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El Ministerio de Publicaciones - Contents
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    Capítulo 21—Escritores y derechos de autor

    La justicia y el amor deben estar mancomunados—Se me ha mostrado que debemos proteger sagradamente los intereses de la causa de Dios, como también los de su pueblo elegido. Se me mostró que los que presiden sobre estas instituciones siempre debieran recordar que hay un Director Supremo que es el Dios de los cielos. Debieran efectuar sus transacciones comerciales con estricta honradez en todos los departamentos de la obra. Aunque debe manifestarse firmeza en el mantenimiento del orden, ésta debe ir acompañada de compasión, misericordia y paciencia. La justicia tiene una hermana gemela, que es el amor. Ambas deben mantenerse juntas...MPu 256.1

    La junta directiva debiera obrar siempre como si se encontrara bajo el escrutinio de la mirada divina, y deben recordar siempre que sólo son hombres finitos y están propensos a cometer errores de discernimiento en sus decisiones y planes, si no mantienen una estrecha relación con Dios. Puesto que ellos mismos son personas débiles e imperfectas, debieran manifestar bondad y compasión por otros que están expuestos a cometer errores... Cada obrero debiera cultivar la bondad hacia el prójimo. Buscad primero el consejo de parte de Dios, porque esto es necesario para que los obreros puedan consultarse mutuamente.—Carta 34, 1886.MPu 256.2

    Cada autor es un mayordomo individualmente—Dios desea que en todos los aspectos de nuestro trato mutuo, mantengamos cuidadosamente el principio de la responsabilidad personal y la dependencia de él. Este es un principio que nuestras casas editoras deben recordar en forma especial en su trato con los autores.MPu 256.3

    Algunos han sostenido que los autores no tienen derecho de administrar los libros que escriben; que en todos lo casos deben someter sus obras al control de la casa editora o de la asociación; que aparte de los gastos de producción del manuscrito, no debieran pedir ninguna participación en la ganancia producida por la venta de sus libros; y que la ganancia debiera permanecer en la asociación o la casa editora para que ésta la use, según su juicio, a fin de satisfacer las necesidades de la obra. De este modo, la mayordomía del autor sobre sus propias obras se transferiría totalmente de él a otros...MPu 257.1

    La habilidad de escribir un libro es, como cualquier otro talento, un don de Dios, y quienes la poseen son responsables delante de él por su perfeccionamiento; además, el autor debe invertir bajo la dirección de Dios, lo que reciba por concepto de derechos de autor. Recordemos que lo que se nos confía para ser invertido no es nuestra propiedad personal. Si así fuera, podríamos usarlo a nuestro propio arbitrio; podríamos desplazar nuestra responsabilidad sobre otros y confiarles nuestra mayordomía. Pero esto no puede ser, porque Dios nos ha hecho sus mayordomos individualmente. Tenemos la responsabilidad de invertir individualmente estos recursos. Nuestros propios corazones deben estar santificados; nuestras manos deben tener algo para repartir de lo que Dios nos ha confiado, cuando se presente la ocasión.MPu 257.2

    Si la asociación o la casa editora se apropiaran del fruto del trabajo del cerebro, sería igualmente razonable que asumieran control de los ingresos recibidos por un hermano por el alquiler de sus casas o el cultivo de sus tierras.MPu 257.3

    Tampoco es justa la afirmación de que un obrero de la casa editora, porque recibe pago por su trabajo, sus facultades físicas, mentales y espirituales pertenecen totalmente a la institución, y ésta tiene derecho sobre toda la producción de su pluma. Fuera del período de trabajo en la institución, el tiempo del obrero está bajo su propio control, y puede usarlo como mejor le parezca, mientras su uso no esté en conflicto con su deber hacia la institución. En cuanto a lo que produzca durante ese tiempo, él es responsable ante su conciencia y ante Dios.MPu 257.4

    No se puede acarrear mayor deshonra a Dios que cuando un hombre pone los talentos de otro hombre bajo su control absoluto. El mal no se evita por el hecho de que la ganancia producida por la transacción se dedique a la causa de Dios. En tales componendas, la persona que permite que su mente sea gobernada por la mente de otra persona, en esa forma queda separada de Dios y expuesta a la tentación. Al desplazar la responsabilidad de su mayordomía hacia otros hombres y al depender de su sabiduría, está colocando al hombre en el lugar que le corresponde a Dios. Los que procuran ocasionar este desplazamiento de responsabilidad no tienen idea de cuál será el resultado de su acción, pero Dios nos lo ha presentado claramente. Dios dice: “Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová”. Jeremías 17:5.MPu 258.1

    Que los autores no sean instados a entregar ni a vender sus derechos de los libros que han escrito. Que reciban una parte justa de las ganancias producidas por su obra; y que ellos consideren sus recursos financieros como un legado de Dios que deben administrar de acuerdo con la sabiduría que él les imparta.—Testimonies for the Church 7:176-178.MPu 258.2

    Los publicadores deben tratar justamente con los autores—Los publicadores, en el pasado, se han puesto en el lugar de Dios para dictar, controlar y administrar siguiendo su propia voluntad, y enseñorearse sobre la heredad de Dios. Han actuado engañosamente en sus transacciones con los autores. He sido llevada a juntas privadas y he escuchado los planes que se han concebido. Algunos dirigentes han logrado hacer creer a un autor que su obra carece de valor y que no tienen ningún interés en el libro. El autor carece de recursos financieros. Siente que tiene las manos atadas. Los dirigentes hablan y expresan sus opiniones, y finalmente consiguen que acepte sus propias condiciones y los derechos de autor que le ofrecen por la publicación de su libro.MPu 258.3

    El trato hecho con ----- -----no fue honrado ni justo en todos sus aspectos. No se le hizo justicia. El esfuerzo realizado para vencer la resistencia de ----- ----- y obtener posesión de sus libros, ha sido un espectáculo lamentable, porque lo ha arrinconado entre la espada y la pared. Los cerebros de los hombres han sido comprados y vendidos.—Carta 43, 1899.MPu 259.1

    Cada persona debe manejar sus negocios personales—El Señor desea que cada persona se ocupe de sus negocios personales y maneje sus propios talentos. No desea que sus hijos entreguen a otros los únicos recursos con que cuentan para invertirlos en su causa por cuenta propia.MPu 259.2

    Algunos suponen que sólo una parte de sus recursos pertenece al Señor, pero están equivocados. El Señor es el dueño de todo. Todos debieran sentir que son responsables de invertir sus recursos de acuerdo con las exigencias de la obra. Hay pobres a quienes se debe ayudar. Si usted pone fuera del alcance de su control los talentos que Dios le ha confiado para que haga su obra, se le considera responsable por la obra que debiera haber hecho. Así es como usted coloca al hombre en el lugar de Dios, y éste se siente plenamente autorizado para usar los talentos que ha comprado en la forma como le place, cuando hubiera podido atender los pedidos de ayuda. Usted pone fuera de su alcance la posibilidad de efectuar la obra que se había sentido impresionado a realizar.MPu 259.3

    Todo lo que poseemos, cada peso, pertenece a Dios. Hay que negociar con sabiduría, y cada hombre y mujer debe orar, trabajar, estudiar y hacer planes, capacitándose cada vez más. para hacer un trabajo aceptable. Este es el plan de Dios. Hay hombres que desempeñan una parte en la obra del Señor, que podrían ayudar en caso de emergencia, pero que han colocado una cantidad considerable de dinero en manos de otras personas para que lo usen en su lugar. Han cedido su mayordomía a otra persona. ¿Lo planeó así el Señor? No. El los habría utilizado para poner en alto el estandarte de la verdad.—Carta 43, 1899.MPu 259.4

    E. G. de White, Jaime White y los derechos de autor—Hace algunos años surgió el asunto de la publicación de libros, y se trazaron planes, los cuales en este momento no recuerdo con claridad. Se adoptó un acuerdo según el cual ninguna persona debía beneficiarse por el producto de la publicación de sus propios libros. Entonces se nos hizo una propuesta, que mi esposo aceptó...: que la casa editora recibiera todo el beneficio de la publicación de sus libros.MPu 260.1

    Mientras yo consideraba este asunto, pensé: Deseo que los testimonios lleguen a tanta gente como sea posible; son un mensaje de Dios a su pueblo, y no deseo ningún beneficio personal de este trabajo. Y así lo expresamos. Pero poco después se me mostró que no habíamos actuado con sabiduría al renunciar a nuestro derecho de ejercer control sobre nuestros propios escritos; porque nosotros sabríamos cómo usar mejor las ganancias de estos libros, que aquellos con mucho menos experiencia. Había que multiplicar las publicaciones, y las ganancias que recibiríamos nos permitirían participar en el liderazgo de la obra en progreso, edificar los intereses de la causa y hacer que otros participaran con nosotros en la obra. Había un principio que debía mantenerse para salvaguardar los intereses de los auténticos obreros.MPu 260.2

    No éramos nosotros los únicos que resultaríamos perjudicados por esta decisión. Hay que sostener la justicia; la causa de Dios crecería constantemente hasta abarcar el mundo entero como su campo de acción. Las necesidades de la causa no deben ser determinadas por la mente de un solo hombre ni por la confusa percepción de una sola persona. Habrá trabajo importante que se realizará en la viña moral de Dios, y ningún administrador debiera suponer que una parte de la obra sobre la que él preside debe absorber todos los demás intereses...MPu 260.3

    Se me reveló que mi esposo y yo no debíamos depender de otros, porque habría personas educadas y preparadas para los negocios seculares, que trabajarían en nuestras instituciones y nos harían sentir dependendientes de ellos cuando tuvieran oportunidad de hacerlo. Porque no todas las personas tienen el carácter que Dios quisiera que tengan: tiernas, compasivas y semejantes a Cristo. Dios desea que cuidemos los recursos financieros que nos ha confiado y que los usemos en diferentes ramos de su obra; y que estimulemos a otros con nuestro ejemplo para que inviertan en las diferentes empresas.—Carta 14, 1886.MPu 260.4

    Inversión de derechos de autor en la obra*Después de su muerte ocurrida en 1915, los derechos de autor producidos por las obras de Elena G. de White se usaron para cancelar todas sus deudas pendientes. Por arreglo entre la Corporación Editorial de los Escritos de Elena G. de White y la Asociación General, los derechos de autor producidos por sus numerosos libros son en la actualidad propiedad de la Asociación General. La Asociación General, a su vez, efectúa una asignación presupuestaria anual a la Corporación Editorial, que siempre excede en dólares el ingreso por concepto de derechos de autor. Ningún miembro de la familia White recibe ni el más mínimo beneficio por el hecho de haber sido Elena de White una escritora.—Me piden constantemente dinero, aunque es muy poco el que recibo. Y a pesar de mis grandes necesidades, no quiero hacer ninguna transacción que pudiera parecer injusta hacia nuestras casas editoras.MPu 261.1

    He invertido recursos, como usted bien lo sabe, en la construcción de capillas y en iniciar diversas empresas en Australia. También he dado miles de dólares de mis derechos de autor producidos por mis libros para ayudar a la obra en Europa; y debido a eso ocasionalmente he tenido que tornar dinero prestado para ayudar a mis propios auxiliares.MPu 261.2

    En una ocasión supe que era difícil conseguir dinero para pagar la traducción de algunos de mis libros a idiomas europeos. Entonces dije: “Donaré mis derechos de autor sobre esos libros en idiomas extranjeros para cubrir esos gastos”. En otra ocasión, un hermano europeo me escribió: “Tengo mil dólares que debo enviarle como producto de la venta de sus libros. ¿Nos permite usar una parte de esa cantidad para contribuir con la educación de algunos jóvenes y prepararlos a fin de que se dediquen a la obra misionera?”MPu 261.3

    Esta fue mi respuesta: “Retenga toda la cantidad, si es que la usará en la preparación de jóvenes que saldrán a trabajar como misioneros. Continuaré pagando intereses sobre dinero que tomé prestado para poder hacerle esta donación”. Así es como la Sra. White se está haciendo rica. He estado poniendo mi tesoro en el cielo, y... no lo sacaré de allí.—Carta 106, 1908.MPu 262.1

    Debo utilizar las ganancias producidas por mis libros con el mayor provecho posible en el progreso de la obra en este lugar [Australia]. Veo tantas cosas que deben hacerse a fin de iniciar, aunque esto sea sólo un comienzo, para elevar las normas en estos nuevos campos. Desde todas direcciones me llega el pedido macedónico de ayuda. “Venga y ayúdenos”. También me solicitan ayuda para jóvenes deseosos de asistir al colegio; y para establecer escuelas primarias en diferentes localidades, a fin de que los niños puedan recibir educación. Esta es una obra que debe llevarse a cabo.MPu 262.2

    Quisiera ampliar el libro La educación cristiana [publicado en 1893], y si la Review and Herald quiere publicarlo y distribuirlo, puede hacerlo si me paga una pequeña suma como derechos de autor, para invertir en la educación de muchos que no pueden asistir al colegio y pagar sus gastos. En Melbourne pagué los gastos de no menos de 14 alumnos. Durante el primer ciclo de estudios del colegio de Cooranbong, contribuí para completar los gastos de internado, comida y enseñanza de varios alumnos.—Carta 7a, 1897.MPu 262.3

    La casa editora debe recibir su parte—La casa editora debe recibir su parte de las ganancias producidas por los libros publicados. Esta debiera ser proporcional a la obra que hacen enviando avisos, etc. Pero los publicadores deben tener cuidado de no afirmar que ellos son quienes realizan la mayor parte del trabajo de preparación de estas obras para el mercado. Deben permitir que los autores reciban una cantidad razonable por su trabajo, pero no deben vender sus derechos a ninguna institución, porque tal cosa no será una bendición para ella.MPu 262.4

    A menos que se tenga cuidado, el mercado se inundará de libros de calidad inferior; y se privará a la gente de la luz y la verdad que es indispensable que reciban a fin de preparar el camino para el Señor. Esto se ha hecho y volverá a hacerse, a menos que los principios correctos ejerzan control en la casa editora.—Carta 43, 1899.MPu 263.1

    Problemas relacionados con el pago atrasado de derechos de autor—Cuando los hombres se conviertan, se aclararán tan bien las cosas, que será innecesaria cualquier investigación que usted pueda llevar a cabo. Sería inútil, en la actualidad, procurar dilucidar con exacta justicia todas las transacciones efectuadas en el pasado. Si trata de hacerlo se enredará en un rompecabezas sin solución. Algunos autores han recibido todo el derecho de autor que les correspondía por la venta de sus libros. El Señor no requiere que la administración de la Review and Herald lleve a cabo el intrincado trabajo de establecer proporcionalmente lo que cada autor debiera recibir por pago atrasado de derechos de autor. Si lo hace, cometerá un error peor aún que aquel en el cual se ha incurrido. Este procedimiento despertará una actitud de egoísmo en algunas personas, lo que les causará gran perjuicio. Podría nombrar a muchas personas que ejemplifican lo dicho, pero prefiero no hacerlo.MPu 263.2

    Ahora actúe con buen juicio y no cometa un segundo error. Consideremos estos asuntos. Los que comercializan los libros debieran recibir una remuneración adecuada por su trabajo. Pero quiero decirles que si se acepta el procedimiento que usted propone, todos los autores se sentirán con derecho a presentar reclamaciones en consonancia con el valor que atribuyen a sus libros. Se producirá un brote de egoísmo que llenará de asombro. Ahora bien, hermanos, vuestra escasez de recursos en este momento es el resultado precisamente de este egoísmo. Se ha introducido en la obra cuando no debiera haber recibido aliento de vida, sino que debiera haberse estrangulado en el comienzo mismo. Dios aborrece las prácticas que se han seguido. No abráis ahora una puerta para que Satanás entre donde puede trabajar con las mentes humanas. No deis a los que escriben libros la oportunidad de autodestruirse. Los que son más egoístas, sin que les importe la escasez de recursos de la casa editora, se atribuirán tanta importancia, que extraerán de la editorial hasta el último centavo que puedan obtener, y Dios se avergonzará de llamarlos sus hermanos.MPu 263.3

    No abráis una puerta a través de la cual Satanás encuentre fácil acceso. Queremos muchas almas sólidas y estables. Las ventanas del alma siempre deben abrirse hacia el cielo. Debemos comprender que el peligro es grande en la obra de reconsiderar los derechos de autor pendientes y hacer restitución. Algunos autores que han recibido todo el valor real de sus libros pensarán que ellos tienen un valor muy superior a lo que realmente valen. Sus ventanas están abiertas hacia la tierra y no hacia el cielo. Abrid las ventanas hacia el cielo y dejad que entren los rayos de sol de la justicia de Cristo, y así se cerrarán solas las ventanas que ahora miran hacia la tierra.MPu 264.1

    Ningún autor puede haber sido perjudicado financieramente más que yo, cuando El conflicto de los siglos permaneció casi dos años inactivo en los estantes de la casa editora. No se hizo nada por hacerlo circular. El libro Las hermosas enseñanzas de la Biblia se introdujo a presión antes que El conflicto de los siglos. Este estaba impreso y debió haberse colocado primero en manos de los colportores porque contenía asuntos importantes que la gente debía leer cuanto antes. Es como si se hubieran burlado de mí debido a mi gran preocupación por ese libro y por lo que habría podido hacer si no lo hubieran mantenido fuera del alcance de la gente. Personas con influencia no santificada usaron métodos egoístas y sin principios. Esta fue una transacción deshonesta en relación con mi persona, y fue un acto de mayordomía infiel hacia Dios.MPu 264.2

    Pero no aceptaré ningún dinero como restitución. Acepté el derecho de autor más bajo para mis libros, bajo la más solemne promesa de que serían promovidos vigorosamente. Pero ellos no cumplieron esta promesa. Hubo fraude en la administración. Pero no quiero restitución; tampoco quiero aumento de derechos de autor para ninguno de mis libros vendidos en el pasado. Que Dios no permita que bajo la fuerte presión y los escasos ingresos, yo extraiga un solo centavo de los recursos dedicados a adelantar la obra.MPu 264.3

    He considerado que era mi deber, en una cantidad de casos, perdonar deudas en que habían incurrido mis hermanos; ahora deseo perdonar todas las deudas que la casa editora tiene conmigo, desde la primera hasta la última. Insto a mis hermanos, a quienes la casa editora les ha publicado libros grandes o pequeños, a que me acompañen en este asunto. Los que colocan un valor demasiado elevado sobre sus producciones no pueden estimar debidamente el valor de las almas. Estos son los que pedirán dinero en compensación, ya sea que tengan o no derecho a ella. Pasemos el borrador sobre el pizarrón que contiene las deudas, y que todos digan Amén. Que cada uno dedique su parte como una ofrenda para sostener la obra de Dios.—Carta 43, 1899.MPu 265.1

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