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Testimonios Selectos Tomo 3 - Contents
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    Capítulo 37—El estado del mundo

    Me fué mostrado el estado del mundo, que está llenando rápidamente su copa de iniquidad. Violencias y crímenes de toda descripción están llenando nuestro mundo, y Satanás está usando todos los medios para hacer populares los crímenes y los vicios degradantes. La juventud que recorre las calles está rodeada de avisos y noticias de crímenes y pecado, presentados en alguna novela o en algún teatro. Su mente se educa en la familiaridad con el pecado. La conducta seguida por los bajos y viles es mantenida delante de ella en los periódicos del día, y todo lo que puede excitar la curiosidad y despertar las pasiones animales es presentado en historias emocionantes y excitantes.3TS 192.1

    La literatura de intelectos corrompidos envenena la mente de millares de habitantes de nuestro mundo. El pecado no parece excesivamente pecaminoso. Ellos oyen y leen tanto con referencia a los crímenes y vilezas degradantes que la conciencia que una vez era tierna y se hubiese horrorizado, se embota de tal manera que se espacia ávidamente en los dichos y hechos de hombres viles y bajos.3TS 192.2

    “Como fué en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del hombre.” Dios tendrá un pueblo celoso para las buenas obras, firme en medio de las contaminaciones de esta época de degeneración. Habrá un pueblo cuyos miembros se aferrarán de tal manera a la fuerza divina que podrán resistir a toda tentación. Las malas comunicaciones en llameantes carteles pueden tratar de hablar a sus sentidos y corromper su mente, pero estarán de tal manera unidos con Dios y los ángeles que serán como quienes no ven ni oyen. Tienen que hacer una obra que nadie puede hacer por ellos, la cual consiste en pelear la buena batalla de la fe y echar mano de la vida eterna. No tendrán confianza en sí mismos, ni suficiencia propia. Conociendo su debilidad, unirán su ignorancia a la sabiduría de Cristo, su debilidad a su fuerza.3TS 192.3

    Los jóvenes pueden tener principios tan firmes que las más poderosas tentaciones de Satanás no los apartarán de su fidelidad. Samuel era un niño rodeado de las influencias más corruptoras. Veía y oía cosas que afligían su alma. Los hijos de Elí, que ministraban en cargos sagrados, eran dominados por Satanás. Esos hombres contaminaban la misma atmósfera que los rodeaba. Muchos hombres y mujeres eran diariamente fascinados por el pecado y el mal; sin embargo, Samuel andaba sin mácula. Las vestiduras de su carácter eran inmaculadas. No tenía participación, ni el menor deleite, en los pecados que llenaban todo Israel de terribles informes. Samuel amaba a Dios; mantenía su alma en tan íntima relación con el cielo, que fué enviado un ángel a hablar con él acerca de los pecados de los hijos de Elí que estaban corrompiendo a Israel.3TS 193.1

    El apetito y la pasión están avasallando a millares de los que profesan seguir a Cristo. Sus sentidos se embotan de tal manera por la familiaridad con el pecado que no lo aborrecen, sino que lo consideran como atrayente. El fin de todas las cosas está cerca. Dios no tolerará mucho más tiempo los crímenes y la degradante iniquidad de los hijos de los hombres. Sus crímenes han llegado a la verdad a los mismos cielos, y pronto recibirán la respuesta de las temibles plagas de Dios sobre la tierra. Beberán la copa de la ira de Dios, sin mezcla de misericordia.3TS 193.2

    He visto que hay peligro de que aun los que profesan ser hijos de Dios se corrompan. La disolución está cautivando a los hombres y las mujeres. Parecen estar infatuados e incapaces de resistir y vencer en lo referente al apetito y la pasión. En Dios hay poder; en él hay fuerza. Si tan sólo quieren pedirlo, el poder vivificante de Jesús estimulará a cada uno que ha asumido el nombre de Cristo. Nos rodean peligros y riesgos, y estamos seguros únicamente cuando sentimos nuestra debilidad y nos asimos por la mano de la fe a nuestro poderoso Libertador. El tiempo en que vivimos es un tiempo terrible. No podemos dejar de velar y orar por un solo instante. Nuestras almas impotentes deben confiar en Jesús, nuestro compasivo Redentor.3TS 193.3

    Me fué mostrada la grandeza e importancia de la obra que está delante de nosotros. Pero son pocos los que se dan cuenta del verdadero estado de cosas. Todos los que están dormidos y que no pueden comprender la necesidad de la vigilancia y la alarma serán vencidos. Los jóvenes se están levantando para entrar en la obra de Dios; algunos de ellos tienen apenas un sentido del carácter sagrado y la responsabilidad de la obra. Tienen poca experiencia en el ejercicio de la fe y en el anhelo y hambre del Espíritu de Dios, que siempre producen resultados. Algunos hombres de capacidad, que podrían desempeñar puestos importantes, no saben de qué espíritu son animados. Una conducta jovial les es tan natural como lo es para el agua correr hacia abajo. Hablan de insensateces y bromean con niñas, mientras casi diariamente oyen las verdades más solemnes y conmovedoras. Estos hombres tienen una religión de la cabeza, pero su corazón no está santificado por las verdades que oyen. Los tales no pueden conducir a otros a la Fuente de las aguas vivas antes de haber bebido de sus raudales ellos mismos.3TS 194.1

    No es ahora tiempo de liviandad, vanidad o trivialidades. Las escenas de la historia de esta tierra están por terminarse. Las mentes a las cuales se les ha permitido alimentar pensamientos relajados, necesitan cambiarse. Dice el apóstol Pedro: “Teniendo los lomos de vuestro entendimiento ceñidos, con templanza, esperad perfectamente en la gracia que os es presentada cuando Jesueristo os es manifestado: como hijos obedientes, no conformándoos con los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; sino como aquel que os ha llamado es santo, sed también vosotros santos en toda conversación; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.”3TS 194.2

    Los pensamientos dispersos deben ser concentrados en Dios. Los mismos pensamientos deben sujetarse en obediencia a la voluntad de Dios. No se deben tributar ni esperar alabanzas, porque esto tendería a fomentar en los hombres la confianza en sí mismos más bien que a aumentar su humildad; a corromperlos más bien que a purificarlos. Los que están realmente preparados, y sienten que deben desempeñar una parte en relación con la obra de Dios, se sentirán oprimidos por el sentimiento del carácter sagrado de la obra, como un carro bajo las gavillas. 3TS 194.3

    *****

    ¡Cuántos hombres en esta época del mundo, dejan de ir bastante hondo. Examinan las cosas tan sólo superficialmente. No quieren pensar con bastante detenimiento para ver las dificultades y contender con ellas, y no quieren dedicar a cada tema importante que se les presenta estudio meditado y acompañado de oración, y con suficiente cautela e interés para ver de qué se trata realmente. Hablan de asuntos que no han pesado plenamente ni con cuidado. Con frecuencia personas inteligentes y sinceras tienen opiniones propias, a las cuales debe resistirse firmemente, o los que tienen menos vigor mental estarán en peligro de ser inducidos a error. Por la predisposición mental se forman hábitos, costumbres, sentimientos y deseos que ejercen mayor o menor influencia. A veces se sigue cada día cierta conducta y se persiste en ella por costumbre y no porque el buen juicio lo apruebe. En estos casos, rigen los sentimientos más bien que el deber.3TS 195.1

    Si pudiésemos comprender nuestras propias debilidades, y ver nuestros pronunciados rasgos de carácter que necesitan ser reprimidos, veríamos que hay tanto que hacer por nosotros mismos que humillaríamos nuestro corazón bajo la poderosa mano de Dios. Confiando nuestras manos impotentes a Cristo, suplementaríamos nuestra ignorancia con su sabiduría, nuestra debilidad con su fuerza, nuestra fragilidad con su potencia duradera, y, unidos a Dios, seríamos a la verdad luces en el mundo.—Testimonies for the Church 4:361, 362.3TS 195.2

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