Capítulo 58—El aprovechamiento de los talentos
Dios quiere que aquellos que le siguen dediquen su vida al mejoramiento y progreso propios y que sean guiados y regidos por una experiencia correcta. El hombre verdadero es aquel que está dispuesto a sacrificar su propio interés por el beneficio de los demás, y aquel que se ejercita en vendar a los de corazón quebrantado. Apenas si han comenzado muchos a comprender el verdadero objeto de la vida; y aquello que es real y substancioso en su vida queda sacrificado por causa de los errores que albergan.3TS 369.1
Nerón y César eran conocidos por el mundo como grandes hombres; pero, ¿los consideraba Dios así? No; no estaban relacionados por una fe viva al gran Corazón de la humanidad. Estaban en el mundo, y comían, bebían y dormían como hombres del mundo; pero eran satánicos en su crueldad. Dondequiera que fueran esos monstruos de la humanidad, su senda quedaba señalada por el derramamiento de sangre y la destrucción. El mundo los alabó mientras vivieron; pero cuando fueron sepultados, el mundo se regocijó. En contraste con la vida de estos hombres, podemos poner la de Lutero. El no nació príncipe, no llevó corona real. Su voz se dejó oír desde la celda de un claustro, y se sintió su influencia. Tenía un corazón humano, que palpitaba para bien de los hombres. Defendió valientemente la verdad y lo recto, e hizo frente a la oposición del mundo para beneficiar a sus semejantes.3TS 369.2
El intelecto solo no hace al hombre de acuerdo a la norma divina. Hay poder en el intelecto, si está santificado y regido por el Espíritu de Dios. Es superior a las riquezas y al poder físico; pero debe ser cultivado a fin de hacer al hombre. El derecho que uno tiene a ser tenido por hombre queda determinado por el uso que ha hecho del intelecto. Byron tenía concepto intelectual y profundidad de pensamiento, pero no era hombre según la norma divina. Era agente de Satanás. Sus pasiones eran fieras e indomables. Durante toda su vida estuvo sembrando semillas que florecieron en una siega de corrupción. La obra de su vida rebajó la norma de la virtud. Este hombre era uno de los hombres distinguidos por el mundo; sin embargo, el Señor no le reconocería como hombre, sino como uno que abusó de los talentos que Dios le diera. El escéptico Gibbon, y muchos otros a quienes Dios dotó de mentes gigantescas y a quienes el mundo llamó grandes, se alistaron bajo la bandera de Satanás y emplearon los dones de Dios para pervertir la verdad y destruir las almas humanas. Un gran intelecto, cuando es hecho ministro del vicio, es una maldición para su poseedor y para todos los que caen dentro del círculo de su influencia.3TS 369.3
Lo que bendecirá a la humanidad es la vida espiritual. Si el hombre está en armonía con Dios, dependerá continuamente de él para tener fuerza. “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.” La obra de nuestra vida consiste en buscar la perfección del carácter cristiano, luchando continuamente para conformarnos a la voluntad de Dios. Los esfuerzos empezados en la tierra, continuarán durante toda la eternidad. La medida que Dios tiene para el hombre es tan elevada como el más alto significado del término, y si él obra colocándose a la altura de la virilidad que Dios le ha dado, favorecerá en esta vida una felicidad que le conducirá a la gloria y la recompensa eterna en la vida venidera.3TS 370.1
Los miembros de la familia humana tienen derecho al título de hombres y mujeres únicamente cuando emplean sus talentos, en toda manera posible, en beneficio de los demás. La vida de Cristo está delante de nosotros como modelo, y tan sólo cuando atendemos, como ángeles de misericordia, a las necesidades de los demás, quedamos íntimamente aliados con Dios. La naturaleza del cristianismo tiende a hacer feliz a la familia y a la sociedad. Todo hombre y mujer que posea el verdadero espíritu de Cristo, apartará de sí la discordia, el egoísmo y la disensión.3TS 370.2
Los que participan del amor de Cristo no tienen derecho a pensar que pueden fijar límite a su influencia y obra al tratar de beneficiar a la humanidad. ¿Se cansó Cristo en sus esfuerzos para salvar a los hombres caídos? Nuestra obra ha de ser continua y perseverante. Hallaremos obra que hacer hasta que el Maestro nos invite a deponer la armadura a sus pies. Dios es un gobernante moral, y debemos aguardar, sumisos a su voluntad, listos y dispuestos a cumplir nuestro deber cuandoquiera que haya trabajo que debe ser hecho.3TS 371.1
Los ángeles están empeñados noche y día en el servicio de Dios para elevación del hombre de acuerdo con el plan de salvación. Se requiere del hombre que ame a Dios supremamente; es decir, con toda su fuerza, mente y corazón, y a su prójimo como a sí mismo. Esto no lo puede hacer a menos que se niegue a sí mismo. Dijo Cristo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.”3TS 371.2
Ser abnegado significa regir el espíritu cuando la pasión quiere predominar; resistir a la tentación de censurar y de criticar; tener paciencia con el niño torpe, cuya conducta agravia e impacienta; permanecer en el puesto del deber cuando otros fracasan; llevar responsabilidades cuando quiera y dondequiera que se pueda; no con el fin de recibir aplausos, ni por política, sino por amor al Maestro, que nos encomendó una obra para que la hiciéramos con fidelidad inquebrantable; guardar silencio y dejar que otros labios nos alaben, cuando podríamos alabarnos nosotros mismos. El negarnos a nosotros mismos es hacer bien a otros cuando nuestra inclinación nos induciría a servirnos y agradarnos a nosotros mismos. Aun cuando nuestros semejantes no hayan de apreciar nunca nuestros esfuerzos, ni reconocerlos, debemos seguir trabajando.3TS 371.3
Escudriñemos cuidadosamente y veamos si la verdad que hemos aceptado ha llegado a ser un firme principio para nosotros. ¿Llevamos a Cristo con nosotros cuando salimos de la cámara de oración? ¿Está nuestra religión de guardia a la puerta de nuestros labios? ¿Se siente nuestro corazón atraído con simpatía y amor por los demás fuera de los de nuestra propia familia? ¿Estamos tratando diligentemente de obtener una comprensión más clara de la verdad bíblica para que podamos dejar resplandecer nuestra luz para los demás? Podemos contestar estas preguntas en nuestras propias almas. Sea nuestra conversación sazonada con gracia y revele nuestra conducta elevación cristiana.3TS 371.4
Ha principiado un nuevo año. ¿Qué ha grabado en nuestra vida cristiana el año pasado? ¿Cuál es nuestro registro en el cielo? Os ruego que hagáis una entrega sin reserva a Dios. ¿Han estado divididos nuestros corazones? Démoslos completamente al Señor ahora. Hagamos de la historia del año próximo, algo diferente de la del año pasado. Humillemos nuestras almas delante de Dios. “Bienaventurado el varón que sufre la tentación; porque cuando fuere probado, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman.” Despojémonos de toda pretensión y afectación. Actuemos con sencillez y naturalidad. Sed veraces en todo pensamiento, palabra y acción, y “en humildad, estimándoos inferiores los unos a los otros.” Recordemos que la naturaleza moral necesita ser fortalecida por la vigilancia y la oración constantes. Mientras miramos a Cristo estamos seguros; pero en cuanto pensamos en nuestros sacrificios y dificultades, y empezamos a simpatizar con nosotros mismos y a mimarnos, perdemos nuestra confianza en Dios y estamos en grave peligro.3TS 372.1
Muchos limitan la Providencia divina, y divorcian la misericordia y el amor de su carácter. Ellos insisten en que la grandeza y majestad de Dios le impiden que se interese en las preocupaciones de las más débiles de sus criaturas. “¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin vuestro Padre. Pues aun vuestros cabellos están todos contados. Así que no temáis: más valéis vosotros que muchos pajarillos.”3TS 372.2
Es difícil para los seres humanos prestar atención a los asuntos menores de la vida mientras la mente se concentra en negocios de vasta importancia. Pero, ¿no debe existir esta unión? El hombre formado a la imagen de su Hacedor debe unir las mayores responsabilidades con las menores. Puede estar engolfado en ocupaciones abrumadoras y descuidar la instrucción que sus hijos necesitan. Puede considerar estos deberes como los menores de la vida, cuando en realidad constituyen el mismo cimiento de la sociedad. La felicidad de las familias y de las iglesias depende de las influencias que se sienten en el hogar. Los intereses eternos dependen del debido cumplimiento de los deberes de esta vida. El mundo no necesita tanto grandes intelectos como hombres buenos que sean una bendición en sus hogares.3TS 373.1