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Servicio Cristiano - Contents
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    Un llamado al individuo

    Se asigna una obra particular a cada cristiano.—The Southern Watchman, 2 de agosto de 1904.SC 13.4

    Dios exige que cada uno sea un obrero en su viña. Has de aceptar la obra que ha sido puesta a tu cargo y has de realizarla fielmente.—The Bible Echo, 10 de junio de 1901.SC 13.5

    Si cada uno de vosotros fuera un misionero vivo, el mensaje para este tiempo sería rápidamente proclamado en todos los países, a toda nación, tribu y lengua.—Testimonies for the Church 6:438.SC 13.6

    Cada verdadero discípulo nace en el reino de Dios como misionero. El que bebe del agua viva, llega a ser una fuente de vida. El que recibe, llega a ser un dador. La gracia de Cristo en el alma, es como un manantial en el desierto, cuyas aguas surgen para refrescar a todos, y hace a los que están por perecer, ávidos de beber el agua de la vida.—El Deseado de Todas las Gentes, 162.SC 14.1

    Dios espera un servicio personal de cada uno de aquellos a quienes ha confiado el conocimiento de la verdad para este tiempo. No todos pueden salir como misioneros a los países extranjeros, pero todos pueden ser misioneros en su propio ambiente para sus familias y su vecindario.—Testimonies for the Church 9:30.SC 14.2

    Cristo se hallaba sólo a pocos pasos del trono celestial cuando dió su comisión a sus discípulos. Incluyendo como misioneros a todos los que creyeran en su nombre, dijo: “Id por todo el mundo, predicad el Evangelio a toda criatura”. El poder de Dios había de acompañarlos.—The Southern Watchman, 20 de septiembre de 1904.SC 14.3

    El salvar almas debe ser la obra de la vida de todos los que profesan a Cristo. Somos deudores al mundo de la gracia que Dios nos concedió, de la luz que ha brillado sobre nosotros, y de la hermosura y el poder que hemos descubierto en la verdad.—Testimonies for the Church 4:53.SC 14.4

    En todas partes se nota una tendencia a reemplazar el esfuerzo individual por la obra de las organizaciones. La sabiduría humana tiende a consolidar, a centralizar, a formar grandes iglesias e instituciones. Muchos dejan a las instituciones y organizaciones la tarea de practicar la beneficencia; se eximen del contacto con el mundo, y sus corazones se enfrían. Se absorben en sí mismos incapacitándose para recibir impresiones. El amor a Dios y a los hombres desaparece de su alma.SC 14.5

    Cristo encomienda a sus discípulos una obra individual, una obra que no se puede delegar a un poderhabiente. El servir a los enfermos y a los pobres, el predicar el Evangelio a los perdidos, no debe ser dejado al cuidado de juntas y organizaciones de caridad. Es la responsabilidad individual, el esfuerzo personal, el sacrificio propio, lo que exige el Evangelio.—El Ministerio de Curación, 137.SC 15.1

    Todo el que ha recibido la iluminación divina, ha de alumbrar la senda de aquellos que no conocen la Luz de la vida.—El Deseado de Todas las Gentes, 126.SC 15.2

    A cada uno se le ha asignado una obra, y nadie puede reemplazarlo. Cada uno tiene una misión de maravillosa importancia, que no puede descuidar o ignorar, pues su cumplimiento implica el bienestar de algún alma, y su descuido el infortunio de alguien por quien Cristo murió.—The Review and Herald, 12 de diciembre de 1893.SC 15.3

    Todos debemos ser obreros juntamente con Dios. Ningún ocioso es reconocido como siervo suyo. Los miembros de la iglesia deben sentir individualmente que la vida y la prosperidad de la iglesia resultan afectadas por su conducta.—The Review and Herald, 15 de febrero de 1887.SC 15.4

    Cada alma que Cristo ha rescatado está llamada a trabajar en su nombre para la salvación de los perdidos. Esta obra había sido descuidada en Israel. ¿No es descuidada hoy día por los que profesan ser los seguidores de Cristo?—Lecciones Prácticas del Gran Maestro, 175.SC 15.5

    Hay algo que cada uno debe hacer. Toda alma que cree la verdad ha de ocupar su lugar diciendo: “Heme aquí, envíame a mí”. Isaías 6:8.—Testimonies for the Church 6:49.SC 15.6

    Todo cristiano tiene la oportunidad no sólo de esperar, sino de apresurar la venida de nuestro Señor Jesucristo.—Lecciones Prácticas del Gran Maestro, 60.SC 16.1

    El que llega a ser hijo de Dios ha de considerarse como eslabón de la cadena tendida para salvar al mundo. Debe considerarse uno con Cristo en su plan de misericordia, y salir con él a buscar y salvar a los perdidos.—El Ministerio de Curación, 98.SC 16.2

    Todos pueden encontrar algo que hacer. Nadie debe figurarse que para él no hay sitio en que trabajar por Cristo. El Salvador se identifica con cada hijo de la humanidad.—El Ministerio de Curación, 97.SC 16.3

    Los que se unieron al Señor y prometieron servirle están obligados a participar con él en la grande y magnífica obra de salvar almas.—Joyas de los Testimonios 3:82.SC 16.4

    Tan vasto es el campo y tan grande la empresa, que todo corazón santificado será alistado en el servicio como instrumento del poder divino.—Joyas de los Testimonios, 309.SC 16.5

    Los hombres son en mano de Dios instrumentos de los que él se vale para realizar sus fines de gracia y misericordia. Cada cual tiene su papel que desempeñar; a cada cual le ha sido concedida cierta medida de luz, adecuada a las necesidades de su tiempo, y suficiente para permitirle cumplir la obra que Dios le asignó.—Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 391.SC 16.6

    Largo tiempo ha esperado Dios que el espíritu de servicio se posesione de la iglesia entera, de suerte que cada miembro trabaje por él según su capacidad.—Los Hechos de los Apóstoles, 91.SC 16.7

    Cuando envió a los doce y más tarde a los setenta, a proclamar el reino de Dios, les estaba enseñando su deber de impartir a otros lo que él les había hecho conocer. En toda su obra, los estaba preparando para una labor individual, que se extendería a medida que el número de ellos creciese, y finalmente alcanzaría a las más apartadas regiones de la tierra.—Los Hechos de los Apóstoles, 26.SC 16.8

    Tampoco recae únicamente sobre el pastor ordenado la responsabilidad de salir a realizar la comisión evangélica. Todo el que ha recibido a Cristo está llamado a trabajar por la salvación de sus prójimos.—Los Hechos de los Apóstoles, 90.SC 17.1

    El verdadero carácter de la iglesia se mide, no por la alta profesión que haga, ni por los nombres asentados en sus libros, sino por lo que está haciendo realmente en beneficio del Maestro, por el número de sus obreros perseverantes y fieles. El interés personal y el esfuerzo vigilante e individual realizarán más por la causa de Cristo que lo que puede lograrse por los sermones o los credos.—The Review and Herald, 6 de septiembre de 1881.SC 17.2

    Dondequiera se establezca una iglesia, todos los miembros deben empeñarse activamente en la obra misionera. Deben visitar a toda familia del vecinda rio, e imponerse de su condición espiritual.—Testimonies for the Church 6:296.SC 17.3

    Los miembros de la iglesia no han sido todos llamados a trabajar en los campos extranjeros, pero todos tienen una parte que realizar en la gran obra de dar la luz al mundo. El Evangelio de Cristo es agresivo y expansivo. En el día de Dios nadie será excusado por haberse encerrado en sus propios intereses egoístas. Hay una obra que hacer para toda mente y para toda mano. Hay una variedad de trabajo adaptado a diferentes mentes y a distintas capacidades.—Historical Sketches of the Foreign Missions of the Seventh Day Adventist, 290, 291.SC 17.4

    El nos ha confiado una verdad sagrada; Cristo, cuando habita en los miembros individuales de la iglesia, es una fuente de agua que salta para vida eterna. Sois culpables delante de Dios si no hacéis todo el esfuerzo posible para dispensar el agua viva a los demás.—Historical Sketches of the Foreign Missions of the Seventh Day Adventist, 291.SC 17.5

    No estamos, como cristianos, realizando ni una vigésima parte de lo que podríamos hacer en la ganancia de almas para Cristo. Hay un mundo que amonestar, y todo sincero cristiano debe ser un guía y un ejemplo para los demás en fidelidad, en la disposición a llevar la cruz, en la acción rápida y vigorosa, en una invariable fidelidad a la causa de la verdad, y en sacrificios y trabajos para promover la causa de Dios.—The Review and Herald, 23 de agosto de 1881.SC 18.1

    En la medida de sus oportunidades, todo aquel que recibió la luz de la verdad lleva la misma responsabilidad que el profeta de Israel, a quien fueron dirigidas estas palabras: “Tú pues, hijo del hombre, yo te he puesto por atalaya a la casa de Israel, y oirás la palabra de mi boca, y los apercibirás de mi parte”.—Joyas de los Testimonios 3:288, 289.SC 18.2

    A todo aquel que se hace partícipe de su gracia, el Señor le señala una obra que hacer por los otros. Cada cual tiene que ocupar su puesto, diciendo: “Heme aquí, envíame a mí”. Sobre el ministro de la palabra, sobre el enfermero misionero, sobre el médico cristiano, sobre el cristiano individual, ora sea comerciante o agricultor, profesional o mecánico—, sobre todos descansa la responsabilidad. Nuestra tarea es revelar a los hombres el Evangelio de su salvación. Toda empresa en que nos empeñemos debe servirnos de medio para dicho fin.—El Ministerio de Curación, 138.SC 18.3

    Cuando el Señor de la casa llamó a sus siervos, dió a cada uno su obra. Toda la familia de Dios estaba incluída en la responsabilidad de utilizar los bienes del Señor. Todo individuo, desde el más humilde y el más oscuro, hasta el mayor y el más exaltado, es un instrumento moral dotado de capacidades a quien Dios tiene por responsable.—The Bible Echo, 10 de junio de 1901.SC 18.4

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