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Servicio Cristiano - Contents
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    Canales de luz y bendición

    Hemos de ser canales consagrados a través de los cuales la vida celestial ha de fluir a los demás. El Espíritu Santo ha de animar y saturar toda la iglesia, purificando y cimentando los corazones.—Testimonies for the Church 9:20.SC 24.1

    Todo seguidor de Jesús tiene una obra que hacer como misionero en favor de Cristo, en la familia, en el vecindario, en el pueblo o ciudad donde viva. Todos los que están consagrados a Dios son canales de luz. Dios hace de ellos instrumentos de justicia para comunicar a los demás la luz de la verdad.—Testimonies for the Church 2:632.SC 24.2

    El resultado de la obra de Jesús, mientras estaba sentado, cansado y hambriento, al lado del pozo, fué muy extenso en bendiciones. El alma a quien trató de ayudar vino a ser un medio de alcanzar a otros y traerlos al Salvador. Tal fué siempre la manera en que la obra de Dios progresó en la tierra. Dejad resplandecer vuestra luz y otras luces se encenderán.SC 24.3

    Muchos tienen la idea de que son responsables ante Cristo solo por la luz y la experiencia, y que no dependen de sus seguidores reconocidos en la tierra. Jesús es el amigo de los pecadores, y su corazón simpatiza con el dolor de ellos. Tiene toda potestad, tanto en el cielo como en la tierra; pero respeta los medios que ha dispuesto para la iluminación y salvación de los hombres; dirige a los pecadores a la iglesia, que él ha puesto como un medio de comunicar luz al mundo.—Los Hechos de los Apóstoles, 100.SC 24.4

    A la iglesia primitiva se le había encomendado una obra de crecimiento constante: el establecer centros de luz y bendición dondequiera hubiese almas honestas dispuestas a entregarse al servicio de Cristo.—Los Hechos de los Apóstoles, 74.SC 24.5

    Así como los rayos del sol penetran hasta las partes más remotas del mundo, Dios quiere que el Evangelio llegue a toda alma en la tierra. Si la iglesia de Cristo cumpliera el propósito del Señor, se derramaría luz sobre todos cuantos moran en las tinieblas y regiones de sombra de muerte.—El Discurso Maestro de Jesucristo, 42.SC 25.1

    Es el privilegio de toda alma ser un canal vivo por medio del cual Dios pueda comunicar al mundo los tesoros de su gracia, las inescrutables riquezas de Cristo. No hay nada que Cristo desee tanto como agentes que representen ante el mundo su Espíritu y carácter. No hay nada que el mundo necesite tanto como la manifestación del amor del Salvador mediante la humanidad. Todo el cielo está esperando que haya canales por medio de los cuales pueda derramarse el aceite santo para que sea un gozo y una bendición para los corazones humanos.—Lecciones Prácticas del Gran Maestro, 386.SC 25.2

    La gloria de la iglesia de Dios radica en la piedad de sus miembros; porque allí está el escondedero del poder de Cristo. La influencia de los sinceros hijos de Dios puede ser estimada como de poco valor, pero será sentida a través del tiempo, y revelada debidamente en el día de la recompensa. La luz de un verdadero cristiano, que brilla a través de una firme piedad, y de una fe invariable, demostrará al mundo el poder de un Salvador vivo. En sus seguidores Cristo será revelado como una fuente de agua, que salta para vida eterna. Aunque para el mundo resulten apenas conocidos, son considerados como el pueblo peculiar de Dios, sus vasos elegidos de salvación, los canales que él tiene por los cuales la luz ha de brillar sobre el mundo.—The Review and Herald, 24 de marzo de 1891.SC 25.3

    Miembros de la iglesia, permitid que brille la luz. Oiganse vuestras voces en humilde oración, en testimonio contra la intemperancia, la insensatez y las diversiones de este mundo, y en la proclamación de la verdad para este tiempo. Vuestra voz, vuestra influencia, vuestro tiempo, todos éstos son dones de Dios, y han de ser usados para ganar almas para Cristo.—Testimonies for the Church 9:38.SC 26.1

    Se me ha mostrado que los discípulos de Cristo son sus representantes en toda la tierra; y Dios se propone que sean luces en las tinieblas morales de este mundo, esparcidos por todo el país, en los pueblos, aldeas y ciudades; “espectáculo al mundo, y a los ángeles, y a los hombres”.—Testimonies for the Church 2:631.SC 26.2

    Los discípulos han de ser la luz del mundo, pero Dios no exige de ellos esfuerzo alguno para lucirse. No aprueba ningún esfuerzo de satisfacción propia para ostentar una bondad superior. El desea que las almas de ellos se saturen de los principios del cielo; pues entonces, al tener contacto con el mundo, manifestarán la luz que hay en ellos. Su inquebrantable fidelidad en cada acto de la vida será un medio de iluminación.—El Ministerio de Curación, 31.SC 26.3

    Cuando, en medio de su ciego error y prejuicio, se le dió a Saulo una revelación del Cristo a quien perseguía, se lo colocó en directa comunicación con la iglesia, que es la luz del mundo. En este caso, Ananías representa a Cristo, y también representa a los ministros de Cristo en la tierra, asignados para que actúen por él. En lugar de Cristo, Ananías toca los ojos de Saulo, para que reciba la vista, coloca sus manos sobre él, y mientras ora en el nombre de Cristo, Saulo recibe el Espíritu Santo. Todo se hace en el nombre y por la autoridad de Cristo. Cristo es la fuente; la iglesia es el medio de comunicación.—Los Hechos de los Apóstoles, 100.SC 26.4

    El error prevalece por doquiera. El gran adversario de las almas está alistando sus fuerzas. Emplea todo recurso con el objeto de confundir las mentes de los hombres con errores especiosos, y así destruir a las almas. Aquellos a quienes Dios ha confiado los tesoros de su verdad han de permitir que la luz brille en medio de las tinieblas morales.—Historical Sketches of the Foreign Missions of the Seventh Day Adventist, 290.SC 27.1

    Dios exige que sus hijos brillen como luminarias en el mundo. No se exige que lo hagan solamente los ministros, sino todo discípulo de Cristo. Su conversación debe ser celestial. Y mientras disfrutan de la comunión con Dios, querrán tener un intercambio con sus semejantes, a fin de expresar por medio de sus palabras y hechos el amor de Dios que anima sus corazones. De esta manera serán luces en el mundo, y la luz transmitida por su intermedio no se apagará.—Testimonies for the Church 2:122, 123.SC 27.2

    Los seguidores de Cristo deben ser instrumentos de justicia, obreros, piedras vivas, que emitan luz, a fin de que estimulen la presencia de los ángeles celestiales. Se pide que sean canales, por así decirlo, a través de los cuales fluya el espíritu de la verdad y la justicia.—Testimonies for the Church 2:126, 127.SC 27.3

    El Señor ha hecho de su iglesia el repositorio de la influencia divina. El universo celestial está esperando que los miembros lleguen a ser canales por los cuales la corriente de vida fluya al mundo, a fin de que muchos sean convertidos, y a su vez puedan llegar a ser canales por los cuales la gracia de Cristo corra para regar las porciones desérticas de la viña del Señor.—The Bible Echo, 12 de agosto de 1901.SC 27.4

    Todo el que esté relacionado con Dios impartirá luz a los demás. Si hay alguien que no tiene luz para dar, es porque no tiene relación con la fuente de la luz.—Historical Sketches of the Foreign Missions of the Seventh Day Adventist, 291.SC 27.5

    Dios ha determinado que sus hijos den la luz a los demás; y si ellos no lo hacen, y las almas permanecen en las tinieblas del error debido a que su pueblo deja de hacer lo que debiera haber hecho, si hubiera sido vitalizado por el Espíritu Santo, rendirá cuenta ante Dios de su falta. Hemos sido llamados de las tinieblas a su luz maravillosa, para que revelemos las alabanzas de Cristo.—The Review and Herald, 12 de diciembre de 1893.SC 27.6

    Todos los que se han consagrado a Dios serán conductos de luz. Dios los hace agentes suyos para comunicar a otros las riquezas de su gracia. ... Nuestra influencia sobre los demás no depende tanto de lo que decimos, como de lo que somos. Los hombres pueden combatir y desafiar nuestra lógica, pueden resistir nuestras súplicas; pero una vida de amor desinteresado es un argumento que no pueden contradecir. Una vida consecuente, caracterizada por la mansedumbre de Cristo, es un poder en el mundo.—El Deseado de Todas las Gentes, 116.SC 28.1

    Aquellos que debieran haber sido la luz del mundo han brillado sólo en forma débil y enfermiza. ¿Qué es la luz? Es piedad, bondad, verdad, amor; es la revelación de la verdad en el carácter y en la vida. El Evangelio depende de la piedad personal de los creyentes para su poder agresivo, y Dios ha hecho provisión por medio de la muerte de su Hijo amado, para que toda alma fuera ampliamente equipada para toda buena obra. Toda alma ha de ser una luz brillante, que muestre las alabanzas de Aquel que nos ha llamado de las tinieblas a su luz maravillosa. “Porque nosotros coadjutores somos de Dios.” Sí, colaboradores; esto significa realizar ferviente servicio en la viña del Señor. Hay almas que deben ser salvadas, almas en nuestras iglesias, en nuestras escuelas sabáticas y en nuestro vecindario.—The Review and Herald, 24 de marzo de 1891.SC 28.2

    Es trabajando por otros como ellos mantendrán sus propias almas con vida. Si se hacen colaboradores con Jesús, veremos que la luz en nuestras iglesias aumentará constantemente su fulgor, y enviará sus rayos para penetrar en las tinieblas allende nuestros propios límites.—Historical Sketches of the Foreign Missions of the Seventh Day Adventist, 291.SC 28.3

    “Vosotros sois la luz del mundo.” Los judíos pensaban limitar los beneficios de la salvación a su propia nación; pero Cristo les demostró que la salvación es como la luz del sol. Pertenece a todo el mundo.—El Deseado de Todas las Gentes, 262.SC 29.1

    Los corazones que responden a la influencia del Espíritu Santo, son los conductos por medio de los cuales fluye la bendición de Dios. Si los que sirven a Dios fuesen quitados de la tierra, y su Espíritu se retirase de entre los hombres, este mundo quedaría en la desolación y destrucción, como fruto del dominio de Satanás. Aunque los impíos no lo saben, deben aún las bendiciones de esta vida a la presencia, en el mundo, del pueblo de Dios, al cual desprecian y oprimen. Si los cristianos lo son de nombre solamente, son como la sal que ha perdido su sabor. No tienen influencia para el bien en el mundo, y por su falsa representación de Dios son peores que los incrédulos del mundo.—El Deseado de Todas las Gentes, 262.SC 29.2

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