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La Única Esperanza - Contents
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    Capítulo 6—Días de conflicto

    Los Maestros judíos habían formulado muchas reglas para el pueblo y le imponían exigencias que Dios no había ordenado. Los niños también debían conocer y obedecer esos reglamentos. Jesús no trató de aprender lo que los rabinos enseñaban, pero tuvo cuidado de no hablar irrespetuosamente de ellos; sólo estudiaba las Escrituras y obedecía las leyes de Dios.UE 34.1

    Muchas veces fue reprendido por no obedecer lo que otros obedecían. Entonces mostraba por medio de la Biblia qué era lo correcto.UE 34.2

    Jesús siempre trataba de hacer felices a otros. Debido a que era tan bondadoso y amable, los rabinos pensaban que conseguirían que actuara como ellos. Pero no lo lograron. Cuando le exigían que obedeciera sus leyes, preguntaba qué enseñaba la Biblia, pues sólo estaba dispuesto a hacer lo que la Palabra de Dios dijera.UE 35.1

    Esto enojaba a los rabinos. Sabían que sus enseñanzas eran contrarias a la Biblia y sin embargo se disgustaban con Jesús porque rehusaba obedecerles.UE 35.2

    Se quejaban de él ante sus padres. José y María pensaban que los rabinos eran hombres buenos, y Jesús soportaba la culpa, lo cual era muy difícil.UE 35.3

    Los hermanos de Jesús también se ponían de parte de los rabinos y afirmaban que las palabras de estos maestros, debían ser consideradas como mandamientos de Dios. Reprendían a Jesús por lo que consideraban una actitud de superioridad ante los dirigentes del pueblo.UE 35.4

    Los rabinos se consideraban mejores que los otros hombres, y no se relacionaban con el común del pueblo. Despreciaban a los pobres e ignorantes, y aun a los enfermos y dolientes dejaba sin consuelo y sin esperanza.UE 35.5

    Jesús, por el contrario, manifestaba un interés amoroso por todas las personas. Trataba de aliviar el sufrimiento de quienes se relacionaban con él. No tenía dinero para dar, pero a menudo se privaba del alimento para ayudar a otros.UE 35.6

    Cuando sus hermanos hablaban duramente a los pobres y desgraciados, Jesús iba a verlos y les hablaba palabras de bondad y ánimo.UE 35.7

    A los que estaban con hambre y sed, les llevaba un vaso de agua fría y a menudo les daba si propio alimento.UE 35.8

    Todo esto desagradaba a sus hermanos, quienes lo amenazaban y trataban de atemorizarlo, pero él continuaba haciendo lo que Dios había dicho.UE 35.9

    Muchas fueron las pruebas y tentaciones que Jesús tuvo que soportar, porque Satanás estaba siempre acechando para vencerlo.UE 36.1

    Si Jesús hubiese cometido una equivocación, o pronunciado una palabra impaciente, no podría haber sido nuestro Salvador y todo el mundo se habría perdido.UE 36.2

    Satanás lo sabía muy bien y por eso trataba insistentemente de inducirlo a pecar.UE 36.3

    Aunque el Salvador siempre estuvo protegido por ángeles celestiales, su vida fue una larga lucha contra los poderes de las tinieblas. Ninguno de nosotros tendrá jamás que enfrentar tentaciones tan terribles como las suyas.UE 36.4

    Pero para cada tentación él tenía una respuesta: “Escrito está”. A menudo reprochaba la mala conducta de sus hermanos, y les declaraba lo que Dios había dicho.UE 36.5

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