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Servicio Cristiano - Contents
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    Índice

    El llamado de Dios al servicio

    Depende de instrumentos humanos

    Dios no escoge para que sean sus representantes entre los hombres, a ángeles que nunca cayeron, sino a seres humanos, a hombres de pasiones semejantes a las de aquellos a quienes tratan de salvar. Cristo se humanó a fin de poder alcanzar a la humanidad. Se necesitaba un Salvador a la vez divino y humano para traer salvación al mundo. Y a los hombres y mujeres ha sido confiado el sagrado cometido de dar a conocer “las inescrutables riquezas de Cristo”.—Los Hechos de los Apóstoles, 109.SC 11.1

    Contemplemos la impresionante escena. Miremos a la Majestad del cielo rodeada por los doce que había escogido. Está por apartarlos para su trabajo. Por estos débiles agentes, mediante su Palabra y Espíritu, se propone poner la salvación al alcance de todos.—Los Hechos de los Apóstoles, 16.SC 11.2

    “Envía pues ahora hombres a Joppe, y haz venir a un Simón.” Con esta orden, Dios dió evidencia de su consideración por el ministerio evangélico y por su iglesia organizada. El ángel no fué enviado a relatar a Cornelio la historia de la cruz. Un hombre, sujeto como el centurión mismo, a las flaquezas y tentaciones humanas, había de ser quien le hablase del Salvador crucificado y resucitado.—Los Hechos de los Apóstoles, 109.SC 11.3

    El ángel enviado a Felipe podría haber efectuado por sí mismo la obra en favor del etíope; pero no es tal el modo que Dios tiene de obrar. Su plan es que los hombres trabajen en beneficio de sus prójimos.—Los Hechos de los Apóstoles, 90.SC 11.4

    “Tenemos empero este tesoro—continuó el apóstol—, en vasos de barro, para que la alteza del poder sea de Dios, y no de nosotros.” Dios podría haber proclamado su verdad mediante ángeles inmaculados, pero tal no es su plan. El escoge a los seres humanos, a los hombres rodeados de flaquezas, como instrumentos para realizar sus designios. El inestimable tesoro se coloca en vasos de barro. Mediante los hombres han de comunicarse al mundo sus bendiciones, y ha de brillar su gloria en las tinieblas del pecado. Por su ministerio amante deben ellos encontrar al pecador y al necesitado para guiarlos a la cruz. Y en toda su obra tributarán gloria honor y alabanza a Aquel que está por encima de todo y sobre todos.—Los Hechos de los Apóstoles, 266.SC 11.5

    Fué el propósito del Salvador que después de ascender al cielo para convertirse en intercesor del hombre, sus seguidores continuaran con la obra que él había comenzado. ¿No demostrarán los instrumentos humanos ningún interés especial en dar la luz del mensaje evangélico a aquellos que están asentados en tinieblas? Algunos están dispuestos a ir hasta los confines de la tierra con el propósito de llevar la luz de la verdad a los hombres, pero Dios exige que toda alma que conozca la verdad trate de ganar a otros al amor de la misma. Si no estamos dispuestos a hacer sacrificios especiales para salvar a las almas que están a punto de perecer, ¿cómo podremos ser considerados dignos de entrar en la ciudad de Dios?—Testimonies for the Church 9:103.SC 12.1

    En su sabiduría, el Señor pone a los que buscan la verdad en relación con semejantes suyos que conocen la verdad. Es plan del cielo que los que han recibido la luz, la impartan a los que están todavía en tinieblas. La humanidad, sacando eficiencia de la gran Fuente de la sabiduría, es convertida en instrumento, agente activo, por medio del cual el Evangelio ejerce su poder transformador sobre la mente y el corazón.—Los Hechos de los Apóstoles, 109.SC 12.2

    Dios podría haber alcanzado su objeto de salvar a los pecadores, sin nuestra ayuda; pero a fin de que podamos desarrollar un carácter como el de Cristo, debemos participar en su obra. A fin de entrar en su gozo—el gozo de ver almas redimidas por su sacrificio—, debemos participar de sus labores en favor de su redención.—El Deseado de Todas las Gentes, 117.SC 12.3

    Como representantes suyos entre los hombres, Cristo no elige a los ángeles que nunca cayeron, sino a los seres humanos, hombres de pasiones iguales a las de aquellos a quienes tratan de salvar. Cristo mismo se revistió de la humanidad, para poder alcanzar a la humanidad. La divinidad necesitaba de la humanidad; porque se requería tanto lo divino como lo humano para traer la salvación al mundo. La divinidad necesitaba de la humanidad, para que ésta pudiese proporcionarle un medio de tener comunicaciones entre Dios y el hombre.—El Deseado de Todas las Gentes, 253, 254.SC 13.1

    Con avidez casi impaciente, los ángeles aguardan nuestra cooperación; porque el hombre debe ser el medio de comunicación con el hombre. Y cuando nos entregamos a Cristo en una consagración de todo el corazón, los ángeles se regocijan de poder hablar por nuestras voces para revelar el amor de Dios.”—El Deseado de Todas las Gentes, 254.SC 13.2

    Debemos ser colaboradores de Dios; pues él no terminará su obra sin los instrumentos humanos.—The Review and Herald, 1 de marzo de 1887.SC 13.3

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