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Sermones Escogidos Tomo 2 - Contents
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    40—Permanecer en Cristo

    «YO SOY LA VID VERDADERA y mi Padre es el labrador. Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto. Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado. Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí y yo en él, este lleva mucho fruto, porque separados de mí nada podéis hacer. El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, los echan en el fuego y arden. Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queráis y os será hecho” (Juan 15: 1-7).SE2 371.1

    _______________

    Sermón presentado en Oakland, California, el martes 10 de marzo del 1908. Manuscrito 37, 1908.

    Tenemos el privilegio de ser uno con Cristo así como el es uno con el Padre. Si ustedes forman parte de esa unión, no le pedirán favores por motivos egoístas, sino que serán impulsados por deseos puros y santos y sus peticiones Dios se las podrá conceder.SE2 372.1

    El Salvador luego señala una muestra del discipulado: «En esto es glorificado mi Padre: en que llevéis mucho fruto y seáis así mis discípulos”.SE2 372.2

    Por fe debemos asimos de un Dios vivo y abrigar una experiencia que respire amor, ternura, bondad, compasión y afecto. Esos rasgos de carácter constituyen el fruto que el Señor Jesús desea que produzcamos y que presentemos al mundo como testigos de que tenemos un Salvador que puede ser motivo de plenitud y de satisfacción. No tenemos como Salvador a alguien que continuamente proyecta una sombra en nuestra senda. No necesitamos estar del lado de los perdedores, porque él es nuestra garantía en todo.SE2 372.3

    Lo que necesitamos es la presencia de Jesucristo. Deseamos que su verdad brille en nuestros corazones, y que impregne todas las acciones de nuestra vida. Eso determinará si somos o no sarmientos de la Vid verdadera. Si somos sarmientos que llevan fruto podemos confiar que el gran Horticultor nos podará para que llevemos más fruto. Todo lo que no sea de provecho, todo lo que impida nuestro crecimiento en la vida cristiana debe ser quitado. Debemos ser representantes de Jesucristo, que murió por nosotros para que tengamos vida. La santificación del Espíritu Santo debe manifestarse en nuestro corazón y revelarse en nuestra actitud, en nuestra conversación y en nuestro trato con los demás. Después que hayamos hecho una promesa, aunque consideremos haber actuado en contra de nuestros propios intereses y a favor de los demás, no debemos faltar a nuestra palabra. Seamos cristianos todos. Dios desea que estemos del lado de él, que su gracia descanse sobre nosotros, y que su carácter sea revelado a través de nuestra influencia.SE2 372.4

    Luego continúa: «Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor» [Juan 15: 9, 10]. Esta expresión es tan sencilla que no debe haber error alguno respecto a lo que Dios requiere de nosotros. «Pues este es el amor a Dios: que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos» [1 Juan 5: 3].SE2 372.5

    Nuestro deber está tan claramente expresado en la Palabra que no habrá excusa en caso que fallemos. Tenemos el privilegio de creer las palabras de Cristo. Si ejercemos una fe viva en el poder de Dios seremos vencedores. Ojalá el Espíritu Santo llegue nuestras mentes y corazones, y que transforme nuestro carácter, de forma que podamos discernir lo que es correcto, presentando al mundo un ejemplo de una genuina vida cristiana.SE2 373.1

    «Estas cosas os he hablado para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea completo» (Juan 15: 11).SE2 373.2

    Nosotros como cristianos no tenemos que andar por el mundo con rostros tristes, suspirando como si no tuviéramos un Salvador ni tampoco una esperanza. Eso no glorifica a Dios. Él quiere que seamos personas alegres. Cristo desea que estemos llenos de alabanzas a su nombre. El Señor desea que llevemos una luz en nuestro rostro y gozo en nuestros corazones. Tenemos una esperanza que sobrepasa a cualquier placer que el mundo pueda brindar y eso es algo que debemos poner de manifiesto.SE2 373.3

    ¿Por qué no puede ser nuestro gozo algo pleno, sin que nada le falte? Tenemos una garantía de que Jesús es nuestro Salvador y que de él podemos recibirlo todo libremente. Podemos participar sin límites en la rica provisión que él ha hecho para nosotros en su Palabra. Podemos tomarle la palabra y creer en él, sabiendo que nos concederá gracia y poder para realizar lo que él nos pide. Él nos ha dado una total seguridad de que cumplirá todo lo que ha prometido.SE2 373.4

    Podemos en forma continua procurar el gozo de su presencia. No necesitamos estar siempre de rodillas en oración, pero sí podemos solicitar constantemente su gracia aunque estemos caminando en la calle, o estemos empeñados en nuestras ocupaciones diarias. Podemos mantener nuestros pensamientos permanentemente puestos en Cristo, y él nos impartirá en forma amplia su gracia, ya que él mismo lo ha dicho: «Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá”.SE2 373.5

    El gozo de Cristo es una alegría pura y no adulterada. No es un regocijo superficial, que produce palabras livianas o una conducta vacía. Más bien debemos disfrutar su gozo, y precisamente su mayor gozo fue ver que las gentes obedecían la verdad.SE2 373.6

    «Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado”. Esto es algo realmente maravilloso. En nuestras vidas debemos ser un ejemplo del amor de Cristo. Luego, al igual que él, debemos trabajar denodadamente por la salvación de los pecadores. Jesús desea que vivamos en él para así poder cobrar a través de nosotros manteniendo delante del mundo una imagen del infinito amor de Dios según él lo demostró. A través de nuestras vidas los desvalidos pueden recibir la seguridad de que es posible participar de la naturaleza divina; y que al participar de ella podrán obtener la victoria que todos deben hacer suya con el fin de entrar por las puertas de la ciudad.SE2 373.7

    Es imposible que podamos entender plenamente el gran amor de Cristo por nosotros. Unicamente podemos contemplar el grandioso sacrificio que él realizó al manifestar ese amor. Él, que era uno con el Padre, dejó a un lado su manto y su corona reales, y al venir a este mundo revistió su divinidad de humanidad. Si él hubiera venido en toda su gloria, escoltado por millares de ángeles, nadie podría haber soportado esa visión. Pero asumió la forma humana con el fin de perfeccionar en su propia vida la condición humana de la que podemos apropiarnos para de esa forma integrarnos a lo divino. La naturaleza divina debe ser impartida a todo genuino creyente, según la imagen de Jesucristo. Lo divino debe unirse con lo humano. De esa forma los seres humanos podrán participar de la naturaleza divina, «habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de las pasiones”.SE2 374.1

    Sin la perfección del carácter nadie podrá entrar por las puertas de perla de la ciudad de Dios, porque si se nos permitiera entrar en ella con todas nuestras imperfecciones muy pronto en el cielo habría una segunda rebelión. Primero debemos ser examinados, y luego seleccionados, para ser encontrados fieles y sin contaminación. En la purificación de nuestro carácter descansa nuestra única esperanza de vida eterna.SE2 374.2

    Debido a que carecemos de esa perfección de carácter, fracasamos al no obtener lo que Dios ha provisto para nosotros mediante Jesucristo. Si no nos apropiamos de la medida de su gracia, lo que tendremos será una experiencia superficial, gobernada por una actitud impetuosa y voluble. No podremos glorificar a Dios mediante nuestros propios esfuerzos. Debemos convertirnos en partícipes de la naturaleza divina, orando en el así como los sarmientos son parte de la vid.SE2 374.3

    Con la ayuda de Dios estoy decidida a ser una triunfadora. Mediante Cristo obtendré la victoria. Luego su gozo permanecerá en mí, y mi gozo será completo. Hablaré de su bondad; hablaré de su poder. Al depender de la divinidad de Cristo puedo vencer, así como él venció.SE2 374.4

    «Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre os las he dado a conocer” [Juan 15: 13-15].SE2 374.5

    De ese modo se verá nuestra obra. Hay algo que debemos mostrar al mundo. Si Jesucristo se revela nosotros el mundo verá que lo humano puede apropiarse de lo divino. No habrá excusas si no vencemos en la forma que Dios nos lo exige. La interrogante que debemos contestar es: ¿Nos ceñiremos la armadura de justicia? ¿Nos apropiaremos de la divinidad de Jesucristo con el fin de recibir fuerzas para vencer?SE2 375.1

    «No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre, él os lo dé» [Juan 15: 16].SE2 375.2

    ¿Acaso podemos pedir más? Contando con semejante promesa, ¿seremos aún capaces de manifestar incredulidad? ¿Por qué somos tibios en nuestros esfuerzos para seguir a Cristo? ¿Qué excusa podemos presentar? Ojalá que el Dios del cielo quite el velo que oscurece nuestra percepción, impidiendo que discernamos los requerimientos de Jesucristo y que lo sigamos. Ojalá que mediante una fe viva nos aferremos del brazo del Todopoderoso.SE2 375.3

    Tenemos ese privilegio, y si le tomamos la palabra a Cristo él será honrado y glorificado. Entonces nuestro gozo será completo y no aparentaremos ser un grupo de plañideros. Bienaventurado el pueblo que se apropia de la naturaleza divina y que ha escapado de la corrupción que hay en el mundo.SE2 375.4

    «No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto”. Dios nos ordena que llevemos fruto. ¿Acaso no fue esa nuestra experiencia cuando fuimos conducidos al agua y bautizados en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo? ¿Qué significado tuvo todo aquello? Mostraba que los tres grandes Poderes celestiales estaban comprometidos a guardar-nos, siempre que permaneciéramos unidos a Cristo; unidos a la Vid.SE2 375.5

    Debido a que Cristo murió, no es que ahora seamos un grupo de huérfanos. «Las obras que yo hago, él también las hará; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre». Es posible que sigamos obteniendo una victoria tras otra, y que seamos el pueblo más feliz del planeta. Ciertamente, nos entristece ver los resultados del pecado a nuestro alrededor. Pero tenemos un mensaje que proclamar que a través de la gracia de Cristo, según se revela en su Palabra, transforma al pecador. No debemos permanecer cruzados de brazos sin hacer nada. Si a nuestro alrededor hay personas inconversas, no debemos abandonarlas hasta el día del juicio para averiguar cuáles son sus pecados. Debemos salir en busca de esa gente. Tenemos algo que decirles, de la mayor y más trascendental importancia. Mientras nos esforzamos, con el fin de ganarlos para Cristo, debemos mantenerlo a él siempre presente.SE2 375.6

    Debemos vencer por la sangre del Cordero y por la palabra de nuestro testimonio. Cuando Dios es deshonrado por hombres que aparentan estar haciendo su voluntad, tendremos que presentar un testimonio muy sencillo. Debemos asumir una clara posición del lado de Cristo con el fin de manifestar lo que es de él. A menos que hagamos eso, no seremos considerados fieles mayordomos.SE2 376.1

    Me he sentido obligada a presentar algunos testimonios muy directos a personas que, aunque estaban muertas en transgresiones y pecados, no se percataban de su auténtica situación. Incluso habían pensado que cumplían con la voluntad de Dios porque estaban realizando determinada labor. Pero en lo que respecta a representar a Jesucristo en su carácter, eran un verdadero fracaso. Llegará un momento cuando el Espíritu dejará de luchar con quienes reciben testimonio tras testimonio de su parte y no aceptan la reprensión, a no ser que se arrepientan y se conviertan.SE2 376.2

    Cada día necesitamos una manifestación del poder renovador de Dios. Debe haber una continua sujeción del yo a la voluntad divina. Nuestra voluntad no será una voluntad santificada a menos que esté en armonía con la voluntad de él. Si nuestra voluntad está en armonía con la suya, nuestras acciones darán testimonio de ese hecho. Dios no nos dejará en tinieblas, sin saber si lo estamos sirviendo o no. Tenemos la Palabra y nuestras acciones darán testimonio si es que la obedecemos o no.SE2 376.3

    No hay necesidad de que andemos por el mundo como un grupo de plañideras. Podemos presentar nuestro caso a Dios, diciendo: «Haré tu voluntad, sin importar las consecuencias. Honraré tu nombre». Eso es precisamente lo que cada uno de nosotros tendrá que hacer si desea apropiarse de la naturaleza divina, y ser capacitado para distinguir entre el bien y el mal venciendo cada vestigio de mal.SE2 376.4

    «Esto os mando: Que os améis unos a otros. Si el mundo os odia, sabed que a mí me ha odiado antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os odia. Acordaos de la palabra que yo os he dicho: “El siervo no es mayor que su señor”. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra. Pero todo esto os harán por causa de mi nombre, porque no conocen al que me ha enviado. Si yo no hubiera venido, ni les hubiera hablado, no tendrían pecado; pero ahora no tienen excusa por su pecado. El que me odia a mí, también a mi Padre odia. Si yo no hubiera hecho entre ellos obras que ningún otro ha hecho, no tendrían pecado; pero ahora han visto, y me han odiado a mí y a mi Padre. Pero esto es para que se cumpla la palabra que está escrita en su Ley: “Sin causa me odian”» (Juan 15: 17-25).SE2 376.5

    Jesús dice: «Sin causa me odian”. Si asumimos una actitud con el fin de exaltar a Cristo, si obramos con determinación para llevar almas a él, suscitaremos el odio del mundo así como a Aquel a quien seguimos.SE2 377.1

    «Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí. Y vosotros daréis testimonio también, porque habéis estado conmigo desde el principio” [Juan 15: 26, 27].SE2 377.2

    Me alegro mucho porque nuestros obreros tienen el privilegio de asistir a estas reuniones. Espero que como resultado de los esfuerzos realizados aquí algunos que no han estado guardando los mandamientos de Dios sean estimulados a reconocer que ha llegado el momento de apropiarse de la naturaleza de Jesucristo, para ser vencedores. No permitan que estas oportunidades pasen sin buscar al Señor con todo el corazón. Que todos se arrepientan y se conviertan. Si hacen esto verán la salvación de Dios. Podemos ser mal entendidos por el mundo, porque las cosas espirituales se disciernen espiritualmente; pero debemos marchar directamente al frente siguiendo las pisadas del Señor. Debemos confiar en él que es espíritu y vida para el creyente.SE2 377.3

    Confiesen sus pecados mientras puedan hacerlo. Allanen el camino del Rey para que él los pueda utilizar como sus discípulos. Cristo aceptará a todo aquel que acuda a él. Todo el que confiese y abandone sus pecados encontrará misericordia. Incluso el ladrón mientras moría en la cruz en tremenda agonía, pidió ser perdonado y se le concedió. Su pedido de ser recordado por el Salvador cuando viniera en su reino, fue también concedido. «De cierto te digo hoy, que estarás conmigo en el paraíso». No era que iba a estar con Cristo en el paraíso aquel mismo día, porque Jesús mismo no fue ese día al paraíso.SE2 377.4

    Espero que todos los presentes busquen al Señor de todo corazón, para que pulsen una nueva cuerda de alabanza, gloria y agradecimiento a Dios y a Jesucristo, y que la luz del cielo pueda brillar en los corazones de ustedes, y la gloria de Dios sea revelada en sus vidas. Hagan del triunfo una tarea continua. Asegúrense de que sus palabras y acciones son correctas y santificadas.SE2 377.5

    Dios llama a su pueblo a que se organice. Hay una gran obra que realizar en breve y no hay tiempo para titubeos. Clamen a Dios diciendo: «Hago una total entrega. Me entrego por completo a ti”. Luego regocíjense. La Palabra está en ustedes, purificando y limpiando el carácter. Dios no desea que sus hijos anden con su rostro lleno de ansiedad y angustia. Él desea que la amorosa expresión de su rostro se muestre en cada uno de ustedes que son participes de la naturaleza divina, porque tenemos poder para escapar de la corrupción del mundo.SE2 378.1

    Deseo que Dios los ayude a trabajar para la eternidad. Él anhela que ustedes tengan vida eterna, que ustedes la tengan. Si acuden a Cristo y confiesan sus pecados con humildad y los abandonan, él los utilizará y los capacitará para que ayuden a sus prójimos. ¡Ustedes pueden ser colaboradores de Dios! Separados de Dios nada podremos hacer. Colaboradores de Dios, ese es nuestro privilegio. ¡Que Dios nos ayude mientras nos esforzamos por alcanzar la victoria! SE2 378.2

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