectamente salubres, y resultaron en fallecimientos o constituciones destrozadas. En muchos casos las mismas casas de las víctimas de esas epidemias contenían los agentes de destrucción que transmitían a la atmósfera el veneno mortífero que había de ser inhalado por la familia y el vecindario...CT 115.6

    Cuando Lord Palmerston era primer ministro de Inglaterra, cierto clérigo escocés le solicitó que se estableciera un día de ayuno y oración para evitar el cólera. Y él respondió: “Limpien y desinfecten las calles y las casas, promuevan la limpieza y la salud entre los pobres y velen para que se les proporcione alimento bueno y saludable. Apliquen las medidas sanitarias adecuadas y, de este modo, no tendrán que ayunar y orar. Porque el Señor no escuchará vuestras súplicas en tanto que no se atiendan estas medidas preventivas que él ha establecido”.—Manuscrito 58, 1890.CT 115.7

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