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Testimonios Selectos Tomo 4 - Contents
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    Los diezmos y las ofrendas

    El Señor requiere que le devolvamos como diezmos y ofrendas una porción de los bienes que nos prestó. El acepta estas ofrendas como un acto de humilde obediencia de nuestra parte, y de agradecido reconocimiento de nuestra condición de deudores suyos por todas las bendiciones que gozamos. Por lo tanto, ofrezcámoselas voluntariamente, diciendo con David: “Porque todo es tuyo, y lo recibido de tu mano te damos.” 81 Crónicas 29:14. El retener más de lo justo conduce a la pobreza. Dios tendrá paciencia con algunos, probará a todos; pero su maldición recaerá ciertamente sobre los egoístas que profesan la verdad, pero aman el mundo. Dios conoce el corazón; cada pensamiento y propósito está revelado ante sus ojos. Dice: “Porque yo honraré a los que me honran, y los que tuvieren en poco, serán viles.” 91 Samuel 2:30. El sabe a quién bendecir, y quiénes merecen su maldición. El no comete errores; porque los ángeles están tomando nota de todas nuestras acciones y palabras.4TS 65.2

    Cuando el pueblo de Dios estaba por edificar el santuario en el desierto, eran necesarios extensos preparativos. Fueron recogidos materiales costosos, y entre ellos mucho oro y plata. Como dueño legítimo de todos sus tesoros, el Señor pidió estas ofrendas a su pueblo; pero aceptó solamente aquellas que eran dadas libremente. El pueblo las ofreció voluntariamente, hasta que comunicaron a Moisés: “El pueblo trae mucho más de lo que es menester para la atención de hacer la obra que Jehová ha mandado que se haga.” Y entonces fué hecha esta proclama a toda la congregación: “Ningún hombre ni mujer haga más obra para ofrecer para el santuario. Y así fué el pueblo impedido de ofrecer; pues tenía material abundante para hacer toda la obra, y sobraba.” 10Éxodo 36:5-7.4TS 66.1

    Si allí hubiesen estado algunos hombres de ideas limitadas, habrían abierto los ojos horrorizados. Como Judas, habrían preguntado: “¿Para qué se ha hecho este desperdicio?” “¿Por qué no hacerlo todo de la manera más barata?” Pero el santuario no estaba destinado a honrar al hombre, sino al Dios del cielo. El había dado indicaciones específicas acerca de cómo debía hacerse todo. Le enseñó al pueblo que era un Ser grande y majestuoso, y que había de ser adorado con reverencia y temor.4TS 66.2

    La casa donde se adora a Dios debe estar en armonía con su carácter y majestad. Hay iglesias pequeñas que serán siempre pequeñas, porque colocan sus propios intereses antes que los intereses de la causa de Dios. Mientras que sus miembros tienen casas amplias y convenientes, y están mejorando constantemente sus propiedades, se conforman con tener un lugar muy inadecuado para el culto de Dios, donde ha de morar su santa presencia. Se admiran de que José y María estuviesen obligados a buscar albergue en un establo, y que allí naciera el Salvador, pero están dispuestos a gastar para sí gran parte de sus recursos, mientras que descuidan vergonzosamente la casa de culto. Con cuánta frecuencia dicen: No ha llegado todavía el tiempo en que debe ser edificada la casa de Dios. Pero la palabra que les dirige el Señor es: “¿Es para vosotros tiempo, para vosotros, de morar en vuestras casas enmaderadas, y esta casa está desierta?” 11Hageo 1:4.4TS 66.3

    La casa donde Jesús ha de encontrarse con su pueblo debe ser limpia y atrayente. Si hay tan sólo pocos creyentes en un lugar, levanten una casa humilde pero limpia, dedicándola a Dios, e inviten a Jesús a venir como huésped. ¿Cómo considera él a sus hijos cuando tienen todas las comodidades que el corazón pueda desear, pero se conforman con reunirse para adorarle en un cobertizo de algún edificio miserable y apartado, o en algún departamento barato y abandonado? Trabajáis por vuestros deudos, gastáis recursos para rodearlos de cosas tan atractivas como sea posible; pero Jesús, Aquel que lo dió todo por vosotros, hasta su preciosa vida—el que es la Majestad del cielo, el Rey de reyes y el Señor de los señores,—es obsequiado con un lugar en la tierra poco mejor que el establo donde nació. ¿No miraremos estas cosas como Dios las mira? ¿No probaremos nuestros motivos y veremos qué clase de fe poseemos?4TS 67.1

    “Dios ama al dador alegre,” 122 Corintios 9:7. y aquellos que le aman darán libre y alegremente cuando al hacerlo puedan promover su causa y su gloria. El Señor no requiere nunca de sus hijos que ofrezcan más de lo que pueden, sino que le agrada aceptar y bendecir las ofrendas de agradecimiento que hacen según su capacidad. Una obediencia voluntaria y el amor puro liguen sobre el altar toda ofrenda hecha a Dios, porque tales sacrificios le agradan, mientras que aquello que es ofrecido a regañadientes le ofende. Cuando las iglesias o las personas no dan con amor, sino que quieren limitar el costo y medir sus ofrendas por sus propias opiniones estrechas, demuestran decididamente que no tienen relación vital con Dios. No están de acuerdo con su plan y manera de trabajar, y él no las bendecirá.4TS 67.2

    Edificamos para Dios, y debemos edificar sobre el fundamento que él nos ha preparado. Ningún hombre debe construir sobre su propio fundamento, independientemente del plan que Dios ideó. Hay hombres a quienes Dios ha suscitado como consejeros, hombres a quienes ha enseñado, y cuyo corazón, alma y vida están en la obra. Estos hombres han de ser altamente estimados por causa de su trabajo. Algunos quieren seguir sus propias nociones toscas; pero deben aprender a recibir consejo y trabajar en armonía con sus otros hermanos, o sembrarán duda y discordia, cosas que no quieren cosechar. Es la voluntad de Dios que aquellos que se dedican a su obra estén sujetos unos a otros. Su culto debe ser dirigido de una manera consecuente, con unidad y sano criterio. Dios es nuestro único Ayudador suficiente. Las leyes que gobiernan su pueblo, los principios de reflexión y acción, son recibidos de él por medio de su Palabra y Espíritu. Cuando sus hijos aman y obedecen su Palabra, andan en la luz, y no hay para ellos ocasión de tropiezo. No aceptan la norma baja del mundo, sino que trabajan desde el punto de vista bíblico.4TS 68.1

    El egoísmo que existe entre el pueblo de Dios es muy ofensivo. Las Escrituras denuncian la avaricia como idolatría. “Ningún ... avaro—dice Pablo,—que es servidor de ídolos, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios. 13Efesios 5:5. La dificultad de muchos consiste en que tienen muy poca fe. Como el rico de la parábola, quieren ver sus provisiones amontonadas en sus graneros. El mundo ha de ser amonestado, y Dios quiere que nos dediquemos completamente a su obra; pero los hombres tienen tanto que hacer para fomentar sus proyectos de ganar dinero que no tienen tiempo para promover los triunfos de la cruz de Cristo. No tienen tiempo ni disposición para dedicar su intelecto, tacto y energía a la causa de Dios.4TS 68.2

    Hermanos y hermanas, quisiera despertar en vuestras mentes desagrado por vuestras ideas actuales limitadas respecto de la causa y obra de Dios. Quisiera que comprendieseis el gran sacrificio que Cristo hizo por vosotros cuando se hizo pobre, a fin de que por su pobreza poseyeseis riquezas eternas. ¡Oh! no hagáis llorar a los ángeles y ocultar su rostro, avergonzados y disgustados por vuestra indiferencia para con el eterno peso de gloria que está a vuestro alcance. Despertad de vuestro letargo; despertad toda facultad que Dios ha dado, trabajad por las almas preciosas para quienes Cristo murió. Esas almas, que son traídas al redil de Cristo, vivirán durante las edades sin fin de la eternidad; y ¿os propondréis hacer tan poco como sea posible en pro de su salvación, y como el hombre que tenía un talento, invertiréis vuestros recursos en la tierra? Como aquel siervo infiel, ¿estáis acusando a Dios de segar donde no sembró, y de recoger donde no esparció?4TS 69.1

    Todo lo que tenéis y sois, lo debéis a Dios. Entonces ¿no diréis de todo corazón: Todo viene de ti, y de lo tuyo te hemos dado? “Honra a Jehová de tu substancia, y de las primicias de todos tus frutos.” 14Proverbios 3:9. Pablo exhorta así a sus hermanos corintios a manifestar beneficencia cristiana: “Por tanto, como en todo abundáis, en fe, y en palabra, y en ciencia, y en toda solicitud, y en vuestro amor para con nosotros, que también abundéis en esta gracia.” 152 Corintios 8:7. En su epístola a Timoteo dice: “A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en la incertidumbre de las riquezas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia de que gocemos: que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, que con facilidad comuniquen; atesorando para sí buen fundamento para lo por venir, que echen mano a la vida eterna.” 161 Timoteo 6:17-19.4TS 69.2

    La generosidad no es tan natural en nosotros como para que la obtengamos por accidente. Debe ser cultivada. Debemos resolver deliberadamente que honraremos a Dios con nuestra substancia; y entonces no debemos dejar que nada nos tiente a privarle de los diezmos y ofrendas que le debemos. Hemos de ser inteligentes, sistemáticos y constantes en nuestros actos de caridad hacia los hombres y en nuestras expresiones de gratitud a Dios por sus bondades hacia nosotros. Este es un deber demasiado sagrado para que lo confiemos a la casualidad, o para que sea regido por los impulsos o sentimientos. Debemos reservar regularmente algo para la causa de Dios, a fin de que no le despojemos de la porción que le pertenece. Cuando robamos a Dios nos robamos a nosotros mismos. Renunciamos al tesoro celestial a fin de tener más del de esta tierra. Esta es una pérdida en la que no podemos incurrir. Si vivimos de tal manera que podamos tener la bendición de Dios, su mano prosperadora nos acompañará en nuestros asuntos temporales; pero si su mano está contra nosotros, puede derrotar todos nuestros planes, y esparcir más rápidamente de lo que nosotros podemos juntar. 4TS 69.3

    *****

    El tesoro depositado en el cielo está seguro; y acreditado a nuestra cuenta, pues Jesús dice: “Haceos tesoro en los cielos.” Los hombres pueden sembrar aquí, pero siegan en la eternidad.4TS 70.1

    Este tesoro eterno es el que los ministros de Cristo han de presentar doquiera vayan. Han de instar a la gente a hacerse sabia para la salvación. Su misión no consiste en ayudar a las personas o las iglesias a idear cómo puedan ahorrar dinero por medio de planes estrechos y esfuerzos restringidos en la causa de Dios. En vez de esto, deben enseñar a los hombres a trabajar desinteresadamente, y a hacerse así ricos para con Dios. Deben educar las mentes a estimar debidamente las cosas eternas y a dar el primer lugar al reino de los cielos.—Testimonies for the Church 5:262.4TS 70.2

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