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Consejos para la Iglesia - Contents
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    Practiquen la abnegación y la templanza

    ¡Ojalá que pudiese hacer comprender a todos su obligación hacia Dios en cuanto a conservar en la mejor condición el organismo mental y físico, para prestar servicio perfecto a su Hacedor! Evite la esposa cristiana, tanto por sus palabras como por sus actos, excitar las pasiones animales de su esposo. Muchos no tienen fuerza que malgastar en este sentido. Desde su juventud han estado debilitando el cerebro y minando su constitución por la satisfacción de sus pasiones animales. La abnegación y la temperancia debieran ser la consigna en su vida matrimonial.CPI 239.1

    Tenemos solemnes obligaciones para con Dios en cuanto a conservar puro el espíritu y sano el cuerpo, para beneficiar a la humanidad y rendir a Dios un servicio perfecto. El apóstol nos advierte; “No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que le obedezcáis en sus concupiscencias”. Nos insta a ir adelante diciéndonos que “todo aquel que lucha, de todo se abstiene”. Exhorta a todos los que se llaman cristianos a que presenten sus “cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios”. Dice: “Golpeo mi cuerpo y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser reprobado”. Romanos 6:12; 1 Corintios 9:25; Romanos 12:1; 1 Corintios 9:27.CPI 239.2

    No es amor puro el que impulsa a un hombre a hacer de su esposa un instrumento que satisfaga su concupiscencia. Es expresión de las pasiones animales que claman por ser satisfechas. ¡Cuán pocos hombres manifiestan su amor de la manera especificada por el apóstol: “Así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella [no para contaminarla, sino] para santificarla habiéndola purificado”, para “que fuese santa y sin mancha!” Esta es la calidad del amor que en las relaciones matrimoniales Dios reconoce como santo. El amor es un principio puro y sagrado; pero la pasión concupiscente no admite restricción, no quiere que la razón le dicte órdenes ni la controle. No vislumbra las consecuencias; no quiere razonar de la causa al efecto.CPI 240.1

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