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La Única Esperanza - Contents
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    El buen samaritano

    Estas enseñanzas eran extrañas y nuevas para los oyentes de Cristo, de modo que tuvo que repetírselas muchas veces. En una oportunidad un doctor de la ley se acercó a preguntarle: “Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna? Y Jesús le dijo: ¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo lees?UE 58.7

    “Aquel, respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo.UE 58.8

    “Bien has respondido—dijo Cristo—; haz esto, y vivirás”. El escriba sabía que no había amado a los otros como a sí mismo. En vez de arrepentirse, trató de encontrar una excusa para su egoísmo. Por eso le preguntó a Jesús: “¿Y quién es mi prójimo?” Lucas 10:25-29.UE 59.1

    Los sacerdotes y rabinos a menudo discutían acerca de este tema. Ellos no consideraban al pobre y al ignorante como sus prójimos, y no les demostraban ninguna bondad. Cristo no tomó parte en sus disputas, sino que contestó la pregunta relatando un hecho que había ocurrido hacía poco tiempo.UE 59.2

    Cierto hombre, dijo él, iba de Jerusalén a Jericó. El camino era empinado y rocoso, y pasaba por una región agreste y solitaria. Aquí el hombre fue asaltado por los ladrones, y despojado de cuanto tenía. Lo golpearon, lo hirieron, y lo dejaron en el camino como muerto.UE 59.3

    Mientras el hombre estaba allí tirado, pasaron por el lugar un sacerdote y un levita del templo de Jerusalén. Pero en vez de ayudarlo, siguieron de largo por otro lado.UE 59.4

    Estos hombres habían sido elegidos para oficiar en el templo de Dios y debían haber estado, como él, llenos de misericordia y bondad. Pero sus corazones eran fríos y duros.UE 59.5

    Después de un rato se acercó un samaritano. Los samaritanos eran despreciados y odiados por los judíos, a tal punto que no les hubiesen ayudado ni con un vaso de agua, ni con un bocado de pan. Pero el samaritano no pensó en eso. Tampoco en los ladrones que podían estar aguardándolo.UE 59.6

    Allí estaba el extranjero, desangrándose y a punto de morir. Se despojó de su propio manto y lo envolvió.UE 59.7

    Le dio de beber su propio vino y puso aceite sobre sus heridas. Lo subió a su cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó toda la noche.UE 60.1

    A la mañana siguiente, antes de partir, pagó al posadero para que lo cuidara hasta que se restableciese. Cuando Jesús terminó de contar la historia se volvió hacia el doctor de la ley y le preguntó:UE 60.2

    “¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones?”UE 60.3

    El doctor de la ley respondió: “El que usó de misericordia con él”.UE 60.4

    Entonces Jesús le dijo: “Ve, y haz tú lo mismo”. Lucas 10:35-37.UE 60.5

    De este modo Jesús nos enseñó que el prójimo es toda persona que necesita de nuestra ayuda, y a quien, por lo tanto, deberíamos tratar del mismo modo como nos gustaría que nos trate a nosotros.UE 60.6

    El sacerdote y el levita pretendían guardar los mandamientos de Dios, pero fue el samaritano el que realmente los cumplió. Su corazón era bondadoso y amante, lo que vale más que todas las riquezas del mundo.UE 60.7

    Al cuidar del extranjero herido, reveló que amaba a Dios y al hombre. A Dios le agrada que mutuamente nos hagamos bien y que demostremos nuestro amor hacia él siendo bondadosos con los que nos rodean.UE 60.8

    Si vivimos así, estaremos actuando como verdaderos hijos de Dios y habitaremos con Cristo en el cielo.UE 60.9

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