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Consejos para la Iglesia - Contents
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    Pensad bien de todos los hombres

    Cuando escuchamos un oprobio lanzado contra nuestro hermano, aceptamos este oprobio. A la pregunta: “¿Quién habitará en tu tabernáculo? ¿Quién morará en tu monte santo?”, el salmista respondió: “El que anda en integridad y hace justicia, y habla verdad en su corazón. El que no calumnia con su lengua, ni hace mal a su prójimo, ni admite reproche alguno contra su vecino”. Salmos 15:1-3.CPI 310.1

    ¡Qué mundo de chismes se evitaría si cada uno recordase que los que le hablan de las faltas ajenas publicarán con la misma libertad sus faltas en una oportunidad favorable! Debemos esforzarnos por pensar bien de todos, especialmente de nuestros hermanos, a menos que estemos obligados a pensar de otra manera. No debemos dar apresurado crédito a los malos informes. Son con frecuencia el resultado de la envidia o de la incomprensión, o pueden proceder de la exageración o de la revelación parcial de los hechos. Los celos y las sospechas, una vez que se les ha dado cabida, se difunden como las semillas del cardo. Si un hermano se extravía, entonces es el momento de mostrar nuestro verdadero interés en él. Vayamos a él con bondad, oremos con él y por él, recordando el precio infinito que Cristo ha pagado por su redención. De esta manera podremos salvar un alma de la muerte, y ocultar una multitud de pecados.CPI 310.2

    Una mirada, una palabra, aun el tono de la voz, pueden estar henchidos de mentira, penetrar como una flecha en algún corazón, e infligir una herida incurable. Así puede echarse una duda, un oprobio, sobre una persona por medio de la cual Dios quisiera realizar una buena obra, y su influencia se marchita y su utilidad se destruye. Entre algunas especies de animales, cuando algún miembro del rebaño es herido y cae, sus compañeros le asaltan y despedazan. El mismo espíritu cruel manifiestan ciertos hombres y mujeres que se llaman cristianos. Hacen gala de un celo farisaico para apedrear a otros menos culpables que ellos mismos. Hay quienes señalan las faltas y los fracasos ajenos para apartar de sus propias faltas y fracasos la atención, o para granjearse reputación de muy celosos para Dios y la iglesia.2Joyas de los Testimonios 2:20, 21.CPI 311.1

    El tiempo gastado en criticar las intenciones y las acciones de los siervos del Señor sería mejor empleado en la oración. Si los que buscan faltas en los demás conociesen la verdad referente a los mismos a quienes critican, a menudo tendrían otra opinión acerca de ellos. En vez de criticar y condenar a los otros, sería mejor que cada cual dijese: “Debo trabajar para mi propia salvación. Si coopero con Cristo, quien desea salvar mi alma, debo velar diligentemente sobre mí mismo; debo arrancar de mi vida todo lo malo; debo ser una nueva criatura en Cristo; debo vencer todos mis defectos. Así que, en vez de debilitar a aquellos que luchan contra el mal, debo fortalecerlos con palabras de aliento”.3Joyas de los Testimonios 3:229.CPI 311.2

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