Capítulo 59—Ayuda para los campos misioneros
El autor de nuestra salvación será el consumador de la obra. Una verdad recibida en el corazón, hará lugar para otra verdad aún. La verdad, cuando se reciba, pondrá en actividad las facultades de quien la reciba. Cuando los miembros de nuestras iglesias amen verdaderamente la Palabra de Dios, revelarán las mejores y más fuertes cualidades; y cuanto más nobles sean, más semejantes a niños serán en espíritu, creyendo la Palabra de Dios contra todo egoísmo.4TS 415.1
Un raudal de luz resplandece de la Palabra de Dios y debemos despertarnos para reconocer las oportunidades descuidadas. Cuando todos sean fieles en devolver a Dios lo suyo en diezmos y ofrendas, se abrirá el camino para que el mundo oiga el mensaje para este tiempo. Si el corazón de los hijos de Dios estuviese lleno de amor por Cristo; si cada miembro de la iglesia estuviese cabalmente imbuído de un espíritu de abnegación; si todos manifestasen cabal fervor, no faltarían fondos para las misiones. Nuestros recursos se multiplicarían; se abrirían mil puertas de utilidad, que nos invitarían a entrar por ellas. Si el propósito de Dios de dar al mundo el mensaje de misericordia hubiese sido llevado a cabo por su pueblo, Cristo habría venido ya a la tierra, y los santos habrían recibido su bienvenida en la ciudad de Dios.4TS 415.2
Si ha habido alguna vez un tiempo en que debían hacerse sacrificios, es ahora. Los que tienen dinero deben comprender que ahora es el tiempo de emplearlo para Dios. No se absorban recursos en multiplicar las facilidades donde la obra ya está establecida. No se añada edificio a edificio donde se han concentrado ya muchos intereses. Empléense los recursos para establecer centros en nuevos campos. Así podréis ganar almas que desempeñarán su parte en producir.4TS 415.3
Pensad en nuestras misiones en los campos extranjeros. Algunas de ellas están luchando para establecerse; están privadas aun de las comodidades más escasas. En vez de añadir a las comodidades ya abundantes, edificad la obra en esos campos necesitados. Vez tras vez el Señor ha hablado al respecto. Su bendición no puede acompañar a su pueblo si desprecia sus instrucciones.4TS 415.4
Practicad la economía en vuestros hogares. Muchos están albergando y adorando ídolos. Apartad vuestros ídolos. Renunciad a vuestros placeres egoístas. Os ruego que no absorbáis recursos en el embellecimiento de vuestras casas; porque es el dinero de Dios, y lo volverá a pedir de vosotros. Padres, por amor de Cristo, no empleéis el dinero del Señor para satisfacer las fantasías de vuestros hijos. No les enseñéis a buscar la moda y la ostentación, a fin de ganar influencia en el mundo. ¿Los habrá de inclinar esto a salvar las almas por las cuales Cristo murió?—No; creará envidias, celos y malas sospechas. Vuestros hijos serán inducidos a competir con la ostentación y extravagancia del mundo, y a gastar el dinero del Señor en aquello que no es esencial para la salud o la felicidad.4TS 416.1
No enseñéis a vuestros hijos a pensar que vuestro amor a ellos debe expresarse satisfaciendo su orgullo, prodigalidad y amor a la ostentación. No es tiempo ahora de inventar maneras de consumir el dinero. Emplead vuestras facultades inventivas en tratar de economizarlo. En vez de satisfacer la inclinación egoísta, gastando dinero en aquellas cosas que destruyan las facultades del raciocinio, estudiad cómo practicar la abnegación, a fin de tener algo que invertir para enarbolar el estandarte de la verdad en los campos nuevos. El intelecto es un talento; usadlo para estudiar cómo emplear mejor vuestros recursos para la salvación de las almas.4TS 416.2
Enseñad a vuestros hijos que Dios tiene derecho sobre todo lo que poseen, derecho que nada puede abolir jamás; cualquier cosa que ellos tengan es suyo solamente en cometido, como una prueba de su obediencia. Inspiradles ambición a ganar estrellas para su corona haciendo pasar muchas almas del pecado a la justicia.4TS 416.3
El dinero es un tesoro necesario; no debe prodigarse a aquellos que no lo necesitan. Algunos necesitan vuestros donativos voluntarios. Con demasiada frecuencia, los que tienen recursos dejan de considerar cuántos hay en el mundo que tienen hambre y padecen por falta de alimento. Tal vez digan: “No puedo alimentarlos a todos.” Pero practicando las lecciones de Cristo sobre la economía, podemos alimentar a uno. Puede ser que podáis alimentar a muchos que tienen hambre del alimento temporal; y podéis alimentar sus almas con el pan de vida. “Recoged los pedazos que han quedado, porque no se pierda nada.” Estas palabras fueron pronunciadas por Aquel que tenía todos los recursos del universo a su disposición; aunque su poder de hacer milagros proporcionó alimento a millares, él no desdeñó enseñar una lección de economía.4TS 417.1
Practicad la economía en el empleo de vuestro tiempo. Pertenece al Señor. Vuestra fuerza es del Señor. Si tenéis costumbres de despilfarro, suprimidlas de vuestra vida. Tales hábitos, si se siguen, ocasionarán vuestra bancarrota para la eternidad. Y los hábitos de economía, industria, y sobriedad son, aun en este mundo, una porción mejor para vosotros y vuestros hijos, que una rica dotación.4TS 417.2
Somos viajeros, peregrinos y advenedizos en la tierra. No gastemos nuestros recursos para satisfacer deseos que Dios nos ordena reprimir. Demos, más bien, el debido ejemplo a los que se asocian con nosotros. Representemos adecuadamente nuestra fe, restringiendo nuestros deseos. Levántense las iglesias como un solo hombre, y trabajen fervientemente como quienes andan en la plena luz de la verdad para estos últimos tiempos. Impresione vuestra influencia a las almas con el carácter sagrado de los requerimientos de Dios.4TS 417.3
Si en la providencia de Dios os han sido dadas riquezas, no os acomodéis con el pensamiento de que no necesitáis dedicaros a un trabajo útil, que tenéis bastante, y que podéis comer, beber y alegraros. No permanezcáis ociosos mientras otros están luchando para obtener recursos para su causa. Invertid vuestros recursos en la obra del Señor. Si hacéis menos que vuestro deber para ayudar a los que perecen, recordad que al ser indolentes incurrís en culpa.4TS 418.1
Es Dios quien da a los hombres el poder de conseguir riquezas, y él ha otorgado esta capacidad, no como medio de complacer al yo, sino cómo un medio de devolver a Dios lo suyo. Con este objeto no es pecado adquirir recursos. El dinero ha de ser ganado por el trabajo. Cada joven ha de cultivar costumbres de laboriosidad. La Biblia no condena a nadie por ser rico, si ha adquirido sus riquezas honradamente. Es el amor egoísta al dinero mal empleado, la raíz de todo mal. La riqueza resultará una bendición si la consideramos como del Señor, para ser recibida con agradecimiento, y devuelta con agradecimiento al Dador.4TS 418.2
¿Pero qué valor tiene la riqueza más incomensurable, si está amontonada en costosas mansiones o en títulos bancarios? ¿Qué peso tienen estas cosas en comparación con un alma por la cual murió el hijo del Dios infinito?4TS 418.3
A los que han amontonado riquezas para los últimos días, el Señor declara: “Vuestras riquezas están podridas: vuestras ropas están comidas de polilla. Vuestro oro y plata están corrompidos de orín; y su orín os será en testimonio, y comerá del todo vuestras carnes como fuego.”4TS 418.4
El Señor nos ordena: “Vended lo que poseéis, y dad limosna; haceos bolsas que no se envejecen, tesoro en los cielos que nunca falta; donde ladrón no llega, ni polilla corrompe. Porque donde está vuestro tesoro, allí también estará vuestro corazón. Estén ceñidos vuestros lomos, y vuestras antorchas encendidas; y vosotros semejantes a hombres que esperan cuando su Señor ha de volver de las bodas; para que cuando viniere y llamare, luego le abran. Bienaventurados aquellos siervos, a los cuales cuando el Señor viniere, hallare velando: de cierto os digo, que se ceñirá, y hará que se sienten a la mesa, y pasando les servirá. Y aunque venga a la segunda vigilia, y aunque venga a la tercera vigilia, y los hallare así, bienaventurados son los tales siervos. Esto empero sabed, que si supiese el padre de familia a qué hora había de venir el ladrón, velaría ciertamente, y no dejaría minar su casa. Vosotros pues también, estad apercibidos; porque a la hora que no pensáis, el Hijo del hombre vendrá.”4TS 419.1