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Sermones Escogidos Tomo 2 - Contents
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    12—Escudriñad las Escrituras

    NUESTRO BENDITO SALVADOR DIJO: «Escudriñad las Escrituras, porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna, y ellas son las que dan testimonio de mí» (Juan 5: 39). Nuestro Salvador sa-bía precisamente lo que los discípulos tendrían que afrontar. Ellos vieron el cuerpo del Señor colgando entre el cielo y la tierra, tratado como un pecador, sin merecerlo.SE2 127.1

    Ellos bajaron su cuerpo y lo colocaron en la tumba nueva de José. Fue durante su gran prueba que reconocieron el gran valor de un Salvador vivo. No habían apreciado lo que valía el Salvador. En esto, en su gran dolor, fue que lo necesitaron.SE2 127.2

    Llegó la noticia de que el Salvador había resucitado, pero no la creyeron. Si hubieran escudriñado las Escrituras sus esperanzas no habrían sido sepultadas en la tumba junto con Jesús. Sus mentes apenas habían asimilado la idea de un Salvador sufriendo.SE2 127.3

    _______________

    Sermón presentado en Napier, Nueva Zelanda, a las seis de la mañana, el martes 28 de marzo de 1893. Manuscrito 11, 1893.

    Luego, dos de sus discípulos se encaminaron a Emaús hablando de sus problemas, en lugar de estar escudriñando las Escrituras para ver si todo aquello era cierto. Estaban tristes, mientras conversaban. Jesús se acercó. Su fe era tan poca que no lo esperaban, y no lo reconocieron. Él les dijo: «¿Qué pláticas son estas que tenéis entre vosotros mientras camináis, y por qué estáis tristes?» (Luc. 24: 17). Ellos le respondieron diciendo: «“¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no has sabido las cosas que en ella han acontecido en estos días?” Entonces él les preguntó: “¿Qué cosas?” Y ellos le dijeron: “De Jesús Nazareno, que fue varón profeta, poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo; y cómo lo entregaron los principales sacerdotes y nuestros gobernantes a sentencia de muerte, y lo crucifica-ron”» (Luc. 24: 18-20).SE2 128.1

    Mientras recorrían el duro sendero, él les iba mencionando las profecías. Ellos no habían entendido las Escrituras. Al llegar la noche, y Jesús parecía ir más allá de su morada, con cuánta ternura lo invitaron a que se quedara con ellos «porque se hace tarde y el día ya ha declinado” (v. 29).SE2 128.2

    Cuánta deferencia mostraron hacia Aquel que estaba haciendo renacer sus esperanzas. En su conversación con ellos les dijo: «¡Insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas y que entrara en su gloria?” (Luc. 24: 25, 26). «Todo”, no un poquito aquí y otro allí.SE2 128.3

    Aquellos discípulos no querían separarse de aquel que los había instruido, porque deseaban más, por eso lo forzaron a que se quedara con ellos. Al sentarse a la mesa con ellos tomó el pan y lo bendijo, y lo partió para darles y levantó sus manos. Ellos observaron los mismos movimientos de Cristo y en sus manos vieron las señales de la crucifixión. «Entonces les fueron abiertos los ojos y lo reconocieron; pero él desapareció de su vista” (v. 31).SE2 128.4

    Entonces ya no tuvieron dudas que su Señor había resucitado y no se quedaron en su casa celebrándolo. Las buenas nuevas debían ser comunicadas a sus discípulos. De inmediato emprendieron el camino de vuelta a Jerusalén. No tomaron en cuenta la dureza del camino ni la oscuridad de la noche, porque ahora sabían que su Señor había resucitado y se sentían llenos de un espíritu de esperanza. Así que pudieron hacer sonar con precisión el clarín. Sabían adonde ir al encuentro de los demás.SE2 128.5

    Los discípulos se encontraban en el aposento alto, y para mantener el secreto tenían la puerta cerrada. Los dos discípulos pronto lograron el acceso, y les comunicaron a los allí reunidos la sensacional noticia de que Jesús había resucitado. Pero los discípulos no creyeron el informe de ese lo creían, igual que no habían creído a las mujeres que les habían llevado la misma noticia de que Cristo había resucitado. Pero de pronto Jesús entra, aun con la puerta cerrada, y se sitúa en medio de ellos y come con ellos y se dedica a explicarles y a hacerles entender las Escrituras, comenzando con lo que estaba escrito en la ley de Moisés y en los profetas.SE2 129.1

    ¿Por qué no hizo un milagro en presencia de ellos en lugar de abrir las Escrituras para que las entendieran? «Estas son las palabras que os hablé estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliera todo lo que está escrito de mí en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos. Entonces les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras; y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciera y resucitara de los muertos al tercer día; y que se predicara en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén” (Luc. 24: 44-47). ¡Qué importante fue para ellos la presencia de Jesús! Estuvo con ellos cuarenta días y cuarenta noches antes de su ascensión.SE2 129.2

    No estudiamos las Escrituras como es debido. En vez de dedicar tanto tiempo a enteramos de las noticias de última hora, lo que hace falta es que ese tiempo lo consagremos al estudio de las Escrituras. Necesitamos acudir ante Dios de rodillas con nuestras Biblias, pidiendo sabiduría divina para comprender los tesoros de verdad. No podremos echar raíces a menos que hagamos eso, ya que todo lo que pueda ser sacudido lo será.SE2 129.3

    El diablo está trabajando de forma especial con las iglesias populares para encontrar faltas en la Biblia y en aquellos que están trabajando en la causa de Cristo, mientras que la falta de fidelidad abunda en todas partes. Es el misterio de iniquidad, la asombrosa obra de Satanás, lo que cautiva a las mentes humanas con su poder.SE2 129.4

    Los ángeles del cielo están también obrando para fomentar el pensamiento positivo de quienes tienen buen uso de razón, y su poder es mayor que el de las huestes de las tinieblas. Hay personas que están bregando con temas sagrados, que no están en íntima comunión con Dios, que no perciben el Espíritu de Dios. A menos que su gracia los transforme a la imagen y semejanza de Cristo, su Espíritu los abandonará cual agua que se escurre de un recipiente permeable. Su única esperanza es buscar a Dios de corazón y con toda el alma. Entonces ellos se esforzarán con todo derecho por ese conocimiento. Satanás intentará sustraer sus afectos e imaginación si ustedes le dan la oportunidad.SE2 129.5

    Entre las diez vírgenes únicamente la mitad era prudente. No debemos confiar únicamente en la teoría, sino utilizar el aceite de la gracia para que nuestras lámparas brillen de manera que el mundo reconozca que hemos estado con Jesús y que hemos aprendido de él. Satanás está observando para encontrar el momento en que la mente esté desprevenida con el fin de adueñarse de ella.SE2 130.1

    No debemos ignorar sus tretas, tampoco queremos ser vencidos por sus artimañas. Él se goza al ver la forma como lo representan con cuernos y pezuñas, porque es sumamente inteligente; una vez él fue un ángel de luz. Para aquellos que confían en su propia inteligencia, él les hará creer que ellos pueden corregir las Escrituras.SE2 130.2

    Ustedes encontrarán este tipo de incredulidad en esferas elevadas. Ustedes necesitan el Espíritu Santo de Dios, que el poder divino coopere con ustedes para discernir la trampa que el diablo está preparando, y no caer en ella. Satanás llevará cautivo al mundo religioso (2 Tes. 2: 11). ¡Cómo se atreven a colocar sus manos sacrilegas sobre las Escrituras! Debemos colocar en lo alto el sábado del Señor.SE2 130.3

    Es algo tan sencillo y tan fundamental. Es una señal entre los hijos de Dios y los hijos de este mundo. Por favor lean Éxodo 31: 17: «Para siempre será una señal entre mí y los hijos de Israel, porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, y en el séptimo día cesó y descansó».SE2 130.4

    Cuando Cristo presentó su conocido Sermón del Monte, él hizo una exposición de su propia ley. Los fariseos pensaron que estaba deshonrando la ley, porque sus tradiciones habían cargado tanto la ley al punto que ya no podía ser guardada. Cristo estaba presentando principios de justicia ante ellos y aquellas palabras cayeron en oídos atónitos: «No penséis que he venido a abolir la Ley o los Profetas; no he venido a abolir, sino a cumplir, porque de cierto os digo que antes que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la Ley, hasta que todo se haya cumplido» (Mat. 5: 17, 18).SE2 130.5

    Si los hombres pensantes dejan de lado lo que dice el Señor Jesucristo, nos corresponde estar en pie donde podamos defender el honor de la ley del Señor, el Dios de Israel. Eso lo podemos hacer al presentar la verdad que es en Jesús. El enemigo siempre se ha esforzado por desconectar la ley del evangelio. Los dos van de la mano.SE2 130.6

    No sabemos cuán pronto seremos señalados como ciudadanos desobedientes de las leyes porque el príncipe de las tinieblas se está apoderando de las mentes. Podemos escoger entre obedecer los poderes humanos o deshonrar a Dios, o desobedecer a las autoridades y honrar a Dios. Si obedecemos a Dios, su Espíritu Santo descansará sobre nosotros y no estaremos luchando con nuestros propios argumentos, sino con el argumento «Escrito está”.SE2 131.1

    Todo lo que tenemos que hacer es ir de vuelta al cuarto mandamiento. Lean el testimonio de Jesucristo respecto a que ni siquiera una tilde debe ser alterada, sino que todo debe considerarse como escrito por el dedo de Dios en tablas de piedra. Deberíamos amar la verdad porque es eso, la verdad.SE2 131.2

    Es de vital importancia que nos pongamos del lado de Dios. Ustedes podrán ser llevados ante los tribunales y en esas circunstancias piensen en la promesa del Salvador: «Yo estoy aquí». No podemos permanecer a pie firme sobre arenas movedizas, pero sí en Cristo Jesús. Y podremos permanecer allí aunque el mundo entero esté en contra nuestra.SE2 131.3

    No lleven sus conjeturas a la Biblia: más bien coloquen sus propias ideas ante la puerta que conduce al escudriñamiento de las Escrituras. Aférrense a lo que Dios ha proclamado con poder y estarán seguros. Alguien que guardaba el sábado, pero no creía en la segunda venida de Cristo, dijo: «Llegué a la conclusión de que aquello no era cierto, y luego las Escrituras me demostraron que la segunda venida no se en-contraba cercana». ¿Van ustedes a convertir en algo clave al domingo, como si fuera el reposo sabático y luego acudirán a las Escrituras en forma presuntuosa? Si lo hacen, de seguro escucharán una voz: «No acepten el cuarto mandamiento en forma literal».SE2 131.4

    Pero yo les digo que edifiquen su fe sobre él, porque esa es la palabra eterna de Jehová. Juan tuvo una visión del pueblo de Dios al decir: «Aquí están los que guardan los mandamientos de Dios”. «El templo de Dios fue abierto en el cielo, y el Arca de su pacto se dejó ver en el templo. Hubo relámpagos, voces, truenos, un terremoto y granizo grande» [Apoc. 11: 19].SE2 131.5

    Todos tienen su vista puesta en el santuario donde están los mandamientos de Dios. Precisamente encima del arca del pacto está el propiciatorio. Y sobre el trono de Dios está su arco de la promesa. Por eso el mandamiento sirve para proteger a su pueblo, para que no perezca sino que tenga vida eterna. Aquí está el arco de la promesa. Dios ha prometido que estará con su pueblo. ¿Cómo se puede alguien atrever a tocar una nota discordante en la trompeta, como lo hacen al afirmar que el domingo es el día de reposo, cuando Dios no les ha dicho ni una sola palabra al respecto, para que ellos la proclamen? Sin embargo, él dice: «No olvidaré mi pacto ni mudaré lo que ha salido de mis labios».SE2 131.6

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